El humo del basural permite ver la realidad

El basural a cielo abierto de la ciudad de Nogoyá (Entre Ríos) sufrió en noviembre pasado un incendio que se controló luego de una semana. Sin embargo, el fuego aún no está extinguido. Sus veinte hectáreas se encuentran a 400 metros del ejido urbano, y a 500 del arroyo Nogoyá. Vertederos de desechos con capacidades contaminantes y fuentes de enfermedades para la población son algunas de las consecuencias que los vecinos de Nogoyá intentan revertir desde 2013. En Argentina, existen más de 5000 basurales a cielo abierto donde el tratamiento de la basura y las medidas de seguridad son escasas o nulas.

Por Fabian Lanfranco

A fines de noviembre de 2022, el basural a cielo abierto de la ciudad de Nogoyá sufrió un incendio voraz que podría haber quemado casi la totalidad de las toneladas de basura depositadas allí. El fuego pudo controlarse luego de casi una semana gracias a la actividad de Bomberos Voluntarios de la ciudad junto a dotaciones de localidades cercanas y a trabajadores del lugar, efectivos y recolectores, que lucharon durante día y noche para poder paliar la situación. Durante las jornadas en las que duró el gran incendio la ciudad se volvió irrespirable. Por aquellas fechas algunos vecinos llegamos a creer que el humo provenía de las islas que cubrió la ciudad de Rosario tiempo atrás. No era extraño que así fuera ya que, dependiendo de la dirección del viento, el humo y las cenizas de aquellas islas llegaron a Nogoyá en más de una oportunidad. Sin embargo, el olor no era el mismo y la intensidad tampoco.

La situación del basural a cielo abierto es un problema que trasciende la particularidad de esta ciudad. En Argentina, existen más de 5000 basurales a cielo abierto, donde el tratamiento de la basura y las medidas de seguridad son escasas o nulas1. Estos basurales son graves contaminantes del suelo, el agua y el aire, lo que los convierte en un serio peligro para la sociedad, perjudicando a sus integrantes en distintos grados, siendo sus principales víctimas aquellas personas que están en contacto directo con la basura, que viven de ella, o que sus viviendas se encuentran cercanas a este tipo de depósitos. Si bien existen planes que apuntan a cambiar el paradigma respecto al tratamiento de la basura2, parece ser que la clase política y la ciudadanía en general no logran tomar esta grave situación con la seriedad que merece. 

Nogoyá es una ciudad que está ubicada en el centro-sur de la provincia de Entre Ríos, a unos 100 km de la capital provincial, Paraná. Entre Ríos, entre las numerosas problemáticas ambientales que atraviesa, cuenta con basurales a cielo abierto de distintos tamaños distribuidos por todo el territorio provincial. El más conocido es el de la ciudad de Concordia que, al parecer, tiene sus días contados3. Otro de los basurales destacados de la provincia es el de la ciudad de Gualeguay, sobre el cual Sergio Federovisky –reconocido biólogo y periodista ambiental, actual viceministro de ambiente de la Nación— realizó un informe4. Hace días, el basural de Gualeguay volvió a ser noticia debido a la presentación de una queja formal a la justica por parte de Marcelo Arturo Alessandri, en relación a la situación actual del basural y los problemas que está ocasionando para la ciudad5. A pesar de la peligrosidad que conllevan tanto los basurales de Nogoyá, Concordia, Gualeguay, y los demás basurales a cielo abierto existentes en toda la provincia y el país, su condición no parece ser una situación al que la sociedad en general perciba como una cuestión a resolver. 

El basural a cielo abierto de Nogoyá comprende alrededor de 20 hectáreas. Es relativamente pequeño en comparación al de Concordia, el cual cuenta con alrededor de 243 hectáreas. A pesar de ser de menores proporciones, el basural de Nogoyá no deja de ser un problema social y ambiental. Uno de los inconvenientes que pueden constatarse a simple vista es la cercanía al ejido urbano: nada más que 400 metros. Por otro lado, al estar ubicado en terrenos inundables, este vertedero de desechos potencia su capacidad contaminante, ya que el arroyo Nogoyá se encuentra a no más de 500 metros de allí. Si bien estamos atravesando una sequía histórica, el arroyo suele tener crecidas muy importantes que deja a una parte de la ciudad anegada, y el basural suele quedar inundado. De esta manera, el curso de agua se ve fuertemente contaminado, y poniendo en riesgo la biodiversidad acuática, entre otras cosas.

