Conurbano bonaerense: el arte del equilibrio

A poco de hurguetear, podemos ver que el desafío de los kirchneristas de adaptarse a un sector K ampliado que contenga incluso a sus —hasta no hace mucho— opositores más acérrimos parece tarea difícil para propios y ajenos.

El kirchnerismo, desde su concepción misma, ha generado contradicciones diarias que ponen al límite la construcción política que inició a mediados de 2003.

Algunos de los incondicionales de hoy fueron críticos ayer. Y otros que, en su momento acompañaron el proceso, vieron frustradas sus intenciones de continuidad en la conducción que les había heredado el aparato duhaldista.

Pero las contradicciones internas pueden hacer naufragar el barco o, paradójicamente, el mismo movimiento puede sostenerlo, según la ocasión. La denominada ola renovadora que desplazó intendentes y figuras antológicas del peronismo bonaerense tiene algunos sostenes que aparecen desdibujados pero que, sin embargo, aún mantienen una fortaleza casi intacta.

Las organizaciones sociales que acompañaron a los intendentes renovados se quejan por lo bajo de que los nuevos jefes comunales repiten los mismos esquemas de construcción política que sus antecesores. Vale decir: concentración del poder en pocas manos, esquemas de conducción familiar; reticencias a la aplicación de políticas descentralizadoras y de participación y control ciudadano y acuerdos políticos “con lo viejo”.

“Sin ir más lejos, fijate que (Daniel) Di Sabatino —actual intendente de San Vicente— fue el contador de Antonio Arcuri, (Darío) Giustozzi —Almirante Brown— fue mano derecha de Jorge Villaverde, (Aníbal) Regueiro —Presidente Perón— es hijo de Oscar Rodríguez y Mabel Müller, (Darío) Díaz Pérez —Lanús— era hombre de Manuel Quindimil. Ninguno de estos puede renovar la política. Siempre van a acordar con la estructura”, se quejó un importante dirigente social que charló con ZOOM.

Hay casos muy paradigmáticos que evidencian la construcción desordenada —para utilizar un término moderado— del kirchnerismo en los distintos distritos. El ejemplo es Almirante Brown en donde, en las legislativas de 2005, el Frente para la Victoria tuvo un importante triunfo y se alzó con 9 bancas. Pero a poco de andar se deshizo la bancada y se dividió en dos: el Frente propiamente dicho con 9 ediles, y los 4 que se alejaron por diferencias con el actual intendente Giustozzi, quienes conformaron el FpV 2005.

Ya en el marco de la última campaña electoral, esa fracción rebelde se fracturó y dos de ellos volvieron a expresar su simpatía por Giustozzi mientras que los dos restantes se volcaron por el justicialista Jorge Villaverde.

Hoy, con el villaverdismo en su mínima expresión —sólo dos concejales integran el sector— los cuatro concejales díscolos integran nuevamente el bloque mayoritario del Frente para la Victoria-PJ integrado por 18 ediles que acompañan al jefe comunal.

Historias que pintan de cuerpo entero la realidad de la construcción política kirchnerista en un conurbano bonaerense que aún tiembla cada vez que el ex presidente Eduardo Duhalde o sus aliados más cercanos pisan la cancha de la política local.

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