La séptima marcha por la soberanía

Lago Escondido, Lewis y la soberanía en la Patagonia.

Desde la última semana de enero del 2023 hasta la segunda semana de febrero se realizará en Rio Negro la septima marcha por la soberanía a Lago Escondido. La actividad es impulsada por la Fundación Interactiva para promover la Cultura del Agua (FIPCA) y por los “Agrupamientos  Sanmartinianos”. Es un encuentro de organizaciones con conciencia nacional que se articulan para conseguir el ejercicio efectivo o la recuperación de la soberanía nacional sobre el conjunto del territorio continental, fluvial, marítimo y antártico. La marcha se realizará sobre la propiedad del magnate británico Joe Lewis en Lago Escondido, centro de poder conspirativo y lobista que funciona como un estado fuera de jurisdicción nacional.

¿Cuál es el escenario y los riesgos?

La Patagonia Argentina es un amplio territorio de un millón de kilómetros cuadrados y 2,4 millones de habitantes distribuidos en cinco provincias. El territorio es una meseta que “baja” desde la cordillera de los Andes hasta el Océano Atlántico. Lo podemos dividir en tres partes, la cordillera, los valles andinos y su franja húmeda con pastos; una zona con lagos y surcada por muchos ríos y arroyos, con un régimen de lluvias permanente y amplios bosques; y una gran meseta seca, de pobres pasturas, y varios ríos que cortan el territorio transversalmente generando valles.

El territorio emergido se proyecta en una amplia plataforma submarina de novecientos mil kilómetros cuadrados en la que emergen una serie de archipiélagos como el de Malvinas, Georgias, Sándwich, Orcadas etc., hasta llegar a la Antártida como continuación de la cordillera de los Andes, siendo el sur de la Patagonia el punto más cercano al continente blanco a solo ochocientos kilómetros. Incluyendo las islas apropiadas por Gran Bretaña la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar extendió la jurisdicción argentina hasta 1,7 millones de kilómetros cuadrados. Contando con la porción Antártica sobre la que Argentina reclama derechos antes que cualquier otro país y es la primera nación en tener presencia (novecientos kilómetros cuadrados), la superficie del planeta sobre la que nuestro país se proyecta con diferentes grados de soberanía es de más de seis millones de kilómetros cuadrados. 

Toda esta proyección se basa en el ejercicio efectivo de la soberanía sobre la Patagonia y las islas del mar argentino. Territorio apenas poblado por 2,4 millones de personas, insistimos. Este cuenta con enormes reservas de petróleo y gas (convencional y no convencional), dentro del continente y en la plataforma submarina (entre ellas los yacimientos no convencionales de Vaca Muerta, supuestamente los segundos en gas y cuartos en petróleo del mundo). El potencial minero del territorio es enorme y cuenta con reservas y emprendimientos en actividad o en período de instalación para explotar Hierro, Plomo, Plata, Zinc, Oro, Cobre, Estaño, Antimonio. Carbón, etc. El tercer y fundamental recurso que se explota en la Patagonia es la pesca. Las condiciones ecológicas del mar argentino son de las mejores y allí se extraen diferentes tipos de merluza, calamar, caballa etc. Enormes flotas pesqueras anualmente hacen presencia en nuestro mar o sus límites exteriores inmediatos. 

El problema de la tierra

Como señalamos, la tierra en la Patagonia es de diferente categoría, solo un aparte es de buena calidad y productividad. Esta se encuentra en zonas comunicadas o de muy hermosas condiciones ecológicas. Por ello vale la pena tener en cuenta que poseer 10000 hectáreas en una estepa semidesértica no es lo mismo que en una zona de muchas mejores condiciones. Es en estas últimas donde se da la discusión actual sobre la apropiación de la tierra. Históricamente la Patagonia desde su consolidación dentro del estado nacional fue distribuida entre grandes propietarios (o medianos), muchos de ellos extranjeros y en parte ingleses. O sea, la concentración de la tierra en la región no es una novedad. Lo que es una novedad es que una cantidad importante de extranjeros o argentinos, (una cantidad de propiedades que aparecen como argentinas son en realidad socios o “testaferros” de extranjeros, o filiales de empresas extranjeras que la ley permite que sean consideradas argentinas) vienen comprando tierra en la zona cordillerana del sur de Neuquén, Rio Negro y Chubut. También es “una novedad” que parte de estas grandes propiedades son tierras de las empresas mineras que se extendieron en la región desde las reformas neoliberales de los 90’. 

