Es común que los economistas hablen de problemas de liquidez. Se secó la plaza de dinero, en una economía recesiva. Todos vimos en nuestra escuela primaria el ciclo del agua y las flechitas circulares dibujadas en el pizarrón. Del estado líquido al gaseoso. Del gaseoso a la precipitación. Y así sucesivamente. Pero volviendo a la economía, la lluvia de inversiones nunca llegó. ¿Cómo pasar la seca? ¿Cómo pensar el ciclo del agua, y de la economía en el desierto de la contracción? Se recauda menos, se puede gastar menos, se tiene que pagar más.
El círculo vicioso. Vamos a la maquinita, emisión monetaria sin respaldo pero de algo hay que vivir. Una manguera en el desierto que nos refresque un poquito, qué se yo. El problema de base tal vez viene ya desde nuestro origen y nuestra inserción en el capitalismo de fines del siglo XIX: país agroexportador. La degeneración del 80. Exportamos materias primas, importamos productos de alto valor agregado. Sale más de lo que entra. Entran inversiones, compran leliqs, lebacs, las venden, compran dólares, se fugan las divisas. Crece la deuda y no se puede bajar el gasto, porque implicaría dejar otro tendal de nuevos pobres.
¿Cómo salir de ese círculo vicioso? Hay que poner plata en el bolsillo de los argentinos, una máxima que se propone el Frente de Todos. Y uno observa la billetera convertida en ecosistema, la ballena austral, algún yaguareté perdido. Cada vez más billetes que sirven para comprar cada vez menos. Que todas las variables económicas hay que verlas en su contexto. Que en los 90 el sueldo promedio del laburante era de $300 o dólares, con lo que hoy viviríamos un cuarto de jornada. Que no son suficientes los aumentos nominales si se deprecia el valor del dinero. Pero tampoco alcanza con sólo proteger el valor del dinero como dijo alguna vez Perón: “Conocemos bien los trucos de la economía capitalista, uno de los cuales es la moneda cara. Le dicen al pueblo: es necesario no emitir, así tenemos una moneda fuerte. Con un peso usted podrá comprar para vivir una semana, pero lo que no le dicen es que para agarrar ese peso tiene que correr un mes detrás de él. Sin poder de acceso al dinero, ¿de qué puede servir su valor?”
Una complicada situación. Hacer llover en la sequía de una economía recesiva. Pero que llueva algo, porque sin agua sabemos que no se reproduce la vida. Un problema de liquidez y de elaborar una planificación económica que incluya a todos. Sin valorizar la moneda en sí, sin pulverizarla tampoco. Un delicado equilibrio que requerirá otra alquimia complicada: un acuerdo social entre empresarios, Estado y trabajadores. No es la primera vez que se intentaría, tampoco será la última. Que la historia está hecha de sujetos sociales en movimiento, con sus propias fuerzas, necesidades y demandas. Con posibilidades de conflicto y también de acordar una base de políticas comunes para intentar salir del círculo vicioso. Para que la Argentina vuelva a crecer no sólo en el PBI sino con una mayor equidad social.