En primicia exclusiva, el ubicuo Mirko Vittelone nos brinda la reproducción textual y sin cortes de la inquietante conversación entre dos ignotos personajes, cuyas comunicaciones son sistemáticamente interceptadas por orden de Su Señoría, el cabo primero Reyes.
– ¿Vio que la pastera española ENCE decidió no construir su planta elaboradora de celulosa en Fray Bentos, a orillas del río Uruguay?
– Así dicen… Pero la levantará en Paysandú, frente a Colón, que es lo mismo, o más al norte, o frente al mar, o vaya uno a saber dónde.
– No, no es lo mismo en un lado que en otro. El río tiene una finita capacidad para autodepurarse, y si la levantaban cerca de la desembocadura, contaminaría aguas abajo. Pero en Paysandú… Todo el Uruguay contaminado. Los habitantes de Gualeguaychú se van a tener que ingeniar para inventar un turismo gótico. Creo que están tirando globos de ensayo: Rocha, Soriano, cualquier cosa. Allí donde salta la rebelión, paran y cambian.
– ¿Le parece? Debe haber otras razones. Los directivos de Ence afirman que el gobierno uruguayo tardó muchos meses en aprobar su proyecto, pero el finlandés, que es mucho más grande, al punto de que producirá tanta celulosa como toda la que fabrica actualmente la Argentina, tuvo el sello de aprobado en pocas horas. ¿No es eso un poco extraño?
-Los gallegos son menos previsibles que los escandinavos. Fijesé lo que sucedió con Aznar, que después de haber acusado a la ETA del atentado de Atocha, acaba de exigir a los musulmanes que pidan perdón por haber invadido y ocupado España por ocho largos siglos.
– Bueno, en esa época el tiempo pasaba más lentamente. Hoy, los cambios son instantáneos. Hace un año, EE.UU. ganaba la guerra en Irak, ahora la está perdiendo. ¿Y qué serían los españoles sin la Alhambra y sin Averroes, sobre todo para el turismo?
– Lo que me preocupa del anuncio de Ence, es que se convierta en una de esas fábricas con rueditas que fueron tan famosas en la Argentina de hace unas décadas.
– ¿Usted se refiere a las de Tierra del Fuego?
– Claro, eso.
– No hay punto de comparación. En Ushuaia se fabricaban televisores, y aquí hablamos de celulosa. Aquello fue una experiencia innovadora del capitalismo transnacional.
– Tiene razón. En el caso argentino había cierto avance tecnológico. Al menos le pegaban estampillas de “made in Argentina” y las embalaban. ¡Pero celulosa, hasta en Tombuctú la fabrican!
– No me compare una cosa con la otra. La celulosa africana se fabrica con piel de tuaregs, y la sudamericana con eucaliptos.
– Y por eso es más cara. No los entiendo a los finlandeses, suecos y españoles. ¿Por qué no invierten más en África?
– Porque el clima sudamericano es más benigno para los ejecutivos. Aquí, los eucaliptos están plantados, ni siquiera hay que regarlos, y después de aserrados se dejan llevar mansitos en camiones hacia las plantas. Pero a los tuaregs hay que correrlos, y no se los convence tan fácilmente. Ellos tienen miedos ancestrales, cuestiones genéticas, que vienen de cuando los portugueses y holandeses recorrían el continente para ampliar las oportunidades laborales. Cuando uno se quema con leche… Además, allá hay cocodrilos, moscas tse tse, sida, y guerrilleros tribales que cuando ven un par de ojos azules, sacan el machete.
– Difícilmente encuentre un gallego con esa característica étnica, digo, pensando en Ence.
– No olvide que la península, además de ocho siglos de dominación musulmana, fue invadida y conquistada por los visigodos, que eran unos tipos provenientes del Dnieper y tenían ojos claros, como todos los eslavos.
– ¿Y pudieron conquistar Galicia?
– Eso no se, pero no me diga que no ha visto alguna vez una gallega con ojos que tienen el color de la niebla del golfo Cantábrico.
– Como los de Marlene Dietrich.
– O los del ex cardenal Ratzinger.
– Tiene razón. No debe haber habido mucha diferencia entre los visigodos y los bávaros.
– ¡Toda gente muy trabajadora!
– Sí, trabajadora, precisa, y nada sentimental.
– Bueno, los alemanes se conmueven ante el perfume de los bosques de la Selva Negra, pero ahora que habló de una raza trabajadora…
– Yo no dije raza.
– Pero no me va a decir que las razas no están nuevamente de moda. Como le decía, lo de ser gente trabajadora me recuerda esa frase, Arbeit Macht Frei, (El trabajo libera) que todavía está escrita en las puertas de Auschwitz.
– La humanidad no debería olvidarlo, ¿no le parece?
– No debería, pero… En Argentina resurgió el antisemitismo, y hay locos que afirman que hay religiones y razas superiores a otras.
– Digaseló a los bolivianos que trabajan en el Bajo Flores.
– Tiene razón, pero no es sólo una cosa local. En el sur de Italia, en un pueblo llamado Orto Novo, descubrieron a decenas de inmigrantes ilegales polacos reducidos a la servidumbre.
– Ni me quiero imaginar en qué trabajaban. Es improbable que Ence contrate polacos ilegales habiendo tanto criollo sin trabajo. Se ha hablado mucho del capitalismo escandinavo, cuyo rostro sería más humano que el del anglosajón, pero nadie ha teorizado aún sobre el capitalismo hispánico.
– Ni el del Islam.
– ¿Sabe qué significa Islam? Sumisión y obediencia. Los seguidores de Alá todavía no llegaron a la Modernidad (lo dijo el Papa luego de tomarse un schnapps en ayunas) y ya Bush quiere quemar etapas borrándolos del mapa: de la edad de piedra directo al neocapitalismo y de vuelta a la edad de piedra, sin paradas…
– Me hizo dudar con lo del capitalismo hispánico. Piense en Telefónica, en Repsol, en Endesa y en los restaurantes de la Avenida de Mayo…
– Repsol sólo aparenta ser española. Aunque la gerencian los catalanes, sus verdaderos dueños son los pensionados de Kentucky. En cuanto a Endesa, está controlada por la belga Sofina, que fue dueña de la CHADE a principios del siglo XX y le daba empleo a todos los concejales radicales.
– Así es la globalización, nada nuevo. En cuanto a los escandinavos, serán muy humanos entre ellos, pero los finlandeses de Botnia se comportan aquí peor que Erik el Vikingo con los normandos.
– Creo que para poder oponerse a este capitalismo salvaje, hay que repensar seriamente el papel de las vanguardias políticas dentro de los nuevos movimientos de masas.
– ¿Usted se refiere a que haya una, dos, muchas Evangelina Carrozzo?
-Eso.