Los principales propietarios patagónicos son: Grupo Benetton (Italia) 900.000 hectáreas; Familia Menéndez (Arg.) 750.000; Grupo Walbrook (Gran Bretaña) 600.000; Lázaro Báez (Arg.) 470.000; Familia Sapag (Arg.) 420.000 hectáreas, Grupo Heilongjiang Beidahuang (China) 330.000 hs, Familia Pérez Companc (Arg.) 290.000, Familia Zingoni-Arze (Arg.) 250.000, Familia Ochoa-Paz (Arg) 180.000, Familia Larminat-Montalembert (Arg.) 170.000 hectáreas. Minera Vale (Brasil) 160.000. Somuncura Patagonia S.A. (Francia) 155.000. El Palauco S.A. (Arg.) 150.000. Rabino Elimeir Libersohn (EEUU) 140.000 hectáreas. Gold Corp (Canadá) 130.000. Grupo Bemberg (Arg.) 130.000. Trillum Corporation (EEUU) 125.000. Familia Halliday-Rudd-Mc Call (Arg.) 120.000. Familia Patterson (Arg.) 117.000. Familia Jamieson (Arg.) 110.000. Roberto Hiriart (Chile) 100.000. Familia Bark (Arg.) 96.000. Familia Rambeau (Arg.) 94.000. Grupo Burco (Bélgica) 85.000. Familia Goodall-Bridges-Lynch (Arg) 80.000. Matías y Gonzalo Soriano (Arg.) 80.000.  Familia Vidal-Armelín (Arg.) 78.000.  Xgroup S.A. (Arg.) 74.000.  Solmat Agropecuaria S.A. (Arg.) 72.000. Francisco Hermoso (Arg.) 68.000. Cristobal López (Arg.) 67.000. Ailin-co S.A. (Arg) 65.000. Familia Karauguer (Arg.) 62.000. Cielos Patagónicos S.A. (Arg.) 60.000. Familia Morrison (Arg.) 60.000. Familia Otamendi (Arg.) 60.000. Ganadera Suárez Ladouch SRL (Arg.) 60.000. Sucesión Carlos Miles (Arg.) 58.000. Familia Felton (Arg.) 57.000. Sucesión Ramón Fernández (Arg.) 57.000. Ted Turner (EEUU) 56.000 hectáreas.  Familia Bunge (Arg.) 55.000 hectáreas. Familia Nauta-Clark (Arg.) 53.000.  Familia Nieves-Álvarez (Arg.) 52.000. Familia Fuchs-Facht (Arg) 51.000. Anglo Ashanti Gold (Sudáfrica) 50.000. Estancias Schajman S.A. (Arg.) 50.000. Familia Barbieri (Arg.) 50.000. Familia Tanke (Arg.) 50.000. Punta Loyola S.A. (Arg.) 50.000. Maquinchao S.A. (Arg.) 46.000. Paihuén S.A. (Arg.) 45.000. South Latitude S.A. (Arg.) 44.000. Estancias Catan Lil S.A. (Arg) 42.000. Ashley Kent Carrithers (EEUU) 41.000. Emir y Omar Félix (Arg.) 40.000. Familia Garrido (Arg.) 40.000. Familia Leyenda (Arg.) 40.000. Wool for Ever S.A. (Arg.) 40.000.  

Detallamos en este párrafo con un poco más de detalle a Joseph Lewis (Gran Bretaña) que posee treinta y ocho mil hectáreas, y es el foco más conocido de conflictos, además de ser el tema por qué escribimos este informe. Es propietarios de Bahía Dorada (allí tiene un aeropuerto), Lago Escondido, la concesión del Cerro Perito Moreno y el Proyecto Laderas (Río Negro). Lewis es la sexta fortuna de Inglaterra, fundador y propietario del Grupo Tavistock, que aglutina inversiones en más de seiscientas corporaciones propias o a las que se asocia a través de diferentes acuerdos comerciales, como, por ejemplo, Pampa Energía, de la que es accionista. La propiedad de Lewis en Lago escondido de doce mil hectáreas es un centro de articulación política y de lobbys a nivel internacional.

