Adopciones poco Nobles

Aspectos poco conocidos sobre los hijos de Ernestina Herrera. Hubo otro ADN que La Directora de Clarín rechazó.

Parece una fábula, como esas que Homero describió en La Ilíada y La Odisea o que la Biblia cuenta en aquel mítico relato donde Moisés es encontrado en una canastita, integra la familia del Faraón y siendo algo más que un adolescente, saca a los judíos de la esclavitud en Egipto abriendo las aguas del Mar Rojo. Sobre la verosimilitud de estos hechos, todo queda al libre albedrío de las creencias del lector. Pero que una historia truculenta sea pergeñada desde el poder del principal grupo hegemónico de la Argentina y que su inicio tenga lugar en los años de plomo y haya atravesado 27 años de democracia, sólo puede inscribirse en aquella notable definición del empresario Alfredo Yabrán, identificando el poder con la impunidad.

 

Al igual que a Moisés, a Marcela la dejaron en una caja en el portón de la residencia de Ernestina Herrera de Noble. Cuenta Pablo Llonto en su libro La Noble Ernestina: “…el 13 de mayo de 1976 La Directora , se había presentado ante el Juzgado de Menores Nº 1 de San Isidro, a cargo de la doctora Ofelia Hejt, para denunciar que once días antes había encontrado en la puerta de su casa de la calle Laprida 2789 de San Isidro, en una caja de cartón a la beba que había tomado a su cargo, a quién ya llamaba Marcela y cuya guarda solicitaba… En el caso de Felipe, declaró que el 7 de julio de 1976, una mujer que supuestamente se llamaba Carmen Luisa Delta y que decía ser la madre de un varoncito nacido el 17 de abril de ese año, se había presentado ante la misma jueza Hejt y le había entregado el niño al juzgado para que lo dieran en adopción. Un rato después, cuando la señora Delta ya se había retirado, La Directora , que estaba de paso por el Juzgado por los trámites de Marcela, se encontró con el Secretario del Juzgado, quién le informó de la existencia de un nene para adoptar. Feliz de la vida, pidió la tenencia provisoria del chico, la que fue concedida ese mismo día” Estos dos casos desmienten, como puede apreciarse, las numerosas y justas críticas sobre las dificultades y el prolongado tiempo que insume ejercitar en la Argentina un acto tan generoso como es la adopción.

 

Como es fácil de notar, las dos historias son poco creíbles, más próxima a la imaginación de Homero que a ser verídicas a 34 años, entonces, de concluir el siglo XX. Pero su credibilidad se reduce a una farsa cuando empiezan a comprobarse como mentirosas las referencias aportadas.

 

El domicilio dado es falso. Ernestina no vivía en San Isidro, sino en Avenida Libertador 3752 de la Capital Federal. Esta cuestión invalida ante quién se hizo la adopción. Es fácil deducir que el objetivo era que el trámite se debía realizar en un terreno amigo. A partir de ahí se encadenan las mentiras: las dos personas que actuaron como testigos, Yolanda Echague de Aragón consignada como vecina, en realidad no vivía en San Isidro sino en Acasusso junto a su esposo y su nieta, y Roberto García acreditado como cuidador de una finca vecina, era en realidad su chofer, integrante del plantel de Clarín, de lo cual se enteró el juez Roberto Marquevich al recibir la contestación a su requerimiento al “gran diario argentino”. La presunta madre de Felipe, Carmen Luisa Delta consignó un número de documento que corresponde a un hombre. Además se los inscribió con un apellido de una persona fallecida 11 años antes. El acta de Marcela Noble, escribe Pablo Llonto, no tenía ni constancias de maternidad, ni de paternidad; tampoco se hacía mención alguna al lugar de nacimiento. Estos espacios estaban en blanco cuando debían contener al menos, la inscripción “desconocido”. No se indicaba cual era el organismo que se había encargado de certificar el estado de salud y situación social de la criatura sobre la que se tramitaría la adopción y, en cambio, ya aparecía la menor con el apellido Noble Herrera.

 

Por todos estos hechos el juez Roberto Marquevich ordenó la detención de Ernestina Herrera el 17 de diciembre del 2002.

