Es notable. No habiendo real oposición ni traspies económicos al clima político lo «enrarece» la propia prensa que hoy aplaude el supuesto golpe de timón que habría dado Kirchner. Y si aplaude es porque está contenta. Me pregunto por qué.
Cuando la prensa habla de «clima político» o «demanda social» sólo se refiere a sí misma, a lo que la propia prensa cree que es ese clima político o cuál es la demanda social.
Por supuesto, hay versiones para el gran público de esta manipulación informativa donde el «clima político» no está dado por la intemperancia del presidente (rasgo de carácter que precisamente lo hace simpático a las masas) sino por la sensación de inseguridad. El noticiero de América TV lleva adelante una campaña: «Seguridad ya».
Cuando no hay hechos de sangre (lo que en realidad debería hacer reflexionar sobre lo pacífica que es una ciudad de 10 millones de habitantes donde un día no hay hechos de sangre) el noticiero cubre su sección (muy destacada, a la que dedica entre 10 y 15 minutos) a mostrar cómo alguna calle carece de la iluminación adecuada. Todo esto hecho en forma ramplona, sensiblera y lacrimógena, porque la prensa que hace hoy amarillismo no es auténtica prensa amarilla.
Ésta exige ingenio y un trasfondo de complicidad entre el medio y el lector donde ambos saben que «no es en serio». ¿Qué noticiero de los supuestamente «serios» y en realidad amarillistas se animaría a titular como CrónicaTV la aparición de una extraña ave -capaz que un cuervo- aparecida en una plaza de la ciudad: «Se trataría del famoso pájaro Uyuyuy»? Eso es auténtica prensa amarilla: no pretende informar sino con la información provocar un efecto, que tiene mucho de diversión y entretenimiento. Y es por eso que es una prensa dirigida a los sectores populares, para los que la lectura debe ser necesariamente diversión, entretenimiento y evasión.
Todos los televidentes de Crónica sonrieron ese día, porque todos conocen la anatomía (bolas grandes y patas muy cortitas) del legendario pájaro.
La prensa supuestamente seria hace amarillismo de la peor especie, porque finje informar mientras su propósito es provocar emociones y generar un estado de ánimo. Y al no estar dirigida a los sectores populares sino a las clases medias promueve un monumental malentendido: como su público cree que el sentido de las noticias no es entretener sino informar, se muestra propenso a tomarse en serio lo que no es en serio, pero tampoco es broma sino manipulación sensible o ideológica.
Ningún lector de La Nación cree un rasgo de ingenio a un titular falso en primera plana como «El gobierno dará marcha atrás con el plan de seguridad» o verá una simpática broma en el noticiero de clarín (canal 13) de ayer: «Al alza del dolar. Poco, pero preocupa», con el subtítulo aclaratorio: «La divisa estadounidense aumentó dos centavos».
Cuando anuncia la aparición del pájaro Uyuyuy Crónica TV es el único canal de noticias serio de la televisión argentina.
La manipulación amarillista es tan evidente para los extranjeros que el vicepresidente de Colombia (que no es precisamente una sensiblera paloma progresista) se mostró «horrorizado» por el tratamiento que los medios argentinos dan a las noticias policiales, particularmente a los secuestros. «Ponen presión sobre la policía, que necesita trabajar tranquila» dijo ayer en una entrevista «Y crean una sensación de inseguridad que no se relaciona con la realidad» finalizó, casi citando a K.
Me pregunto si hay propósitos ulteriores e inconfesables en el modo de informar del periodismo argentino. Y me lo pregunto porque observo ese mismo mecanismo en el periodismo deportivo. Únicamente para la prensa el regreso de la selección argentina de Lima fue un «Regreso sin gloria» y su desempeño en la Copa América un «fracaso» o una «frustración». De la misma manera, en estos días se le exige al seleccionado que como mínimo traiga de Atenas la medalla de oro, como si fuera lo más natural del mundo, como si alguna vez un seleccionado argentino de fútbol hubiera ganado una medalla olímpica.
A ningún entrerriano en sus cabales se le pasaría por la cabeza que el casi seguro asesinato de la pibita de Paraná podría poner en riesgo al gobernador Busti. Sin embargo, parece de lo más natural del mundo que «el clima de inseguridad» haga trastabillar al presidente de la Nación.
El «clima de inseguridad» que menean diariamente los medios es, curiosamente, por definición, su propia obra. Y sucede que o bien hay un cerebro perverso detrás de esto, un Dr. Strangelove de los medios, o hay mucha falta de imaginación. Los medios no reflejan la realidad sino que se citan entre sí, de manera tal que provocan la sensación de estar ante «olas»: ola de violencia, ola de secuestros. Dos casos de hepatitis dan, por efecto de repetición, la impresión de ser una epidemia. Hubo una «ola de robos de bebés» que pasó sin pena ni gloria ni ulteriores consecuencias. Hay una «ola de transplantes» o de gente que necesita ser trasplantada. Parecen tantos que uno se pregunta si los argentinos no estaremos siendo víctimas de una dolencia genética que vuelve inútiles nuestros órganos.
Pero volviendo a lo que motiva estas líneas, el «clima político enrarecido» que hoy todos los medios anuncian como felizmente superado ¿por qué se produce? ¿De dónde sale? ¿Qué realidad refleja? ¿De la convicción de los periodistas, convertidos en oráculos de la sociedad, o del interés de algún sector económico? ¿Cuál sería éste que antes de la salida de Beliz estaba tan inquieto y luego de su reemplazo y de las «lineas» que el gobierno tira al radicalismo y al pejotismo se muestra tan aliviado? ¿Era acaso Beliz el genio maléfico que llevaba a K a un camino de confrontación? Parece que hubiera bastado su reemplazo para que desapareciera la «escalada de violencia», a pesar de las cuatro o cinco marchas piqueteras que el día de ayer enquilombaron a la ciudad de Buenos Aires.
Tengo miedo de que hayamos traspasado definitivamente el umbral de la realidad. Ya era bastante con que sólo ocurriera en la realidad lo que reflejaba la prensa. ¿Cómo manejar el hecho de que la prensa se haya convertido en LA realidad, la sociedad sean los medios y los periodistas sus únicos intérpretes?
Alguien se está volviendo loco en este país. Y no creo ser yo.