La Plata: la ciudad del medio pelo

Con motivo de la reciente conformación de la Agrupación Compañeros en la capital de la provincia de Buenos Aires, algunas reflexiones preliminares para pensar la ciudad donde nació Cristina, donde se conoció con Néstor y estudiaron juntos, y que merece ser recuperada para el proyecto nacional, popular y democrático, no solo electoralmente, sino como cuna de militancia, ciencia y cultura.

En la ciudad del medio pelo

La clase media está en una crisis profunda, sistémica. No encuentra su lugar en el mundo, en esta nueva Argentina que se viene, la del debate de ideas, el compromiso, y la revalorización de la militancia.

Por eso prefiere negarse a sí misma. No hay correlato entre lo que piensa y lo que es. Beneficiada por las políticas sociales y el modelo económico del proyecto Nacional y Popular que encabeza la Presidenta Cristina, le dieron la espalda en las últimas elecciones presidenciales. Poco les importó que Cristina sea platense, y lejos estuvieron en encontrar en ella motivos de orgullo.

Cristina debería ser el emblema de la ciudad. Un ejemplo a seguir, como militante, como mujer, como intelectualmente brillante, luego de Néstor Kirchner, la segunda egresada de la Universidad Nacional de La Plata en ocupar la Presidencia de la Nación.

De la generación del ’80 a la generación X

Nuestra ciudad fue emblema de la generación del ’80, aunque criticable en muchos aspectos, el espíritu de los que pensaron a la capital de la provincia, teñidos por el positivismo, y en gran medida los prejuicios sociales, tuvieron un proyecto, el cual, lejos de evolucionar, y adaptarse a lo que hoy podríamos llamar una ciudad moderna, se estancó, para dejar de lado los elementos positivos y quedarse con los prejuicios.

La ciudad de La Plata le da la espalda a su rica historia de progreso y pensamiento critico y se pone de frente al oscurantismo y conservadurismo de Monseñor Héctor Aguer.

Esta ciudad le da la espalda a la investigación científica y la innovación tecnológica que le dio vida y la puso en el mapa. En la ciudad que mereció la visita de Albert Einstein, los científicos locales están en resistencia, y la Universidad pública se debate entre seguir encerrada en banalidades academicistas o pensar en justificar su existencia en función de los intereses populares.

Los empresarios, lejos de poner el capital en función del trabajo, o al menos tener proyectos productivistas, prefieren abocarse a la función especulativa, o a lo sumo, abocarse a ser broker inmobiliarios. ¿Alguien sabe de alguna empresa que trascienda los límites de la ciudad y no solo a través de transferencias bancarias internacionales?

¿Pero en qué está pensando la ciudadanía platense, que se muestra tan elitista y que hincha el pecho a la hora de criticar al Gobierno Nacional? En los trapitos, en cambiar el coche, o en donde va a irse de vacaciones. Y claro, poco aportan los concentrados medios locales.

La ciudad que supo ser el faro del interior de la provincia, se convirtió en el patio trasero de la Capital Federal, pero la Capital del PRO, aprende lo peor de la tilinguería: es inculta, mediocre, pasatista, ¿qué es lo que le ven de bueno a la decadente oligarquía porteña? Ya ni siquiera disfrutan del Louvre, sino de los shopping de Miami, ya no leen a los clásicos, prefieren a Marcos Aguinis.

Podemos engañarlos para buscar su voto, pero propongo desafiarlos. A la clase media hay que pincharla, provocarla, no venderle un proyecto de fácil digestión, acá la compran con un slogan. Son el exponente de una generación formada en el individualismo más necio y berreta.

Cambió el país, ahora cambiemos la ciudad

No todo está perdido ni mucho menos, la ciudad de La Plata, como uno de los grandes centros urbanos, conformado principalmente por clase media, debe cambiar. Porque nuestro proyecto no está cimentado en promesas o falsedades, el Proyecto Nacional, Popular y Democrático le ha devuelto la esperanza en la política a miles de argentinos, porque la recuperación de nuestros derechos ha sido el camino.

Nuestra ciudad debe comprender esto, porque es la sociedad la que debe buscar cambiar la ciudad. Una ciudad privilegiada, con altos niveles de formación, con una universidad nacional, la ciudad de la ciencia, de la juventud, de grandes luchas obreras, sociales y estudiantiles, de grandes personalidades del deporte, la cultura y la política, pero que sin embargo, se ha sumido en la cultura de la desesperanza, la cultura del “no se puede”, el pensamiento dominante, el que imprimen los grandes medios de comunicación.

Nuestra sociedad es víctima de las mentiras de la llamada opinión pública, de ese concepto de Karl Marx de que “las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes de cada época”.

El proyecto nacional viene rompiendo el cerco informativo, pero fundamentalmente, son los líderes de opinión en cada lugar de trabajo, en cada fábrica, en cada oficina, en las universidades, y ahora más que nunca en las escuelas, donde se comienza a dar vuelta el discurso de las clases dominantes, que tan cómodo le sienta a la clase media platense.

La militancia, orgullo platense

En este recorrido, no podemos olvidarnos de la militancia, un verdadero motor para el progreso de nuestra ciudad, que se viene poniendo, desde hace décadas, la patria al hombro. La ciudad de Hebe y Estela, de Néstor y Cristina, en la que John William Cooke y Rodolfo Walsh vivieron separados por una diagonal. Hoy nuestra ciudad tiene el privilegio de contar con militantes de todas las generaciones, que se vienen juntando gracias a este proyecto en marcha.

La experiencia de los que lucharon en la Resistencia Peronista, la generación combativa de los ’70, los del ’80 que se formaron con la vuelta a la democracia y la participación en la política, y los que luchamos contra el hambre, la desocupación y la represión en los ’90. Los que militan desde la pobreza y luchan desde la clase trabajadora.

Militancia que viene creando en los barrios centros culturales, cooperativas de trabajo, proyectos productivos, medios de comunicación populares, centros de formación.

Militancia que ha recuperado en estas últimas elecciones universitarias, para los estudiantes y el pensamiento nacional, tres nuevos centros, sumando un total de siete.

Hay todavía mucho por lo que luchar. La Plata tiene grandes beneficios, por ser la ciudad capital de la provincia tenemos hospitales e infraestructura, pero ha quedado relegada a comparación del resto de la provincia, donde gestiones más eficientes vienen generando una verdadera transformación y progreso con la obra publica y los programas nacionales.

Barrios olvidados en los márgenes, sin política de salud ni ambiental, una policía corrupta que maneja el narcotráfico y la delincuencia en vez de combatirlo, una niñez y adolescencia desprotegidas, utilizados como chivo expiatorio mediático para “zafar” de resolver el problema de fondo, ya sea el de la falta de oportunidades o la delincuencia.

Queremos una ciudad que construya una identidad propia, colectiva, que reconozca los verdaderos valores, que mire su rica historia para proyectarse al futuro, que recuerde a los que dieron su vida por la Argentina, luchando y trabajando, y que no siempre son reconocidos.

Pero fundamentalmente, en nuestro presente, para volver a ser una gran ciudad, debemos reconocernos en esa gran mujer que es Cristina Fernández de Kirchner, una platense que cambió el país, y que ahora nos toca recuperar, repatriarla a su pago chico, plasmar el proyecto nacional que ella encabeza, para retribuirle a su ciudad, nuestra ciudad, todo lo que le dio ella a la nación.

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