La carrera de la Inteligencia Artificial en la era del imperialismo digitalizado

Las aplicaciones prácticas de la IA se concentran en los terrenos militar, económico e informativo. Cualquier desbalance en alguna de esas áreas es clave para pensar la hegemonía mundial de cara a las próximas décadas, de ahí el interés de las potencias mundiales en no perderse un paso de ventaja.

El acelerado desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA), tan temido como venerado, genera a nivel mundial grandes expectativas en torno a sus aplicaciones y sus posibilidades. No hace falta ser analista internacional para imaginar que esta área de la ciencia se ha transformado en uno de los territorios de disputa más feroz entre las potencias mundiales de cara al mundo que viene, mundo que la IA promete alterar profundamente.

Ante todo aclarar, al lector ávido de introducirse en los debates que genera naturalmente este avance técnico, que la idea del articulo no es analizar ni los beneficios, ni las preocupaciones que genera el desarrollo de la IA, sino intentar pensar el aspecto geopolítico del tema. Aunque en realidad ambas cuestiones (las consecuencias sociales y la geopolítica) estén íntimamente relacionadas, más de lo que se aprecia a primera vista.

De la multipolaridad a la bipolarización

La disputa mundial entre naciones por la hegemonía en el control de las tecnologías y los desarrollos innovadores, como forma de aventajar al resto en la acumulación de riquezas, es una de las principales características de esta etapa del mundo (como como caracterizó –brillante y precozmente— Vladimir Lenin a comienzos del siglo XX, al analizar la etapa de la concentración de la riqueza en manos de algunos monopolios y su consiguiente acumulación en manos de algunos países por sobre otros: “el imperialismo”).

Por eso decíamos al comienzo de la nota que para nadie puede ser una sorpresa que una tecnología que se anuncia disruptiva y como un salto en calidad en los más diversos terrenos genere, desde hace más de una década, los planes y las inversiones que genera la IA con la intención de encabezar los descubrimientos y su más rápida y eficaz aplicación. Tampoco ningún lector se verá sorprendido por la idea de que esa disputa hoy se dirime en lo esencial entre China y EEUU.

Pero por razones que analizaremos en este articulo esa carrera hoy va tomando formas y características particulares que la hacen diferente a otros momentos de la historia del capitalismo.

En primer lugar, porque se da en el marco de una situación mundial que tiende a mutar desde cierto multilateralismo con el dominio indiscutido de Estados Unidos, hacia una bipolaridad de bloques en donde EEUU y China son el centro de cada uno. Este fenómeno tiñe absolutamente todo, incluso el desarrollo tecnológico y la innovación.

Por otro lado, las condiciones necesarias para el desarrollo de esta tecnología en particular, aleja cada vez más a ambas naciones líderes del resto de las potencias de segundo orden, y muchísimo más de las posibilidades de avance en el tema a países en vías de desarrollo como Argentina, acentuando la bipolaridad.

Desde allí que posiblemente como ya vemos con temas como el 5G –íntimamente ligado al desarrollo y las posibles aplicaciones de la IA—, la presión para definir por uno u otro desarrollo vaya antagonizándose y haciendo cada vez más irrealizable en la práctica el neutralismo geopolítico que intentan países como el nuestro.

Tres áreas en disputa

¿Pero en concreto qué implica para las potencias mundiales la disputa de la Inteligencia Artificial?

Centralmente las aplicaciones prácticas de esta nueva tecnología se concentran en los terrenos militar, económico e informativo. Cualquier desbalance en alguna de esas áreas es clave para pensar la hegemonía mundial de cara a las próximas décadas, de ahí el interés de las potencias mundiales en no perder un paso de ventaja en el tema.

Poder diagnosticar en qué momento y situación está cada una de las potencias en el tema es la clave para entender en qué sentido puede dirimirse esta carrera. Sin embargo, podríamos cometer el error de pensar que el análisis debería estar dirigido a las empresas desarrolladoras, su inversión, etc. y perderíamos de vista que esta sigue siendo una disputa de Estados por la hegemonía mundial. Y no solamente porque en el sistema de la República Popular China es difícil encontrar desarrollos e inversiones en temas importantes que no estén prácticamente hegemonizados por el Estado, sino porque más allá de toda la propaganda sobre inversión privada que encontramos en torno al desarrollo de EEUU sigue siendo fundamental el rol del Estado en la orientación y la implementación de las grandes inversiones y sobre todo en tema de alto riesgo financieros como los avances tecnológicos.

