La apuesta “violeta” de Frigerio y la división del peronismo

Frigerio se subordina a LLA y aprovecha la fragmentación del peronismo para consolidar poder en Entre Ríos. Por Américo Schvartzman.

DESDE ENTRE RÍOS

Este año en Entre Ríos se elegirán ocho legisladores nacionales: cinco diputados y tres senadores. La constitución provincial no prevé renovación de la legislatura cada dos años, por eso solo se renuevan las bancas del Congreso de la Nación. La provincia tiene nueve diputados nacionales, que nunca se eligen a la vez: en un turno tocan cuatro, en otro cinco.

El gobernador Rogelio Frigerio, a casi dos años de haberse adjudicado la gobernación, sostiene su buena imagen según las escasas encuestas que se realizan en el territorio de Ramírez y Urquiza. En mayo pasado, una encuesta de Isasi / Burdman ubicaba a Frigerio como uno de los gobernadores con mejor imagen del país, con un 35 por ciento de valoración positiva, frente a un 23 de imagen negativa (y un 29 por ciento de “no sabe / no responde”). Ese mismo informe lo destacaba como gobernador “con mejor imagen positiva y más margen de crecimiento”.

Más recientemente, en septiembre, una medición de Aresco –la encuestadora fundada por Julio Aurelio– muestra que la alianza entre Frigerio y La Libertad Avanza (LLA) encabeza la intención de voto en la provincia para legislativas, con cifras para el Senado de alrededor de 36,7 por ciento frente a un 32,3 del peronismo.

Esa misma indagación presenta a la segunda opción peronista —encabezada por Carolina Gaillard, apoyada públicamente por algunos referentes kirchneristas nacionales, como Oscar Parrilli o Juan Grabois— que se lleva unos pocos puntos: apenas roza el 6 por ciento. Pero esa diferencia que consigue la sobrina de Urribarri (el ex gobernador condenado como corrupto por la justicia entrerriana) es la que consagraría el triunfo de la alianza Frigerio–LLA.

La medición de Aresco reveló también que la gestión del gobernador goza de buena salud en la provincia. Inclusive, su gestión se encuentra unos puntos más arriba que la del Presidente, pese a la suma de escándalos y la gestión esperpéntica que este conduce. Frigerio exhibe un 54,1 por ciento de valoración positiva, frente a un 42,9 de negativa. La gestión de Milei es valorada positivamente por un 53,6 por ciento de los entrerrianos consultados, mientras que el 43,5 lo ve de manera negativa o muy negativa.

Rareza y subordinación de Frigerio

Desde la recuperación de la democracia hasta la asunción de Frigerio en diciembre de 2023 pasaron 40 años. De ellos, el peronismo entrerriano gobernó 32 años. Que Rogelio Frigerio sea hoy el gobernador entrerriano es una rareza que el peronismo no termina de explicarse, quizás porque entenderlo requeriría realizar una profunda introspección, mirarse al espejo sin disimulo y asumir errores que tienen larga data.
¿Cómo fue posible que llegar a la Casa Gris un “porteño”, que debió realizar cursos acelerados de “entrerrianidad” (pero que al día de hoy sigue confundiendo nombres de ciudades, fechas, próceres y hasta gentilicios) cuya única conexión con Entre Ríos eran sus vacaciones y fines de semana en las estancias de la familia en el sur de la provincia?

En los hechos humanos nunca hay un solo factor causal. Siempre, las decisiones son producto de una convergencia de elementos. Pero suele ocurrir que hay uno de ellos que cobra mayor relevancia.
Con el tiempo, el PJ acumuló demasiados problemas y promesas incumplidas, y terminó cansando a su electorado. Al punto que después de la que quizás haya sido la gestión más prolija y ordenada del PJ en toda su historia (la de Gustavo Bordet), el electorado decidió castigar a esa fuerza política y apostar a un “porteño”, a un “extranjero”, prácticamente a un desconocido… que además también provenía del peronismo, aunque en su versión “menemista”. De hecho, en plena campaña no fueron pocos los que recuperaron las fotos de un joven Rogelio Frigerio en actos peronistas con Jorge Pedro Busti.

