Eduardo Valdés: “Siento que hay más viudos que enemigos de Cristina”

Entrevista al ex embajador argentino en el Vaticano: el rol del Papa, los liderazgos y el futuro del peronismo. “Tenemos que ser mucho más generosos”
Foto: Georgina García | Zoom
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“Siento más viudos de Cristina, que enemigos de Cristina. Ahora, eso lo que requiere es que Cristina los atienda. Porque a veces el viudo también necesita que le den un pésame”, asegura Eduardo Valdés. Histórico dirigente del peronismo porteño y ex embajador ante el Vaticano, Valdés habló con Zoom sobre el primer año de Cambiemos, los debates al interior de la oposición y el rol del Papa Francisco en la discusión por la ley de emergencia social. Según el diputado del Parlasur, “hay gente a la cual los analistas mediáticos los tienen como anticristinistas, pero cuando me junto a hablar con ellos me piden ‘por qué no me llevás a hablar con Cristina’”, aunque aclara: “no todo lo que es más cristinista que Cristina es lo que ayuda para juntar”. Dice que lo que se juega en 2017, al interior del peronismo, “son los liderazgos” y que es necesario “tener la inteligencia y la solidaridad necesarias para encontrarnos todos en una misma mesa y ampliar la cancha”. Con respecto a una posible candidatura de Florencio Randazzo, cree que si el ex ministro de Transporte quiere conducir el peronismo “que hable ahora, porque el pueblo está sufriendo ahora”. También asegura que hay muchos “tontos” que quieren llegar a un 2001 y que eso hay que evitarlo porque “los platos los pagan los humildes”. ”Hay mucho ultrista de un lado y del otro”. Cercano al Papa, Valdés estima que “va a ser mucho mejor el mundo post-Francisco, que el mundo de Francisco” y en relación a los recientes cruces entre Horacio Verbitsky, Clelia Isasmeni y Juan Grabois por su supuesto papel en la negociación por la ley de emergencia social, asegura: “no podemos llevarle las internas que tenemos acá para que él las dirima allá”.

 

Primer año de Macri. Cristina y el peronismo.
¿Qué balance hace de este primer año de Cambiemos?

Lo primero que me sale decir es: “se pusieron el país de sombrero”. Creo que por encima de todos los errores que hayamos cometido, nadie puede decir que al 10 de diciembre del año pasado el poder adquisitivo del salario no servía para vivir dignamente. Quizás se le ocurre decir a uno de los ideólogos, el profesor de economía de todos los que están gobernando, [Javier] González Fraga, que eso era una ficción. Él dijo eso: que nos habían hecho creer una ficción. Pero él no entiende qué es el peronismo. A nosotros no nos gustan las ficciones, nos gusta la realidad. Pero la realidad que nos gusta es que los de abajo vivan bien hoy, no dentro de cuarenta años. Creo que quizás manejamos mal nuestra comunicación, algo hicimos mal para que los beneficiarios de las políticas que llevamos adelante en los últimos doce años crean que lo consiguieron por su esfuerzo individual y no porque esto es un proceso colectivo donde las políticas del Estado permitieron, por ejemplo, que por primera vez generaciones de estudiantes universitarios en el primer cordón fueran hijos y nietos de gente que no había terminado el colegio primario ni secundario. Lo que creo hoy es que, como probaron esa vida digna, sin duda nos van a acompañar, si es que logramos encontrar una propuesta donde nos volvamos a unir lo que llegamos juntos al 23 de noviembre pasado. Creo que tenemos que tener la inteligencia y la solidaridad necesarias para encontrarnos todos en una misma mesa y encima ampliar la cancha.

 

Foto: Georgina García | Zoom
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¿Volver al 23 de noviembre implica volver al espíritu de la campaña para el ballotage? Porque el kirchnerismo no lo encaró igual que a la primera vuelta.

Creo que lo que vos estás hablando de la segunda vuelta fue la sublevación de los peronistas. Porque los kirchneristas estaban debatiendo si les gustaba Scioli, midiéndole el aceite. Y los peronistas se pusieron la campaña al hombro. Esto no significa que yo no sea… Para mí el gobierno de Néstor y Cristina ha sido el gobierno más revolucionario que pude ver, porque no pude ver el de Perón. Pero para mí no hay kirchnerismo sin peronismo. No puede haber peronismo sin kirchnerismo, ni kirchnerismo sin peronismo. No comparto lo que dice el Momo Venegas de que el kirchnerismo no es peronismo, pero tampoco comparto lo que plantean algunos sectores dentro del kirchnerismo de que kirchnerismo y peronismo no son lo mismo. Yo creo que peronismo, primero que nada, es voluntad popular, es mayorías nacionales. Y nadie me puede que en estos doce años no estuvieron expresadas las mayorías nacionales. Creo que vamos a volver, vamos a ganar las elecciones en el 2017 pero no porque seamos mejores sino porque éstos son peores. Recién entre el 2017 y el 2019 tendremos que encontrar una propuesta para mostrar que somos mejores y que vamos a alcanzar los valores que se necesitan para alzarse con una presidencial.