Marcelo Mindlin (Arg.) socio comercial de George Soros, Joseph Lewis y el Grupo Bemberg, fue parte del Grupo Irsa de Eduardo Elsztain y tiene cuarenta y dos mil hectáreas. Campos en Alto Río Chubut y el valle del Río Foyel (Río Negro, contiguo a Lewis). Mindlin es propietario y/o accionista de Pampa Energía, Dolphin Fund y Petrobras Argentina. A pesar de ser argentino y allegado a todas las gestiones de gobierno, el holding empresario de Mindlin está radicado en paraísos fiscales.

Por último, mencionamos al Emir de Qatar, Tamim Bin Hamad Al Thani posee veintiocho mil hectáreas al costado de la ruta 40 entre Bariloche, el Bolsón y en la frontera con Chile. Posee además un centro de esquí e inversiones en Vaca Muerta.

Aquí nos detendremos ya que el listado de catastro sigue con otros cuarenta propietarios de entre treinta y cinco mil y veinte mil hectáreas, registrados como argentinos (menos dos suizos).

Joe Lewis adquirió las doce mil hectáreas que rodean el Lago Escondido en la década de 1990 cuando los procesos de desregulación y provincialización permitieron una gran flexibilidad en la adquisición por parte de extranjeros de la propiedad nacional, entre ellas la tierra, y la entrada y salida de capitales. La clave de la lucha contra Lewis en el caso específico se encuentra en tres puntos. Uno que la tierra adquirida era un parque provincial (una reserva natural, además en zona de frontera) que no se podía enajenar y mediante una decisión, que se cuestiona, de la legislatura provincial se permitió que el magnate británico se quedara con todas las tierras que rodean el lago. Todo el proceso estuvo viciado o al menos generó y genera dudas que han permitido la existencia de una causa en la justicia donde se cuestiona todo el proceso de apropiación. Segundo, la ley argentina impide que cualquier privado se apropie de lagos, costas o cursos de agua. La propiedad de Lewis rodea un lago completo e impide el acceso libre. Tercero, el magnate británico desarrolla en Argentina actividades conspirativas sobre la política, economía y justicia local. Dispone de una pista de aterrizaje en la costa patagónica capaz de recibir aviones de gran porte y otro aeropuerto cerca de Lago Escondido, todo a poca distancia de Malvinas, sin ningún control de las FFSS o fuerzas militares. Nadie sabe cómo, cuándo y quiénes pueden entrar o salir del país, ni a dónde van. De hecho las FFAA han colocado recientemente un radar en el sur del país y detectaron una cantidad de vuelos ilegales desde Chile o desde tierra privadas hacia el mar argentino o las islas Malvinas. 

La extranjerización y pérdida de soberanía en la región patagónica.

La cuestión clave de todo lo que venimos exponiendo es que tanto en petróleo y gas, minería metálica y no metálica, y pesca, toda la propiedad es de grupos extranjeros; en el caso minero de enorme proporción británico y/o de empresas de la comunidad británica. La pesca es absolutamente extranjerizada. No hay puertos nacionales, no hay buques nacionales y no hay marinería nacional. En muchos casos las flotas pesqueras chinas, españolas, etc. ni siquiera recalan en los puertos patagónicos (en manos privadas) para su logística prefiriendo Malvinas o Montevideo. La presencia de las Fuerzas Armadas es simbólica (consecuencia de los Acuerdo de Madrid, una decisión política sostenida por todos los gobiernos). Y la de las Fuerzas de Seguridad solo sirve para atender conflictos de delitos comunes o sociales; como los reclamos de diversa índole por tierras por parte de comunidades indígenas (reales o no) que en general (sospechosamente) solo tienen repercusión pública cuando se hacen contra en estado nacional, parques nacionales o las FFAA (hay contra privados de los mencionados más arriba, pero estos no se difunden). 