Los nogoyaenses no parecían advertir si quiera la presencia del basural hasta que éste se hizo visible en forma de humo y comenzó a impactar de forma directa en la salud de los habitantes. El doctor Manuel O. Giayetto (Mat. 11345), ciudadano de la ciudad y especialista en neumonología, explica que desde los días que comenzó el gran incendio las consultas se dispararon. Según Giayetto, los cuadros más comunes son de broncoespasmos, dificultad respiratoria y alergias, pero el mayor número de consultas –como era de esperarse- son de aquellas personas con patologías previas que acuden con cuadros de descompensación. El doctor coloca el énfasis en estos últimos ya que son los más afectados en lo inmediato por esta crisis ambiental, resaltando que, incluso, hubo pacientes que debieron recibir atención con oxígeno para revertir la situación de crisis. A Giayetto le preocupa las secuelas en la parte respiratoria de los pacientes, sobre todo en los más pequeños, porque puede producir crisis asmáticas, cuadros de irritación de la parte aérea superior (nariz, garganta, oídos), y, lo que sería más grave, afectaciones en la tráquea, bronquios, y toda la parte pulmonar, ya que puede desencadenar en internaciones. 

La ciudadanía aún se encuentra expectante de la dirección del viento y de la reactivación de los focos. Todas las noches y todas las mañanas el humo se presenta en la ciudad en distintas proporciones. Aunque el incendio pudo ser controlado, nunca pudo ser extinguido. Sigue activo en las capas más profundas de las montañas de basura. La última reactivación importante de los focos de incendio fue durante el viernes 10 de febrero. En la madrugada del sábado 11 de febrero y hasta el mediodía, la ciudad se vio envuelta nuevamente en una niebla de humo tóxica. Los vecinos y vecinas de la ciudad grabaron y fotografiaron con sus cámaras celulares lo que estaba sucediendo y lo publicaron en sus redes sociales haciendo descargos frente a la situación y exigiendo respuestas al funcionariado local. En esos descargos expresaban situaciones que derivaron en atenciones médicas propias o de familiares, hijos, hermanos o padres.

La gravedad de la situación en la que se vio envuelta la ciudad convocó a un grupo de ciudadanos a organizarse en defensa de la salud de la comunidad de Nogoyá. Pero no era la primera vez que la ciudadanía nogoyaense se plantaba ante una problemática ambiental que la afecta de primera mano. Hace unos pocos años, sus habitantes se hicieron oír ante una situación que resonó en medios provinciales y nacionales. Los problemas con GAIA SRL, por un lado, y con Glicopharma y la productora de biocombustible BioNogoyá, por otro, destapó y expuso los graves problemas ambientales que atravesaba la ciudad. La plaza Libertad se colmó de ciudadanos que exigían respuestas al gobierno de turno, y también a los grupos empresarios responsables. La movilización nogoyaense despertó el nerviosismo a responsables que excedían a las caras visibles. La ciudadanía obligó al Esado a actuar en defensa de sus derechos. Si bien la problemática aún no se resolvió en su totalidad, sí se lograron algunos puntos a favor de los habitantes. Unos años después, un nuevo episodio vinculado a las problemáticas ambientales –el incendio del basural- sacudiría a la ciudad y convocaría a sus vecinos a organizarse nuevamente.

Una catástrofe anunciada

Hay quienes califican al incendio del basural como una catástrofe ambiental. Personalmente creo que es así. La quema del 90 % de la basura creó una nube tóxica que nos invadió por días con una importante densidad que dificultaba la visibilidad, y la situación se agravaba por las altas temperaturas que transitamos en esas fechas. Con el pasar de los días y el control de los focos de incendio el humo disminuyó, pero nunca se fue. 

