El ruido y la furia: el fin del relato M

El derrumbe del gobierno macrista representa, también, el fracaso de un proyecto de clase que pretendió modificar la matriz cultural y política de la Argentina. El odio como insumo de subsistencia y la política como antídoto contra la rabia.

«La vida es una sombra… Una historia contada por un idiota, llena de ruido y furia, que nada significa” Macbeth. William Shakespeare

“En este mundo traidor / nada es verdad ni mentira / todo es según el color / del cristal con que se mira” Ramón de Campoamor (1817-1901)

Mucho se ha escrito y se escribirá en el futuro sobre esta etapa histórica que nos toca vivir. El periodo macrista y su fracaso dejará muchas enseñanzas para la construcción de una Argentina futura.

 

Seguramente los que escriban la historia liberal culparán de este fracaso a la inoperancia y el fracaso de sus dirigentes. Seguramente, como ya ocurre, se cargaran las espaldas de Macri, de Peña o Duran Barba, tal como se culpó a De La Rua en 2001. No es que las personas que encarnan los procesos políticos no sean responsables de su éxito o fracaso, pero en estos casos se hace para negar un hecho real, una vez más la derecha argentina muestra su incapacidad para generar un proyecto de país que pueda incluir a 45 millones de argentinos. También las recetas económicas neoliberales, monetaristas, adscriptas al Consenso de Washington, mostraron una vez más su inviabilidad histórica. Siempre estas políticas nos han conducido a callejones sin salida, crisis políticas y económicas, con altos endeudamientos, empobrecimiento de la población, desindustrialización y primarización de la producción, inflación, recesión y una brutal crisis externa provocada por la abultada deuda externa, la fuga de capitales y el default como una espada de Damocles sobre todos los argentinos.

 

La construcción de un relato

La prensa militante en su campaña contra el gobierno de CFK, instaló el slogan del “relato K”. Mauricio Macri uso mucho este concepto de irrealidad de los logros de los 12 años de gobierno del matrimonio Kirchner.

 

Si entendemos, parafraseando a Nietzsche, “que no hay hechos, sino que hay relatos de los hechos”. O simplificando, que los hechos son relativos y dependen de la visión subjetiva del espectador. Así cada espectador construirá su relato sobre un mismo hecho. Este relativismo no es nuevo en la cultura occidental moderna, también el texto del epígrafe hace referencia a la subjetividad. Así el relativismo sostiene que los puntos de vista no tienen verdad ni validez universal, sino que solo poseen una validez subjetiva encuadrada en los diferentes marcos de referencia.

 

La política es la construcción de un relato colectivo, que nos explique el pasado, podamos entender los hechos del presente y nos proyecte al futuro. Que ese relato logre ser hegemónico, que se convierta en el “sentido común” de esa sociedad.

 

La política puede entenderse como la confrontación de relatos, es decir la lucha por la apropiación del sentido de las palabras, la apropiación del sentido común, y sobre todo de la subjetividad de las personas.

 

En ese sentido el macrismo construyó un relato basado en un concepto “nuevo”: la post verdad. ¿Que es la post verdad? La mentira lisa y llana, usada como herramienta política.

 

La post verdad es un fenómeno peligroso porque es la propaganda basada en la falsedad y la mentira. Hay una voluntad de manipulación de la opinión pública en la que se presenta como verdadero algo que, a sabiendas, es falso y, encima, se justifica el engaño como un recurso más de la lucha política.

 

Es cierto que el macrismo se enancó en “valores”, que forman parte de la subjetividad de una parte importante de la población y la llevó a limites extremos: el individualismo, el sálvese quien pueda, la meritocracia, un darwinismo social y una categoría nueva para la sociedad argentina, la lógica de ganadores y perdedores, la ausencia total del estado, salvo el estado policial autoritario represivo que ponga límites a los que quedan fuera del mercado y la sociedad, a los “perdedores” y proteja la propiedad de los “ganadores”.

 

Mientras que el gobierno de CFK tenía como slogan “la patria es el otro”, es decir es otro es mi prójimo, mi hermano, un concepto cristiano de la vida en comunidad, el neo liberalismo construyó al “otro” como enemigo. Lo cargó de todos los males, le atribuyó la culpa de todos los pecados.

