Chicha Mariani, la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo

María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha para sus ex alumnos y colegas de instituto, condensa en los duros avatares de su vida buena parte de la historia reciente. Es que para esta fundadora de Abuelas la lucha no cesará hasta recuperar a su nieta. Clara Anahí tenía tres meses cuando los militares la arrancaron como botín de guerra en su casa de La Plata, tras acribillar a su madre y tres hombres, todos militantes. Aquel 24 de noviembre de 1976 la beba sobrevivió porque la mamá alcanzó a esconderla en la bañera, debajo de una parva de almohadones.

En ese lugar sólo habita el silencio y a ella le asaltan recuerdos de los años felices, pero no está sola. Pese a todo, sigue adelante empujada por la esperanza de reencontrar algún día a su nieta, secuestrada en este lugar hace 30 años. Esta semana Chicha, seguirá adelante con su lucha y presentará «Chicha, la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo”, el libro que cuenta su empeño y la evolución de un organismo de derechos humanos de la envergadura de Abuelas de Plaza de Mayo.

Pero además de la presentación, recibirá un Diploma de Honor de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires en un acto organizado por el legislador Diego Kravetz, que genera un inusual espacio de apoyo a un relato poco conocido de la historia de las Abuelas de Plaza de Mayo.

El evento se realizará el 23 de Mayo a las 18.30 hs en el Salón Montevideo de la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Perú 160; y contará con la presencia de María Isabel «Chicha» Chorobik de Mariani, Vicente Romero y Juan Martín Ramos Padilla.

La historia de Chicha

Cuenta el periodista Juan Irigaray, que el bombardeo sobre su casa duró cuatro horas y luego entre las ruinas brotó el milagro del llanto de un bebé. «Muchos años después, por la ex esposa del comisario Daniel del Arco, supe que la encontró un bombero. La sacó del cuarto de baño y se la dio a un uniformado. Este salió a la calle y se la entregó al jefe de policía, el general Ramón Camps. El se la llevó…».

Esa vez el hijo de Chicha, Daniel Mariani, economista de 29 años, salvó la vida porque no estaba. Pero ocho meses más tarde, los soldados de Camps lo asesinaron y secuestraron su cadáver, hasta hoy. Entonces ella se derrumbó y atinó a enclaustrarse en la casa, hurgando entre escombros alguna ropita o juguete de la niña, a la que creía muerta.

«Yo ya me estaba dejando morir cuando me llegó la noticia de que Clara Anahí vivía y quienes la tenían iban a vendérmela. Eso me levantó y me trajo de nuevo a la vida». Finalmente lo de la venta era falso, pero confidentes policiales confirmaron que Clara Anahí vivía y había sido colocada «muy alto».

Comprendió que no sería fácil luchar sola, así que empezó a unirse a otras mujeres en igual situación. Y el 21 de noviembre de 1977, ella fundó Abuelas de Plaza de Mayo, junto a 12 mujeres que la eligieron presidenta de esa asociación que busca a más de 500 niños secuestrados, los únicos desaparecidos con vida de Argentina.

Aquellas primeras Abuelas de Plaza de Mayo hicieron de todo, y hasta espiaban a las familias sospechosas de haber robado a sus nietos.

Pocas veces conseguían que dejaran que los chicos se hicieran el análisis genético de identidad. «Yo hasta me disfracé de enfermera de hospital para estar presente y constatar que llevaban a la chica que yo sospechaba que era mi nieta y no a otra».

Revolviendo expedientes y repasando declaraciones de represores durante largas noches robadas al sueño, Chicha dio con cuatro jovencitas de las cuales alguna, sospechaba, era su nieta. Lo denunció a la Justicia y consiguió que se sometieran al análisis del ADN en el único hospital que da garantías científicas.

Ninguna resultó ser Clara Anahí y debió reemprender su lucha.«La primera vez que me dijeron que había dado negativo yo iba subiendo las escaleras de la oficina de Abuelas porque no funcionaba el ascensor. Me quedé sin aliento y sin fuerzas para seguir.Es que a una se le va la vida y cada fracaso es espantoso».

Aunque su batalla personal es «muy larga y muy fea», como a veces se queja, Chicha no luce derrotada y su perseverancia es inagotable. Hasta ha convertido esta casa en ruinas, manchada de sangre y agujereada por la metralla, en la Casa Museo Mariani Teruggi, declarada de interés histórico por el Gobierno.

Divorciada de Abuelas de Plaza de Mayo desde hace años por diferencias de principios y método con su actual dirección, para Chicha no hay marcha atrás y fundó su propia agrupación, Asociación Anahí: «El auténtico Premio Nobel sería encontrar a mi nieta o a los nietos de las demás, lo otro son futilidades…».

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