“La noticia es el poder.”

La revista de periodismo político que habla más en serio en Argentina es la que está escrita e ilustrada en joda de punta a punta. En charla con ZOOM, los periodistas que hacen Barcelona aseguraron que sigue siendo un hobby aunque venda 40 mil ejemplares mensuales, negaron que sea una revista de humor y pusieron en duda a los medios serios: «a nosotros leer Clarín nos hace reír mucho». Además, la opinión de Rubén Mira.

Para cada vez más personas, y hablamos de miles, la única revista de periodismo político que habla en serio en Argentina es la que está escrita e ilustrada en joda de punta a punta. Al menos habla mucho más en serio, Barcelona , que el arco de enunciación mediática al cual parodia. En un kiosco de diarios atiborrado de simulaciones, un simulacro asumido como tal devela el carácter de montaje arbitrario de lo demás, transparenta la farsa. Esa clara y honesta distinción atrae transeúntes tan sistemáticamente que los kiosqueros exponen Barcelona a la vista, promocionándola.

Nacida hace cinco años, hoy vende casi veinte mil ejemplares por quincena, mostrando la presencia de una consolidada sensibilidad del desengaño, que no significa escéptica. En sus páginas, la verdad dolorosa entra humanizada por la risa. Una risa, ante todo, que no es cínica porque no se presenta sustraída de las penurias que denuncia: es instinto de supervivencia. Precisamente no esquivarle el bulto al dolor —dolor por las miserias nacionales— permite reírse éticamente.

Revista ZOOM conversó con sus directores Pablo Marchetti, Ingrid Beck y Mariano Lucano, y los subeditores Eduardo Blanco y Fernando Sánchez, aunque el diálogo se reproduce aquí sin distinciones individuales, salvo excepciones necesarias, en fidelidad con la forma de trabajar de este “grupo de amigos con mucho de club”.

—¿Tienen la sensación de que la revista pegó rápido?

—No, no nos da esa sensación, vamos a cumplir seis años en abril y todavía no vivimos de esto. Rápido no es. Que nos siga pareciendo milagroso ver de dónde salimos y a dónde llegamos, que nos parezca increíble, no significa que haya crecimiento rápido. Esto sigue siendo un hobby.

—Están trayendo implícitamente el tema de la independencia. ¿Qué valor creen que le da a la revista ser independiente?

—Fue creada de manera independiente porque no conseguimos que nadie la editara. No nos parece una virtud de empresarios ni lo tomamos como bandera. La revista sale del deseo y no podríamos hacerla de otra manera. Si viene una gran empresa y nos quiere comprar y pagarnos por seguir haciéndola como se nos canta, no le vamos a decir que no. De hecho nos pasó con TXT. Nosotros salimos cuatro números mensuales a la calle pero a la primera semana nos llamó Adolfo Castelo ofreciendo salir junto con la TXT. Arreglamos porque pusimos nuestras condiciones. Eso nos permitió ganar algo parecido a un sueldo y montar esta oficina, porque acordamos una plata mensual. Luego, cuando volvimos a salir solos, éramos más conocidos nacionalmente.

—¿Pero no creen que tienen el deseo menos condicionado que la mayoría de los medios en Argentina, por no apoyar en una estructura externa ni en publicidad estatal o empresaria?

Barcelona no surge de decir “vamos a decir lo que nadie dice” sino de ”vamos a decir lo que queremos decir”. Coincide con que nadie lo dice y por eso nos hicimos un lugar. Y si bien está claro que estamos menos condicionados que los que laburan en Clarín o en Atlántida, esa gente cobra un sueldo por su laburo. Nosotros tenemos otros laburos, no vivimos de la revista. Obviamente, una vez que le tomamos el gusto a hacer nuestro proyecto, tratamos de buscar laburos que nos condicionen lo menos posible.

—Si la motivación no es monetaria, ¿de qué orden es la motivación que los impulsa? ¿Política, de diversión?

—Es todo eso. Es diversión, es política. Cuando nos cagamos de risa no es sólo jajaja y reírnos de cualquier cosa; nos divierte decir determinadas cosas, pero permanentemente nos planteamos qué estamos queriendo decir con esto. Hay diversión, hay deseo, resentimiento, indignación, militancia, catarsis, todo eso.

—¿Y qué es lo que centralmente quieren decir? O sea, decodificando el lenguaje satírico, ¿cuál es la noticia que grita Barcelona?

—Nuestra agenda periodística es la agenda de los diarios. La noticia ideal es la tapa del diario de cada momento, así laburamos nosotros, con alguna modificación, muy menor, a veces casi nula, como la tapa con Altamira: decimos prácticamente lo mismo que dijo Aníbal Fernández.

Pero la noticia, en definitiva, es el poder. Y el afán desmesurado de la gente por el poder, y cómo eso lleva a cagar a la gente sin pensarlo siquiera. Eso es lo central. Tanto en el tratamiento de la agenda periodística de los diarios como, en menor medida, el tratamiento de lo que tomamos por omisión de esa agenda, como por ejemplo el caso Julio López.

«Nosotros somos periodistas, no humoristas.»

—¿Qué es lo que hace que decir “casi lo mismo” produzca risa?

—No siempre produce risa, a veces produce indignación, escozor, odio, bronca. Nuestra búsqueda no es hacer reír sino decir determinadas cosas. Y a nosotros decirlas nos tiene que provocar efecto, pero de alguna manera es un efecto periodístico, como el de cualquier tapa que busca vender, generar una reacción. Genera un extrañamiento, la risa es colateral.

