La larga marcha

Impresiones de la multitudinaria Marcha Federal y de lo que sigue: testimonios, demandas de paro nacional y el desafío de ir más allá de la catarsis colectiva
Osvaldo Fanton | Télam
Osvaldo Fanton | Télam

Habían llegado de todos los puntos de la Argentina. De la puna y la quebrada. De la Patagonia andina y de la atlántica. Del Litoral y de la Córdoba (cada vez menos) industrial. Del río Paraná. De las serranías y los valles del histórico Tucumán. De La Matanza y Avellaneda. De todo el conurbano. Del Gran Rosario. La multitud que confluyó este viernes en Plaza de Mayo reflejaba la diversidad de tonadas, climas y tradiciones del país. Los unía, sin embargo, un factor común. Convocados en su identidad de trabajadores, todos compartían una convicción. Una certeza basada en la experiencia de la vida cotidiana. Cada uno de los argentinos que se acercó hasta el escenario de la Marcha Federal, montado de espaldas a la Casa Rosada, tenía un diagnóstico común sobre los nueve meses de gestión de Mauricio Macri. Que estaba viviendo peor.

 

El retroceso en la calidad de vida y la pérdida gradual de derechos se reflejaba en cada conversación. En las respuestas de la gente cuando un periodista arrimaba un grabador. Las ansias de que alguien frene la ofensiva de shock neoliberal. La expectativa de la Plaza al desmovilizarse, cuando ya se iba el sol de un día que recordó jornadas más felices, fue que ese freno provenga de la CGT y la CTA unidas en la acción. Que el movimiento obrero decrete, al fin, el primer paro nacional del gobierno de Macri. “Hoy empezó la cuenta regresiva de ese paro nacional convocado por todas las centrales sindicales para decirle al gobierno que hasta acá llegó el ajuste”, aseguró Hugo Yasky, secretario general de la CTA de los Trabajadores.

 

El gremialista de origen docente fue uno de los artífices de esta reedición de la Marcha Federal. Orador principal del acto de cierre, Yasky también encabezó una de las aperturas de la protesta que durante tres días recorrió el país. Fue en el Cerro de la Gloria, Mendoza, donde se halla la estatua que rememora una de las empresas más difíciles de la lucha por la independencia: el cruce de los Andes. Yasky anunció varias acciones y reclamos que las dos CTA (de los Trabajadores y Autónoma) pondrán en marcha en el corto plazo. Exigirán al gobierno la declaración de la emergencia ocupacional. Convocarán a movilizarse el lunes 12 de septiembre, fecha en la que tendrá lugar la audiencia pública para debatir la tarifa del gas. Y, sobre todo, seguirán presionando para que se reabran las paritarias.

 

¿Habrá paro?

Pero el gran interrogante es el paro nacional. ¿Qué hará el triunvirato cegetista recientemente electo? Bajo los paneles celestes, la pantalla gigante y la leyenda “Marcha Federal, articulación popular” que funcionaban como única escenografía, sobre el palco se pudo ver a los representantes de la Corriente Federal de los Trabajadores de la CGT: eran Sergio Palazzo (bancarios), Horacio Ghillini (docentes privados), Héctor Amichetti (gráficos), Walter Correa (curtidores de cuero), Vanesa Silley (Sitraju, judiciales) y Luis Ortega (SECASFPI, trabajadores de ANSES). En el escenario también estaba Víctor Santa María (Suterh), de la CGT, aunque no integra la corriente de Palazzo. Uno de los datos salientes de la tarde fue la presencia de los dos hijos más conocidos de Hugo Moyano: Pablo, por Camioneros; Facundo, diputado del Frente Renovador.

«La conveniencia de un paro nacional es algo que todavía genera desacuerdos en el sindicalismo»

El interrogante sobre la convocatoria al paro -si finalmente se concretará o si quedará en estado de amenaza- parecía recorrer algunos sectores de la Plaza de Mayo. No por casualidad, tampoco inocentemente, en los metros más cercanos al escenario -cerca de la calle Hipólito Yrigoyen- se escuchó corear: “¡paro general/ paro general!”. Yasky había argumentado a lo largo de su discurso sobre la necesidad de unir al movimiento obrero. No podía convocar a un paro por la suya. Un rato antes, el secretario general de la CTA Autónoma, Pablo Micheli, había utilizado la fórmula “construir el paro general” para explicar que esa medida debía ser precedida por una seguidilla de protestas que la hiciera inevitable. “Si desde el gobierno no escuchan va a haber paro nacional más temprano que tarde. Vamos a construir ese paro general. O cambian la política económica o acá va a haber lucha todo el tiempo”, vaticinó Micheli.