La inversión internacional en IA ha venido creciendo desde 2010 en torno al 60% anual, lo que permite incrementar el cociente de inteligencia artificial de las empresas (Boost Your AIQ) de Accenture. Dicho esto ¿cómo se encuentra la inversión y qué lugar tiene la IA en cada potencia?

“Los Estados movilizan todos los medios necesarios para situarse en la vanguardia: de ahora en más, cada uno hace de ese objetivo una gran causa nacional. En las primeras filas encontramos que los Estados Unidos elaboran planes estratégicos de envergadura que lleva adelante especialmente la DARPA (Defense Advanced Research Projects Agency), la NSA (National Security Agency), la Secretaría de Defensa, y un conjunto de universidades e institutos de investigación que se benefician de subvenciones federales. A instancias de su posición hegemónica en Internet desde mediados de los años noventa, Estados Unidos pretende sostener su liderazgo en el campo de las tecnologías llamadas «cognitivas», explica el filósofo francés Eric Sadin en su trabajo La inteligencia artificial o el desafío del siglo.

Y el mismo autor advierte en este magnifico trabajo que: «Esta es la hoja de ruta del gobierno chino: primero, seguir el ritmo de las nuevas tecnologías y de las aplicaciones de inteligencia artificial de acá a 2020; después, hacer avances capitales de aquí a 2025 y, finalmente, convertirse en el líder mundial indiscutible en el transcurso de los cinco años siguientes».

El gobierno central chino elaboró un ambicioso plan para desarrollar las capacidades de la Inteligencia Artificial que implica mayor financiación, apoyo político y coordinación nacional para su avance.

Según Julio Sevares autor del trabajo La guerra tecnológica Estados Unidos–China y las amenazas para la periferia: “En 2017, los inversores de capital riesgo chinos ya habían respondido a esa llamada, invirtiendo sumas récord en nuevas empresas de Inteligencia Artificial, que representaba el 48 por ciento de toda la financiación de capital riesgo en IA en todo el mundo, superando por primera vez a Estados Unidos”

En octubre de 2020, en el 5° Plenario del Comité Central del Partido Comunista Chino (PCCh), se presentó el programa Visión 2035, que promueve la interconexión entre grandes ciudades y destina recursos para el desarrollo de áreas científicas incluyendo Inteligencia Artificial, computación cuántica y semiconductores.

Por su parte hace un año, el Senado estadounidense aprobó la Ley de Innovación y Competencia que se orienta al impulso de la tecnología y la investigación en materia de IA para intentar preservar el liderazgo estadounidense y proteger la propiedad intelectual. La inyección de unos 250.000 millones de dólares (216.000 millones de euros), que se invertirán en los próximos cinco años. El comité de asuntos exteriores de la Asamblea Popular Nacional de China dijo en un comunicado que el proyecto de ley «desprestigia el desarrollo de China» e «interfiere en los asuntos internos de China bajo la bandera de la innovación y la competencia».

En un discurso ante una sesión conjunta del Congreso, Joe Biden sostuvo: “Estamos en una competencia con China y otros países para ganar el siglo XXI. Tenemos que hacer más que reconstruir. Tenemos que reconstruir mejor. En los próximos diez años veremos más cambios tecnológicos que los que vimos en los últimos 50 años. Y nos estamos quedando atrás en esa competencia. Hace décadas, invertíamos el 2% de nuestro PBI en investigación y desarrollo. Hoy gastamos menos del 1%. China y otros países se están acercando rápidamente. Tenemos que desarrollar y dominar los productos y tecnologías del futuro: baterías avanzadas, biotecnología, chips de computadora y energía limpia”

En mayo de 2021 el Senado promovió un poco habitual acuerdo bipartidario para establecer la Ley Frontera Interminable (Endless Frontier Act). El proyecto tiene como objetivo fortalecer el liderazgo de Estados Unidos en tecnologías críticas a través de investigación básica en áreas como inteligencia artificial, computación de alto rendimiento e industrias avanzadas. El proyecto extiende el alcance del Programa Fabricando en Estados Unidos (Manufacturing USA) para promover la innovación y crecimiento industrial. El proyecto fue aprobado el 3 de agosto de 2022.