Si este incendio fue una catástrofe, entonces podría decirse que estaba anunciada. Desde el año 2013 vecinos y vecinas de la ciudad vienen exigiendo cambios y tratamientos en el basural para evitar que los pequeños focos de incendio que no pasaran a mayores. Esto es bueno recordar y dejar en claro. Los incendios no comenzaron en noviembre de 2022, sino que es un problema de vieja data. En principio, podemos mencionar tres grandes causales de incendios. Por un lado, están aquellos provocados de forma intencional por parte de los recolectores informales para obtener metales –por lo general, el cobre con tendidos en cables y electrodomésticos— para luego venderlos. Por otro lado, la autocombustión ocasionada por los gases producida por la descomposición de los desechos dentro del mismo predio. A esto hay que agregar una tercera causa: las quemas para ganar lugar al terreno. La quema de basura no es una “técnica” propia ni original del basural de Nogoyá, sino que es un hábito que se realiza de forma generalizada, tanto en basurales, como en micro-basurales, como en domicilios particulares. Quemar basura permite ganar espacio para seguir depositando más basura. De esta manera, el problema no se resuelve, solo se posterga hasta que el predio quede nuevamente colmado y se necesite de una nueva quema para seguir ganando espacio. Esto no es más un círculo vicioso que se ve agravado con el incremento del consumo y, por lo tanto, de la producción de basura. Advirtiendo la gravedad de la situación, este grupo de ciudadanos y ciudadanas identificaron allí un problema a resolver de manera urgente. 

Estos vecinos y vecinas comenzaron a intervenir en distintos espacios públicos y mediáticos para intentar llegar a la población y a las autoridades y exponer el problema del basural y las quemas. Llevaron adelante distintas acciones, incluyendo eventos culturales para visibilizar la situación. El compromiso ambiental y social se apropió de la vida de estas personas: comenzaron a estudiar, algunos hicieron carreros de grados y tecnicaturas, otros hicieron cursos acerca de los problemas ambientales, de cómo separar la basura; visitaron y estudiaron las experiencias de distintos municipios provinciales y de otras partes del país para aprender, para plantear una solución al problema. Solicitaron reuniones y audiencias con funcionarios locales, y -en algunas ocasiones- provinciales y nacionales, expresaron su preocupación y plantearon proyectos y soluciones. Las promesas han sido muchas pero las soluciones relativamente pocas. Hace casi 10 años que estos vecinos trabajan de forma ininterrumpida por el basural. Han obtenido avances: ahora hay una mayor organización y control en el basural, existe un galpón que trabaja en la separación de residuos -aunque su funcionamiento no es óptimo-. Se avanza “a medias”, o menos que eso. Sin embargo, los avances existen, y no habrían sido posible sin la implicancia ciudadana. Ha sido el trabajo y el esfuerzo ciudadano los que han puesto al basural en mejores condiciones, aunque esté lejos de ser “las condiciones ideales”.

Cuando el humo parecía haberse disipado definitivamente, los incendios comenzaron otra vez. El tiempo se dilataba, las promesas de acción caían en vacíos discursivos y los habitantes de la ciudad de Nogoyá volvían a entrar en contacto con ese humo tóxico. Finalmente, luego de un recorrido de años y años intentando crear la conciencia y conciliar con los gobiernos de turno para plantear una solución para el basural, este grupo de ciudadanos y ciudadanas nogoyaenses tomaron la decisión de llevar adelante un amparo ambiental para exigir el cumplimiento de derechos fundamentales, como el de un medio ambiente sano consagrado en el art. 41 de la Constitución Nacional.

Desde noviembre de 2021, luego de un fallo y una apelación por parte del municipio de Nogoyá, la justicia de la provincia de Entre Ríos exige cumplir a la Muncipalidad de Nogoyá una serie de medidas inmediatas y otras mediatas. La medida mediata tiene como objetivo el cierre definitivo del basural y el traslado hacia un relleno sanitario “en un plazo razonable”. A nadie le queda claro cuánto tiempo es “un plazo razonable”. Por otro lado, las medidas inmediatas apuntan a lograr un mayor control y prevención de incendios, y, en caso de presentarse focos ígneos, tener la capacidad de extinguirlos rápidamente mediante un protocolo de incendio. Este protocolo debe comprender medidas reales y concretas de acción avalado por personal capacitado. Nada de esto se ha cumplido. El gran incendio se desató a días de cumplirse un año del dictamen del fallo. Es decir, corrió un año completo de vigencia del dictamen de sentencia y no se avanzó prácticamente en nada. Ante esta situación, los amparistas retomaron las medias legales y ejecutaron la sentencia incumplida. Recientemente, Juan Pablo Orlandi, Juez Civil y Comercial del Juzgado Nº1 de Nogoyá, falló en favor de los amparistas, intimando a la Municipaliad de Nogoyá a cumplir con las medidas exigidas para evitar posibles incendios, bajo apercibimientos de aplicar sanciones. 

