Volvimos al mundo

En vísperas de una votación parlamentaria histórica, la campaña por la legalización del aborto en la Argentina concitó atención, respaldo y repercusión mundial. Cómo y por qué el movimiento feminista argentino se convirtió en una referencia global.

Las imágenes de los pañuelos verdes de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, y de miles de mujeres celebrando y exigiendo igualdad y respeto en las calles de todo el país recorren hace meses los diarios, los noticieros y los portales de noticia de todo el mundo. La barrera cultural y la indiferencia que alimenta la distancia y la falta de vínculos tangibles esta vez no importaron. Hay temas que se imponen como universales y, por lo tanto, se sienten como propios acá, en el resto de América latina, en Europa o en Asia. Por eso, hoy cuando miles de personas reclamen al Senado la aprobación de la ley de interrupción voluntaria del embarazo, movimientos de mujeres de los cinco continentes acompañarán la tensa discusión con un pañuelazo internacional y con una esperanza que sobrepasa las fronteras argentinas.

 

“Los movimientos feministas de América latina y de todo el mundo están viviendo luchas que ya no son parroquiales. Nosotras luchamos en Brasil y para eso pedimos que se vea lo que pasó en Argentina, lo que pasó en Chile, lo que pasó en Uruguay y lo que pasó en Irlanda”, destacó a Zoom Debora Diniz, cofundadora de Anis, el Instituto de Bioética que encabeza la actual cruzada institucional en Brasilia para despenalizar el aborto durante las primeras 12 semanas del embarazo.

 

El viernes y el lunes pasados, Anis y otros grupos feministas lograron que el Supremo Tribunal Federal, la máxima corte del país, habilitara audiencias públicas con especialistas científicos, de políticas públicas, temas internacionales y referentes religiosos para analizar la posible despenalización del aborto, un logro nada despreciable en un momento en que el Congreso -con un gran presencia conservadora- puede discutir un proyecto de ley, ya aprobado en comisión, para prohibir completamente la interrupción voluntaria del embarazo.

 

Diniz tuvo que llegar con escolta policial a las audiencias en la sede la corte y una vez que terminaron tomó un avión y abandonó Brasil. Desde hace una semana y por una acumulación de amenazas tiene protección policial las 24 horas. “En esta situación, yo decidí, si puedo decir eso, irme a trabajar y hacer todo lo que tengo que hacer fuera del país”, explicó la profesora universitaria y activista en su camino al aeropuerto.

 

Tomó esta decisión pese a que, después de mucho pelear, finalmente la despenalización del aborto entró en la agenda nacional -”No sólo por el debate en la corte, sino también por las elecciones” de octubre próximo- y será objeto de una decisión del Supremo Tribunal Federal.

 

En Brasil, el aborto es legal por sólo tres causales: si el embarazo es producto de una violación, si la vida de la madre está en peligro y si el feto tiene anencefalia, un trastorno que hace inviable la vida del futuro bebé. Se estima que alrededor de 250.000 mujeres llegan por año a hospitales con secuelas o complicaciones por abortos clandestinos y aproximadamente unas 200 mueren. Para Anis y el movimiento feminista, esto viola los derechos humanos de las mujeres consignados en la Constitución Nacional.

 

“A lo largo de las audiencias ante la corte, la situación de Argentina se mencionó muchas veces. Se habló de la ola verde que se está viviendo allá, de cómo nuestros vecinos, nuestras hermanas argentinas, aún con un papa argentino, están listas para cambiar la ley sobre aborto. Lo que está sucediendo allá está impactando acá”, concluyó la investigadora.

 

Es imposible saber si, como muchas feministas sostienen en Brasil, el Supremo Tribunal Federal tiene un ojo puesto en lo que decida el Senado en Buenos Aires. Pero lo que ya nadie puede dudar es que los movimientos feministas de todo el mundo siguen con la misma intensidad, la misma esperanza y el mismo nerviosismo lo que pase hoy en el Congreso argentino.

