El gasoducto del Sur: las incógnitas detrás de un proyecto energético que puede hacer historia

Por Causa Popular.- Mientras la oposición de Venezuela está dedicada a una silenciosa reconstrucción tras los durísimos golpes políticos recibidos en los últimos años, el presidente Hugo Chávez resta presión a su conflicto con Estados Unidos mediante una paciente estrategia de alianzas con países vecinos, productores de petróleo y del mundo en desarrollo. En medio de esa estrategia con epicentro en América del Sur se está gestando una de las iniciativas más ambiciosas. El gasoducto sudamericano que cruzará la Amazonia para llevar combustible desde el mar Caribe hasta el Río de la Plata todavía es un sueño, pero por sus tubos afloran problemas económicos, políticos y ambientales.

El proyecto consiste en llevar gas por tuberías desde yacimientos en el Caribe sur y el océano Atlántico frente a la costa de Venezuela, hacia Brasil y Argentina, con un recorrido de entre 7.000 y 9.300 kilómetros, según distintos estimados, enlazándose con tendidos de Bolivia, Chile, Paraguay, Perú y Uruguay.

Cuando los presidentes Néstor Kirchner, de Argentina, Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil, y Hugo Chávez, de Venezuela, lanzaron el proyecto el año pasado se habló de costos de 7.000 millones de dólares, pero hay estimados de 25.000 millones.

Tampoco hay certidumbre sobre la capacidad venezolana para sostener el abastecimiento, el proyecto todavía dista de tener un trazado definitivo y un cronograma, y la posibilidad de obtener gas más barato dispara polémicas en el área, ya que según confirmó a Causa Popular un ingeniero dedicado a la construcción de estructuras de este tipo, los gasoductos son útiles para transportar gas hasta los 3600 kilómetros. Superada esa distancia es preferible el transporte de gas licuado por las dificultades de compresión del gas en tuberías que superen esa distancia.

Los expertos coinciden con esa premisa y asumen que «no es por casualidad que después de unos 3.000 kilómetros de distancia, el transporte preferido para el gas licuado son los (buques) banqueros.”

En el Cono Sur «los mercados del gas natural están regulados, mientras que los precios requeridos para justificar la inversión de 25.000 millones de dólares excederían los 20 dólares por millón de BTU, que no paga ni el mercado abierto», recordó.

Sin embargo una delegación de la firma rusa Gazprom ha contactado autoridades petroleras de Venezuela y Brasil en las últimas semanas, interesada en participar en la construcción del gasoducto.

El proyecto, considerado el más ambicioso de infraestructura física de América del Sur, abordará el trazado, los costos, el financiamiento y la producción y suministro de gas, así como los enlaces con tuberías ya existentes.

Se encuadra dentro de la alianza energética entre Estados de la región, Petrosur, y en la Iniciativa de Infraestructura Regional Sudamericana, apoyada por Brasilia como soporte material de la naciente Comunidad Sudamericana de Naciones.

Cada capítulo acarrea polémicas. «El plan de atravesar la Guayana venezolana y la Amazonia debería encender todas las alarmas de gente preocupada por ese pulmón del planeta, hogar además de culturas aborígenes», sostienen los integrantes de la organización ambientalista venezolana Red Alerta Petrolera-Orinoco Oilwatch.

Colocaron como ejemplo el gasoducto de Camisea, en Perú, «una tubería para llevar gas amazónico al océano Pacífico peruano y que en pocos años de vida ya protagonizó cuatro importantes derrames de gas líquido, con daños al entorno y a las poblaciones».

Pero el otro problema es la capacidad de suministro. Chávez aseveró que su país tenía reservas suficientes para abastecer a la región «durante 100 años».

Venezuela tiene en reservas de 149 billones de pies cúbicos de gas natural, es decir, 56 por ciento de las de toda América Latina y el Caribe, aunque su producción sea inferior a la de Argentina o México. Además tiene la tiene una producción de gas cercana a la de su consumo, y para ciudades y refinerías de su occidente prevé importar el fluido desde Colombia durante el próximo quinquenio, en tanto desarrolla nuevos proyectos y exploraciones en la plataforma atlántica frente al delta del río Orinoco y entre su litoral sobre el Caribe.

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