Todo empezó por la herencia y un honorario

Roberto Noble, el fundador de Clarín, tuvo como primera mujer a una mejicana, Guadalupe Zapata, con la que tuvo una hija Guadalupe Georgette Noble, conocida como Lupita. La madre de Lupita, en representación de su hija, impugnó la validez del casamiento de Ernestina y de todas las manifestaciones testamentarias. El final de los juicios, dice Pablo Llonto “terminaron en complejas conciliaciones gracias a las gestiones del ex secretario de Noble, Jorge Baeza, en las que finalmente Clarín fue a parar en su totalidad al patrimonio de La Directora mientras Lupita recibía los inmuebles en la Argentina y Uruguay y algunas pequeñeces relacionadas con el diario que olían a tomada de pelo: entrega cotidiana y gratuita de un ejemplar del diario, un palco en el Colón y el carnet de periodista si cumplía con los requisitos legales. A partir de ese momento, las puertas de Clarín quedaron cerradas para la niña Lupita, a quien ni siquiera le dirigiría la palabra. Cuando Guadalupe tuvo idea de lo que había ocurrido con la herencia de su padre y también la veda que le imponía Clarín, sacó a relucir el recio carácter -si heredado- del Doctor, y buscó nuevos abogados para que iniciaran el operativo rescate. Contrató al constitucionalista Germán Bidart Campos y reconoció que estuvo mal asesorada en los anteriores pleitos en los que había desistido y aceptado la dispar herencia “por razones de armonía y para mantener la paz familiar”. Estaba dispuesta a dinamitar lo que La Directora había construido durante años, cuando se aprovecharon de su inocencia de niña bien.

 

Un día de 1996 lanzó el grito de guerra: “Le voy a pelear las páginas del diario a Ernestina” Fue uno de los juicios de impugnaciones hereditarias y declaración de derechos más apasionantes que haya vivido la justicia civil argentina. Armada de papeles hasta los dientes, la única hija que, hasta ahora, es quién lleva con todas las letras y sin objeciones el apellido Noble, cuestionó la validez de algunas cláusulas testamentarias que le daban a Ernestina el manejo exclusivo de Clarín, pero en lo que más hacía hincapié era en su “apartamiento espiritual y periodístico de la mayor obra de creación de mi padre que es el diario Clarín”. La lista de agravios que Lupita había acumulado durante años parecía interminable: captar la voluntad de Noble para desheredarla, perjuicios de 37 millones de dólares debido a la desheredación, no tratarla públicamente como única hija de Noble, apropiación indebida de la marca Roberto Noble y omitir en el expediente de adopción de Marcela y Felipe que don Roberto ya tenía una hija, con los que obtuvo para los niños el apellido Noble. El contragolpe de la Viuda en el expediente sonó como una advertencia. Le refregaba a Lupita su carácter de “hija extramatrimonial” y deslizaba la hipótesis que no fuera hija de Noble. Era su táctica preferida. Jugar con los secretos del padre que Lupita desconocía. Como una fiera herida, Lupita llegó a lo máximo y pidió un estudio de ADN con todos los sobrevivientes de la familia para demostrar que su sangre era la de una Noble. La disputa estaba por superar la paciencia de La Directora cuando los abogados le sugirieron, en diciembre de 1998, que llegara a un arreglo y que además pagara el daño moral que reclamaba la Lupita, convertida ahora en Lupe, ya separada de su marido, el ex funcionario de la cultura menemista, y también cantante, Enrique Llopis. (Actualmente) Guadalupe concurre a los actos de la Recoleta -donde Ernestina ni aparece- en homenaje a su padre, lleva a su hija Sara Llopis a cuanta recordación del Doctor Noble se celebre y cuando algún curioso le pregunta si alguna vez será periodista del diario, responde con dulzura: “Yo con Clarín ya estoy en paz”. En estos días presenta el libro “Noble, un argentino visionario”.

