El Mapa de la Policía presenta nuevas herramientas

El Mapa de la Policía, un instrumento que otorga poder a la ciudadanía, sumó una herramienta para saber qué hace (y qué no hace) la Policía de la Ciudad ante casos de violencia de género. Un repaso por la creación de la fuerza y su actualidad.

FUERZA. La Policía de la Ciudad, en sus cinco años de funcionamiento ha emulado y superado en ciertos casos –como los de gatillo fácil— a su vecina, la Bonaerense, que la quintuplica en números de efectivos y tiene una extensión territorial mayor a la porteña. Pergeñada desde la reforma constitucional del año 1994, que estableció que la Ciudad de Buenos Aires debía tener su propia fuerza policial, a partir de esto se crea la Policía Metropolitana, que se formó con ex policías de la Federal y otras fuerzas de seguridad, la mayoría con procesos judiciales o apartados por haber cometidos diversa clase de delitos. Esta fuerza –creada por Mauricio Macri— que tuvo como primer jefe al Fino Palacios, quien debió apartarse por estar implicado por encubrimiento en la causa AMIA y otros delitos, tenía una operatividad bastante reducida; pero, Larreta como jefe del Gobierno de la Ciudad, un año después, dio la puntada final y creo a la Policía de la Ciudad a la cual pasaron todos los efectivos de la Metropolitana, sumados los de la Federal, por lo que no es difícil concluir que la unión de dos cosas malas dan como resultado algo peor. Concebida de palabra, como una fuerza democrática y moderna, en la cual todos los egresados de la escuela de formación lo hacen con el grado de oficiales, la modernidad sólo se expresa en los dispositivos digitales con los que cuentan los agentes para desempeñar sus funciones, tales como GPS, celulares de última generación y cámaras en los patrulleros (que se usan de modo poco transparente, tal como lo viene demostrando el caso de Lucas González, en el cual un comisario implicado en la causa, dio la orden de no filmar absolutamente nada para, de ese modo, plantar pruebas incriminatorias a su antojo). Las cámaras de monitoreo centralizadas, que crean ese terrible panóptico orwelliano, también son manipuladas cuando es necesario borrar pruebas, como se vio de modo preciso en el caso de la desaparición de Arshak Karhanyan, el policía desaparecido misteriosamente y de cuya desaparición la misma fuerza es sospechada. Los agentes cuentan con una tonfa o bastón de goma, spray de gas pimienta y armamento moderno, en algunos casos, también el uso de tobilleras protectoras y casco. La portación de todos estos elementos, los tornan una especie de robocops que no actúan como fuerza de seguridad, sino como una fuerza de ocupación del espacio público, con objetivaciones muy precisas, como la persecución de vendedores ambulantes, gente en situación de calle, migrantes, focalizados en la población proveniente de África, sin obviar claro está, a los pibes de las barriadas populares.

A los dispositivos digitales operativos se le agregan otros de protección jurídica, en el cual se engarzan el poder político de la Ciudad –que ejerce su control y la determina como un brazo armado de sus decisiones—; el aparato judicial –con sus jueces y fiscales dedicados a obstruir el desempeño de la justicia cuando la fuerza policial se implica en situaciones delictivas (casos de gatillo fácil, coimas o femicidios)—, y el aparato de los medios de comunicación hegemónicos como medium con el fin de crear el sentido común necesario para cada situación a encubrir o invisibilizar lo inconveniente. O sea, una red de contención operativa, cuyos fines son precisos y determinados. Un diseño construido para ejercer y mantener el poder dominante.

PODERES. Tanto la derecha global, como la vernácula  –las cuales se integran replicando los modelos dominantes a través de fundaciones, ONGs y aplicando las recetas y políticas de dominación— diseñan y construyen sus herramientas desde todos los medios que manejan. Las réplicas desde los sectores populares o ciudadanos muchas veces tardan en hallar respuestas que rompan con esos diseños. Otra veces, como sucede con la CORREPI, llevan adelante un trabajo denodado con denuncias, muestreo de datos y estadísticas sumamente puntuales. Con ese sentido, a mediados del año pasado se presentó en la Legislatura porteña, el Mapa de la Policía de la Ciudad, una iniciativa en la cual participaron la legisladora Ofelia Fernández, el Equipo de Investigación Política (EDIPO), el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), la Colectiva de Intervención Ante las Violencias (CIAV), Revista Crisis, y Grito del Sur. Consultado Santiago Legatto, que integra los equipos del Mapa dijo que:

“El Mapa de la Policía surgió como una herramienta que Ofelia Fernández y distintas organizaciones, pensaron para contrarrestar la violencia institucional y la violencia policial. Lo que se pensó en un primer momento es que había dos tareas: por un lado poner a disposición de la ciudadanía un montón de información que técnicamente es pública, pero que suele ser de difícil acceso, como la información sobre cómo funcionan las fuerzas de seguridad; y qué tiene que hacer y no hacen los organismos de control. Hay una denuncia que parte de la base de que los organismos de control no funcionan y no cumplen su función y que hay un montón de información que la ciudadanía no tiene. Esa es la primera premisa y esa premisa nos lleva a la segunda y quizás hoy la instancia más importante en la que estamos, que es la de poder construir una red de cuidados ciudadanos a partir de visibilizar casos que denuncie la ciudadanía. Casos que, justamente, parecen aislados, pero que en realidad, pensándolos, analizándolos y mostrándolos a través de la plataforma del Mapa podemos ver que son casos sistemáticos, que tienen que ver con una forma de pensar a la policía que ha tenido el Gobierno de la Ciudad en los últimos dieciséis años, con prácticas comunes con otras policías del país y a nivel global”.

