Por DPA-REUTERS
Tres Hermanos, Humala: Ollanta, Ulises y Antauro marcan la campaña. Los dos primeros son presidenciables.
El apellido Humala marcó el inicio y el término del año político 2005 en el Perú.
En la foto: Ollanta Humala, candidato presidencial
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Los hermanos, Ollanta (quien lideró sin éxito en el 2000 una rebelión militar contra el entonces presidente Alberto Fujimori) y Antauro Humala, ambos militares en retiro, acapararon la atención pública con acciones y discursos nacionalistas; y ahora confrontados, son candidatos a la Presidencia de la República y al Congreso.
Pero, como si dos Humala no fueran suficientes, un tercer hermano, Ulises, economista que ingresó a la contienda política, es el candidato a la Presidencia por Avanza País, partido de postura indigenista que lidera Antauro.
El 1 de enero del 2005, los peruanos recibieron el nuevo año con la noticia de que 150 rebeldes comandados por el mayor del Ejército en retiro, Antauro Humala, tomaron la comandancia policial de la empobrecida ciudad de Andahuaylas (en la sierra peruana), para exigir la renuncia del presidente Alejandro Toledo.
La acción cobró la vida de cuatro policías y terminó tres días después con la rendición del líder ultranacionalista, actualmente preso en un penal de Lima, a la espera de un juicio por el que podría ser condenado a 35 años de cárcel.
El teniente coronel en retiro Ollanta Humala aparecía entonces como el principal referente del Movimiento Etnocacerista -grupo al que se le atribuye un perfil fascista-, dirigido por su hermano Antauro. Pero marcó distancia con la agrupación tras el descrédito que ganó la acción armada.
Esta semana el diario limeño La República informó que Antauro envió una misiva a su hermano Ollanta Humala, en la que afirma que “sintiéndome traicionado, he optado por reencausar la opción etnocacerista con Avanza País”, anunciando además su postulación al Congreso desde prisión.
Ollanta encabeza con el 21,7% la intención de voto con miras a los comicios presidenciales del 9 de abril del 2006, por el Partido Nacionalista Unión por el Perú, según una encuesta de la firma Idice difundida por diario El Comercio, y superando a la líder del partido conservador Unidad Nacional, Lourdes Flores, que tiene el 21,2%.
Por el contrario, la consultora Datum dio ayer a Flores un 26%, por sobre Humala, que logró 23%, destacando que el ex militar crece día a día.
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– Apristas frente al probable triunfo de Ollanta Humala
Por Marco Flores Villanueva .- redvoltaire
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Un fantasma recorre el Congreso (con solo 6% de aprobación ciudadana), las grandes casas de verano de los parlamentarios y sus planillas acaudaladas. El fantasma se llama Ollanta Humala. Acaba de capturar el segundo puesto en la intención de voto y todo parece indicar que a estas alturas de la contienda electoral Ollanta ya estaría liderando las encuestas que, entiendo, todavía no han registrado el voto rural, presumiblemente favorable mayoritariamente a Humala.
Personalmente, y empiezo así este artículo sui generis, creo que Ollanta Humala podría ganar las elecciones. Se ha dicho que está liderando tempranamente las encuestas, que podría caerse por la volatibilidad de las preferencias ciudadanas. Pero ocurre que la intención de voto hacia Humala está migrando de las canteras de Lourdes Flores, votos que difícilmente pasarán a favorecer, por ejemplo, a García.
También sucede que Humala hace tiempo que acaparó con su discurso el electorado “nacionalista” que ahora pretende captar García, de espaldas contra la pared luego que los empresarios lo rechazaron abiertamente, y a veces con sorna, en el último CADE. Y tampoco nos imaginamos a los neoacciopulistas de Paniagua, comprometidos por las circunstancias de un probable triunfo de Humala, doblando el brazo por García.
Evidentemente lo harán por Lourdes Flores pero, otra vez, no por el candidato “natural” del aprismo light. Y en cuanto al voto fujimorista, su dispersión es de fácil pronóstico: el fujimorismo empresarial y el socialmente acomodado votará por Lourdes Flores y el fujimorismo popular por Ollanta Humala. Ninguno de los dos lo hará por García, que representa para ellos o la continuidad de la clase política tradicional o la antípoda de su líder Alberto Fujimori, confinado en Chile y casi un cadáver político.