 

La conveniencia de un paro nacional es algo que todavía genera desacuerdos en el sindicalismo. Mientras que Yasky, Micheli y la corriente que encabeza Palazzo consideran que a Macri no hay que darle más tiempo, en el triunvirato cegetista hay quienes proponen mantener en suspenso la opción de máxima. Algunos -los menos, como Gerónimo Venegas (trabajadores rurales) y Luis Barrionuevo (gastronómicos)- por alineamiento con el macrismo. Otros, porque a pesar de la suba del desempleo, la caída de la industria, el consumo y la construcción creen que con esa carta en la manga pueden obtener una mejor posición en las negociaciones sectoriales. Pero también existe la inquietud por no quedar asociados a la acusación de “poner palos en la rueda”, una campaña que los medios favorables al oficialismo propalan con ardor.

 

Georgina García | Zoom
Georgina García | Zoom
Congestión de tránsito

“Hoy algunos medios decían: ‘Hay congestión de tránsito’. Intentaron ocultarnos, intentaron invisibilizarnos. Pero bienvenidas sean las ‘congestiones de tránsito’. Van a haber muchas, van a crecer. Para ellos, cuando el pueblo sale a la calle, eso constituye una amenaza a la democracia. La democracia entra en vilo. Pero cuando salían los caceroleros en las marchas de la opulencia eso era un canto a la democracia. Cuando un pueblo sale a la calle, la democracia está en peligro. Cuando un rico sale a la calle, es una fiesta de la democracia”, cuestionó Yasky en su discurso. El dirigente de la CTA se refirió a la protección mediática con la que cuenta Macri. Incluso aludió a una frase pronunciada por uno de los editorialistas de Clarín, Julio Blanck, quien definió como “periodismo de guerra” al tratamiento informativo que ese diario le dio al kirchnerismo.

 

“No somos nosotros los que ponemos palos en la rueda. Es Macri quien se mantiene en un estado prolongado de ceguera y sordera. Que no siga el diario de Yrigoyen de (Héctor) Magnetto, o lo que le cuentan los periodistas de guerra del Grupo Clarín, y que vea lo que hay en la calle: hambre, desazón y miedo al futuro como hacía mucho que en este país no se veía”, advirtió.

 

La multitud que llenó el centro porteño -como en las grandes movilizaciones, las columnas ingresaron por las dos diagonales y la Avenida de Mayo- tenía una visible composición de trabajadores de sectores medios-bajos. Predominaban los docentes y los estatales, sectores en los que se basó la CTA para construir su fuerza inicial. La convocatoria tuvo sus grandes ausentes entre los gremios estatales, un faltazo que quizá se explica por la interna de ATE y de la CTA Autónoma: Hugo “Cachorro” Godoy, de ATE Nacional, y Víctor De Gennaro. Quien sí tuvo mucho protagonismo fue el ascendente Daniel “Tanito” Catalano (ATE Capital), uno de los dirigentes que secundó a Yasky en la cabecera de la marcha. A Catalano le correspondió abrir el acto tras una oración religiosa del Grupo de Curas en Opción por los Pobres. “Nosotros no desestabilizamos a nadie. Macri, no hay nada más democrático que el pueblo en la calle defendiendo sus derechos. Los que estamos desestabilizados somos los laburantes: nos desestabilizaron la vida cotidiana. Vivíamos en una patria distinta porque teníamos laburo”, rememoró Catalano.

