CABA: El frío y sus muertos

Gente en situación de calle en la ciudad más rica del país. Violencia institucional y promesas de mano dura de cara a las elecciones.

VIOLENCIA. Son las tres de la mañana, la llovizna cae densa sobre el asfalto en la esquina de Paseo Colón e Independencia. El frío cala los huesos en cada ráfaga y el viento arremolina las hojas humedecidas contra el cordón de la vereda. Bajo la recova, alguien duerme tapado con frazadas y envuelto en plásticos para protegerse de las inclemencias invernales. Con un amigo esperamos un taxi para pegar la vuelta a nuestras casas, después de una noche de bohemia en San Telmo. En eso estamos cuando de pronto, aparecen tres efectivos de la Policía de la Ciudad, son dos mujeres y un hombre, ellas comienzan a gritarle al durmiente, pero los gritos no logran el cometido y una comienza a darle empellones con la tonfa y la otra con la punta de los borcegos. Al fin logran su cometido y quien se despierta es un muchacho  de no más de 25 años. Ruega que lo dejen seguir durmiendo, pero ella le dice:

-Rajá de acá.

-Aquí estoy más protegido.

-Andate para Azopardo, no sabés que por acá pasan turistas.

La escena es desagradable y con mi amigo decidimos intervenir y le reclamamos un poco de empatía hacía ese que soporta la noche invernal en plena calle. Estamos en esa discusión con los tres, cuando de pronto, frena una camioneta blanca sin ninguna identificación y sin matrícula, de la que descienden tres patovicas armados con palos de béisbol, al verlos, el muchacho se levanta como movido por un resorte y grita: ¡Esos no! Y huye despavorido, para perderse en la inmensidad de la noche. Los matones se quedan conversando con los canas y nosotros salimos en la búsqueda del pibe, damos vueltas por ahí pero no lo encontramos. Al no encontrarlo volvemos de nuevo hacia la misma esquina. Ya no está el colchón, ni las frazadas, ni los pocos bártulos que lo rodeaban. Esta escena atroz, ocurrió durante los primeros meses de gobierno de Horacio Rodríguez Larreta en la Ciudad de Buenos Aires y cuando la Unidad de Control del Espacio Público, controlada por Pepín Rodríguez Simón, ya se había disuelto después que centenares de denuncias por aprietes y golpizas a gente en situación de calle, que incluían la violación a una mujer embarazada, por parte de las patotas integradas por barrabravas. La problemática de la gente en situación de calle ha empeorado en los últimos años y el número de personas que viven en esa marginación, ha ido en aumento. El Gobierno de la Ciudad, da una cifra de 3500 personas viviendo de manera marginal, cifra que organizaciones sociales y ONG cuestionan y triplican ese número. Además de cuestionar la falta de políticas que solucionen el problema habitacional por parte del gobierno porteño, que no sean las de aplicación de violencia institucional.

CAMPAÑA. A las pocas que Larreta anunciara la adquisición de las pistolas Taser para ser usadas por la Policía de la Ciudad, su candidato a reemplazarlo al frente del ejecutivo porteño, Jorge Macri, prometió a sus votantes “limpiar la calles de esa gente que hizo de los cajeros automáticos departamentos mono ambientes con calefacción”, una promesa de mano dura que cae muy bien en un electorado, que cree que los problemas sociales solo admiten recetas represivas. En el primer día de abril en las cercanías de Plaza de Mayo, murió una beba de tres meses por falta de atención médica, el caso motivó reclamos a Larreta, que inmerso en su campaña presidencial se deslindó rápidamente del asunto. Jorge Macri, que en un panfleto repartido por quienes militan su candidatura, muestra preocupación porque “la natalidad cayó al punto de que mueren más porteños de los que nacen” no realizó ninguna declaración. Tal vez, porque hay porteños clase A y otros que no entran en ninguna categoría. El mes pasado, en las inmediaciones del Parque Centenario, murió de frío a la mañana, un hombre apreciado por los vecinos, que dormía en la calle Leopoldo Marechal al 1400, según cuentan quienes lo conocían, Héctor, un hombre de entre 35 y 40 años, era una persona respetuosa, que además solía hacer changas de albañilería cuando la ocasión se presentaba. Según Mónica de Russis de la organización Amigos en el Camino, que solía asistirlo, denunció que estuvo una semana con malestares y afiebrado. La muerte ocurrió el mismo día en que el Gobierno de la Ciudad a través del Ministerio de Desarrollo y Hábitat, anunciaban un operativo «extraordinario» para mitigar las noches de frío, al mismo tiempo la organización Proyecto 7, que trabaja con personas en situación de calle, realizaba un desayuno de protesta en el Obelisco para reclamar mayor asistencia ante la llegada de las bajas temperaturas. Según los datos difundidos por este ministerio hay un incremento del 34% con respecto a 2022, con un total de 3511 personas en relación a las 2548 del año pasado. Las cifras no coinciden con las que manejan las organizaciones que desde hace varios años vienen denunciando unsubregistro en el censo.Horacio Ávila, referente de Proyecto 7 contradice esos datos y en declaraciones a la prensa dijo: El ministerio «no recorre toda la Ciudad, lo hace con móviles y sólo durante la noche en un horario en que la gente se resguarda de los ruidos en lugares más escondidos, con lo cual se pierde un monto enorme de población que no se registra». Según el último Censo Popular de Personas en Situación de Calle, realizado por las organizaciones en el año 2019 y antes de la pandemia, había arrojado que 7.251 personas estaban en situación de calle.

