LOS EJES DE MI CARRETA

A 20 años del 2001, repasamos los sucesos y reflexionamos sobre diferentes movimientos, protagonizados por actores que en la actualidad asumieron como Diputados Nacionales.
cartoneros 2001

En el 2001 yo tenía 6 años. Conservo en mi memoria destellos de imágenes fragmentadas, un conjunto de sensaciones que, hasta el día de hoy, no sabría clasificar. Recuerdo salir eufórica de un pelotero, ese mismo diciembre, y esquivar con mi mamá esquinas prendidas fuego. Literalmente, prendidas fuego. Recuerdo mucho calor, estar metida en la pelopincho de casa y que el ruido de las cacerolas traspase el agua. Recuerdo que, al tiempo, los supermercados DIA% emergieron en las calles de Buenos Aires como flores en primavera, contrastando con las persianas bajas de los negocios ya cerrados. Recuerdo gente llorando en la tele. Recuerdo caballos de ambos bandos, caballos carabineros y caballos carreros. Recuerdo a mis abuelos y a mi mamá salir a laburar mostrando casas, vendiendo pullovers a sus amigos, dando clases particulares, rebuscándoselas para que no falte la comida en nuestra mesa. Dos años después, mi viejo se quedó sin laburo. Recuerdo ver familias enteras revolver la basura. Recuerdo ver nenas de mi edad entre los autos, entre el calor del asfalto, verano porteño, empujando carros pesadísimos junto a sus hermanos.

Fue en esa época la primera vez, o por lo menos que tengo mi primer recuerdo, que vi a lxs cartonerxs. Con la crisis del 2001, habitantes de las periferias de las grandes ciudades del país comenzaron a recolectar todos los días cartones, plásticos, vidrios y otros materiales que después pudieran revender y así intentar subsistir.

Si bien en ese entonces la recolección informal de residuos y reciclaje adquirió más visibilidad, la historia del cartoneo en nuestro país se remonta al siglo XIX. A mediados de la década de 1860, en lo que hoy conocemos como el barrio de Nueva Pompeya estaba el Pueblo de las Ranas, o también conocido como el Barrio de las Latas: un quemadero de basura a orillas del riachuelo, donde se depositaban los residuos de la ciudad y la gente iba a buscar desde comida hasta chapas para vender. La referencia a las ranas es porque miles de estos anfibios habitaban los charcos del lugar, y la referencia a las latas es porque las casillas que se construían alrededor del basural estaban hechas de latas de kerosén, rellenas de barro o cenizas, que servían como casas y también para impedir la subida del río. Dato curioso: en lunfardo, la palabra rana significa astuto, rápido, avisado. Se cree que surgió justamente en ese barrio, ya que los pobladores tenían estas características: para sobrevivir, hay que ser alto rana.

Volviendo a la bella época del corralito, entre las familias que tuvieron que salir a cartonear se encontraba la familia de Natalia Zaracho, referente del movimiento Patria Grande y actual diputada nacional por el Frente de Todos, que asumió el pasado 7 de diciembre.

A los 13 años, Natalia tuvo que dejar la escuela para cuidar de sus hermanxs mientras su mamá cartoneaba. Después de un tiempo, salió con toda su familia a tirar del carro. Su mamá era empleada doméstica, se había quedado sin trabajo y vio en el reciclado una manera de mantener a sus hijxs. Salían desde Villa Fiorito, partido de Lomas de Zamora, a las cuatro o cinco de la tarde, para juntar cartones, vidrio, plástico, ropa o comida por las calles de la Ciudad de Buenos Aires, y volvían cerca de la una de la mañana, en camiones colectivos, junto a otras familias, con lluvia, frío o calor. Al otro día, tenían que separar y clasificar los materiales, buscar posibles vendedores, salir a distribuir lo recolectado. Esta rutina la hacía cada familia por su cuenta, hasta que, sobre la marcha, entendieron que, si encontraban una manera de sistematizar el reciclado entre todxs, iba a ser más fácil generar ingresos, abaratar costos y salir adelante.

Fue así como empezaron a organizarse y a crear cooperativas de trabajo. El Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) nace como una escisión del Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD), conformado en plena crisis del 2001 en nuestro país, inicialmente en algunas localidades del Gran Buenos Aires. El Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) se fundó en el año 2002 y su principal actividad fue el trabajo cartonero, aunque su objetivo fundacional consistía en agrupar a la clase trabajadora sin derechos que había quedado excluida del mercado tras la crisis del 2001.