«La multitud que llenó el centro porteño tenía una visible composición de trabajadores de sectores medios-bajos»

Junto a Yasky habían llegado los principales dirigentes de la CTA de los Trabajadores. En caminata desde Once hasta Plaza de Mayo, portaron una larga bandera que decía “Marcha Federal contra los despidos, el tarifazo y el ajuste”. Eran el diputado Edgardo Depetri, Eduardo López (UTE), Edgardo Llano (APA, Aeronáuticos), Claudio Marín (telefónicos), el ex embajador en Bolivia Ariel Basteiro, Carlos Girotti (Carta Abierta), Edgardo Carmona (prensa Rosario), Luis Alí (actores), Estela Díaz (secretaria de género de la CTA), Carlos De Feo (CONADU) y el diputado provincial de Jujuy Juan Manuel Esquivel (Frente Unidos y Organizados por la Soberanía Popular) de la Tupac.

 

Mientras la columna de la CTA avanzaba por Rivadavia, algunos de sus integrantes corearon un cantito dedicado a los vecinos que habían votado a Macri: “Usted señor/ que lo votó/ usted señor/ que lo votó/ ahora se da cuenta/ que Mauricio los cagó.” Ya en el acto, todos ellos se ubicaron en una grada ubicada detrás del escenario. Y aplaudieron mucho cuando desde el micrófono se leyó una carta enviada por Milagro Sala desde el penal de Alto Comedero.

 

Georgina García | Zoom
Georgina García | Zoom
Un freno para Macri

Aunque convocada por las dos CTA, la Marcha Federal invadió el centro porteño con una gran diversidad de procedencias políticas, alineamientos sindicales y hasta de extracción social. Había trabajadores encuadrados en sindicatos, estudiantes universitarios, militantes políticos. También se hicieron notar las banderas de la economía informal, miembros de cooperativas, integrantes de empresas recuperadas. Desde el sur y desde el norte ingresaron por la 9 de Julio columnas de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) y la Confederación Nacional de Cooperativas de Trabajo (CNCT), del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), de frigoríficos recuperados como el Frigore (ex Sadowa) de Mar del Plata.

 

Desde lo político se pudo ver al Partido Comunista, al PCCE, Martín Fierro, MILES, La Cámpora, Nuevo Encuentro, La Néstor Kirchner, Resistiendo con Aguante, Kolina, espacios identificados con el kirchnerismo, que compartían la calle con agrupaciones como Patria Grande, Seamos Libres, MST, PSTU y MAS. Por la CGT, la Corriente Federal de los Trabajadores marchó detrás de una bandera que proponía “una vida digna con trabajo argentino, un movimiento sindical unido y con propuestas”. Al frente de la columna de la CFT caminaban Palazzo, Amichetti y Ghillini.

«Yasky anunció varias acciones y reclamos que las dos CTA pondrán en marcha en el corto plazo. Exigirán al gobierno la declaración de la emergencia ocupacional. Convocarán a movilizarse el lunes 12 de septiembre, fecha en la que tendrá lugar la audiencia pública para debatir la tarifa del gas. Y, sobre todo, seguirán presionando para que se reabran las paritarias»

“El conjunto del movimiento obrero reclama que este gobierno termine con las políticas de ajuste, que han implicado disminuciones salariales por vía de la inflación, pérdidas de puestos de trabajo reconocidas por el propio ministerio de Trabajo de más de 100 trabajadores sin empleo, con una industria nacional afectada por la libre importación, y con un ajuste tarifario salvaje. Por eso en la calle. Y lo que tiene que venir ahora es declarar un plan de lucha con paro nacional por parte de todas las centrales sindicales de los trabajadores, para ponerle un freno a la política de Macri”, subrayó Palazzo luego de que Zoom le preguntara por los próximos pasos tras la contundencia que había logrado la Marcha Federal.

 

Carlos Brigo | Telam
Carlos Brigo | Telam
El Matanzazo, 15 años después

Para las delegaciones de trabajadores que habían llegado desde el norte, la jornada de protesta contra el ajuste, los despidos y el tarifazo había comenzado en un lugar emblemático del conurbano: en la esquina de la ruta nacional 3 y las vías del ferrocarril Belgrano Sur. En ese punto tan transitado de Isidro Casanova, a metros de la estación del tren, bordeado de basurales y grandes galpones, se había realizado el famoso ‘Matanzazo’ que obligó al gobierno aliancista de Fernando de la Rúa a destinar una suma extraordinaria de 150 millones de dólares porque el municipio estaba en emergencia. Con crisis social, mega-desocupación y hambre. “Ese episodio, que fue la primera lucha ganada tras otras muchas que se habían perdido, incluso con costo en vidas humanas, fue una victoria que abrió el camino a las dos asambleas nacionales piqueteras”, recordó a primera hora de la mañana el dirigente Luis D’Elía, de MILES, histórico protagonista de aquellos días.

