Varias veces en este espacio hablamos de los dos modelos de país y también de los dos modos de construcción del peronismo que se jugaban el 28 de junio. No estábamos tan lejos de la realidad. Todavía no terminamos de contar los votos y ya se escuchan a tambor batiente los rumores de lo que se viene.
Por un lado, la derecha quiere imponer lo que no pudo hasta ahora, desde la pelea con la patria sojera. Esto es, las condiciones para restaurar el orden conservador que ha imperado en nuestro país prácticamente desde la independencia, salvo en contados casos y en períodos muy acotados (gobiernos de Yrigoyen, de Perón, de los Kirchner).
Por otro lado, la otra movida es apropiarse del peronismo. Para esta etapa que se abre, ya no alcanza con los candidatos mediáticos. Necesitan darle encarnadura. Los muñequitos de marketing ya cumplieron su rol. Ahora viene la hora de la verdad.
A su vez, van a tratar de desarticular al movimiento obrero. Escucho al impresentable de Luisito Barrionuevo pidiendo la cabeza de Moyano, y no lo hace justamente para llevar a la CGT a la resistencia de este intento de restauración conservadora. Al contrario, como en la época del menemismo, se trata de amordazar al movimiento obrero para seguir saqueando a este desgraciado país.
No les va a ser tan fácil como aquella vez.
Somos muchos los que estaremos en la calle, organizando la resistencia a este intento. Porque está claro que las elecciones fueron apenas un medio para ellos. Nunca reconocerán el veredicto de las urnas cuando les resulta adverso. Por eso hoy nadie habla fraude: ese argumento estaba adobado y listo por si ganábamos nosotros.
Finalmente, como militante, hago un llamado a los compañeros militantes de todas las organizaciones del campo popular a dejarnos de joder con las medias tintas. Hoy la patria más que nunca requiere de nosotros. De lo contrario, cuando vengan por el saqueo final, ninguno podrá mirar la cara de nuestros hijos para explicarles aquello que no hicimos.