 

En la búsqueda de pruebas para impugnar el casamiento Noble-Zapata en Méjico, Ernestina contrató a Emilio Jaján, porque Guadalupe Zapata tenía un matrimonio anterior con Charles Stehlin, con quien se había casado en Buenos Aires en 1955. Cuando Jaján quiso cobrar sus honorarios, le respondieron que “se dejara de joder” y que se diera por satisfecho con los viáticos recibidos. Ahí inició el juicio en 1986. Posteriormente la esposa de Jaján, Ana Elisa Feldmann, en 1995, se presentó denunciando las irregularidades en la adopción de Felipe y Marcela. La historia daba un viraje.

Detención de Ernestina

Diciembre del 2002. Mientras se realizaba la entrega de los premios Clarín, en el teatro Colón, la dueña de una de las fortunas más grandes del país permaneció detenida durante casi tres días en una pequeña pieza de Cavia 3350 por orden del juez Roberto Marquevich, lo que luego le costó su cargo. Tal vez, en esa situación impensable, recordó Ernestina cuando era una bailarina de danzas españolas de El Tronío, cerca del Bajo y sobre la calle Corrientes, y la apodaban La Marinerita, cuando conoció al dueño de Clarín. En 1950 tenía apenas 25 años. Noble casi la duplicaba en edad, con sus 48 años. El encuentro fue importante para Ernestina. Fue contratada para trabajar como cajera en las oficinas de Clarín en la calle Corrientes.

 

Fue un largo y trabajoso camino llegar a ser esposa de Noble y luego La Directora y principal accionista del diario. Pero en esa situación difícil, cercana a la Navidad del 2002, había especialmente un periodista que la iba a comprender a pesar de que ya no trabajaban en el diario. Joaquín Morales Solá, designado en una encuesta poco transparente el mejor periodista del 2009, según la revista Noticias, escribió desde La Nación el 19-12-2002: “Una noche fría de ese tiempo ingrato, la directora de Clarín, Ernestina Herrera de Noble, nos sorprendió con el relato de la adopción de sus hijos. Había también lágrimas, muchas lágrimas, en sus ojos, pero correspondían a las emociones que despierta la alegría. (…) Más de 25 años después, la señora de Noble sigue llorando por esos hijos. Su detención dispara una primera injusticia: una madre no debería ser detenida sólo por serlo”.

 

Según José Ignacio López en su libro El hombre de Clarín. Vida pública y privada de Héctor Magnetto, éste le comentó: “Con la detención de Ernestina lo que se persiguió en realidad fue atacar los resortes básicos de Clarín, como la credibilidad y el compromiso con los derechos humanos”.

La carta de Ernestina del 12-01-2003

A pocos días de recuperar su libertad, Ernestina Herrera publicó una carta en el diario de su dirección, que en la parte pertinente a esta historia dice: “Estos dolorosos días me han dejado estremecida pero entera, fortalecida por la amarga experiencia de la cárcel. Me han acompañado el amor de Marcela y Felipe y el sentimiento de que este es uno de los momentos más importantes de mi vida: como madre y como directora de Clarín.

 

Quiero contarles por qué.

 

Me encuentro frente a dos realidades muy distintas. Primero, el deseo legítimo de las Abuelas de saber si mis hijos fueron arrebatados a detenidos-desaparecidos. Segundo, los abusos del juez Marquevich.

 

Muchas veces he hablado con mis hijos sobre la posibilidad de que ellos y sus padres hayan sido víctimas de la represión ilegal. Y siempre les he dicho que yo apoyaba la decisión que ellos tomaran. Tienen 26 años, son lo más importante de mi vida, una vida mucho más interesante, afortunada y prolongada de lo que jamás imaginé en mi juventud.

 

Son chicos muy emotivos, me adoran, pero también son celosos de su independencia, y conscientes de que deben conducir su propia vida. Los adopté cuando ya era grande y estaba sola, y los preparé para que pudieran arreglárselas sin mí. Estoy muy orgullosa de ellos.

 

Ellos saben que yo los adopté de buena fe, en un procedimiento legal y transparente, investigado una y otra vez por la Justicia. Mi adopción fue un acto de amor y de felicidad: ese es un lazo que nos une a los tres para siempre. Y la prisión injusta que he sufrido -primero en la celda y luego en mi casa- reforzó aún más nuestra unión. Ese amor enaltecido por el sufrimiento compartido es lo mejor que les dejo: les da fuerza y confianza en ellos mismos ahora, y también cuando yo no esté.

