El anhelo de la soberanía energética: Vaca Muerta y los interrogantes de un megaproyecto extractivo

La energía es una interrogativa que la actualidad contemporánea no para de intentar responder. A partir de esta realidad, observamos el caso de Vaca Muerta.

Juan Antonio Acacio y Gabriela Wyczykier 

Distintas tendencias predominan actualmente en el panorama de la energía a nivel global. Por un lado, crece la necesidad de avanzar en un proceso de transición hacia fuentes consideradas limpias, producto de la agudización del calentamiento global. En ese proceso, debe disminuirse la producción y consumo de fuentes de energía fósil, como el carbón, el petróleo y el gas, principales emisores de gases de efecto invernadero. Al mismo tiempo, las previsiones en cuanto a la disponibilidad de estos recursos fósiles muestran límites temporales preocupantes que rondan, por lo menos para el petróleo y el gas convencional, unos diez o  quizás veinte años a futuro. También la cantidad de energía que se requiere para acceder a estos bienes se va incrementando progresivamente, encareciéndose el proceso de extracción. Algunas estimaciones indican, por ejemplo, que en Estados Unidos con la energía equivalente de un barril de petróleo a inicios del siglo XX se podían extraer más de 100 barriles de crudo, mientras que en la actualidad, con la misma cantidad de energía se obtienen menos de diez barriles en los pozos de este país. Ello significa que la Tasa de Retorno Energético fue disminuyendo drásticamente con el pasar de los años.  

La guerra entre Ucrania y Rusia, que lleva casi un año desde su inicio, ha mostrado la necesidad de abastecimiento de energía fósil de los países de desarrollo más temprano, como los europeos. Aunque en su agenda pública el estímulo de las renovables ocupa un lugar destacado, su incorporación es lenta y desigual. Esta situación atraviesa también a los países de América Latina. En síntesis, vivimos en sociedades dependientes del consumo de recursos fósiles para satisfacer los requerimientos de transporte, productivos y residenciales.

Consumo mundial de energía por fuente para 2019

Consumo de energía en América Latina por fuente para 2020

En este escenario, la posibilidad de acceder a la producción masiva y comercial de los llamados “hidrocarburos no convencionales” tanto en Estados Unidos, país pionero en esta actividad, como en Argentina desde el 2011, prorrogó las expectativas públicas, políticas y económicas en torno al uso de fuentes como el gas y el petróleo. Sin embargo, la crisis climática, así como las consecuencias ambientales y territoriales que se han ido registrando alrededor de la actividad, ha generado resistencias y críticas por parte de actores científicos, sociales y comunitarios. Por ello, se requiere atender a una serie de controversias e interrogantes con respecto a la viabilidad e implicancias de su extracción.

Argentina y la renovación del anhelo fosilista 

Vaca Muerta, una formación geológica rica en hidrocarburos no convencionales, se encuentra ubicada mayormente en la provincia de Neuquén, parte de Río Negro, Mendoza, y La Pampa, y requirió del desarrollo de un megaproyecto para iniciar la extracción de gas y petróleo no convencional.

Ubicación de la formación Vaca Muerta.

La diferencia más importante entre los hidrocarburos llamados convencionales y los no convencionales es la técnica que se demanda para su extracción. Los primeros, se encuentran alojados en rocas porosas, por lo tanto son considerados por la industria como de fácil acceso. Por el contrario, los hidrocarburos no convencionales se hallan en rocas de poca porosidad, por tanto  su extracción requiere de una técnica específica, la de la fractura hidráulica, o fracking, que consiste en inyectar grandes cantidades de agua, arena y químicos a gran presión para romper la roca y permitir la salida hacia el exterior del gas y el petróleo.