Pero la clave es otra. Se basa en la realidad de la soberanía del estado nacional. Cabe aplicar el concepto de “frontera política y frontera geopolítica”. Si bien aún nuestra frontera política se encuentra cuestionada por la presencia británica en la mayoría de los territorios insulares y marítimos argentinos y la ausencia total de capacidad disuasoria militar o de presencia económica nacional, lo cierto es que la soberanía real ejercida sobre el territorio continental es muy limitada. La frontera política es lo que indica el mapa y lo reconocido internacionalmente. La frontera geopolítica es la realidad del ejercicio de las decisiones que la comunidad nacional representada por el Estado puede realizar en el territorio: de quién son los recursos,  cómo y para que se utilizan.  La frontera geopolítica muestra una realidad material más concreta que la política, y se encuentra en muchos países del mundo dentro de sus fronteras dibujadas en el mapa (y en las potencias exceden mucho de lo que el mapa le adjudica, inclusive algunas potencias buscan extender su “frontera geopolítica” por todo el globo). La frontera geopolítica hace a la soberanía real y preanuncia posibles modificaciones de la frontera política en el futuro. 

A esto hay que sumar varios temas. Uno, la poca densidad de población de la región. Segundo, la “provincialización” de atributos centrales de la soberanía de la comunidad nacional como son los económicos. Tercero, la conflictividad étnica, con intenciones de crear nacionalismos paralelos, esto es muy minoritario en sus destinatarios, pero es una estrategia de largo plazo que en un país que excluye y prioriza a poderoso intereses extranjeros por sobre las poblaciones locales, puede anunciar imágenes vistas en otras latitudes. Cuarto, la cada vez mayor propiedad y presencia extranjera, mayor discrecionalidad de la misma, en todo lo que hace a la economía de la Patagonia

Síntesis

La lucha de la organización FIPCA y los “Agrupamientos sanmartinianos” tiene como objetivo concientizar, mediante la acción, los lugares que deben ser recuperados. No es solo Lago Escondido. Son mineras, el Litio, la selva misionera, el mar, los ríos y las empresas estratégicas. Pero el Lago Escondido es un símbolo. Un poderoso empresario extranjero con incidencia en la política local al lado de los sectores más reaccionarios pro imperialistas y sionistas, es dueño y ejerce la soberanía real, con control político y de seguridad concreto, en la zona de su feudo. Por eso ha sido tomado como muestra de un problema que hace a la consolidación o disolución de Argentina como nación. 

Las “marchas por la soberanía” son el método de lucha acorde a el nivel de posibilidades de nuestro país y pueblo actualmente. Un paso en una batalla más larga que requerirá mayor profundidad de decisión en el futuro. Las columnas marchan hacia territorios apropiados por extranjeros o en riesgo de pérdida. Navegan por ríos y mares en disputa con un programa nacional concreto. Forman parte de estas marchas todas las organizaciones nacionales dispuestas a participar o apoyar de acuerdo a sus recursos, con la única consigna de hacer valer la soberanía nacional, la identidad nacional, la economía nacional y los derechos del pueblo trabajador argentino.  Son actividades que duran varios días y, en el caso de Lago Escondido, se viene repitiendo desde hace ocho años. 

La próxima marcha se iniciará a fines de enero y terminará el 10 de febrero. Contará con dos columnas. Una, la de Montaña que encara un largo camino de montaña de unos treinta y cinco kilómetros rodeando la propiedad de Lewis por el lado de la frontera chilena para llegar al lago por “atrás” y navegar el mismo hasta la mansión del magnate. Y otra que marcha desde la ruta intentando penetrar las tierras de Lewis por el acceso principal (que es el que se reclama ante la justicia como público). 

Como toda acción y planificación, tiene enfrente el adversario cuya acción es difícil de prever con exactitud, lo que hace que todas las marchas hayan sido distintas, algunas con hechos de violencia y agresión. Otras con menos tensión. Pero siempre obstaculizadas en el objetivo de acceder al lago como espacio público. La expectativa sobre esta es que al estar Lewis instalado en el centro del debate por cuestiones de política nacional pública por su rol como conspirador con cenáculos locales de poder político y judicial, el resultado adquiera nueva proyección. El objetivo va más allá de Lewis y su rol, es la consolidación de la nación argentina soberana y de la soberanía del pueblo sobre sus tierras y recursos. Generar conciencia y organización.  El resultado se verá en el mismo desarrollo.

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