En octubre de 2021 el National Counterintelligence and Security Center (NCSC) de Estados Unidos dio a conocer un listado de acciones para enfrentar “las oportunidades y desafíos que generan las tecnologías emergentes”. Con ese propósito fueron seleccionados cinco sectores importantes para la economía y la seguridad nacional: inteligencia artificial, sistemas autónomos (drones), computación cuántica, bioeconomía y semiconductores.

Paralelamente el gobierno estadounidense prohibió la exportación a China de productos de alta tecnología de Nvidia y ADM, productoras de semiconductores y programas de software de última generación, utilizados en el desarrollo de inteligencia artificial.

Además del desarrollo de software la carrera por el dominio de la IA tiene un componente netamente físico e industrial que tiene que ver con generar las computadoras y los procesadores capaces de tener la necesaria capacidad de procesamiento de gigantescos volúmenes de información.

Su producción es altamente compleja, e implica a muy pocas empresas situadas en Estados Unidos, Taiwán, Corea del Sur, Japón y Países Bajos, en una producción altamente concentrada y con dominio claro de EEUU. Sin embargo, esta ventaja de EEUU ha empujado desde hace unos años a China a impulsar fuertes inversiones para lograr el desarrollo autónomo y la autarquía tecnológica, lo que podría implicar la independencia tecnológica china que hoy es lejana pero cada vez menos.

La era de la implementación y el estado digital policial

Según Kai-Fu Lee en su libro Superpotencias de la inteligencia artificial: China, Silicon Valley y el nuevo orden mundial aprovechar el poder de la IA hoy –la «electricidad» del siglo XXI— requiere algunos insumos básicos, entre los que podemos citar:

– un entorno político favorable a la IA.

– científicos de IA , no necesariamente de elite.

– datos abundantes

Y esto es, según explica, porque ya nos encontramos frente a “la era de la implementación” y no del descubrimiento de esta tecnología. Y es por esta razón que China corre con todas las ventajas. Andrew Ng, pionero del aprendizaje profundo, ha comparado la IA con el aprovechamiento de la electricidad de Thomas Edison: una tecnología revolucionaria por sí sola, y que una vez que se utiliza se puede emplear para revolucionar decenas de industrias diferentes:

“Durante la era del descubrimiento, el progreso fue promovido por un puñado de pensadores de élite, prácticamente todos ellos concentrados en Estados Unidos y Canadá. La era de la implementación significa que veremos aplicaciones en el mundo real tras décadas de prometedora investigación, algo que llevo esperando durante gran parte de mi vida adulta”, afirma Kai-Fu Lee.

Más arriba describimos el entorno favorable que en China impulsa el desarrollo fluido con capitales de riesgo y apoyo estatal. Pero que además corre con la ventaja sobre Estados Unidos de un estado centralizado y sin el bipartidismo como eje de la burocracia estatal, lo que en la práctica se trasforma en un impulso estatal sin obstáculos una vez que el Partido Comunista lo define como prioridad, como sucedió.

En el campo de la aplicación militar de estas tecnologías comienzan a verse las diferencias. El Departamento de Defensa de EEUU viene implementando algunas soluciones vinculadas a la IA pero sin seguir una estrategia geopolítica predeterminada. Parte de estas limitaciones tienen que ver con distintas miradas de los republicanos y los demócratas al respecto.

La competencia en EEUU entre las empresas privadas por liderar los desarrollos transforma al proceso en altamente litigioso, la eliminación de las limitaciones a la inmigración altamente calificada, en particular, se han topado con la resistencia repetida de los conservadores en el Capitolio. China no tiene esas limitaciones.

Para desarrollarse, las aplicaciones de IA hoy, necesitan tres cosas: gran volumen de datos, capacidad de procesamiento y el trabajo de sólidos ingenieros de algoritmos de IA, aunque no necesariamente de élite.

Pero Incluso el sociólogo chino asegura que de los tres elementos los datos son los que se tornarán centrales una vez alcanzado el umbral de desarrollo de la capacidad de procesamiento y el talento de ingeniería: “Mientras esperamos el siguiente descubrimiento, la pujante disponibilidad de datos será la fuerza motriz detrás de la alteración del aprendizaje profundo de innumerables industrias en todo el mundo”, asegura Lee en su obra sobre las superpotencias de la IA.

