Hacinamiento vs. cuarentena: un plan de emergencia

La explosión de contagios en los barrios populares exige decisiones urgentes en una problemática postergada: la vulnerabilidad habitacional
Por Oscar Balestieri*

En el contexto de la pandemia que asola al mundo, la primera y fundamental acción que tomó el gobierno nacional fue el aislamiento de las personas. Esto dejó al descubierto los problemas de muchas familias que viven hacinadas y en barrios vulnerables. ¿Cuáles son las medidas necesarias para revertir esa situación?

Desde el inicio de la cuarentena, diferentes voces han elogiado la iniciativa de decretar el aislamiento social obligatorio. Sin embargo, los últimos casos de contagio ubican en un primer plano la dificultad de hacer efectiva esta política en los barrios vulnerables, cada vez más congestionados. Un problema anunciado, difícil y extendido. Para modificar la situación, el Estado debe tomar decisiones de forma urgente.

En muchos de estos barrios, como Padre Carlos Mujica (ex villa 31), hay viviendas nuevas, que aún no han sido asignadas ni habitadas. Algunas familias en situación crítica podrían instalarse ahí, en comodato. Cuando concluya la cuarentena, se resolverá su situación legal.

Otra opción a considerar son las mudanzas con ayuda económica del estado. Muchas familias seguramente deseen regresar a su provincia de origen o casas de familiares en lugares más alejados, pero hoy menos peligrosos. Siempre y cuando sea una decisión voluntaria, el gobierno debe promover estas mudanzas y ayudar económicamente a las familias para que puedan realizar el traslado. Una vez que lleguen a destino, deberán cumplir con la cuarentena, con control local.

Muchas familias viven hacinadas en cuartos de hoteles y pensiones, en los que comparten baños, cocinas y circulaciones. Hay que plantear la transformación de esas viejas casas tugurizadas en unidades adecuadas. De esta manera, se renueva y rescata una cantidad importante de metros construidos, a menor costo que metros nuevos, con la ventaja cultural de rescatar imágenes locales y mejorar sitios degradados en beneficio del entorno.

Por otra parte, en el conurbano de las grandes ciudades hay tierra en abundancia, barata, a las que se les podría dar servicios básicos con carácter de urgencia. Como la mayoría de las grandes ciudades están en llanuras, tienen disponibilidad de agua natural, que requiere poco tratamiento. Las obras necesarias para que todos puedan acceder al agua potable no implican inversiones imposibles. Entonces, se podrían impulsar programas de “lotes con servicios” en los que se podrían instalar familias que actualmente viven hacinadas.

Es importante fijar objetivos para modificar la situación de vulnerabilidad de grandes grupos de nuestra comunidad. Con participación popular y con ayuda de las organizaciones del pueblo se pueden poner en marcha estas medidas. Está en nuestras manos implementar las soluciones adecuadas.

*Ex Secretario de Vivienda y Urbanismo del Gobierno de la provincia de Buenos Aires (1987-1991) , ex assor del Senado de la Nación en temas de Servicios Públicos y presidente de Edimejico S.A.

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