 “El Amanecer de los Cartoneros”, donde trabajaba Natalia, es la mayor cooperativa de cartoneros del país, con más de 4.000 afiliados. Es la primera cooperativa que funda el MTE y la más grande de Latinoamérica. A su vez, forma parte de la UTEP (Unión de Trabajadores de la Economía Popular), constituida por cartonerxs, vendedorxs ambulantes, trabajadorxs de la tierra, costurerxs y trabajadorxs no registradxs, lxs cuales se organizan mediante cooperativas para conseguir laburo, mejorar esas condiciones laborales y garantizar sus derechos básicos como trabajadorxs y ciudadanxs.

Natalia comenzó a militar hace relativamente poco, en el 2015, laburando en el comedor de su mamá. Pero fue en el Encuentro Nacional de Mujeres de ese año, realizado en Mar del Plata, donde le “voló la cabeza” y, gracias a un taller de economía popular realizado en el mismo encuentro, descubrió que no estaba sola, que había otras maneras de sostener comedores, cooperativas, centros vecinales. Volvió a Villa Fiorito transformada.

Después de veinte años de la crisis del 2001, una cartonera llega al Congreso. Esta conquista es de vital importancia, no solo porque refleja un paso más hacia la igualdad, sino también porque “hay mucha gente que estudia en las mejores universidades, pero la realidad no la tienen, y las políticas públicas no llegan a donde tienen que llegar, justamente por esa falta de conocimiento” sostiene Natalia. En otras palabras, en ese recinto falta calle. En una entrevista que dio a la CNN, la diputada opinó que “Si hay más de un 40% de pobres, la Cámara tiene que tener representación de esa población. A veces nos da mucha bronca cuando escuchamos hablar a algunos personajes. Hay una falta de realidad muy importante. Creo que la Cámara tiene que estar más representada”.

Natalia trabajadora cartonera

Hace unos días también se convirtió en ley el proyecto que garantiza los derechos humanos de personas sin techo. El Ministerio de Desarrollo Social deberá realizar un relevamiento, que luego será anual, de la población afectada para poder tener un diagnóstico real para la implementación de las políticas públicasde alcance nacional. Se creará también una red nacional de centros de integración social, con atención las 24 horas, con espacios terapéuticos, talleres, formación, capacitación y ocupación laboral. El Estado además debe realizar acciones para la tramitación gratuita de todos los documentos necesarios para acreditar la identidad personal, y también garantizar el acceso de servicios públicos y ayudas sociales.

Volviendo a la renovación de bancas, el mismo día que juró Natalia, también lo hizo Alejandro Vilca, Diputado Nacional por el Frente de Izquierda de los Trabajadores. Es jujeño y fue mozo, albañil, heladero, trabajó con plástico y recolector de residuos. Juró vestido con una grafa, la típica ropa de trabajo, y con la bandera Whipala en su mano, la bandera cuadrangular de siete colores que representa a los pueblos indígenas.

Dentro de un contexto donde la ultraderecha también consiguió bancas en el Congreso, de la mano de personajes tales como José Luis Espert y Javier Milei, y donde los medios no dejan de poner el foco de atención en ellos, me parece clave resaltar el logro de Natalia, Alejandro o de Berenice Latorre, una dirigente de Quilmes, del Frente de Todos, de 23 años de edad, que se convirtió este jueves en la diputada más joven de la historia de la Cámara de Diputados bonaerense. Estas conquistas de las bancas también hablan de una transformación social, de una reparación histórica y de un reclamo por parte de la sociedad popular. No todo está perdido.

Termino esta nota un poco más esperanzada y escuchando al querido Atahualpa Yupanqui, quien en sus canciones nombra una y otra vez al trabajo, a los caballos, a los carros y carretas, y pienso en lxs cartonerxs, en lxs trabajadorxs de la tierra, en las ruedas que llevan y traen personas, materiales, cosechas, cartones. Ruedas nobles, trabajadoras. Ruedas que abrieron caminos. Ruedas con los ejes engrasados, otras sin engrasar.  Ruedas que hoy, después de andar los caminos, llegaron a las bancas de la Nación.   

(…) Le aconsejo en la ocasión
Al hermano camionero
Como los de antes obreros
Con otra disposición
Yo me vuelvo a mi rincón
Donde el tiempo me empujo
Soy carreta que trazó
Entre cardales la huella
A toditas las estrellas
Si les abre cantau yo (…)

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