En concordancia, pero haciendo eje en la sistematización por parte de la policía de desestimar las denuncias de violencia de género –un accionar para nada extraño dada la estructura machista de la fuerza—, el Mapa ha agregado en estos días una nueva herramienta desde la cual se puede denunciar a los funcionarios policiales que desestiman denuncias y ponen así en riesgo la vida de las víctimas. Se trata de un formulario al que se puede acceder desde el sitio mapadelapolicia.com, de carácter confidencial, en donde se podrá dejar constancia de los casos en donde la policía no tomó la denuncia, no intervino, o maltrató a la persona en situación de violencia de género. Al respecto Andrea Gutiérrez de la ACVI, nos decía:

 “La herramienta del Mapa para recabar información sobre un posible mal desempeño de la Policía de la Ciudad, en situaciones de violencia de género en particular, surge a partir de diversos testimonios y experiencias que dan cuenta de ese tipo de hechos. Ante eso, si bien existe el mapa para registrar diversas situaciones de violencia policial, fue necesario elaborar una herramienta que permitiera recabar información sobre la violencia por razones de género, puesto que se trata de una problemática con características propias. Con ese propósito fuimos convocadas por el equipo del Mapa para pensar de qué forma concretarla. Es una iniciativa que permite conocer de manera concreta, y con datos fiables, cuál es el accionar de las fuerzas policiales, en este caso la (Policía) porteña, enmateria de violencia de género. Entre otras cuestiones, (el Mapa) también posibilita la realización de un diagnóstico a partir de información precisa y situada. En ese punto, el Mapa ha difundido una serie de estadísticas que refuerzan lo dicho anteriormente. Por ejemplo, que 1 de cada 5 femicidios en Argentina es cometido por las fuerzas de seguridad, y que el 90% de esos casos se efectúa con el arma reglamentaria. Ante una situación de violencia por razones de género, la policía muchas veces es el primer eslabón. La omisión, el incumplimiento o el mal desempeño de sus funciones tiene serias consecuencias, ya sea en la investigación judicial que pudo haberse originado a partir del hecho denunciado, o en las acciones de prevención y protección de la persona en situación de violencia”.En ambos sentidos expresados, tanto por Santiago y Andrea, entre otros puntos, la plataforma es un instrumento cuyo objetivo es darle poder a la ciudadanía.

RÉPLICAS. El sistema creado por la derecha, en este caso Cambiemos, replica y repite conductas, tal como lo hace un psicópata con sus crímenes, por lo tanto, tiene patrones determinados en los cuales basa las determinaciones y propósitos de su accionar. El viejo axioma de que “toda acción tiene su reacción” es uno de los fundamentos de cómo se construye la historia. Como ya lo dijimos, romper los nudos de las sistematizaciones represivas conlleva siempre a una resistencia que puede pasar por la amenaza o el hostigamiento. Consultado Santiago Legatto acerca de estos puntos por parte del Gobierno de la Ciudad encabezado por Larreta nos dijo:

“Cuando lanzamos el Mapa de la Policía, tanto Marcelo D´Alessandro –que en ese momento era ministro de Seguridad de la Ciudad— como otros referentes del macrismo, cuestionaron el Mapa y atacaron incluso con denuncias diciendo que era un intento de perseguir a la policía o de meterse con agentes en particular, cuando en realidad, nosotros entendemos que, la herramienta puede ser incluso una garantía para los mismos policías, que ven el mal funcionamiento de la policía que integran y que no pueden denunciar internamente por estas falencias de los organismos de control que mencioné antes. Por el contrario, lejos de ser algo contra la policía, es una herramienta para la ciudadanía y para entender que nada tiene que ver con descuidar a los vecinos. A ver, esta radicalización del discurso por derecha quiere que la calle esté llena de policías y no hace otra cosa que naturalizar la violencia y no considerar un caso caso de violencia institucional cuando lo es. En realidad terminamos viendo que eso es persecución a los migrantes, persecución a los trabajadores de la economía popular y un control y abuso violento de la fuerza que lejos está de garantizar la seguridad de los vecinos y de las vecinas. Ellos han intentado poner al Mapa de la Policía como una herramienta contra la gente y contra la policía, algo que es contrario a nuestras intenciones. Nuestra intención es construir herramientas colectivas que nos permitan democratizar la Ciudad, la información y el acceso a la justicia y la seguridad”.En tiempos donde ninguna inoperancia es casual por parte del Gobierno de la Ciudad y donde el aumento del aparato represivo se muestra como un logro –aunque la mala formación de sus efectivos lo haga derrapar la mayoría de las veces, entre la tragedia y el absurdo—, el Mapa de la Policía, aparece como una plataforma necesaria para los fines relatados en la nota.

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