 

Acompañado por Gabriel Mariotto, también de MILES, D’Elía eligió la ironía para recordar que la funcionaria de De la Rúa que tuvo que acercarse a La Matanza para negociar fue nada menos que la actual ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. “Volviendo al presente, cuando me preguntan por la Marcha Federal de hoy yo digo que esta no va a ser la última marcha. Es la primera, es el principio del fin”, aventuró. El acto en Isidro Casanova marcaba el inicio de la protesta nacional, que se completaría ocho horas después en Plaza de Mayo. D’Elía estuvo acompañado por Oscar Tapia, de la CTA Jujuy; Adolfo Avallone, de ATE Santa Fe; Mario Ortiz, dirigente de la CGT regional La Matanza, y María Reigada, secretaría de Derechos Humanos de la CTA bonaerense. Entre las banderas que flameaban en la mañana se veían los colores azul y amarillo de la filial local de la UOM.

 

Osvaldo Fanton | Télam
Osvaldo Fanton | Télam
Vidas rotas

Operario en la autopartista Len-Lar S.A. de Villa Madero, Enzo (34) agitaba acompasadamente una bandera del gremio metalúrgico. Escuchaba los discursos sin demasiada concentración. En la primera frase que soltó quedó claro que su vida, como la de cientos de miles de trabajadores, quedó inmersa en la incertidumbre. “La producción ha bajado un montón. Todo lo que son las autopartistas, las PYMES del sector automotriz, están muy mal. Hay suspensiones, más que despidos. Todas las autopartistas están paradas. Los laburantes estamos todos preocupados”, contó Enzo a Zoom. Sindicato estratégico en el sector industrial, la UOM contaba con 50 mil afiliados en el año 2003. Según el ex intendente de Quilmes y dirigente metalúrgico Francisco “Barba” Gutiérrez, los afiliados a la UOM hoy suman 250 mil. Una cifra que está en riesgo.

«Aunque convocada por las dos CTA, la Marcha Federal invadió el centro porteño con una gran diversidad de procedencias políticas, alineamientos sindicales y hasta de extracción social»

Jubilada docente de Pilar pero nacida en Tucumán, Ana Medde (58) sostenía una pancarta con un reclamo por el Instituto de Previsión Social (IPS). Había llegado hasta La Matanza con los grupos del Suteba de zona norte. “Es triste la violencia que se genera todos los días. Mi hijo, que se llama Ariel, se quedó sin trabajo en Santa Cruz, Río Turbio. Es maestro mayor de obras y estaba encargado de la parte eléctrica pero de un día para otro lo dejaron sin trabajo a él y a 400 personas que consideraron prescindibles”, contó a Zoom con acento tucumano.

 

Mariana Ferrer (30), directora de una orquesta en Laferrere y coordinadora del programa nacional de Orquestas y Coros del Bicentenario, portaba un papel afiche amarillo en el que escribía consignas. Quería denunciar el desmantelamiento de todas esas políticas. “El programa era nacional pero este año se provincializó. Y desde abril no cobramos. Nosotros queremos dar educación musical de calidad a todos los pibes del país, trabajamos en zonas de vulnerabilidad, como Ciudad Evita, Dock Sud, Ezpeleta, San Martín. Pero ya no hay plata para capacitaciones ni para nuevos instrumentos. A los pibes los tenemos todavía en el colegio, y cada vez hay más, pero ahora vienen al comedor”, repasó.

 

Rostros de la protesta. Historias de vida. De esos sueños, de esa bronca, se nutrió la Marcha Federal.

 

Un multitud con vivencias parecidas coincidió en Plaza de Mayo. ¿Podrán coincidir para hacer algo más que catarsis? ¿Habrá freno a Macri?

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