 

Por eso, Amnistía Internacional jugó fuerte esta semana en los principales diarios del mundo con la publicación de columnas de opinión y una publicidad de contratapa completa. Bajo la consigna “El mundo nos está mirando”, la organización humanitaria publicó el mismo aviso verde con el dibujo de una percha y el título “Adiós” en la edición internacional de The New York Times que llega a más de 160 países y territorios, e instaló el tema con columnas de opinión adaptadas a los contextos locales en otros diarios de Estados Unidos y Europa.

 

La apuesta de Amnistía Internacional sólo se entiende si se toma dimensión del efecto que la lucha de las mujeres argentina para legalizar el aborto podría tener sobre sus vecinos y otros países del globo en donde miles de personas pelean también por inaugurar, ampliar o consolidar definitivamente ese derecho.

 

Por eso, más de 60 diputados y senadores de Irlanda -el último país que legalizó el aborto después de décadas de lucha en una tierra fuertemente católica- tomaron una iniciativa poco común en política internacional y le escribieron una carta a los senadores argentinos para que tomen su ejemplo y pongan fin a “la violación de los derechos humanos de las mujeres y las niñas”. Organizados por Amnistía Internacional, casi un tercio de los legisladores nacionales irlandeses le pidieron a sus pares argentinos que terminen con la criminalización del aborto que “obliga cada año a cientos de miles de mujeres a realizarse abortos clandestinos e inseguros que ponen en riesgo sus vidas y su salud”.

 

La prueba más concreta del impacto internacional que tuvo el debate por la legalización del aborto en Argentina es el pañuelazo que se organizó en decenas de ciudades en los cinco continentes para acompañar el debate y la votación de hoy en el Senado.

 

“Hasta ahora la discusión sobre el aborto había pasado muy desapercibida en Costa Rica. Pero a partir del debate en Argentina, el movimiento feminista costarricense se ha atrevido a colocar el tema en la palestra pública y a comenzar a dar un debate mucho más responsable”, contó a Zoom la diputada Paola Vega, una voz feminista obligada en el Congreso de ese país centroamericano y una de las primeras dirigentes en anunciar que se sumará al pañuelazo internacional.

 

“Argentina ha sentado cátedra a nivel latinoamericano sobre cómo abordar una discusión que en la mayor parte de los países suele ser incómoda, suele estar llena de tabúes. Argentina dio un paso importante al poner todas las opiniones sobre la mesa, empapando a toda la población con una discusión seria y rigurosa. Esto nos ha motivado sin dudas”, agregó la legisladora, quien como muchas otras feministas en el mundo van a aprovechar esta jornada internacional para reivindicar también sus propios reclamos.

 

Más allá de cuál sea el resultado de la votación en el Senado, sólo un reducto de cruzados puede negar que algo cambió en Argentina este año. Aún si se pierde esta pulseada parlamentaria, el movimiento de mujeres ganó las calles, ganó el debate en la sociedad e instaló de manera definitiva en la escena pública -lejos de la oscuridad y el silencio de la clandestinidad- la realidad de millones de mujeres que en la sororidad encontraron finalmente su voz.

 

Pero el movimiento argentino de mujeres consiguió mucho más que esto. Consiguió inspirar y movilizar a miles de personas de otros países, principalmente de América latina, una región en la que el 97% de las mujeres en edad reproductiva viven en territorios en donde el aborto, salvo algunas causales, es un crimen. Este logro es aún más significativo en un momento en que los sectores conservadores están ganando fuerza en muchos Estados vecinos y en otros más distantes pero influyentes como Estados Unidos, en donde el presidente Donald Trump está a una votación del Senado de conseguir una mayoría conservadora en la Corte Suprema que podría terminar con el histórico fallo que legalizó el aborto en 1973.

 

En medio de esta avanzada conservadora y de la desarticulación gradual de la integración regional construida en la última década y media, la lucha del movimiento de mujeres en Argentina no sólo se convirtió en un faro de esperanza en los lugares en donde el debate recién comienza, sino también en una fuente de aprendizaje para el camino que hay por delante.

 


La imagen de apertura es una edición de una compilación de publicaciones realizadas por  Camilo Postiglione en su cuenta de twitter: @CamiloPost

 

 

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