La crítica principal a la política automotriz está basada en que no es obligatorio que las automotrices incluyan un determinado porcentaje de partes locales en sus productos. De esta manera, las multinacionales pueden optar por importar todos los componentes. “Si fuera obligatorio no sería Argentina, sería otro país”, explicó una fuente oficial al defender la “política de incentivos” para seducir a las multinacionales.
“Está la ley de autopartes, que prevé un reintegro a las terminales por cinco años para el uso de partes locales y también se incorporó el régimen de motopartes”, insistieron en el Gobierno. Estimular a las multinacionales parece ser la consigna.
Sin embargo, los economistas del CENDA explicaron que este sistema permitiría que si a una empresa le conviene importar desde Brasil, lo puede hacer. Hasta ahora el beneficio fue utilizado por Toyota, pero no se sumaron otras empresas.