Cuba: 60 años de resistencia y dignidad

"Hace 60 años cuando triunfó la Revolución Cubana y los muchachos barbados llegaron a La Habana, era inimaginable que en el 'largo lagarto verde' pudiera perdurar un proceso revolucionario", memora la autora. El pasado, presente.

“Para los revolucionarios y todos los hombres y mujeres progresistas y de pensamiento independiente en nuestro continente, la tarea más urgente hoy es la de crear conciencia, denunciar la voracidad del imperio y revelar el peligro que están corriendo los pueblos de América Latina y el Caribe” escribió el comandante Fidel Castro al director de la revista Punto Final, Manuel Cabieses en Chile en 2001 destacando el trabajo de largos años de ese medio y su coherencia.

 

Hace 60 años cuando triunfó la Revolución Cubana y los muchachos barbados llegaron a La Habana, era inimaginable que en el “largo lagarto verde” que es la Isla de Cuba en el Caribe pudiera perdurar un proceso revolucionario, que desde el primer momento en esos días de grandes y humildes festejos de un pueblo que salía de una dictadura brutal como la de Fulgencio Batista, comenzó su camino de país liberado.

 

La dictadura era una de las tantas sembradas por el imperio, que fue derrotado una y otra vez en su guerra contra Cuba, de la que creía haberse apoderado para siempre a principio del siglo XX.

 

A sólo 90 millas de distancia del país imperial desde las primeras horas del triunfo revolucionario comenzó a cumplirse el programa liberador soñado por los héroes de todos los tiempos, simbolizados por José Martí y otras figuras del continente.

 

Detrás también estaba el destello de lo que fuera la primera gran rebelión de los esclavos en la pequeña e inmensa Hatí que comparte isla con la República Dominicana, que hasta hoy está pagando el precio de aquel fulgor que iluminó a toda América.

 

La revolución haitiana fue el primer movimiento revolucionario de América Latina (1791-1804) y produjo la abolición de la esclavitud en lo que fuera la colonia francesa de Saint-Domingue.

 

De todas esas memorias de luchas independentistas, de procesos de liberación está sembrada la revolución cubana. ¿Cómo no haber adquirido esta fuerza incomensurable que se necesitó y se necesita para resistir durante estos 60 años, período en que Estados Unidos y su socios han invadido países en nuestra América y en todo el mundo, cometiendo genocidios en el siglo XX y en lo que va del siglo XXI?.

 

Pero para que además de la propia experiencia de mantener una continuidad histórica de la lucha y del profundo rescate de las raíces propias que hicieron de esta revolución un acontecimiento extraordinario, también lo es la capacidad de habar rescatado la historia de lucha de nuestro continente.

 

Es por eso que hoy 60 años después el único país que logró hasta ahora su independencia como tal es Cuba, por lo cual hablar de “nuestro faro” no es una frase vacía.

 

Es la realidad que define a la revolución cubana como hecho único en la región, si uno estudia la situación internacional y advierte que ni aún la caída de la Unión Soviética en los años 90 y de los países socialistas, se arrastró a este proceso de tantas identidades, a pesar de que había desaparecido como en un pase de magia, el mayor respaldo a una revolución asediada.

 

El otro tema es la memoria, raíces y continuidad de ese pueblo y de una dirigencia que simbolizada en el líder de la revolución cubana y líder de nuestra América Fidel Castro Ruz -sin duda la figura latinoamericana más universal en siglo XX y en lo que va del siglo XXI-para los pueblos dominados y en luchas de liberación y contra cualquier tipo de opresión.

 

Un hombre y una dirigencia que entendió que el pensamiento dialéctico en países como los nuestros era entender el tema clave de la dependencia y la colonización, sin lo cual la lucha por la independencia y la descolonización es estratégicamente un salto al vacío, un emprendimiento doméstico que no ve la cabeza de la hidra.

 

Esa dirigencia y ese pueblo que sólo van de la mano apretada cuando todo es auténtico, también entendió que la solidaridad internacional era su deber histórico y su pertenencia a un mundo que necesita de modelos no para copiarlos, sino para entender desde donde hay que comenzar la lucha de una auténtica independencia y una auténtica liberación.

 

¿Ha habido algo similar a lo sucedido en Cuba en nuestra región?. No, pero sí hay una historia nunca del todo rescatada, de extraordinarias resistencias, que se han reproducido en todo el continente.

 

Desde aquella entrañable rebelión de esclavos en Hatí, la primera revolución en América Latina (1791-1804), con sus grandes héroes perdidos en algunas nieblas, en las que nunca debemos dejar que se pierdan acontecimientos históricos de esta naturaleza, hubo una saga de rebeliones en toda la región, que conformaron la historia de una resistencia eterna en el continente, hasta que la revolución cubana llegó para quedarse.

 

Las luchas independentistas y de liberación han resquebrajado todos los espejos del poder imperial, demostrando que en Nuestra América, nunca se ha dejado de luchar y nuestros pueblos no se han resignado a las colonialidades encubiertas que persisten aún en este siglo donde un nuevo proyecto de recolonización a partir de la doctrina Monroe de 1823 (América para los americanos)traducida como América del sur para Estados Unidos de Norteamérica avanza sobre nuestros países.

