Con un ojo en 2019 y con el otro en diciembre

Con la aspiración de suceder a Macri, Vidal hace política. El caso Bressi, el conurbano y la "pata peronista"

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La coraza mediática que rodea a María Eugenia Vidal y su gestión al frente de la gobernación de Buenos Aires fue horadada en las últimas semanas por el “fuego amigo” de Elisa Carrió, quien embistió sin miramientos contra Pablo Bressi, jefe de la Bonaerense de Cristian Ritondo. A Bressi, Carrió lo acusa de estar vinculado al narcotráfico, a lo que se sumó recientemente el ex gobernador y ex candidato por el Frente Renovador Felipe Solá quien aseguró que el ministro de Seguridad bonaerense le confesó en una reunión privada que el nombramiento de Bressi era un pedido de la Embajada de Estados Unidos y la DEA. En ese contexto de máxima tensión, ubiquemos dos hechos que no debieran pasar desapercibidos: por un lado, que hace un mes atrás la gobernación permaneció sin custodia durante cuatro horas y por otro, la intromisión de desconocidos que, sin dejar ningún tipo de huella, revolvieron todo el departamento que suele ocupar en La Plata el ministro de Gobierno de Vidal, Federico Salvai. En simultáneo, los medios debieron hacerse eco de los balazos que dañaron el frente del edificio del Ministerio de Salud de 16 y 53 (a sólo cuatro cuadras de Plaza Moreno, la principal de La Plata). Sin descartar ninguna hipótesis, los investigadores sospechan de la bronca de algún proveedor de ese ministerio, que hace ya mucho tiempo que no cumple sus compromisos contraídos. Lo extraño es que el ministerio que conduce Zulma Ortiz es noticia por este tipo de cuestiones y no por los 18 muertos por gripe A que tiene la provincia de Buenos Aires al día de la fecha. Recordemos que lo único que se le ocurrió a la ministro Ortiz ante este más que preocupante número de víctimas de su inacción fue aconsejar que “hay que besarse menos”. A Vidal no pareciera interesarle mucho este tema, ya que no se la escuchó opinar al respecto ni, por supuesto, se le ocurrió tomar medida alguna.

«La situación social de la provincia es una olla a presión, por ahora contenida por los intendentes tanto oficialistas como opositores»

La situación social de la provincia es una olla a presión, por ahora contenida por los intendentes tanto oficialistas como opositores. La inflación (que no decrece, aún cuando ya transitamos el mítico segundo semestre) causa estragos en los bolsillos de la clase media y en el estómago de los sectores más empobrecidos. Algunas organizaciones con importante inserción territorial, como Barrios de Pie o Darío Santillán, ya movilizan frente a supermercados y distribuidores mayoristas de alimentos, a la vez que cortan con piquetes distintos accesos a la Capital Federal. Esta presión, por el momento, les sirve para arrancarle a Vidal algunas de las cosas que necesitan para atender sus cientos de comedores y merenderos. Los intendentes massistas, por su parte, no hacen olas, aún cuando Massa suele hacer declaraciones de ocasión, mientras sectores del peronismo –como Insaurralde, Katopodis o Zabaleta, por citar algunos- negocian con Vidal, con suerte diversa. De hecho, hicieron aprobar varias leyes en la legislatura en beneficio de la gobernadora pero suelen quejarse de no recibir en tiempo y forma la contraprestación pactada. Aún así, la mayoría de ellos se presentó a la justicia para hacer frente a los delirios tarifarios de Macri y Aranguren. Un caso aparte es La Matanza, en donde la política y la gestión pasan por dos figuras: la intendenta Magario y el presidente del PJ provincial, Fernando Espinoza. Todos, sin embargo, comparten la seria preocupación por la coyuntura social de sus distritos, muchos de ellos con grandes bolsones de pobreza estructural. En ese contexto, la escuela vuelve a ser un ámbito de contención para los hijos de la miseria. Ante ello, debiera alarmar a la gobernadora la posibilidad cierta de que las clases no se reinicien tras el receso invernal. Los sindicatos docentes, presionados por sus bases, están evaluando seriamente retomar medidas de fuerza.