Lo que hacemos tiene contacto con la caricatura, como un dibujo que exalta algunos rasgos específicos de un rostro, las destaca sobre las demás. Resaltamos con flúo cosas que son muy obvias. Al correr un poco el eje salta el condicionamiento que tenemos todos al acercarnos a un medio periodístico, ese preconcepto de que Barcelona es una revista en joda y Clarín es un diario serio; a nosotros leer Clarín nos hace reír mucho. Y nos parece ridículo que se lo tome como patrón, como canon periodístico. Tratamos de romper ese condicionamiento.

—¿Desde el inicio pensaron la revista con una presencia de imágenes tan fuerte?

—Sí, por un lado están las fotos y las infografías, que tienen una función periodística, refieren a una nota y son informativas. Y por otro lado, la participación de dibujantes que hacen una sección ilustrada o una tira, como Langer, Parés, antes Dany the O, Gustavo Sala. Además creamos la sección Barceloneta, ilustrada cada vez por un dibujante distinto que la lleva para el lado que quiere.

Barceloneta es la parte más netamente cómica de la revista, ¿no?

—La más lúdica. Es como la parte de ocio de los diarios, de los juegos. La revista de punta a punta es una sátira a los diarios, pero negamos que sea una revista de humor, nosotros somos periodistas, no humoristas.

También es parte de Barceloneta el correo de lectores, que fue ganando presencia con el tiempo. Al principio tenía una página y ahora tres. Y va a ir teniendo más a medida que vayamos teniendo más fiaca.

—Pero es un laburo, ¿o no?

—Es mucho laburo el correo de lectores, pero se lo toma uno solo. Funciona casi como un chat entre los lectores, o como un blog no virtual, se escriben entre ellos, de todo.

«Mientras haya Clarín puede haber Barcelona, no importan los gobiernos»

—¿Es verdad lo de la empleada que murió dentro de Clarín?

—Sí, se le desplomó una puerta, o algo así. Eso es verdad y somos el único medio gráfico que publicó algo, después salió en un par de sitios de Internet.

—¿Están al tanto de que mucha gente se informa con Barcelona?

—No sabíamos, pero nos vamos enterando de a poco. No está bien eso, es gente que tiene problemas. Pero bueno, no mucho mayores a los problemas que tiene la gente que se informa con Clarín.

—¿A quiénes respetan en el periodismo?

—(Ingrid Beck): A nivel profesional, a mis compañeros de la revista. Después por supuesto que hay mucha gente que labura en los medios a quienes respeto. Yo laburo con la negra Vernaci y es como que me paguen por aprender radio. Pero no hay ningún medio que me parezca interesante entero.

—(Pablo Marchetti): Hay miles de cosas, no es que pensemos que esta es la única forma de hacer periodismo, es la nuestra, muy vinculada, además, a trabajar juntos, somos un grupo de amigos de hace muchos años. Lo que no veo por ahí es un medio que me llene. En ese sentido me siento privilegiado de trabajar acá. Gente sí, un montón. Por poner un nombre, para mí fue un lujo haber trabajado con Eduardo Aliverti [NdelaR: hicieron en televisión un repaso anual de noticias].

—¿Y en el campo de la política, se sienten representados por alguien?

—(Beck): No me dan ni ganas de pensar.

—(Marchetti): No. Votamos a alguna gente, algunos te hacen sentir más cerca, te puedo decir que me gustan las columnas que escribe Claudio Lozano en Crítica, ahora, que se haya aliado con María América González…. Me parece bien el cine militante de Solanas. Pero no me siento representado por nadie.

—¿Le vino bien a Barcelona aparecer bajo un gobierno “progresista”?

—En verdad salió durante el gobierno de Duhalde. Y además ya la teníamos pensada de antes, con De La Rúa. La revista salió cuando apareció la guita. Pero sí es cierto que no sé cómo hubiese sido durante el menemismo, con una clase política que se reía tanto de sí misma, que cuidaba menos las formas… no quedaba mucho espacio. En cambio esta es una gestión más linda para trabajar. Igualmente, mientras haya Clarín puede haber Barcelona , no importan los gobiernos.

—¿Trabajan con o desde el escepticismo?

—No, no desde el escepticismo. Sí desde la inquina, y también la esperanza. Uno por supuesto es escéptico de determinadas cosas, pero desde el pleno escepticismo no se puede hacer nada. De hecho, antes hablamos de las cosas que nos llevan a hacer esto y entre las mencionadas estuvo la palabra militancia.

—¿Ustedes tuvieron experiencias militantes?

—(Beck): Algunos sí. Yo en el radicalismo, hace mucho, en la primavera alfonsinista.

—(Eduardo Blanco): yo milité tres años en el PI en los ochenta. Me fui cuando se formó el FREJUPO. Gorila, soy gorila.

—(Fernando Sánchez): Yo en el secundario. No me afilié a ningún partido pero formaba parte del centro de estudiantes, marchaba, hacía revistas, todo eso. Entre el ‘83 y el ‘88, época en que siendo joven si no militabas estabas por ahí.

—(Pablo Marchetti): Yo estuve en el peronismo revolucionario, en el montonerismo pos dictadura. En los ochenta, en la época del secundario y un poco después. Mi militancia se terminó con Menem. Venía de la renovación peronista la gente que después formó el grupo de los ocho. Y ganaba Cafiero, ganaba Cafiero y no, no ganó. Yo creo que Barcelona es un poco peronista, de entender esa cultura….

—(Beck): Dejá, lo hablamos después….

—¿Cómo que Barcelona es peronista?

—(Marchetti): En realidad, como decía Perón, peronista es todo. Me refiero al peronismo como parte de la cultura: entender ese fenómeno forma parte de lo que es Barcelona . No se puede hacer una revista así en un país sin peronismo.

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