Con la correcta implementación de las medidas exigidas por los amparistas pudo haberse evitado una tragedia ambiental, pero la desidia y una cadena de eventos desafortunados desembocó en lo peor que podía pasar, en un incendio casi total del basural. Esta tragedia ya había sido anunciada, pero los responsables no quisieron escuchar.

Acción Ambiental Nogoyá.

En los días del gran incendio, un grupo de vecinos atravesados por una mezcla de emociones entre bronca, angustia e impotencia nos convocamos para hablar y visibilizar la situación. Decidimos transformar esas emociones en acciones. Comenzamos a juntarnos periódicamente con el claro objetivo de encontrar una solución a la situación. 

Allí conocí a las personas que trabajan desde el 2013. Escuché su experiencia, sus relatos, leí los documentos que presentaron, me interioricé e impliqué en la problemática. Así entendí que el humo del gran incendio no fue un simple accidente, sino el último eslabón de una cadena de responsabilidades. El primer eslabón de la cadena es el consumidor, es decir, todo lo que consumimos genera basura. La separación de los residuos es el primer paso para esto, y aquí el consumidor en tanto ciudadano con deberes a su comunidad, tiene responsabilidades. Sin embargo, nadie puede culpar a nadie de su ignorancia. Nadie puede pretender que un ciudadano separe la basura si no sabe cómo hacerla, ya que no se lo ha educado. Las campañas radiales o televisivas durante escasos meses no pueden enseñar a la población ni hacerles comprender las formas de separación de los residuos ni la importancia de esta acción. Necesitamos educación. A esto ya lo tenían en claro los vecinos que comenzaron en el 2013. Entre sus actividades visitaron escuelas, enseñaron cómo separar, a hacer eco-botellas, compost, etc. Esto es necesario, pero no suficiente. Necesitamos del Estado. 

La ingeniera Ambiental, Luciana Sinner, que conoce muy bien la problemática de los residuos sólidos urbanos de Nogoyá6, sostiene que para lograr una correcta gestión de residuos es necesaria la implicación del Estado, y uno de los puntos importantes a implementar es un proyecto de concientización con la incorporación de promotores ambientales. Sinner remarca la importancia del diálogo con los vecinos, el “cara a cara”, ir “casa por casa, explicando paso por paso cómo separar y por qué”. Esta es la manera más efectiva, no la única, de crear conciencia y de llegar a toda la población. Reconoce que concientizar es un camino largo y difícil. Por eso, debe ser una apuesta sostenida en el tiempo, no de uno o dos años, sino de décadas. El proyecto debe exceder las gestiones y sostenerse hasta que se haya completado de manera absoluta. Debemos convertir la gestión de residuos en una cuestión cultural. 

Pero sin dudas, lo más urgente es apagar el fuego de forma definitiva y obturar cualquier tipo de posibilidad de que una situación semejante vuelva a tener lugar. Para ello deben cumplir con el amparo ambiental. Debe proponerse como objetivo terminar con el humo del basural y comenzar con el camino para el traslado definitivo hacia un relleno sanitario. Pero para esto necesitamos responsabilidad ética y cívica de los funcionarios, y de la clase política en general. Luciana Sinner insiste en el compromiso del Estado más allá de las gestiones: “se debe garantizar una continuidad de las acciones ambientales ante los cambios de gobiernos y autoridades, un trabajo transversal hacia el interior del municipio, generar indicadores de sustentabilidad, agilizar los vínculos con la población y las organizaciones y formalizar los procesos de participación”.

En Acción Ambiental Nogoyá tenemos en claro que el cambio debe ser a nivel social. La ciudadanía es fundamental, porque es constitutiva de la sociedad.  Este grupo ambientalista tiene un claro objetivo: terminar con el humo de forma definitiva, resolver los problemas urgentes del basural, afrontar y solucionar la problemática socio-ambiental del basural y sus trabajadores, y, finalmente, cerrar el actual basural y trasladarlo hacia un nuevo predio en forma de relleno sanitario y planta recicladora. Todos estos objetivos no son diferentes, sino que forman parte del mismo proyecto y del mismo trayecto. Se trabaja en una proyección de objetivos a corto, medio y largo plazo. Cada uno es un punto a cumplir para que el siguiente objetivo pueda ser realizado. No creemos que sea imposible. Basta mirar las experiencias de otros municipios. En Acción Ambiental Nogoyá compartimos que el camino es trabajando desde la ciudadanía y junto al Estado, pero teniendo en cuenta que es el Estado en general, pero también las gestiones y sus funcionaron los máximos responsables de que esto se cumpla o no.