 

Así lo ha anunciado el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en este año 2018 advirtiendo que aquella doctrina está vigente en este siglo y es la base para un nuevo proceso de expansión recolonizadora.

 

Y digo “nuestros pueblos” porque el más criterioso sentido común de los pueblos víctimas de dominación en este siglo y en los que pasaron es eliminar fronteras en nuestras conciencias-como bien lo hicieron los revolucionarios cubanos- que deben despertar de sus letargos y comenzar ya y ahora el proceso de descolonizarlo todo, como ha advertido Fidel desde siempre.

 

A lo largo del siglo XX, la región sembrada de dictaduras por Estados Unidos, como fue la de Batista y todas las de Centroamérica, el Caribe y Suramérica y las dictaduras de Seguridad Nacional durante la Guerra Fría, produjeron otro genocidio en el siglo XX. Algo de esto retornó en el siglo XXI (Honduras, Paraguay y Brasil) pero otros intentos fracasaron por primera vez en la historia de la región como Venezuela, Bolivia,Ecuador, Niacaragua( hoy en pleno desarrollo) mientras s eavanza en una nueva guerra no convencional.

 

Si Estados Unidos nos sembró de dictaduras es porque temía a las reacciones de los pueblos de sus colonias o neocolonias, y para las resistencias de nuestros países, expresadas en movimientos y gobiernos populares y por las luchas de liberación en el siglo XX,el ejemplo de Cuba era la llama eterna.

 

En esos tiempos Cuba continuaba su creación socialista bajo el sitio de guerra del bloqueo impuesto por Estados Unidos. Entre tantas dificultades mantuvo sus principios, sus bases socialistas, y recurriendo a los hechos del pasado, multiplicó la creatividad para mantener sus logros más importantes como la educación, la salud, la capacidad de sobrevivencia en todas las instancias. Y también la solidaridad.

 

¿Es posible que ahora frente a las adversidades que estamos viviendo en la región, acostumbrada a las resurrecciones constantes podamos entender la verdadera epopeya de una Cuba, aislada tantos años, para ser en este siglo XXI, una de las más potentes voces de la integración, de la defensa de los principios internacionales, de una política exterior firme y coherente, con recursos diplomáticos enormemente creativos, sin perder jamás la dignidad de su posición?

 

Esa política exterior independiente, soberana, defensora de la autodeterminación de los pueblos, audaz en cuanto a mantenerse firme en un contexto totalmente negativo, fue relevante para los tiempos en que varios países de América Latina ya en pleno siglo XXI encabezados por la Venezuela del presidente Hugo Chávez Frías, Argentina de Néstor Kirchner , Brasil de Luiz Inácio Lula Da Silva, el Uruguay con Tabaré Vázquez y el Paraguay de Nicolás Duarte Frutos (los cuatro últimos ya unidos en el Mercado Común del Sur) rechazaron en un hito histórico en noviembre de 2005, a la trampa estadounidense del Area para el Libre Comercio de las Américas (ALCA) el más acabado proyecto de recolonización de nuestra región.

 

Fue Néstor Kirchner en su también histórico discurso, acompañado por sus compañeros de ruta en esos momentos claves quien dijo No al Alca ante el ex presidente George W,Bush en un día inolvidable para la historia de América Latina.

 

A partir del encuentro de Fidel Castro con Hugo Chávez (1994) los procesos de integración crecieron. Sin detenernos en los detalles América Latina llegó al momento de mayor unidad en su historia con la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en el año 2011.

 

Fue Cuba en 2014 el país donde los 33 países de la CELAC declararon a América Latina Zona de paz basada en el respeto y principios del derecho Internacional, libre de armas nucleares y agresiones fronterizas y comprometiéndose a resolver los conflictos internos o entre vecinos.

 

Nunca se había avanzado tanto y detrás de esto estaba los 60 años del incansable trabajo diplomático de Cuba, surgido de la más rica creatividad y sabiduría de una revolución auténtica. Pero no sólo en los diplomático sino en muchas otras áreas de la vida de los pueblos en dignidad es lo que nos ha enseñado Cuba , su dirigencia y su pueblo.

 

También sembró cultura en el continente. Es decir sembró la semilla de la libertad con su Casa de las Américas, el más avanzado proyecto de culturización frente a las perversidades del colonialismo que se ha enquistado en la región. Su música, su cine, la primera agencia de noticias de América Latina, y tantos otros logros de esa revolución, que es sin duda alguna el acontecimiento histórico que reccogió los ecos de un pasado de lucha que hay que rescatar en la región, para conformar un proyecto de futuro de independencia, libertad, soberanía, derechos, es decir derecho a la vida en dignidad.

 

Pero también es el mayor ejemplo de solidaridad del continente, sembrando maestros y médicos donde el imperio quiere imponer bases militares, tropas, y la dominación como una estrategia de la muerte sobre la vida,

 

Es a esa Cuba y a su condición luminosa de estar siempre allí como el faro en los mares revueltos, que abriga con su sola presencia, cuando la descubren los náufragos.

 

 

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