 

La dialéctica amigo-enemigo llevada al extremo y cargada de odio hacia el otro.

 

“Tener un enemigo es importante no solo para definir nuestra identidad, sino también para procurarnos un obstáculo con respecto al cual medir nuestro sistema de valores y mostrar, al encararlo, nuestro valor. Por lo tanto, cuando el enemigo no existe, es preciso construirlo” Humbeto Ecco. La construcción del otro.

 

En este caso el “otro” fue CFK y toda la dirigencia políticas y social que acompañó la gestión de los Kirchner. La demonización del gobierno anterior, en la negatividad de las políticas “populistas”, la negación de cualquier éxito o virtud en esos 12 años de gestión, la intención clara y concreta de asociar políticas populares con mafia y delito. También y como añadidura fue construyendo un discurso de demonización de las clases populares, y dentro de estas de los jóvenes y los sectores más pobres y marginados. Es decir a la par que se los excluía de los circuitos del trabajo, el consumo y la educación, se los convertía en parias sin derechos, se construía un discurso autoritario y represivo dentro de la sociedad y las fuerzas de seguridad para sancionar violentamente cualquier resistencia individual o social. La doctrina Chocobar de la Ministra Bullrich, no es aislada, está encarnada en ciertos sectores de clase media y alta argentina y es causa de hechos lamentables que hemos vivido en estos tres años, como Santiago Maldonado, o un jubilado muerto a golpes, por irse de un supermercado sin abonar. Estos son casos conocidos y divulgados por la prensa, pero existen todos los días otros casos de gatillo fácil, golpes, torturas y abusos de las fuerzas de seguridad sobre los barrios populares del conurbano bonaerense.

 

Por supuesto que esta construcción contó con el apoyo de todo el aparato mediático -comunicacional concentrado y monopólico, con gran parte del Poder Judicial, los servicios de inteligencia y sectores de las fuerzas de seguridad.

 

El “periodismo de guerra”, peligroso concepto, creado por el Grupo Clarín y su socio la Nación y que tuvo a su periodista estrella, Daniel Santoro y sus “investigaciones” sobre la corrupción del gobierno K, muestra la sordidez de este mundo periodístico – mafioso. El caso D Alesio, investigado por el Juez Ramos Padilla, está mostrando el mecanismo perverso de construir causas judiciales contra empresarios, funcionarios del anterior gobierno y sobre todo contra la ex presidenta, a fin de perseguirlos y castigarlos con un odio y un sentimiento de venganza pocas veces visto en la sociedad argentina.

 

La realidad no puede ser reemplazada por el relato

El relato neoliberal mostró su fragilidad para entender lo que pasaba y el mejor equipo de los últimos cincuenta años mostró una ineficiencia en la gestión realmente notorio.

 

El macrismo creyó que utilizando las mismas técnicas que le permitieron ganar la elección le servirían para gobernar. Le fue más o menos bien mientras duró la luna de miel con sus votantes, pero exageró su uso y subestimó a la sociedad. Duran Barba cree que el votante promedio “es un chico de 9 años, que tiene un pensamiento mágico, que solo entiende frases cortas, vacías, de buenas intenciones y deseos” es decir un individuo que no logró desarrollar el pensamiento abstracto.

 

La crisis provocada por sus erróneas políticas les mostró que no era así, que el manual de Durán Barba ya no le servía para enfrentar las corridas cambiarias, la inflación y el empobrecimiento como sociedad que soportamos.
El marketing político es una herramienta útil y necesaria, tanto en campaña como en la gestión, sin embargo siempre la política está por encima del marketing. Apostar todo al marketing y a un relato edulcorado, lleno de buenas intenciones, a la “post verdad” como centro del relato, es decir a la mentira y al ocultamiento de los hechos, como articuladores de la realidad es suicida.

 

Esta vez la sociedad ha visto la debilidad y la impericia del Gobierno para enfrentar la corrida cambiaria y sus consecuencias financieras, monetarias e inflacionarias. Se vio claramente que el “rey está desnudo” y que no hay relato que pueda disimular la gravedad del momento.