“Lo que pasó en la segunda vuelta fue la sublevación de los peronistas. Porque los kirchneristas estaban debatiendo si les gustaba Scioli, midiéndole el aceite. Y los peronistas se pusieron la campaña al hombro”

¿Cómo ve al peronismo hoy de cara a ese futuro electoral?

Mirá, creo que hoy, analizando la política, en el escenario hay tres actores. Por un lado está el presidente Macri, por otro lado está Sergio Massa y por otro lado está Cristina Fernández de Kirchner. Con todo el torpedeo mediático que tiene, cada vez que hacen encuestas -ellos, no nosotros-, les da que mide más Cristina Fernández de Kirchner. Entonces, yo no sé si Cristina va a ser o no candidata. Pero sí veo que ese espacio que se expresa allí es un espacio que ningún analista político puede obviar. Algunos están debatiendo si la meten presa o no, pero no porque tengan motivos, sino porque les molesta. Es como lo de Milagro Sala. Los organismos internacionales, ya sea Amnesty International, Human Rights Watch, las Naciones Unidas, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, todas dicen que es una detención arbitraria, que la tienen que dejar en libertad ya. Y uno lee acá ríos de tinta que justifican por qué no, aunque la frase más contundente haya sido la del senador Ernesto Sanz, que en un programa que se llamaba “Confesiones”, mirá vos cómo se llamaba, dijo: “yo sé que Milagro Sala está mal detenida pero era la única forma por la cual el gobernador Morales podía gobernar”. Es lo mismo. Nosotros tenemos todo para juntarnos. Y en esos tres espacios que te hablaba tenemos que ser mucho más generosos de lo que somos. No todo lo que es más cristinista que Cristina es lo que ayuda para juntar. Hay gente a la cual los analistas mediáticos los tienen como anticristinistas, pero cuando me junto a hablar con ellos me piden “por qué no me llevás a hablar con Cristina”. Siento más viudos de Cristina, que enemigos de Cristina. Ahora, eso lo que requiere es que Cristina me ayude un poco a que me atienda a los viudos. Porque a veces el viudo también necesita que le den un pésame. Son cuestiones humanas que me parece que sirven. Por ejemplo, para mí sería una enorme alegría que Hugo Moyano se pueda juntar a tomar un café con Cristina Fernández de Kirchner. Yo escuché en una película que se va a presentar en estos días, Quiero trabajo, donde Hugo dice que le encantaría tomar un café con Cristina Fernández de Kirchner. Yo creo que ese día tiemblan los muchachos. ¿Por qué no soñar que Roberto Lavagna se junte a tomar un café con Cristina Fernández de Kirchner?

 

¿Y esas divisiones internas no serían otra razón para entender por qué se perdió en 2015, más allá de los problemas comunicacionales?

Absolutamente. Hay mucho ultrista de un lado y del otro. Pero lo que no se dan cuenta los ultristas es que los platos los pagan los humildes. Porque ninguno de esos ultristas hoy está mal. Lo que está mal es el pueblo. Y nosotros trabajamos con el pueblo. Tenemos que tratar de que las heridas que están generadas hoy porque el salario no alcanza sean lo más fáciles de cicatrizar al momento en que volvamos al gobierno y no que sean heridas irreversibles, como en el 2001, que generó un sector que, por más políticas activas que lleves adelante, no los incorporabas a la sociedad nunca más. Ese fue el drama del 2001. Nunca más lo debemos repetir. Lo digo para algunos tontos que piensan que hay que llegar a un 2001. El 2001 lo sufren los humildes. Jamás tenemos que volver a un 2001. Ojalá nosotros podamos, con nuestra lucha, poder rectificar políticas. Mirá lo que pido. Algún día escuché que Macri decía ser desarrollista. ¡Espero que haga algo de Frondizi! ¡Espero que haga un gobierno desarrollista! Mirá lo que pido. Sin Plan Conintes, por supuesto.