Los impactos ambientales, territoriales y climáticos de los hidrocarburos convencionales son importantes: estos emiten gases de efecto invernadero y generan contaminación en la   atmósfera. También se han afectado territorios y acuíferos debido a fugas y derrames, entre otras cuestiones. Pero la técnica del fracking y el proceso extractivo que facilita la llegada a los no convencionales potencia y generaliza estas consecuencias. A pesar de esto, en la Argentina y en los ámbitos subnacionales y locales donde la actividad avanza, los consensos y adhesiones son significativos. Esto se debe en gran medida a la tradición como productor de hidrocarburos que dispensa el país y las principales provincias que extraen estos recursos, como es el caso de Neuquén. 

La expectativa pública por lograr la soberanía y el autoabastecimiento energético, anhelado desde hace casi dos décadas por la Argentina, tanto así como las oportunidades de negocios para la exportación que el petróleo y el gas habilitan, se combinan para estimular el sueño desarrollista que en el siglo XX se afianzó en el espíritu de la dirigencia política nacional. Los números que arroja el megaproyecto de Vaca Muerta contribuyen a sostener ese sueño, ligando una vez más a los recursos naturales con las propuestas de afianzamiento económico: de acuerdo a la Secretaría de Energía, la producción de hidrocarburos en Neuquén alcanzó en agosto un récord histórico de gas natural, y el mejor desempeño en los últimos veintiun años en cuanto al petróleo gracias a Vaca Muerta. 

El aumento en la extracción se emparenta con otras aristas que gran parte de la población y el gobierno provincial considera algo a destacar: en menos de cuatro años se duplicó la participación porcentual de las regalías en los recursos totales de la provincia. Si hasta el 2018 éstas representaban aproximadamente el 20% de los ingresos fiscales, a partir del desarrollo de Vaca Muerta pasaron a representar alrededor del 40%. Además, distintas actividades comerciales y productivas se dinamizan al compás de la extracción. Se calcula que, por cada puesto de trabajo directo en el gas y el petróleo, se crean entre dos y tres trabajos indirectos. Como  ejemplo, en Añelo, localidad ubicada en el corazón de la producción de no convencionales, se estima que un 30% de la población se ocupa en el comercio, gastronomía y hotelería, un 40% en el empleo público, un 15% directamente en la actividad hidrocarburífera y otro tanto en la construcción. Así, mientras otras localidades y provincias resultan expulsoras de población, la provincia de Neuquén y particularmente la localidad de Añelo vieron incrementarse las demandas y oportunidades de trabajo.

Respecto a los impactos ambientales y transformaciones en el territorio, varias de las consecuencias que trajo aparejada la actividad no convencional ya se encontraban presentes en la provincia de Neuquén debido al desarrollo de la actividad hidrocarburífera convencional. Sin embargo, muchos de estos efectos se potenciaron mientras otras dinámicas novedosas emergieron con el desarrollo de Vaca Muerta. Emisiones de gases de efecto invernadero, contaminación de tierra, aire y agua, derrames de crudo, fugas de gas sin control y aumento en la accidentalidad laboral en las plataformas de extracción conforman el panorama en torno a los aspectos perjudiciales que se vinculan con la actividad. Con respecto a este último punto, algunos sectores aducen que los daños pueden ser morigerados con mayores controles y seguridad. Si bien la accidentalidad y ocurrencia de siniestros se debe al aumento de las presiones laborales por el boom de la actividad, lo cierto es que la precarización y flexibilización se incrementó a fin de abaratar costos laborales y operativos para permitir que  Vaca Muerta se posicione  de forma competitiva en el escenario internacional.

El avance de la actividad no convencional implicó también un recrudecimiento en la violación a los derechos de los pueblos originarios de Neuquén, reconocidos por la constitución nacional y provincial, así como por tratados internacionales a los que Argentina adscribe, que buscan garantizar los estilos de vida de los grupos étnicos en términos culturales, territoriales, económicos y políticos. Aun así, la actividad ha ingresado a territorios comunitarios sin consentimiento de las poblaciones, de la mano de procesos de judicialización, represión y estigmatización.

Recientemente, la emergencia de actividad sísmica en zonas cercanas a la explotación no convencional ha generado alarma, sobre todo en la localidad de Sauzal Bonito. Las investigaciones recientes de geólogos y geógrafos de CONICET y de la Universidad Nacional del Comahue, e incluso de investigaciones internacionales, muestran la correlación existente entre el fracking y la alteración geológica, que ha generado que localidades tiemblen y las casas se resquebrajen al compás de las perforaciones.

