Por Sergio Israel, gentileza Semanario Brecha, especial para Causa Popular.- El andar sinuoso del gobierno en materia de comunicación no hizo una excepción con su nuevo socio, Venezuela. Los caribeños suelen tener fama de poco formales, impuntuales y hasta de holgazanes. Sin embargo, y al menos en el caso del proyecto de televisión Telesur, este estereotipo tan difundido no se aplica. Por el contrario: mientras la parte venezolana actuó con efectividad casi anglosajona, fueron los ritmos y las indecisiones uruguayas los que se convirtieron en un verdadero palo en la rueda.
Aunque hipótesis no faltan, nadie ha sabido explicar cabalmente por qué más de un año después de que Uruguay se comprometiera a participar como socio de Venezuela, Cuba y Argentina en el canal satelital Telesur, la parte nacional casi no ha avanzado ni un milímetro.
El ministro de Educación y Cultura Jorge Brovetto tuvo hasta ahora, al menos formalmente, la llave del inexpugnable cajón donde ha estado sesteando el acuerdo firmado por los presidentes.
Sólo después que la oposición blanca llamara la atención sobre el hecho de que un convenio con otro país necesita aprobación parlamentaria, y que empezara a ganar terreno la especulación de que el gobierno no tenía intenciones reales de tomar parte de la empresa, el expediente ganó cierta agilidad en vísperas del viaje de Tabaré Vázquez a Caracas. El lunes 6 lo trató el Consejo de Ministros y el proyecto de ley va camino al Parlamento.
– “MI QUERIDO AMIGO HUGO.” Durante su segundo día como presidente, Vázquez recibió a su par venezolano Hugo Chávez en el Edificio Independencia. Quizás entusiasmado por el momento histórico que se estaba viviendo, por la oferta de petróleo barato que Uruguay pagará en parte en especies, y en general por las posibilidades de integración que se abrían para el país, Vázquez no sólo propuso dejar de lado el protocolo y trató públicamente a Chávez de “mi querido amigo Hugo” sino que se comprometió a participar en lo que muchos, simplificando, llamaron la cnn latinoamericana.
Pero a medida que fueron pasando los días, los noveles gobernantes uruguayos se habrían dado cuenta de que una cosa es hablar de la unidad latinoamericana en los discursos, y otra muy distinta tomar decisiones en el aquí y ahora, cuando el principal socio comercial del país, Estados Unidos, tiene a Chávez y a Fidel en los primeros lugares de su lista negra.
El proyecto Telesur, que sus críticos llaman Telechávez, puede ser visto al menos desde tres ópticas: la comunicacional, la político-económica y la ideológica.
Si se pudiera echar una mirada exclusivamente técnica, la dilatoria del gobierno uruguayo no resistiría muchas críticas. Proponer una alternativa a la distribución vertical de productos audiovisuales que llegan del norte es visto -entre otros por los realizadores uruguayos- como un beneficio.
Se trata de acceder a producciones de otros países del continente y a su vez encontrar pantalla para la industria audiovisual local. En definitiva: democratizar la comunicación y mejorar la cultura.
Los matices en el plano político y el peso económico de cada país, sin embargo, juegan. Las relaciones entre Uruguay y Venezuela han logrado avances a fuerza de petrodólares, aunque con beneficios mutuos: a la inversión venezolana en el proyecto sucroalcoholero en Bella Unión hay que sumar la mencionada venta de crudo en condiciones ventajosas, la reversión de los malos negocios de ancap en Argentina, la capitalización de cofac y probablemente algún tipo de negocios con Pluna. Venezuela comenzó el proceso de integración al Mercosur, aunque el propio acuerdo regional no pasa por un buen momento.
Sin conocer la programación de Telesur, unos cuantos integrantes del gobierno tienen ya sus propios prejuicios. La cultura política uruguaya, dicen, está bastante distante de la venezolana y ni que hablar de la cubana. Respecto a la Argentina de Néstor Kirchner -pasta de celulosa mediante- no se está en el mejor momento para emprendimientos integradores, sostienen.
