Córdoba: la estrategia de jugar varias piezas, no perder el juego y equilibrar la derrota en Santa Fe

Al cierre de esta edición, los cordobeses vivían noche una elección con características excepcionales, ya que dos candidatos, el kirchnerista Juan Schiaretti, y Luis Juez, quien abjuró de esa afiliación en los últimos días, se adjudicaban la victoria. Sin embargo, el vicegobernador Schiaretti, candidato de Unión por Córdoba, el nuevo nombre que adoptaron las huestes del conservador gobernador De la Sota, aseguraraba haber ganado, sobre la base de sus propias encuestas a boca de urna. Detrás, una estrategia de la Casa Rosada para hacer correr varios caballos y la garantía de no perder la carrera.

Sin un candidato que pueda ser considerado puramente «K», la estrategia del gobierno nacional consistió en repartir adhesiones para asegurarse un resultado que pueda ser interpretado como un triunfo, sobre todo para amortiguar la derrota en Santa Fe.

Si bien tanto el candidato oficialista, el vicegobernador Juan Schiaretti, como su principal rival, el intendente de la capital Luis Juez, han recibido gestos desde distintos referentes de la Casa Rosada, el cierre de la campaña no encontró a ninguno de los dos amparándose en los logros de la gestión nacional para sumar votos, como sí ocurrió en provincias como Tucumán o San Juan.

En parte fue un resultado de los esfuerzos de los candidatos por provincializar los comicios, pero también fue consecuencia de la medida adhesión que reúne el kirchnerismo en Córdoba.

En las presidenciales de 2003 Néstor Kirchner salió quinto, y hoy Cristina Fernández mide aquí varios puntos menos que el promedio nacional.

Aunque Schiaretti fue el postulante oficialmente bendecido para suceder a José Manuel De la Sota, el kirchnerismo no abundó en señales explícitas, como lo hizo por ejemplo con Rafael Bielsa en Santa Fe, quien podría encaminarse a anunciar el final de su carrera política.

Kirchner no pisó la provincia en toda la campaña, y Cristina Fernández tuvo hace un mes un fugaz paso para la inauguración de un paseo comercial, donde compartió escenario con el conservador y menemista De la Sota y Schiaretti, pero sin decir una palabra sobre el respaldo a la fórmula de la justicialista Unión por Córdoba.

Pese a ello, y en la línea de acompañamiento sin acercamiento que practicó en los últimos cuatro años De la Sota, Schiaretti expresó en público su adhesión al kirchnerismo y anticipó que apoyará a Cristina Fernández el 28 de octubre.

Un dato importante en la gestación de este vínculo fue la operación del secretario de Transporte, el cordobés Ricardo Jaime, para convencer a Héctor «Pichi» Campana de que abandone al juecismo y se pase a filas oficialistas, movimiento que terminó con el ex basquetbolista como compañero de fórmula de Schiaretti. Jaime, y su jefe político, el ministro de Planificación, Julio De Vido, han llevado adelante la tarea para cerrar filas con el delasotismo, un vínculo frágil pero que políticamente le puede redituar tanto al actual gobernador cordobés como a la Casa Rosada.

Por contrapartida, esa jugada con Campana resintió las afinidades con Juez, un hombre que en los albores del mandato de Kirchner era uno de los referentes de la denominada «transversalidad» que impulsaba el Presidente.

El intendente cordobés sostiene que la relación también se desvaneció cuando a pesar del pedido de Cristina Fernández, los diputados del Partido Nuevo votaron en contra de la reforma del Consejo de la Magistratura.

«Yo no soy kirchnerista», aseguró hoy Juez en diálogo con medios nacionales, y agregó una ironía con su marca: «Yo no noté el apoyo del gobierno nacional. Si son cariñosos, no recibí ni un beso».

Cuando se lo consultó sobre su posición para las elecciones presidenciales, eludió una definición: «No es un tema sobre el que deba pronunciarme en las próximas 72 horas. A nosotros nos interesa ganar Córdoba, lo nuestro es de cabotaje. Cuando llegue el momento tomaremos una determinación como partido. No podemos vivar a López Murphy o Macri, pero tampoco tenemos el funcionamiento ético de Jaime y De Vido».

Pero el gobierno nunca cortó lazos con el juecismo. El jefe de Gabinete, Alberto Fernández, trabajó como contrapeso a la línea oficial llevada adelante por Jaime-De Vido. Algunos datos lo reflejan. Graciela Ocaña, la titular del Pami, estuvo en Córdoba, hizo explícito su respaldo a Juez y coqueteó con la idea de hacerse cargo de la obra social provincial si ganaba el hombre del Partido Nuevo.

La diputada Patricia Vaca Narvaja, otra kirchnerista reconocida, estuvo en la caravana de cierre de campaña de Juez, en donde había algunos vehículos con la foto de «Cristina Presidenta». La propia candidata, en su fugaz paso por la provincia, recibió a legisladores juecistas.
El radical Mario Negri es el tercer candidato en orden de posibilidades de triunfo, según las encuestas.

Llega con el mérito de haber sido el único postulante en todo el país que recibió el respaldo de Roberto Lavagna, Elisa Carrió y Ricardo López Murphy. «Yo soy el único opositor en serio», argumenta para marcar distancias con sus dos competidores principales.

Sin embargo, la fragmentación del radicalismo lo dejó sin margen para aprovechar ese capital político, sobre todo a partir de la fuga de algunos intendentes que se pasaron al juecismo, como el de Río Cuarto y el de Jesús María. Si bien dice que se va a «mantener orgánico con el partido» y votará a Lavagna, no oculta su preferencia por Carrió, a quien considera «una amiga». Ni más ni menos que las volteretas de alguien que en su momento, también fue menemista.

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