A todo ello hay que añadir cierto sector del aprismo radical descontento por la situación que vive el partido a su interior. Ellos votarán por Humala, no me cabe la menor duda. No lo dicen (algunos sí) pero secretamente planean hacerlo. Yo que soy aprista y mis padres que también lo son y por muchísimos años, no votaremos por Humala, pero tampoco lo haremos por Alan García, y esos son otros votos perdidos por el candidato “natural” de un aprismo que se negó, en todos los tonos, a renovarse y que hoy convive con la inmoralidad implantada por la clase política tradicional a la que pertenecen.
Y también está, no podemos olvidarlo porque es histórico, el odio al APRA, o el más reciente odio que es el que le profesan millones de peruanos a García, el candidato con mayores resistencias entre los presidenciables, otra realidad que será dificil de superar especialmente con la credibilidad de que goza García, literalmente por los suelos.
Aquí parece existir dos escenarios posibles luego de las elecciones del 9 de abril. El primero y más predecible es dos primeras mayorías cuyo orden, primero o segundo, no me atrevo a adelantar: Lourdes Flores y Ollanta Humala. Políticamente este escenario producirá una hecatombe al interior del APRA y la forzosa renovación de sus cuadros dirigenciales, incluidos, claro está, la remoción de Alan García y Jorge del Castillo.
Este escenario apocalíptico también producirá forzadas alianzas en la clase política nacional de cara a una segunda vuelta con Ollanta Humala. Dirán, claro está, que lo hacen para “salvar al Perú”, pero todos sabemos, especialmente los pobres del país, del centro y del sur, así como del Perú rural, que lo único que desearán salvar es el poder que tienen para vivir parasitariamente y engordando sus bolsillos.
Será pues para muchos peruanos, muy en particular para los olvidados que son la gran mayoría de la nación, algo así como “la lucha final entre el bien y el mal” (¿necesito identificar quién representa a cada sector?).
También será -pese al miedo que despierta Humala entre algunos sectores de la población citadina del país, pero que no comulgan con la clase política-, la oportunidad de oro e inmejorable para de una buena vez “bajar la palanca del inodoro” (¿acaso esta oportunidad no es una tentación para millones de peruanos que detestan a sus políticos?).
En todo caso pienso que Humala podría triunfar en ese escenario. Lo que pase después con el Perú será realmente problema de los que en todos los tonos me han dicho y redicho que ellos viven en el país y que son los únicos con derecho a hacer y deshacer de él. ¡Sea pues!
La otra posibilidad es un final García-Humala. Aquí si veo a la clase empresarial votando “antimperialistamente” por el APRA y posiblemente la conversión acelerada de la derecha socialmente acomodada en jacobinos. El resto votará por Humala porque otra vez se reproducirá el escenario apocalíptico de una alianza de la clase política tradicional contra el “candidato del Diablo”.
Lo que pase al interior del aprismo con un García segundo en las preferencias electorales es de difícil pronóstico. Algunos dirán que García es todavía una opción, especialmente si se cae Humala del sillón presidencial. Otros dirán que sigue siendo el candidato “natural”. Pero lo que si está claro es que con un García tercero la hecatombe al interior del APRA está asegurada.
Y otra vez, lo que ocurra en el país, luego del triunfo de Humala, será, como no, de exclusiva responsabilidad de su pueblo, especialmente del pueblo aprista que el último domingo ha ofrecido el ridículo y patético espectáculo de ofertar políticos trajinados, trasnochados y hartamente quemados como candidatos a un Congreso que estructuralmente no quieren cambiar a pesar de la urgente necesidad de transformar el poder político en el país (como el ascenso de Humala lo prueba).
Y lo más triste del caso es que en esa “oferta” sucia e indecente han participado apristas que se decían “luchar por la renovación del aprismo”. Dejaron de lado principios e ideales para sumarse rabonamente a la compra-venta de voluntades en un mercado político que dicen impugnar, rechazar, pero en el que realmente se regodean por razones inconfesables.
Por ello el 10 de abril, y si mis predicciones no fallan (si fallan, total estoy aquí en Boston, como reiteradamente repiten mis enemigos geográficamente “bien ubicados” en el epicentro de la noticia y la realidad peruana, y seré inmune a un gobierno de Lourdes Flores o a una nueva administración desastrosa de García, gracias a Dios), deberá iniciarse en el APRA la renovación de todos sus cuadros.
Por favor, cuando lo hagan recuerden a toda la podredumbre que participó en las elecciones internas apoyando a una clase política que juraron combatir. ¡Y que Dios los coja confesados (y con pasaportes en mano)! ¡Amén