Deber cívico y compromiso ciudadano 

Actualmente, en la ciudad de Nogoyá, el derecho a un ambiente sano no se cumple, ni tampoco se garantiza, y su deterioro es evidente. Estamos a merced de la reactivación de los focos y de la dirección del viento. De esto depende si la nube tóxica avanza o no. Para solucionar esa problemática necesitamos de voluntad política y compromiso ciudadano, sobre todo del compromiso ciudadano, porque es la sociedad organizada la que obliga al poder político a actuar. Basta con volterar y ver hacia el pasado para constatar que es la sociedad la que obliga al Estado a actuar respecto a determinadas problemáticas. Nuestras demandas son legítimas: exigimos recuperar nuestra calidad de vida, exigimos que se cumplan los derechos fundamentales reconocidos. 

Pero para logar esto debemos volver a las bases de nuestra comunidad. Necesitamos recuperar los lazos sociales. El hecho de que un miembro de la comunidad enferme por el humo no debe resultarme indiferente. Si los hijos de un vecino enferman por un problema ambiental, en este caso el humo, no son solamente los hijos del vecino que viven en frente, son los hijos de la comunidad, son una parte nuestra. Nuestro deber ciudadano no solo implica ir a votar, también significa defender los derechos que tenemos reconocidos por las distintas leyes. Nuestro deber cívico implica que exijamos el cumplimento de los derechos y garantías reconocidos, en beneficio nuestro, de nuestra familia y de toda la comunidad. Nuestro deber ético es defender a cada miembro de nuestra comunidad. Debemos intentar salir de la individualidad de cada uno y mirar a nuestro vecino que también es un conciudadano, y reconocernos como parte de la misma sociedad, que vivimos en la misma comunidad y estamos atravesados por las mismas problemáticas. La forma de afrontar y paliar la situación es que el poder político escuche las demandas ciudadanas y trabajen junto a ella para solucionarlo. 

Las acciones y los logros obtenidos desde el 2013, en lo mucho o en lo poco, en concientización o en obras concretas, ha sido gracias a la actividad ciudadana. El nivel de concientización que hoy exise en la ciudad es gracias a este trabajo. Pero aún estamos lejos de la conciencia social y ambiental deseada. Sin embargo, no debemos perder el horizonte que nos hemos trazado. Susana Mihura, una de las vecinas que inició el movimiento por el basural, me recuerda que en aquel 2013 el humo existía (claro que en una menor proporción a los últimos incendios). “Lo que sucede –me dice— es que hoy hay más conciencia”. Creo que tiene razón. Hacernos consientes nos permite ver con mayor claridad una determinada situación. Susana insiste con una frase: “que el humo nos permita ver la realidad”. La metáfora es clara y contundente: ha sido gracias al humo, pero fundamentalmente al humo de los incendios de noviembre y diciembre de 2022, lo que nos obligó a ver la realidad. Esto es, que Nogoyá tiene un problema realmente grave con el basural a cielo abierto, y está en nosotros, en los ciudadanos y ciudadanas el hacernos cargo de defender nuestra comunidad, de defender la vida de todos sus integrantes.

1Ver en https://www.argentina.gob.ar/ambiente/accion/basurales
2Un ejemplo de esto es el plan GIRSU. https://www.argentina.gob.ar/ambiente/erradicacion-de-basurales

3https://www.ambito.com/municipios/municipios/concordia-mas-cerca-erradicar-el-mayor-basural-cielo-abierto-n5485848

4https://www.youtube.com/watch?v=SGG3eiTkzhM&t=1s

5https://eraverde.com.ar/llego-a-la-justicia-la-denuncia-por-quemas-en-el-basural-de-gualeguay/

6Luciana Sinner realizó su Proyecto Final de Carrera trabajando sobre la problemática residual nogoyaense.

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