 

Vidal es un claro ejemplo de una figura construida a través del marketing, con una muñequita tonta, de sonrisa falsa, de escasos conocimientos y nula gestión, se pretendió construir una dirigente de peso, cuando no es más que un títere vacío. La figura incombustible que querían construir mostró su inconsistencia y cayó estrepitosamente en las últimas elecciones. El caso Vidal muestra algo básico, que con marketing podemos construir un candidato, pero no un gobernante.

 

El gobierno fue víctima también de su propio relato. Creyó que si liberaba las fuerzas del mercado, bajaba impuestos a los sectores más ricos, al agro, la minería y en general a los sectores más concentrado, bajaba salarios, jubilaciones y el gasto público, iba a haber una lluvia de inversiones y que poco a poco se iban a ir viendo los “brotes verdes”. Una política económica “ofertista” clásica. Por supuesto que no iba a funcionar, porque esas políticas han fracasado a lo largo de nuestra historia y además porque fueron llevadas adelante por funcionarios muy precarios técnicamente. Tan ineptos que no pudieron ver que el mundo había cambiado, que el escenario era otro, los vientos soplaban en contra.

 

El macrismo entró en la paradoja de la frazada corta, cubre a algunos y desabriga a otros. A quien eligió fue una respuesta política, no económica.

 

Por otro lado las medidas de altas tasas de interés en pesos y en dólares, endeudamiento, ajuste, inflación con recesión, hizo estallar la economía real. Los sectores productivos vieron aumentar sus costos, caída de las ventas, falta de financiamiento, corte en la cadena de pagos con tasas entre el 40 y el 70 %, hacen también inviable la producción y por ese va camino se fue a una parálisis productiva y por ende con quiebras masivas, cierres, pérdida de puestos de trabajo, desempleo masivo y altos índices de pobreza e indigencia.

 

Los grupos financieros “amigos” fugaron en los últimos dos años más de 72 mil millones de dólares, los sojeros “amigos” no liquidaron los dólares, ni vendieron la cosecha en espera de un dólar más alto. Los grupos económicos “amigos” mostraron claramente sus intenciones, mientras sigan haciendo ganancias en la bicicleta financiera se quedan, cuando se termine se van. Con este esquema el modelo macrista no tenía sustento ni viabilidad en el tiempo.

 

La luz al final del túnel

La sociedad argentina es mucho más compleja que lo que los funcionarios macristas pudieron ver y comprender dada su pertenencia de clase, pero sobre todo por su bajo nivel cultural e intelectual.

 

Hay una experiencia histórica, una memoria colectiva, una práctica, que hace muy difícil que un modelo autoritario, aristocrático, excluyente, anti obrero, desindustrializador, basado en servicios y en el estrativismo, pueda ser viable y aceptado mansamente por la sociedad argentina.

 

Las elecciones del pasado 11 de agosto mostraron claramente el rechazo hacia la desastrosa gestión del gobierno de Mauricio Macri. Si bien las Paso fueron diseñadas para definir las internas de candidatos de cada partido, en un solo día, en elecciones obligatorias, estas últimas dada la amplitud del triunfo de la formula Fernández –Fernández o si se quiere también la catastrófica derrota del oficialismo, han abierto un periodo de inestabilidad política y económica, dado que faltan dos meses para las elecciones generales y casi cuatro para la entrega del poder al nuevo presidente. Una eternidad para la fragilidad de la situación argentina.

 

Mientras los dirigentes del Frente para Todos hacen gala de un equilibrio y sensatez admirable, teniendo claro que no es momento de echar nafta al fuego y que una profundización de la crisis la termina sufriendo el pueblo argentino, el macrismo persiste en negar la realidad de que su tiempo ya fue, construyendo un relato perverso y falaz sobre la culpabilidad de los “que votan mal”, al anterior gobierno y al próximo como responsable de la crisis, con mensajes violentos y esquizofrénicos de muchos de sus voceros. Lamentablemente el poder real abandonó al macrismo y este solo balbucea algunas frases incoherentes y ensaya algunos cambios que solo lo hacen persistir en errores que nos llevaron a este desastre. Demasiado poco para un tiempo largo hasta el 11 de diciembre.

 

La historia argentina muestra que la salida a estas crisis es la política, que la respuesta no es institucionalista, ni económica y menos comunicacional.

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