Batalla, cultura, memoria de lo común

¿Acaso hay una doctrina más cruel que la que dicta el algoritmo? Infancias, educación, in-justicia. Desde Paka Paka hasta el balcón, una lucha impostergable. Por Silvia Rojkés

En el país de hace unos años —y del que sí me acuerdo— trabajamos para que aquella batalla diaria, cotidiana, en diversos espacios, con actores variados, con propuestas superadoras, algunas clásicas, otras de quiebres de saberes y circunstancias, dentro de una y diversas realidades, en marcos tranquilos, otros no tanto, con muchas expectativas y esperanzas, con aquella batalla, decía, que llamamos cultural, teníamos por premisa pensar que todo tiene un sentido, en la medida que la transformación social sea un objetivo para profundizar la construcción de nuevas subjetividades políticas y culturales. Desplazando, así, los tiempos sombríos de los saberes colonizados, que generaban —y lo siguen haciendo— una dependencia de conocimientos que no nos permite proyectarnos, pensarnos desde nuestras propias realidades y sueños.

Siempre sostenemos que hay destinos que torcer, mundos posibles a construir y transformar. La necesidad de mirarnos en los otros para poder sentirnos colectivo, grupos, comunidad, sociedad. Contribuir con la construcción de subjetividades políticas y culturales entretejiéndolas con la mirada soberana, que nos lleva más allá de las incertidumbres y de los tiempos líquidos, para decirlo siguiendo a Bauman,[1] y abona suelos y mentes para que se hagan fuertes nuevas raíces y germinen las esperanzas —jamás agotadas— que nos avisen que podemos lograrlo.

¿O acaso no hubo Paka Paka, en la señal de la TV pública, con dependencia del Ministerio de Educación de la Nación? Y otros tantos contenidos y programas en esa televisión que nunca fue tan nuestra, que dejó de ser un número olvidado del control remoto, para ser el más compartido para millones de familias que acuñaron momentos entrañables. Contenido propio, soberano.

Paka Paka y su hermoso y querible personaje, Zamba, fueron creados justamente para generar nuevos programas que puedan ser articulados con el sistema educativo como complementos de contenidos curriculares y, al mismo tiempo, ofrecerse para toda la población, con una gran mirada federal. Este tesoro de la imaginación constructiva tuvo un consejo formado por niños de todo el país que revalorizaba lo propio, lo territorial, saberes otros, para reconocernos en un mundo de infancias diversas capaces de articular para sentirse parte de lo común: un país.

Cada historia, cada personaje, cada costumbre cada palabra nos identificaba. Nuevos aprendizajes también para los mayores. Nuevos personajes en los juegos, nuevos significados. Ocurrió durante un tiempo que hubiésemos querido duradero y, sin embargo, los pocos años que pudimos vivirlo y compartirlo tuvieron un fuerte impacto esperanzador, por la potencia que despertaba ese querible personaje en posibles nuevas estrategias de formación ciudadana, de subjetividades culturales con nuevas posibilidades de pensamiento crítico y mirada solidaria basada en la conquista de derechos.

La otra historia posible. Un país, un mundo para todos.

Su origen fueron leyes públicas, debatidas en el Congreso de la Nación, con sus representados: la Ley 26206 de Educación Nacional; la Ley 26522 de Servicios de Comunicación Audiovisual; el decreto 533 del 27 de mayo de 2005, sobre la organización, implementación y realización de actividades de producción y emisión de programas de televisión educativos y multimedia, encomendadas al Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología; el decreto 904, del 28 de junio de 2010, reglamentario de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual; el expediente 9535/10 sobre la organización, implementación y realización de actividades de producción y emisión de programas de televisión educativos y multimediales. En ese marco se genera la señal Paka Paka.

Mucho equipo de especialistas en todas las áreas curriculares, de comunicación, técnicos, sonidistas, músicos y más. Debate, políticas públicas, trabajo y compromiso para mejorar la vida.

Cuando el actual gobierno nacional no pudo —como hubiera querido— cerrar el canal público, nos dijo, hace un año, que nos preparemos para una aventura totalmente renovada en Paka Paka. Con un contenido menos politizado —al decir de Manuel Adorni, vocero presidencial—, el relanzamiento —que ocurre en estos días— con programas infantiles libertarios, animé, incorporación de contenidos producidos en otros países, con otras realidades y que escapan a la posibilidad de ser complementarios con los contenidos curriculares, en fin, pensados y desarrollados como parte de la “batalla cultural” (conforme la entiende quienes pisotean nuestra soberanía) que el gobierno de Javier Milei, y sus acólitos en todos los órdenes, tienen como objetivo.