 

Foto: Georgina García | Zoom
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Ciudad y Provincia
Decía que el año que viene el peronismo va a ganar. ¿Incluye en ese triunfo a la Ciudad de Buenos Aires?

Sin duda. Pero la diferencia que yo tengo con algunos compañeros en el distrito es que, para mí, la Ciudad de Buenos Aires no se salva sola. No se gana haciendo marketing de candidatos. La Ciudad se gana desde un proyecto nacional. Lo mismo pasa en la Provincia. Lo que se juega en 2017, al interior de nuestro espacio, son los liderazgos. El que quiera ser candidato a presidente en 2019 va a tener que haber revalidado su territorio. Yo hoy tengo mucha más expectativa de la que me tocó vivir en el ’83. En el ’83 tenía 27 años y tuve que esperar hasta el ’89. Ahora duran cuatro años los gobiernos, en aquel momento duraban seis. En aquel momento la reconstrucción del peronismo nos llevó cinco años, del 83 al 88, que fue la elección interna entre [Antonio] Cafiero y [Carlos] Menem. Del 83 al 88 el liderazgo que nos gustaba a nosotros, el social, porque el problema era social, era [Saúl] Ubaldini, era la CGT, los movimientos sociales. Que es donde nosotros nos recluimos cuando no gobernamos. Fijate vos que en la dictadura también, del ’76 al ’83 fueron las marchas de los 25, con Roberto Digón, que fueron los que nos formaron a nosotros, el 30 de marzo del ’82. En esos liderazgos nos recluimos. En el 83 tuvimos que esperar hasta el 88 a que se resuelva la interna política. Ahora el año que viene vamos a tener resuelto eso que en los ’80 tuvimos que esperar cinco años. Porque el año que viene se van a resolver los liderazgos políticos. En la Provincia de Buenos Aires. no en la Ciudad. Esa elección va a definir los liderazgos. Y a partir de ahí debemos encolumnarnos hacia el 2019, donde nuestra propuesta debe ser la más abarcativa.

“Hay mucho ultrista de un lado y del otro. Pero lo que no se dan cuenta los ultristas es que los platos los pagan los humildes. Porque ninguno de esos ultristas hoy está mal. Lo que está mal es el pueblo”

¿En la Provincia qué candidatos ve hoy con chances? ¿Cristina, Daniel Scioli, Florencio Randazzo?

Si Randazzo quiere conducir el país que hable ahora, porque el pueblo está sufriendo ahora. Yo quiero que se jueguen cuando el pueblo está sufriendo, no cuando el marketing electoral me diga. Lo respeto a Randazzo pero si quiere ser que juegue. Hay que salir. Yo lo tengo como un compañero pero hay que hablar ahora, no esperar a que un Durán Barba randazzista me diga cómo me tengo que posicionar y cuándo tengo que salir. Hay muchachos que se están jugando los petates ahora y se bancan un debate profundo, como está pasando con los que están de acuerdo con la emergencia social y con los que no están de acuerdo. Estamos discutiendo que la gente pueda pasar una Navidad dignamente. Entonces, ¿por qué los otros están guardados? ¿Por marketing? No, muchachos. No me gustan los especuladores electorales. A mí me gusta la gente que juega. El que quiera conducirme que pelee hoy. Que se arremangue hoy.

 

El Papa y la ley de emergencia social
Foto: Georgina García | Zoom
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¿Por qué hay tantas personas que se arrogan una relación especial, cercana con el Papa Francisco?

El Papa tiene relaciones múltiples. No me gusta ser de los que califican a los que dicen haber estado con él. Pasaba con otras personas, para no dar nombres, porque después se ofenden los católicos, dicen: “lo comparás con el otro”. Sí puedo decir que me tocó vivir en Roma y ver, con emoción, que muchos iban a buscar la palabra de Francisco. Una de las cosas más lindas que pasan en Roma es cuando los miércoles y los domingos van a escuchar al Papa jóvenes agnósticos, marxistas, trotskistas, cristianos de toda laya, católicos romanos, ortodoxos, judíos, musulmanes. Y no van a escuchar lo teológico, sino a ese Papa que dice que el trabajo es dignidad, que estamos en la tercera guerra y que la guerra no es guerra de religiones sino por dinero, y que de ese intento de hacer prevalecer el dinero por encima de todas las cosas salen los subterrorismos, como el narcotráfico o las peleas interreligiosas. Esos jóvenes, el día que les toque gobernar sus sociedades, van a valorar primero la dignidad del trabajo, darse cuenta lo que el Papa ya denunciaba en Aparecida respecto del libre comercio. Creo que lo que el Papa ha dicho en Santa Cruz de la Sierra o lo que acaba de decir hace un mes en la última cumbre de los movimientos populares, más lo que dice en la Laudato Sí, que tiene que ver con la convivencia en las ciudades, van a ser las doctrinas por la cual van a luchar nuestros jóvenes. Va a ser mucho mejor el mundo post-Francisco, que el mundo de Francisco. Está sembrando.

