Horacio en su laberinto

El dilema de Rodríguez Larreta: refugiado en la Ciudad, escapa a los conflictos que acumula el gobierno nacional pero no puede evitar la sombra de Lousteau.

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Horacio tiene un problema. Uno de esos que quitan el sueño. Horacio gobierna la ciudad que siempre deseó, le restan tres años de mandato y las cosas marchan dentro de todo bien, al resguardo de los dilemas que aquejan a otros de sus socios, ocupados en lidiar con distritos más vastos y tormentosos. Horacio podría estar cómodo, pero sabe que en política lo que no crece se estanca, que otros ambicionan su lugar, que el carisma nunca le sobró y que las encuestas no tienen piedad.

 

Este es el gran problema de Horacio. Y todavía no le encuentra la vuelta.

 

Hacer macrismo

El 27 de septiembre pasado, el jefe de gobierno de la Ciudad demostró que conoce de memoria el manual de operaciones del PRO y con qué botón interpelar al electorado que desde 2007 viene eligiendo al partido amarillo. “Porque sabemos que son un integrante más de la familia, ¿estás de acuerdo con que tu mascota pueda viajar en subte los fines de semana?”, preguntó Horacio Rodríguez Larreta en su cuenta de Twitter. También agregó -en rigor, lo hizo su equipo de community managers- dos simpáticos “emojis”, con las caritas de un perro y un gato, además de una encuesta, piedra angular para todas las decisiones que toma el oficialismo. Votaron casi 78 mil personas y ganaron, con el 65%, los que aceptaban la propuesta.

 

La estrategia del larretismo es tiempista. Mientras se declara prescindente en los conflictos que acumula el gobierno nacional, el alcalde porteño se dedica a hacer lo que podría definirse como “macrismo clásico”. Con el GPS absoluto de los estudios de opinión, esquiva las grandes definiciones políticas y evita participar en polémicas que considera ajenas. Incluso, si los afectados son el propio Mauricio Macri o la gobernadora María Eugenia Vidal. El tarifazo, la inflación, los despidos, el aumento de la pobreza, los Panamá Papers, las denuncias a la fundación de Gabriela Michetti, las acciones de Juan José Aranguren en Shell o los traspiés diplomáticos de la Casa Rosada -por citar algunos casos que perforaron el blindaje del PRO-, no tuvieron a Rodríguez Larreta en la primera línea de defensa. Por el contrario, se mantuvo refugiado en el perfil bajo y la burbuja de realidad que le brinda el distrito más rico del país.

«Con el GPS absoluto de los estudios de opinión, Larreta esquiva las grandes definiciones políticas y evita participar en polémicas que considera ajenas. Incluso, si los afectados son el propio Mauricio Macri o la gobernadora María Eugenia Vidal»

Como en épocas de Macri, la Ciudad enfoca sus reflectores en las necesidades e inquietudes de un sector bien definido de su vecindario: la clase media y media alta, que condiciona el humor general y que, por ejemplo, se plantea si no estaría bueno que las mascotas viajen en subte. En paralelo, se consolida el modelo PRO. Para los porteños, la CEOcracia no es novedad. Hace rato que la Capital se organiza como una empresa y es la tierra prometida para hacer negocios, desde mega operaciones inmobiliarias hasta la concesión de espacios públicos y la tercerización de servicios. No es lo que ocurre en otros rubros, como la educación, donde se prolonga la falta de vacantes y la crisis de infraestructura.

 

Hasta ahora, en términos defensivos, la fórmula desplegada por el larretismo dio resultados: mientras en la Nación arreciaban los frentes de batalla -algunos con escándalo-, la Ciudad se impermeabilizó y sólo fue noticia para anunciar la llegada de la primavera en el Rosedal, celebrar el Campeonato Federal de Asado o lanzar actividades en la Usina del Arte. Y cuando no le fue posible salir de escena, como pasó con las muertes en la Time Warp, consiguió pagar el costo político y mediático más bajo.

 

Pero con mantener el carro en movimiento no alcanza. “El distrito está ordenado, pero Horacio no termina de consolidar una imagen positiva alta. Y eso lo preocupa”, señaló a Revista Zoom un miembro del Ejecutivo porteño. “Fanático de las encuestas -agregó-, están todo el tiempo midiendo distintas cosas, de lo que se pueda imaginar: desde su relación con Macri a cómo los vecinos ven las veredas, el transporte, todo. Y la verdad que muchas de las decisiones que se toman son en base a esos resultados”. Quien se ocupa de esta tarea exhaustiva es Federico Di Benedetto, subsecretario de Comunicación de la Ciudad, un especialista que ya acompañó al alcalde en sus tiempos de jefe de Gabinete.

 

Afilando

5595c1e2a9e91Para describir el brete en que se encuentra Rodríguez Larreta, en el funcionariado local suelen apelar a una figura: la Ciudad como una cuchilla que está afilada, pero a la que es difícil mantener o mejorarle el filo. “Horacio tiene que mostrarse, que es lo que está haciendo, pero además necesita obras grandes, porque lo que ya se hizo en tiempos de Macri hoy no mueve el amperímetro”, resumió un vocero ministerial.

 

En ese plano, hay dos proyectos fuertes. Uno es el Paseo del Bajo -la ex Autopista Ribereña-, que va a correr por la zona de Puerto Madero. Se trata de una obra de peso, en manos de la cartera de Desarrollo Urbano y Transporte, que dirige Franco Moccia. La otra apuesta es la urbanización de la Villa 31, una iniciativa que surgió del laboratorio de los focus groups y que “va en concordancia con mostrarse un poco más abierto a atender los problemas sociales”, según explican en las bambalinas del oficialismo.