VECINOS. El Grupo Proyecto Boedo, nació en el año 2017 para atender de manera solidaria a aquellas personas en situación de calle que fueron considerados “vecinos” dado el tiempo que permanecían en los mismos lugares durante mucho tiempo. El grupo conformado por 25 ó 30 personas, varía según las épocas del año, pero nunca deja de brindar unas 60 viandas semanales, que solventan con algunas donaciones y dinero de su propio bolsillo y asiste a quienes viven mayormente en los bajo autopistas de las comunas 3, 5 y 8. Hablamos con uno de los referentes del grupo, de quien no damos el nombre, ya que varios integrantes de la organización suelen sufrir la persecución a sus comercios por parte de los inspectores del Gobierno de la Ciudad a causa de desarrollar esta tarea:

 “nosotros no sólo los asistimos con esta vianda semanal y un kit de higiene personal, también nos ocupamos de resolverles problemas de documentación para que puedan acceder a la atención hospitalaria, ya que tenemos muchos casos con problemas de adicciones, una problemática muy común de quien vive en esa situación y que se suma también a la violencia institucional o sea de la policía, que les quita las cosas, como ser colchones, ropa, frazadas y ahí tenemos que empezar de nuevo con el trabajo de conseguirles de nuevo las cosas que les quitaron o que les incendiaron cuando estaban ausentes”.

Juan (el nombre es ficticio) nos cuenta que es muy violenta la vida en esas condiciones:

“El apriete por parte de la policía es constante, en el Parque Chacabuco, suelen ir las brigadas a despertarlos y correrlos a la 7 de la mañana, cuando más frío hace en invierno. Además está el problema que no quieren ir a los paradores, porque los paradores son tierra de nadie, hay mucha violencia, robos y drogas. No hay guardias de seguridad. Además separan a las familias, van las mujeres por un lado, los hombres por otro y a los niños los llevan a otros paradores. Las familias pierden contacto con los hijos y no los vuelven a ver por cinco o seis meses. Y cuando los ven es porque la fiscalía autoriza que los vean y solo por teleconferencia, algo verdaderamente tremendo”.

Lo que narra Juan es la visualización de la verdadera falta de políticas públicas por parte de Larreta, que atiendan las necesidades habitacionales de un sector de la población sumergido en la indigencia y que, cuando es atendida, lo es con recursos paupérrimos, como el subsidio habitacional que brinda una suma de $15.000 para pagar la pieza de una pensión que tiene un costo de $40.000 mensuales, a lo cual hay que agregar que en su gran mayoría no admiten niños. Mientras, el frío marca las desigualdades de modo tajante, Larreta publicita su distopía en busca del voto blando, con el eslogan: La transformación no para.

AEROPARQUE. El rabino desciende de un auto con su equipaje, se encamina presto a la sala de embarque, pero, un policía aeroportuario lo detiene en la puerta y le pide el comprobante del pasaje. Molesto, hurga en los bolsillos de la levita negra, hasta que lo encuentra y los muestra con fastidio. Lo observo mientras termino de fumar un cigarrillo antes de embarcar, cuando vuelvo a entrar, la misma policía, a la cual le avisé que salía a echar humo, me detiene y me pide el comprobante. Las cosas han cambiado, desde el último 28 de junio en el cual un operativo de fuerzas nacionales y policiales de la Ciudad, desalojaron a 160 personas que dormían dentro de las instalaciones del Aeroparque metropolitano. Un lugar cómodo, calefaccionado y con baños limpios. De los 160 desalojados, según fuentes del Ministerio de Desarrollo Humano porteño, 30 aceptaron ser trasladadas por el programa BAP a la red de Centros de Inclusión Social.

Lo cierto es, que el resto a pesar de que les fueron sustraídas sus pertenencias y documentos, decidió permanecer durmiendo en la vereda. Al día de hoy, se puede ver una fila de pequeñas carpas en una de las entradas y pequeños grupos en ranchadas, en algunos de los rincones, que se protegen del frío y el viento que viene del río, con las chapas de una obra millonaria financiada por el Gobierno de la Ciudad, que abarca varias cuadras. En la empalizada se puede leer, el cautivante eslogan con que Larreta promociona su obra pública sin fin: “La transformación no para”. En cierto punto es cierto, sin planes habitacionales, cada día se suma más a vivir en la jungla de la precariedad.  

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