La historia de un olvidado

Reseña de Krmpotic, de Carlos Mackevicius. Andanzas y padeceres de un revolucionario tardío.
Por Tomás V. Richards

Sin lugar a dudas la violencia, como herramienta política, atraviesa toda nuestra historia como nación. Desde antes del proceso independentista hasta el reciente y fallido atentado contra la tumba de Ramón Falcón, empuñar armas, las que fuesen, constituyó una vía probable, tanto para agrupaciones de mayor o menor envergadura como para “lobos solitarios”, hacia la consecución de objetivos de carácter material o simbólico. Individuos como Simón Radowitsky, Di Giovanni o Mate Cosido, pero también colectivos de todas las tendencias como la Alianza Libertadora Nacionalista, Tacuara, las FAP o las organizaciones armadas que monopolizaron la acción en los 70, todos tuvieron su página escrita en la historiografía argentina a fuerza de puños y pistolas.

Había, sin embargo, un olvidado. Carlos Mackevicius acaba de publicar el libro Krmpotic (Ediciones Paco 2019. 163 páginas).

Adrián Krmpotic nació en la ciudad de Buenos Aires en 1966. Después de un paso breve por el PRT de la post dictadura, funda en 1990 la Organización Revolucionaria del Pueblo. En 1996, en su hecho más recordado, la organización trató de secuestrar al comisario de la Bonaerense Jorge Bergés, médico responsable de las torturas y los partos a las prisioneras embarazadas en los chupaderos del sur del Gran Buenos Aires, con el objetivo de intercambiar su libertad por información acerca del paradero de alguno de los niños apropiados durante la dictadura cívico-militar. Sin embargo la acción fue fallida y Krmpotic pagó por ella con casi diez años de cárcel.

El destino de la ORP fue la marginación y el descrédito de la mayoría del arco político, ya en proceso de adaptación al nuevo consenso democrático liberal bajo el paraguas de Washington.

El libro de Carlos Mackevicius rescata del olvido este párrafo de las luchas políticas argentinas y lo encastra a fuerza de testimonio en la memoria del traumático paso de nuestro pueblo desde el horror de los centros clandestinos de detención hacia el, en muchos aspectos, no menos injusto régimen de democracia de mercado que hoy pervive.

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