Y si de recopilación de datos hablamos, China no tiene competencia. Si bien las empresas estadounidenses tienen un acceso más amplio a datos –como el caso de las que regentean las redes sociales, tarjetas de crédito, etc.—, el Partido Comunista Chino ha construido un aparato de vigilancia nacional masivo que le brindará acceso a conjuntos de datos más extensos, lo que le posibilitará un desarrollo de IA más rápido para algunas aplicaciones. China alberga, por ejemplo, la mitad de las, aproximadamente, mil millones de cámaras de vigilancia del mundo.

El desbalance de cara al futuro

Si bien en muchos terrenos se especula con la posibilidad de que el Estado chino le gane posiciones a Estados Unidos en este tema algunos números van mostrando esa superioridad hoy.

Según la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, China tiene 17 de los 20 principales jugadores en el patentamiento de IA y 10 de las 20 principales publicaciones científicas sobre el tema. La mayor parte de las patentes chinas en este rubro son de organismos de investigación universitarios. En el ranking por empresas, el mayor número de patentes es de IBM, seguida por Microsoft, Toshiba y Samsung.

Un estudio del Instituto de Política Estratégica Australiano (ASPI, por sus siglas en inglés) de Australia indica que China supera a Estados Unidos y al resto de los países en 37 de 44 tecnologías claves para la innovación y el crecimiento en áreas como defensa, la exploración espacial, robótica, biotecnología, tecnología cuántica e inteligencia artificial.

Pero no son los australianos los únicos que piensan esto. “China ha tomado una ventaja competitiva importante sobre Estados Unidos en el campo de la inteligencia artificial (IA)” afirmó el antiguo jefe de software del Pentágono Nicolas Chaillan al periódico económico londinense Financial Times.

«No tenemos ninguna posibilidad de competir con China en 15 o 20 años», aseguró el experto, quien calificó la situación actual como «un hecho consumado» e incluso añadió que, en su opinión, la carrera entre China y Estados Unidos «ya ha terminado».

El resto del mundo

En estas carreras inter imperiales los países dependientes como los nuestros suelen ser el trofeo en disputa, tanto para la implementación de las nuevas tecnologías como para proveedores de las materias primas necesarias para desarrollarlas.

Lo que va mostrando la pelea en tono de bipolaridad por la supremacía tecnológica es una tendencia a una concentración cada vez mayor de las empresas capaces de desarrollarlos, así como una acumulación en menos manos de las astronómicas sumas que su aplicación genera.

“China y Estados Unidos ya han dado un gran salto y llevan una enorme ventaja en inteligencia artificial sobre todos los demás Estados, al establecer el escenario de un nuevo tipo de orden mundial bipolar. Otros países –Reino Unido, Francia y Canadá, por nombrar algunos— cuentan con sólidos laboratorios de investigación en IA dotados de un gran talento, pero carecen del ecosistema de capital riesgo y de grandes bases de usuarios para generar los datos clave en la era de la implementación” asegura Kai- Fu Lee en su libro Superpotencias de la IA.

Además advierte que esa no será la única consecuencia para el resto de los países “subdesarrollados” ya que, al mismo tiempo, la automatización impulsada por la IA en las fábricas “socavará la única ventaja económica que los países en vías de desarrollo poseían históricamente: la mano de obra barata. Es probable que las fábricas operadas por robots se trasladen para estar más cerca de sus clientes en los grandes mercados, alejando la escalera que países en desarrollo como China y los «tigres asiáticos» de Corea del Sur y Singapur subieron en pleno proceso de convertirse en economías de altos ingresos basadas en la tecnología. La brecha entre los que tienen y los que no tienen se ensanchará, sin que se conozca el modo de estrecharla o cerrarla”, sentencia.

En Argentina mientras tanto se mantiene la línea trazada hace ya más de una década y media en la que la “cooperación” parece ser la palabra clave, a pesar de que las relaciones están casi exclusivamente organizadas a partir de las necesidades chinas, como por ejemplo la formación de técnicos.

En ese sentido la Universidad de Buenos Aires anunció la apertura de una agencia de cooperación científica y académica con China, que se dedicará a la investigación, en especial en el área de la inteligencia artificial. Para celebrar su 10º aniversario, el Instituto Confucio de la Universidad de Buenos Aires (ICUBA) llevó a cabo el Congreso de Institutos Confucio de Latinoamérica 2019, en el que se hizo el anuncio.

El Programa de Cooperación integral UBA-China prevé becas para movilidades de estudiantes de grado y maestría, financiamiento para estancias de doctorandos. El objetivo es que desarrollen parte de su programa en universidades chinas y que se invite a profesores de ese país a dictar seminarios.

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