 

Así las cosas, el combo completo incluye corrimiento de los problemas nacionales, exposición mediática selectiva y obras de impacto. Claro que la jugada no sale gratis en términos políticos, sobre todo hacia el interior del macrismo. Meses atrás, hubo pases de factura por considerar que el alcalde se cortaba solo, que se guarecía bajo un techo unipersonal y que no le ponía el pecho a las balas dirigidas al presidente. Ocurre que, en el escenario actual, el porteñismo con el que supo crecer el PRO tiene efectos adversos: una cosa es la Ciudad “mosca blanca”, que se diferenciaba en tiempos de kirchnerismo, y otra muy distinta es un distrito que contrasta con el mismo PRO que está en la Rosada.

«Meses atrás, hubo pases de factura por considerar que el alcalde se cortaba solo, que se guarecía bajo un techo unipersonal y que no le ponía el pecho a las balas dirigidas al presidente»

“Claramente, Horacio está tomando la postura de ‘yo no me voy a meter en los quilombos de otros’. Si a Vidal le paran los docentes, él no quiere ni opinar”, graficó un jefe de prensa. Y arriesgó: “Me imagino que Marcos Peña debe ser el principal enojado”. En parte, las reprimendas hicieron que el mandatario porteño aguardara a que se enfríe la rabia social por el tarifazo para anunciar el lanzamiento del boleto estudiantil.

 

La bronca se remonta a fines de 2015, en la previa de la segunda vuelta presidencial, cuando nadie sabía cómo iba a resultar la votación. Según cuenta la leyenda, en aquel momento Rodríguez Larreta mantuvo una reunión con Daniel Scioli, para no descuidar ningún escenario posible. Nunca pasó de ser un rumor, pero a muchos les sonó verosímil.

 

Por otra parte, la mucha exposición en temas “buena onda” tiene sus riesgos, sobre todo cuando lo que se pensó para ser un golpe de efecto se lee como oportunismo. El caso testigo ocurrió a fines de junio, con el alcalde inaugurando en Costanera Sur una estatua de Lío Messi, para pedirle al astro que no abandone la Selección. “Estoy seguro que si hacemos fuerza entre todos, lo vamos a convencer”, vaticinó Larreta.

 

También el exceso de marketing deriva en errores no forzados, como con el meneado lanzamiento de la Policía de la Ciudad, fruto de la fusión entre la Federal y la Metropolitana. Todo venía bien hasta que un supuesto helicóptero de la nueva fuerza se reveló como una aeronave del SAME “ploteada” para la ocasión.

 

El calvo y los rulos

0012934460“Mi vocación hoy está puesta en la jefatura de gobierno porteño”, anunció, días atrás, el embajador argentino en los Estados Unidos, Martín Lousteau. Y adelantó que su fuerza, ECO, va a competir en la Capital por las legislativas de 2017.

 

Si existe un reverso de Rodríguez Larreta ese es Lousteau. Joven, canchero y con fama de seductor, el ex ministro de Economía es una figurita de moda. Y una amenaza para el alcalde, ya sea porque se plante como un obstáculo a sus deseos de ser reelecto en 2019, o porque se sume a Cambiemos y se vuelva un acechante competidor interno.

 

Por lo pronto, en el macrismo vienen tentando a Lousteau para traerlo a sus filas. Pero si no lo logran, la pregunta es simple: ¿Horacio le puede ganar a Martín? Llegado el lejano momento, la última palabra la tendrán las encuestas del futuro. Si el oráculo no lo favorece, algunos ya evalúan la chance de un enroque: que Peña, jefe de Gabinete de la Nación, baje a competir con Lousteau en una supuesta lucha de caras jóvenes, y que Rodríguez Larreta tome su lugar en el gabinete del presidente.

«En el macrismo vienen tentando a Lousteau para traerlo a sus filas. Pero si no lo logran, la pregunta es simple: ¿Horacio le puede ganar a Martín?»

“Más allá de que es mentiroso el 49% que Lousteau sacó en el balotaje, porque hoy lo tirás en la calle y mide 20 puntos, ante una segunda vuelta pasa lo que pasó en 2016, que ganás sufriendo”, diagnosticaron en una secretaría porteña. Y si bien en el mundo PRO descuentan que Macri no va soltarle la mano a Rodríguez Larreta, igual de sabido es que no hay lugar para el heroísmo. “Si la cosa se complica y Horacio llega muy ajustado, no van a arriesgar, le van a decir que se corra, le buscarán un lugar en la Nación, pero no van a perder la Ciudad”, concluyeron.

 

Por lo pronto, para las legislativas del año próximo, la Rosada apuesta a que Lousteau sea el candidato único a diputado de Cambiemos en la Capital. Para llevar algo de tranquilidad a Rodríguez Larreta, uno de los pocos funcionarios de primera línea que la UCR tiene en el gobierno de Macri sostuvo en una reunión con periodistas que la cúpula del partido boina blanca no quiere saber nada con que el economista y la UCR porteña hagan rancho aparte en el distrito con respecto a la alianza nacional con el PRO.

 

Lo cierto es que nadie sabe qué va a hacer Lousteau. Así que a Rodríguez Larreta le queda ser paciente, no cometer errores y cruzar los dedos. O tocarse la cabeza. Algunos dicen que eso trae suerte.

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