A Frigerio, parece, le gusta sorprender. Por eso en este año electoral, y desde una lectura muy especial del panorama, decidió subordinar a LLA toda su construcción política. La amplísima alianza con la que llegó al gobierno tuvo algunos sacudones, pero salvo un par de fuerzas que decidieron aventurarse en otras opciones, la Unión Cívica Radical, el PRO, el GEN, el Movimiento Social Entrerriano (ex peronistas), el MID y otras fuerzas menores, optaron por callar y acatar.

Varios peronismos

El PJ entrerriano nunca fue masivamente kirchnerista. Los líderes locales del peronismo son leales a quien conduzca con poder y billetera: mientras el hombre fuerte era Jorge Busti (fallecido en 2021), que garantizaba triunfos en las urnas y generosos repartos presupuestarios, en toda la provincia se seguían sus decisiones estratégicas. Cuando Sergio Urribarri desafió ese liderazgo, a cuya sombra se había formado, todo el peronismo entrerriano fingió kirchnerismo y “urribarrismo” (en Entre Ríos impera esa costumbre de que cada líder ocasional da origen a un “ismo”, a veces tan efímero como la vida de una mariposa). Pero Urribarri se convirtió en piantavotos tras las condenas de la justicia entrerriana, modelada por el peronismo, lo cual hizo poco convincentes las apelaciones por parte del ex gobernador. Y entonces lo dejaron más solo que a Netanyahu en la asamblea de las Naciones Unidas.

En Entre Ríos es casi una tradición instalada que el peronismo, cuando se aleja del poder, divide su oferta electoral en varias opciones. Este año no es la excepción. La propuesta oficial del PJ está encabezada por Adán Bahl (ex vicegobernador, ex intendente de Paraná) y Guillermo Michel (ex funcionario de la Aduana y muy vinculado a Sergio Massa). Pero lo que queda del kirchnerismo armó lista propia, con la actual diputada nacional Carolina Gaillard, sobrina de Urribarri, de cuya mano ingresó a la política (aunque, pragmática, ya no menciona al tío).

Además de Gaillard, hay otras dos listas encabezadas por peronistas de relevante historia en la provincia. Una es la de Héctor Maya, ex senador nacional y figura del menemismo en Entre Ríos, que salió del letargo y se presenta con el sello del Partido Socialista, que si bien integra la alianza de gobierno de Frigerio, no pudo tragar el sapo de LLA y decidió probar con un espécimen de menor cuantía, tal vez por ser menos conocido para las nuevas generaciones. Otra lista es la del ex intendente de Gualeguaychú Emilio Martínez Garbino, quien también vuelve al ruedo después de unos años de quietud.

Nadie sabe cuántos votos les restarán estas tres opciones al peronismo oficial, pero no son pocas las voces que aseguran que le hacen el favor a Frigerio y a LLA, dado que cada voto que le resten implica mayores chances de que el pacto entre oficialismos provincial y nacional pueda llevarse más diputados.

¿Hizo negocio Frigerio?

La incógnita que recién el 26 de octubre se disolverá tiene que ver con la gran pregunta que se hacen analistas y dirigentes políticos en toda la provincia: ¿hizo negocio Frigerio al entregarse por entero y sin condiciones a los brazos de LLA? En el inesperado acuerdo, el gobernador resignó todo: va a los comicios con los colores y el nombre del partido “libertario”, con una estrategia electoral ajena y con solo dos candidatos propios “salibles”: la macrista Alicia Fregonese, nacida políticamente en los piquetes chic de la Sociedad Rural contra la 125, y el ex intendente radical de Crespo, Darío Schneider. Para que entren ambos al Congreso, la alianza debería tener un triunfo claro sobre el peronismo oficial.