La localidad de Añelo: vivir en el “corazón” de Vaca Muerta

La localidad de Añelo se encuentra en un punto estratégico para la actividad debido a la cercanía que posee a las zonas de explotación. Con el avance de la actividad se dinamizó la llegada de población, inversiones y trabajo. En el lapso de diez años, esta pequeña localidad pasó de unos dos mil a unos diez mil habitantes permanentes aproximadamente, cifra que se amplía muchísimo más con la población que ingresa y luego se va diariamente. Quienes viven allí distinguen en Vaca Muerta una nueva oportunidad para insertarse en los circuitos económicos provinciales y nacionales para el desarrollo de la energía fósil.  

Sin embargo, al mismo tiempo que estas esperanzas son depositadas en la actividad, lo cierto es que el flujo de mano de obra y las inversiones que se despliegan en el territorio, están atadas a las fluctuaciones de los precios internacionales y de la coyuntura global y nacional, así como a los incentivos que se le propone al sector desde instancias gubernamentales, como los sucesivos Plan Gas, política que se propone incentivar y otorgar beneficios a las empresas para aumentar la tasa de extracción de gas de los yacimientos. 

El  ingreso de una gran cantidad de familias  de otras provincias y países, así como la circulación constante de trabajadores a lo largo del día, ha generado por otra parte sentimientos contrapuestos , apreciándose  un aumento en la  sensación de inseguridad, incremento de  consumos problemáticos y violencias de distinto tipo, siendo la de género y familiar una de las más preponderantes. Además, se percibe una mayor masculinización del territorio por la elevada presencia de hombres en las calles, bares, restaurantes y espacios de ocio. 

                    Añelo, 2017.                                                                 

Añelo, 2022.

Los vecinos aseguran que Añelo carece de todo tipo de servicios.

A la par del crecimiento poblacional, lo cierto es que las infraestructuras no dan abasto: el agua potable no alcanza (y es por ello que las protestas de los vecinos son recurrentes), los alquileres de las viviendas son muy elevados, las rutas y caminos sucumben al peso de los camiones y del tráfico constante, y los servicios de salud y educación no logran cubrir la demanda creciente. Junto a ello, es difícil conformar equipos de profesionales que acepten residir en Añelo, donde la brecha entre el costo de vida y los salarios que quedan por fuera del sector petrolero son significativos. Conjuntamente, se han instalado múltiples empresas y plantas de tratamiento de desechos hidrocarburíferos que generan humo y fuertes olores. Igualmente, las distintas antorchas que queman gas excedente, conocidos como “fósforos”, dan la bienvenida a una localidad que se transforma a ritmo vertiginoso. 

Además, se ha producido una creciente fractura urbana, fruto de la expansión de la urbanización en la meseta. Esto genera una distinción entre la parte antigua de la localidad y la parte nueva, con marcadas deficiencias en la conexión entre ambas. Los vecinos señalan problemas y dificultades para movilizarse (algo muy usual puesto que en la parte antigua se encuentran concentrados los servicios de salud, de educación, entre otros) si no cuentan con transporte propio. Entonces, deben hacerlo a pie o contratar con un servicio de remis o taxi, encareciéndose aún más el costo de vida de quienes habitan la parte más nueva.

El despliegue de Vaca Muerta se encuentra por lo tanto atravesado y condicionado por una serie de dinámicas que interrogan sobre su viabilidad y factibilidad a mediano y largo plazo. Las expectativas y promesas públicas de desarrollo se producen a la par que las consecuencias ambientales y territoriales se amplifican. Este megaproyecto renueva las esperanzas nacionales por lograr autoabastecimiento energético y exportaciones de commodities, pero también contribuye a la reproducción de una sociedad fosilista en un escenario signado por  una crisis climática y socioecológica de escala planetaria sin precedentes en la historia. 

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