«Yo lo tengo como un compañero a Randazzo pero hay que hablar ahora, no esperar a que un Durán Barba randazzista me diga cómo me tengo que posicionar y cuándo tengo que salir»

Pero en el plano nacional y político su figura estuvo durante estos días en el centro del debate político, tironeado de varios lados. Primero, Horacio Verbitsky, en Página/12, lo señaló como la mano detrás de las negociaciones por la ley de emergencia social. Luego, Clelia Isasmeni lo desmintió diciendo que el Papa le había dicho que el acuerdo era una “limosna” y que él no podía decirles que firmen. Y finalmente Juan Grabois salió a decir que también había hablado con él pero le dijo lo contrario, que el acuerdo era muy bueno.

Muchos lo ven a Francisco. Él no le cierra la puerta a nadie. Ni a los que piensan como yo, ni a los que no piensan como yo. Lo que sí te puedo garantizar, dentro del mundo laico, es que Gustavo Vera, que Juan Grabois, que [Enrique] Palmeiro y [José María] del Corral, y que Alicia Barrios son amigos del Papa. Que lo van a ver. Que Clelia Isasmendi es amiga, me consta. Ahora, lo que me parece es que nosotros no le podemos llevar al Papa las internas que tenemos acá para que él las dirima allá. Me consta lo cercano que está Francisco a Juan Grabois y a los movimientos sociales. Francisco acompaña la lucha de los movimientos sociales cuando la dirigencia sindical los miraba de reojo, y lo puedo decir porque [Juan Carlos] Schmid hizo la autocrítica los otros días. Bergoglio los institucionaliza con sus famosas misas en Constitución, donde estaban Vera, Grabois y los trabajadores que hoy se encuadran en la CTEP. Yo no soy amigo de Francisco. Me encantaría tener la relación que tienen Vera, Grabois, Alicia Barrios, Clelia Isasmendi. Lo que no estoy de acuerdo es que los amigos de Francisco se presten a aparecer divididos en lo mediático. No le hacen bien

 

¿Cómo vio la discusión por la emergencia social al interior del kirchenrismo, con la tensión entre La Cámpora y el Movimiento Evita?

Con dolor. Porque creo que tanto La Cámpora como el Evita son indispensables para construir la victoria de la que te hablé antes. No voy a escatimar un minuto de mi vida para lograr sentarlos en el mismo lugar, porque yo aprendí de ellos. Ellos me condujeron en los últimos ocho años. Creo que son peleas de gente que se quiere mucho. Es como cuando en una familia se pelean dos hermanos. Siento eso. Y a mí en la pelea esa no me van a encontrar poniendo un solo de gramo de petardo. Me van a encontrar buscándolos a cada uno para que se junten. No me gusta cuando uno de esos hermanos dice una cosa y el otro le responde otra cosa. Me duele. No me gusta lo que algunos de La Cámpora le endilgan al Evita, como tampoco me gustó que el Chino Navarro dijera que estaba viendo una película el día que habló Cristina en C5N con [Roberto] Navarro. Me parece que eso es anecdótico pero genera heridas, que después se van haciendo más fuertes. Puedo equivocarme en cómo darle más derechos a los trabajadores informales. Hay un debate planteado. Pero no soy el dueño de la verdad. En el medio les tengo que dar de comer. Entonces, muchachos, ayúdenme a que coma la gente y después seguimos debatiendo. Porque los debates no tienen el tiempo de la necesidad urgente fisiológica. Hay que llenar la heladera. Somos peronistas, para eso estamos. ¿Por qué siento lo que te decía antes del 2017? Este año hubo muchas movilizaciones. La del 24 de marzo, la de las tres CGT y las dos CTA, San Cayetano. Todas con mucha gente. Y acá estamos hablando de las peleas intestinas de nuestros grupos, de las peleas de los dirigentes, pero las bases de esos mismos grupos van a las marchas del pueblo. Entonces, lo que yo les pido a esos dirigentes es que hagan lo que hacen sus bases, que se dejen de joder y que no nos peleemos más en público y busquemos qué es lo que nos une y no lo que nos divide.

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