Antes conocida por sus piletas populares y su agua surgente, La Salada es hoy el mercado mayorista y minorista de textiles, chucherías, DVDs y calzado más grande del país, la Ciudad del Este local. Son 20 hectáreas en el partido de Lomas de Zamora. Sus miles de puestos distribuidos en tres ferias (Ocean, Punta Mogotes y Urukupiña) comercializan, según los expertos, no menos de 1200 millones de pesos anuales y son visitados por 50 mil personas diarias a pocos metros de un arroyo contaminado y una vía de tren, ramal del Belgrano Sur, que se desaloja ante la llegada de cada convoy.
Pero no solo se comercializa ropa confeccionada en talleres clandestinos: el narcotráfico y el lavado de dinero, a cargo de algunos peruanos que también se mueven en la villa 1-11-14, no le es ajeno.
El contacto con las villas miseria tiene relación con la conversión del trabajo servil de marginal a central en los 90: allí conseguían mano de obra barata. Luego de que se estrenara la modalidad de la clausura por falta de habilitación del gobierno de la ciudad de Buenos Aires (los muertos en la calle Luis Viale, después de República Cromañón) los talleres están emigrando a la tierra de nadie del Gran Buenos Aires desde barrios capitalinos por donde se extendieron como peste por el costo relativamente menor de viviendas antiguas y demoliciones convertidas en calabozos: Flores Sur, Patricios, Pompeya, Paternal, Soldati, Mataderos, Constitución, etc.
Según datos de la secretaría de Energía, la electricidad consumida en las villas de Quilmes, cerca de La Salada, se ha incrementado un 33% en los últimos meses, contra una media urbana de 7%.
Un intento de la municipalidad de Lomas de Zamora por blanquearla, en septiembre de 2004, terminó con la vida del feriante Fortunato Quispe. Desde entonces, muchos puesteros pagan 25 pesos por mes en concepto de Ingresos Brutos en dos de las ferias, y con eso pueden dormir tranquilos. El alquiler de los puestos, atendido durante las 24 horas, llega a 200 pesos diarios y nadie revela quiénes son los dueños. Se habla de mafias con contactos políticos y policiales, tipos muy pesados.
Los compradores constituyen una pequeña torre de Babel sudamericana: desde amas de casa de clase media porteña hasta provincianos de toda la geografía nacional y naturales de países limítrofes. Llegan a través de un nutrido grupo de micros y combis que no están registrados en ningún organismo oficial, a lo que se le debe sumar unos 5 mil changarines peruanos, chilenos, bolivianos y paraguayos que cobran por bulto.
La diversidad de origen fue una de las cortinas de humo que se levantó luego de lo de Luis Viale: explotación de unas nacionalidades sobre otras, un macanazo. Sí hay complicidad de los consulados (como por ejemplo el de Bolivia, designado por Sánchez de Lozada, que acumula varias denuncias por reducción a servidumbre), de Migraciones, de la policía, y de todos los que, conociendo la situación, vivieron de ella.