El trencito de Tucumán

Una situación social cada vez más penosa. Un gobierno que desoye el mandato popular. Violencia, desamparo y la necesidad imperiosa de recuperar la palabra política. Por Jessica “Yeyé” Soria

¿Cuántos Tucumán caben en el Tucumán en el que hoy tanto nos cuesta reconocernos? Es posible pensar que hay uno distinto para cada uno, para cada una, del millón y medio de habitantes que tiene esta hermosa tierra. En estos días, para no ir muy lejos, la provincia mostró su rostro más violento y más injusto. Un operativo —esa palabra que desempolva la sombra terrible de un pasado que todavía nos nubla la mirada— de la policía provincial detuvo a medio centenar de personas en las calles de barrios humildes, con la tenebrosa modalidad de la razia, entre ellas mujeres, jóvenes y trabajadores que fueron golpeados sin causa y sin orden emanada de autoridades competentes. Cuando la violencia se ejerce desde el Estado, llamado a proteger, empoderar y acompañar, la desigualdad se profundiza y se teje un hilo común que nos sume a todos/as en el desamparo.

Aquí, en el Tucumán gobernado por el peronismo, el movimiento de la justicia social, el de Perón y de Eva —sí, de Eva, la de los descamisados— la palabra pobreza es sinónimo de delincuencia y la foto de la semana tiene de protagonista al “trencito de la policía”, aunque el diminutivo no pueda ocultar el terror.

Por eso (y no solo por eso) es que venimos a proponer una exigencia: renovar el desafío de repensar las palabras/acciones que se hacen necesarias para reconstruir la herramienta de transformación que los pueblos necesitan: la política. Es cada vez más imperioso resignificar las palabras que traman las luces y las sombras de la vida cotidiana, las palabras que desafíen a quienes pretenden la normalización de los discursos de odio, del individualismo y de la violencia y, de manera inseparable, desnudar las palabras con las que procuran afirmar una derrota, la derrota de generaciones que lucharon —y luchan— contra la Argentina de los años dictatoriales, la de la década de los 90, la de sus espesos resabios.

“Vivir en los márgenes de la ciudad te lleva a pensar en la posibilidad de que un día cualquiera la policía entre a tu casa, sin pedirte permiso, sin avisar, simplemente entre y te lleve” afirmó a Zoom Sofía, una estudiante de 22 años que vive en la localidad de Las Talitas, en el oeste tucumano.

Sin orden judicial, abusando de la fuerza que el pueblo le otorga para defenderlo, la policía provincial tiene vía libre para detener personas y secuestrar vehículos, para levantar clases públicas y detener a menores de 18 años, medidas que charlan, muy cerquita, con el protocolo antipiquete de la ministra Bullrich, y nos preguntamos, ¿qué otras medidas del gobierno provincial charlan muy cerquita con el gobierno nacional?

Peronismo con peluca

“Esta es la verdad de la milanesa. Los números son claros. ¿Qué hace él? Sube todo y divide por eso. Es como la famosa estadística de ‘hay diez pollos y diez argentinos, ah, cada uno come un pollo’. No, hermano, hay uno que se come cinco, otros que se comen diez y el resto mira con la ñata contra el vidrio. No nos quieran meter el perro con los números”. Una ex presidenta anda diciendo por ahí verdades que al gobierno nacional incomodan. Pero también incomodan a los propios, porque las dice en el interior, ese mismo interior desde donde el peronismo históricamente se nutrió de votos y hoy… parece andar buscando su nombre, mientras tiene que afrontar una situación muy compleja, con un pasaje de colectivo urbano de casi mil pesos, servicios a precios del primer mundo, como la electricidad, con tarifas que rondan los $ 150.000, y un sueldo básico promedio de $ 250.000. Este interior donde los jóvenes no piensan el futuro, porque el presente es tan costoso que se lleva toda esperanza.

En Santiago del Estero la presidenta del Partido Justicialista Nacional miró a los ojos a muchos de los militantes que llevan en su memoria los días más felices y que no se resignan a que el futuro esté en manos de los que quieren un país para pocos, y en esa mirada surge una capacidad para interpelar, para incomodar y para movilizar. Esta recorrida, los encuentros en las provincias, tal vez estén sembrando una nueva configuración del escenario político con vistas al 2025.

En Tucumán el Partido Justicialista inicia un capítulo colmado de incertidumbre, porque el partido opositor, el partido que perdió las elecciones nacionales es, también, el peronismo que llevó a la gobernación a Raúl Jalil (Catamarca), a Osvaldo Jaldo (Tucumán), a Gustavo Sáenz (Salta), a Hugo Passalacqua (Misiones) ¿mandatarios? que acompañan de manera activa a La Libertad Avanza, fuerza política del presidente Javier Milei. Un peronismo con peluca funcional a sus caprichos.

La recorrida de Cristina Fernández por el interior nos invita a pensar en una salida colectiva que incluya a todos y todas, con Cristina o sin Cristina de candidata, pero juntos.

Pensar lo colectivo en tiempos de oquedad es disruptivo, ahí está el desafío.

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