 

Cualquiera que haya sido la razón por la cual los perdieron, Marcela y Felipe tienen el derecho de conocer quiénes han sido sus padres biológicos. Se trata de un derecho, no es una obligación. Y ejercerán ese derecho cuando tengan plena voluntad de hacerlo y si se sienten confiados en las condiciones de seguridad jurídica y científica en que lo hacen. Marcela, Felipe y yo tenemos mucha desconfianza del juez Marquevich. No así de las Abuelas, a ellas las considero totalmente aparte de cualquier especulación…”

Han pasado siete años. Ernestina tampoco confía ahora en las Abuelas, Y Felipe y Marcela publican una solicitada y luego la leen con patetismo por los canales del multimedio, lo redactado por los escribas y sus abogados. Y ahí entran en contradicción con lo dicho siete años atrás por Ernestina al confesar el 22-04-2010: “Nunca tuvimos ningún indicio de que podamos ser hijos de desaparecidos”

Versiones sobre cómo llegaron Marcela y Felipe

Según el libro citado de Ignacio López: “Fue también con la asistencia de Frigerio (Rogelio) y el asesoramiento de Sofovich (abogado de Clarín), que la directora pudo alcanzar su deseo de adoptar. A mediados de 1976, Ernestina logró la guarda de los dos bebes….y un año más tarde obtuvo la adopción. Se trataba, claro, de una cuestión personalísima de la que Magnetto, aunque conocía aquel hondo deseo, sólo tuvo noticias cuando la directora le confió que los chicos ya vivían en su casa” También los hijos del artífice del crecimiento de Clarín, Héctor Magnetto, son adoptados.

 

A su vez Pablo Llonto se pregunta, “¿qué habrá sido de Marco Antonio Cúneo, aquel servicial coronel que prestaba tantos favores al diario en 1976 y que se ufanaba de saber cómo conseguir niños para adoptar? ¿Y de Rogelio Frigerio, el siempre atento Frigerio que tanto me había insistido en que adoptara a una parejita y que me decía que él sabía como conseguirla rápido? ¿Y qué de la vida del coronel Vallejos, ese que el ex marino Adolfo Scilingo decía que él conocía todo lo ocurrido con la madre verdadera de uno de los chicos en el Centro Clandestino Orletti? Horacio Verbitsky entrevistado por Ernesto Tenembaum en Radio del Plata (2003) sostuvo que una vez Jacobo Timerman le dijo que Rogelio Frigerio le había contado que él había comprado los dos chicos a la señora” Otras versiones más audaces sostienen que fue el propio Presidente Videla quién intervino en la entrega de los chicos.

 

Últimamente la segunda presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo, Chicha Mariano, ha expresado, en declaraciones por Internet, que cree que Marcela Noble es su nieta Clara Anahí. Ante fechas de nacimiento que no coincidían y que alejaban esa posibilidad, declaró Mariani: “…que en un momento perdió la esperanza de que Marcela Noble pudiese ser su nieta, al revisar, junto a su abogada, el expediente de su adopción y verificar que ‘las fechas no concordaban’. Sin embargo, la expectativa resurgió cuando vinieron dos personas a avisarme que ese expediente era totalmente falso y se descubrieron mentiras”. Más adelante afirmó: “me dijeron que mi nieta estaba con gente de muchísimo poder, que era imposible tocarla. Lo recibí de la Iglesia una y otra vez, pero hubo otros elementos que me fueron convenciendo de que podía ser Clara Anahí. Cuando se llevan a Clara Anahí, la ponen en el auto de Fiorillo (un policía), y ahora me entero que él fue quien llevó a Marcela con la señora de Noble. La llevó de La Plata porque hay documentos de personas que afirman que monseñor Plaza intervino en la entrega de Marcela”.

Opciones poco Nobles

La experiencia acerca de los procedimientos para determinar la identidad sobre nietos recuperados no supera los 18 meses. Que en el caso de los hijos adoptados por Ernestina Herrera de Noble, con tantas irregularidades y con la sospecha de ser hijos de desaparecidos, ya lleve 8 años, demuestra cuán impune es el poder.