 

Pero nada de esto preocupa a María Eugenia Vidal. Ella ya escuchó de la boca de Macri que no busca un segundo mandato y aunque todo indica que “la Embajada” y las corporaciones ya tienen al sucesor del actual presidente, la gobernadora juega a la política pensando en 2019. Convencida de que “sin el peronismo, es imposible”, Vidal va en busca de los dubitativos. Y entre ellos, se fijó en Joaquín de la Torre, quien por estas horas levanta campamento en San Miguel, para instalarse como ministro de Producción en La Plata. Esta decisión de Vidal muestra dos cosas: por un lado, subestima a la UCR que, con presencia en todos y cada uno de los distritos de la provincia, hizo su aporte para la fiscalización de sus votos y por otro lado, sobreestima lo que puede arrimar un peronista que ganó el municipio con el kirchnerismo y ayudó a hacerse fuerte al massismo para recalar, finalmente, en un Cambiemos que lo compra como “la pata peronista” que necesita. Además, este enroque, demuestra que a Vidal no le interesa la producción ni, mucho menos, la ciencia y la tecnología.

«La gobernadora juega a la política pensando en 2019»

Formado como ingeniero agrónomo, Jorge Elustondo es el único radical que integra el gabinete provincial de Cambiemos. Sin demasiados pergaminos políticos y con ese antecedente académico, el Ministerio de Producción le quedó extremadamente holgado. Sin presupuesto, con empleados que deambulan en el último nivel del escalafón salarial de la provincia, ese ministerio -en el que quedaron boyando varios funcionarios del período sciolista- fue noticia por el desalojo intempestivo que sufrió su subsecretaría Pyme de las oficinas que ocupaba en calle 6, en el edificio de FEMAPE. El motivo, por supuesto, fue no haber pagado los alquileres correspondientes. Ahora, con el arribo de Joaquín de la Torre, el ingeniero Elustondo recibe un ministerio a crearse (falta aún el trámite legislativo): el de Ciencia y Tecnología. Hasta sus propios correligionarios sospechan que “no le da el piné” y que, más temprano que tarde, se quedarán sin el único representante con rango ministerial. Pero como ya dijimos, esto a Vidal no le preocupa: de la Torre ya está recorriendo la provincia, intentando convencer a algunos intendentes del PJ. Por caso, su primer actividad como flamante ministro fue visitar a Ismael Passaglia, un “pejotista de paladar negro” que gobierna San Nicolás. En una provincia que acaba de promulgar una ley de Emergencia Administrativa, fundamentada en la necesidad de optimizar los magros recursos con que cuenta, parece una burla que se agregue un nuevo ministerio al organigrama (con la correspondiente asignación de recursos presupuestarios), sólo porque la gobernadora, en lugar de gestionar la provincia, esté pensando en la posibilidad de suceder a Macri en 2019.

 

Finalmente, un párrafo para lo que se viene en el tema obra pública para la Provincia de Buenos Aires. A efectos de contrarrestar los alarmantes índices de desempleo que afectan a la construcción, se proyecta para lo que resta del año y para 2017 (año electoral) una fuerte inversión en el tendido de redes de agua y cloacas para el conurbano. En los últimos años, estos trabajos se realizaron a través de cooperativas manejadas, fundamentalmente, por los intendentes y organizaciones sociales. Ahora con Edgardo Cenzón (hombre que llega al gabinete de Vidal de la mano del súper poderoso Nicolás Caputo) como ministro de Infraestructura, la idea sería promover la intervención de capitales privados, es decir, hacer participar del negocio a empresarios de la construcción. Esta idea seguramente va a generar mucha tensión con los jefes territoriales del conurbano y nadie sabe cómo puede llegar a terminar. No es la idea parecer apocalípticos, pero diciembre (y todo lo que ello simboliza) se acerca inexorablemente. Todos deseamos pasar las fiestas en paz.

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