El gobernador presentó su claudicación ante LLA como una estrategia para evitar el regreso al poder del “populismo, la demagogia y la corrupción”, el mismo argumento con el que Milei perdió por escándalo las elecciones en la provincia de Buenos Aires. Frigerio se fotografió con una bandera violeta de un lado y roja del otro con la leyenda “La Libertad Avanza o Argentina retrocede”. En no pocos de sus aliados todo esto provocó estupor. No reconocen al dirigente que hasta hace minutos hablaba de unidad nacional y convocaba a sumarse a su espacio a peronistas, radicales y a todos quienes estuvieran dispuestos a “dejar atrás para siempre los enfrentamientos y cerrar la grieta”. El verdadero ganador en cualquier caso será el partido de Milei, ya que un triunfo de su alianza con Frigerio le dará dos bancas en el Senado y un diputado nacional.

Tradiciones que no cambian

En el otro extremo del espectro, y honrando sus tradiciones, la izquierda trotskista va a las elecciones dividida. La lista del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) lleva a Nadia Burgos para diputada y Sofía Cáceres Sforza al Senado. El MAS de Manuela Castañeira, de menor presencia, va con Juan Cruz Ross y Nahuel Leis Pou, respectivamente.

Los que se van del Congreso en diciembre son los diputados Atilio Benedetti (UCR); Marcela Antola (Democracia por Siempre); Nancy Ballejos (PRO); Carolina Gaillard y Tomás Ledesma (Unión por la Patria). En el Senado, concluyen mandato Stefanía Cora (Unión por la Patria); Stella Olalla (UCR); Alfredo De Angeli (PRO).

Otro Benegas

Hasta el momento de conocerse su postulación era un completo desconocido en Entre Ríos. Joaquín Alberto Benegas Lynch encabeza la lista de senadores del acuerdo entre Frigerio y LLA. Vive en La Paz, tiene 50 años, es licenciado en administración de empresas y está al frente de Glocal Terra, una SRL dedicada al asesoramiento de inversores y administración de campos productivos.
Es el hermano mayor de “Bertie”, Alberto, una de las espadas mileístas en el Congreso, y ambos son hijos de un economista de la ultraderecha “libertaria”, Alberto Benegas Lynch (h), de 84 años, quien a su vez es hijo de Alberto Benegas Lynch (el primero de ese nombre), fallecido en 1999.

El Benegas Lynch original (“Bertie” es el tercero de mismo nombre) dejó un itinerario de vida fascinante para los cavernícolas: primo hermano del Che Guevara (a quien difama), toda su vida estuvo en las antípodas de sus ideas. Participó de la conspiración que bombardeó la Plaza de Mayo para asesinar a Perón, fue funcionario de la “Revolución Libertadora”, presidente de la Cámara Argentina de Comercio y creador del linaje cuya principal actividad vital parece ser la clonación de “Albertos Benegas Lynch”. Al punto que Joaquín también se llama Alberto.

Al parecer, con el nombre también vienen las semillas de un pensamiento paleolítico: el candidato a senador se ha manifestado a favor de la venta de órganos, en contra del aborto y proclive a “desmantelar el Estado”. En su primera entrevista produjo un pequeño terremoto en Entre Ríos cuando propuso privatizar Enersa (la empresa provincial de energía) y Salto Grande, el ente binacional que controla la represa compartida con Uruguay a la altura de la ciudad de Concordia. Sus propios aliados debieron aclararse que no se puede.

Benegas, huelga aclararlo, tampoco es entrerriano y cuando habla se le nota demasiado. Al pueblo de esta provincia, alguna vez orgulloso de su identidad definida por su condición casi insular, le ha llegado este tiempo incierto donde lo gobiernan y lo van a representar personas que saben poco de su historia y que lo ven apenas como un escalón de sus propias ambiciones e intereses, o en el mejor de los casos, como un aspecto de una estrategia de mayor alcance. No cuesta imaginar que en su destino final, Ramírez, Urquiza y López Jordán se revuelven inquietos y apesadumbrados. ¿Qué dirá el futuro próximo? Habrá que esperar para saberlo.

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