 

Es importante dejar algunas cosas claras: 1) El libre albedrío para conocer la identidad en los casos de adopción no corre cuando eso puede ocultar un delito grave y mucho menos un delito de lesa humanidad; 2) El poder ha intentado cambiar las reglas de juego a los efectos de que los resultados que se cotejen aseguren que no son hijos de desaparecidos. Por eso no deben ser hijos de las familias que lo reclaman Lanuscou- Miranda y García Gualdero; 3) Es altamente probable que sí lo sean de otras familias cuya sangre está depositada en el Banco de Datos; 4) De ahí el ofrecimiento de cotejar la sangre de Marcela y Felipe, para ser analizados en lugares no admitidos, sólo con las dos familias reclamantes y luego que la sangre de los hijos adoptados no queden en el Banco de Datos Genéticos; 5) Marcela y Felipe en la solicitada sostienen equivocadamente: “Nuestros miedos son muchos. No somos un botín. No queremos terminar como rehenes de un ataque político. No queremos que nos usen para atacar a nuestra madre”. Si finalmente se comprueba en forma fehaciente que Ernestina cometió el grave delito de apropiación de menores, su condena penal es inevitable; 6) Sostienen: “Tampoco queremos ser víctimas de una manipulación en los análisis genéticos”. Nadie, salvo el grupo Clarín, ha proyectado la menor sombra sobre los análisis genéticos; 7) Resulta claro, entonces, que las múltiples dilaciones y chicanas son sólo vallas para conocer la verdad. Y que errores formales elementales cometidos por los abogados defensores sólo se explican a la luz de las palabras de Yabrán: “El poder es impunidad”. El objetivo de la solicitada atribuida a Marcela y Felipe es despertar la conmiseración hacia el amor maternal, traducida en aquel antiguo artículo de Morales Solá: “…Una madre no debería ser detenida sólo por serlo”.

 

En una carta pública a Marcela y Felipe, firmada por el Padre Eduardo de la Serna, el obispo Aldo Echegoyen, el rabino Daniel Goldman y la hermana Marta Pelloni se afirma: “En vuestra carta, ustedes hablan tres veces de su identidad, pero a su vez reconocen que no saben su origen biológico. Del mismo modo que centenares de personas buscan -como ustedes saben- conocer la identidad de sus nietos, hermanos, sobrinos. Ustedes mismos reconocen que su identidad es parcial, y en su memoria, en alguna parte, estará la sangre de aquellos que los engendraron, probablemente en el dolor. No es sano para la sociedad, para las familias, ni para ustedes mismos que quede la verdad sin indagarse, oculta y sin investigación.

 

Confiamos plenamente que el Banco Nacional de Datos Genéticos, como siempre lo hizo, revelará sin manipulaciones los datos que ustedes demanden para seguir reconstruyendo esa parte de la historia personal que no conocen y que tienen la necesidad de buscar. Pueden, entonces, quedarse tranquilos de la seriedad, transparencia y precisión de estos modernos estudios garantizados por la ciencia. Así pudiendo conocer su identidad más profunda, podrán desde su lugar contribuir a la pacificación que los argentinos necesitamos y que sólo puede alcanzarse en la verdad y la justicia.”

Hay una apreciación en la solicitada de los hijos adoptivos de Ernestina absolutamente cierta. Es cuando se afirma: “No somos chicos, somos dos personas adultas, responsables, que sólo pretendemos ejercer nuestros derechos y tomar nuestras propias decisiones, sin presiones y en libertad.”

Han sido hasta acá víctimas de un pasado tenebroso que el diario ocultó y se benefició, como con Papel Prensa. Tal vez sus verdaderos padres fueron asesinados y desaparecidos después que su madre fuera violada y torturada y arrojada al mar. Por lo tanto, el esclarecimiento de esos hechos es lo que está en juego, y no sólo tienen derechos, como personas adultas, sino también deberes. Si no tienen presiones, y ejercen su libertad, den el paso que falta y vayan en busca de su identidad. La verdad puede ser dolorosa pero es liberadora.

 

El texto completo de esta nota del co-conductor de El Tren en Radio Cooperativa lo podés leer en presmanhugo.blogspot.com

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