Lo están “arreglando” a Zamba y, a pesar de que “no hay plata”, deciden importar contenidos: uno de ellos, los dibujos animados “Tutle Twins”. Se trata de una serie animada creada en Estados Unidos, que apunta a enseñar economía y política a niños y niñas desde una perspectiva liberal y mormona. Está financiada y producida por la Fundación Libertas y se basa en los libros del activista Connor Boyack, con denostaciones al Estado, los impuestos, en fin, adoctrinamiento puro y duro en el liberalismo más extremo, que solo se preocupa por la propiedad privada y rechaza la educación pública, las escuelas y universidades. Son anti cuarentena y pro criptomonedas. Eso sí, de política no se habla, eh. Les interesa llegar a que estos niños —nosotros preferimos hablar de infancias— cuando tengan edad y voten lo hagan por ese mundo para pocos.

El cinismo más rancio en su expresión más prepotente, dirigida a las infancias. Mientras se diseña esta auténtica ingeniería de adoctrinamiento en el anarco-capitalismo, la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, lanza una línea telefónica con el objetivo de ¡combatir el «adoctrinamiento en las escuelas»! «El adoctrinamiento político-partidario en el ámbito educativo es una vulneración de derechos. La educación debe respetar la libertad de conciencia de los alumnos, los padres y docentes», dice el anuncio, publicado en su cuenta personal de X.

Sin embargo, en mundos paralelos suceden muchas otras cosas. Como asevera la sabiduría antigua (volvemos a pensar en Zygmunt Bauman): “si quieres paz, preocúpate por la justicia”. A partir de la confirmación de la condena obrada por la Corte Suprema de Justicia a Cristina Fernández de Kirchner, cambia el escenario político (al menos por el momento) con un condimento posiblemente no esperado: la reconstrucción de la memoria colectiva. Fue impactante el poder de las palabras que pudieron ser escuchadas y habladas por parte de los cientos de miles que fueron a apoyar, y acompañar a la expresidenta de la nación.

Circuló la palabra de manera fluida, sin temor, amorosa; y en esos encuentros de voces diversas, desde ese espacio público, de todos, volvieron a desplazarse y compartir anécdotas sobre derechos conseguidos, atravesando ese imaginario hegemónico de los medios que no pueden soportar ver la calle sin violencia ni crueldades, con sus manifestaciones de reconocimiento y de amor.

Es parte de la batalla cultural que debemos recuperar, animarnos y sostener para no seguir perdiendo soberanía y seguridad jurídica, recobrando, tal vez, ¿el estado de derecho? Avanzan con Paka Paka entre muchas otras situaciones, más allá de que en las escuelas quedan los programas que están, todavía, a salvo de la destrucción y que se comparten, como la sabiduría del pueblo lo comparte todo, mientras comienzan a darse estas manifestaciones inmediatas, naturales, voluntarias y necesarias, desde otro lugar, para que los derechos, sus alcances, sus logros, no sean invisibilizados ni obstaculizados con discursos crueles y violentos.

Mientras les escribo, queridos/as lectores/as, el sol del otoño tucumano parece llegar a abrazarme la esperanza. Me anima a que también estas palabras, con esas otras que se multiplican en las calles y en las plazas, circulen en los espacios públicos, se hagan muchedumbre, fortaleza de participación ciudadana, pensamiento crítico y constructivo, responsabilidad y compromiso por un proyecto soberano.

Es posible, porque fue posible. Y lo hicimos juntos.


[1] Zygmunt Bauman fue un sociólogo, filósofo y ensayista polaco-británico de origen judío. Su obra, que comenzó en la década de 1950, se ocupa, entre otras cosas, de cuestiones como las clases sociales, el socialismo, el Holocausto, la hermenéutica, la modernidad y la posmodernidad, el consumismo, la globalización y la nueva pobreza. Desarrolló el concepto de la «modernidad líquida», y acuñó el término correspondiente. Junto con el también sociólogo Alain Touraine, Bauman recibió el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2010.

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