Todas estas cuestiones, sin embargo, no deberían llevar necesariamente a la conclusión de que participar como socio (con un 10 por ciento) en Telesur es para Uruguay algo así como entrar en un corral de ramas del cual resultará difícil salir bien parado.
– Interrogantes, no obstante, hay unas cuantas: ¿Podrán convivir sin traumas la concepción de los programadores uruguayos con la de los venezolanos, cubanos, argentinos y de otros países? ¿Cómo se resolverán las diferencias en torno a la libertad de prensa que existen de hecho entre los países socios?
Cuando Vázquez se enfrentó a periodistas colombianos que le preguntaron sobre la inclusión del mítico guerrillero de las farc, Tirofijo, en la emisión de apertura del canal, el presidente uruguayo atinó a deslizar declaraciones genéricas contra el terrorismo.
Los directivos de Telesur, entre los que se encuentra el uruguayo Aram Aharonián, radicado en Caracas desde hace años, han insistido en que si bien se trata de aportar una óptica informativa desde el sur, el canal apuesta a la pluralidad y no a ser simple correa de trasmisión gubernamental.
“Chávez estará en el aire cuando sea noticia”, se defendió Aharonián de la clásica sospecha de falta de profesionalidad en cualquier emisora estatal. El famoso y polémico programa Aló presidente de Chávez, sin embargo, no falta en la grilla, aunque los uruguayos, hasta ahora, sólo lo vean en la representación de la murga Agarrate Catalina.
– EN EL FREEZER. El gobierno uruguayo pareció elegir el camino de la oscuridad. En lugar de afrontar el problema, optó por colocar el asunto en el freezer. El subsecretario de Educación y Cultura, Felipe Michelini, dijo a BRECHA que la demora se debe simplemente a los tiempos uruguayos. Meses antes el ministro Brovetto había alegado razones de tipo económico: el millón de dólares de capital inicial que Uruguay debía colocar en la nueva empresa hacía falta para relanzar la televisión nacional. Al comienzo de su gestión Aharonián tuvo palabras duras con respecto a la directora de Televisión Nacional, Sonia Breccia, a quien calificó de “autista” porque jamás le contestó las llamadas.
Este y otros cortocircuitos llevaron a que Telesur saliera al aire a mediados de 2005 sin la anunciada participación uruguaya. Recién en las últimas semanas Canal 5 destinó un espacio permanente (de lunes a viernes a las 12) para retrasmitir parte de la programación que llega desde Caracas.
No obstante, la idea inicial era que Uruguay realizara un aporte de 20 horas mensuales de contenido, formación de recursos humanos, enlace satelital, financiamiento de la corresponsalía en Montevideo y distribución local de la señal de Telesur.
Una de las explicaciones que se dan desde el gobierno para la tardía reacción es que se debía estar preparado para la batalla parlamentaria, porque la “ofensiva de la derecha” en el tema no se haría esperar. En Caracas, sin embargo, no se entiende demasiado cómo contando con mayorías parlamentarias, el gobierno de Vázquez no procesó el asunto con mayor celeridad.
Hasta que una reunión de Vázquez y Chávez, que tendría lugar el miércoles 15 en Caracas, demuestre lo contrario, en Telesur se parte de la base de que no existe voluntad política del gobierno uruguayo para avanzar en este aspecto de la integración. Una alta fuente de Telesur dijo a BRECHA que “ha sido una sorpresa la falta de celeridad y el desinterés manifestado por las autoridades uruguayas, y también un desencanto por el hecho de que se había elegido a Uruguay como socio primario de este estratégico proyecto de integración”.
Todo indica que al gobierno uruguayo le espera un arduo trabajo no sólo en el frente venezolano, sino en el de la comunicación en general.