La Patria, el Movimiento y los hombres

El escándalo de las "vacunas VIP", la burbuja politica y el futuro de un gobierno acorralado por mano propia.

Primero la Patria, supo decir Perón. Después el Movimiento. Por último, los hombres. Pero es conocido el refrán que dice que los últimos a veces son los primeros. Y los primeros, como ocurrió el pasado viernes 19 de febrero, acaparan toda la atención.

El gobierno tenía pensado que los diarios titularan una noticia que hablara del Consejo Económico y Social, puesto en marcha con una reunión inicial luego de tantos dimes y diretes. Los precios suben pero el diálogo no se corta. Aparecía la idea del mediano plazo, que el futuro mediato (y la planificación de un futuro posible) le ganara por una vez a la inmediatez de lo coyuntural, de la urgencia del parte de cifras vespertinas que traen el número de contagiados y de fallecidos por la terrible pandemia. Algo que permitiera mirar adelante, hacia la recuperación del país tras la recesión económica de tanto tiempo arrastrada.

Pero la intención se esfumó tras las palabras de Horacio Verbitsky, que otorgaron una centralidad indiscutible, indisimulable al vacunatorio VIP funcionando en el Ministerio de Salud de la Nación. «Mi amigo el Ministro», dijo con naturalidad el periodista, explicando que lo había llamado su secretaria privada para que no se molestara yendo al hospital Posadas y que fuera directo a la dependencia oficial a darse la vacuna que todavía no llegó a la inmensa mayoría de los argentinos. Y todo voló por los aires. Escándalo, es un escándalo, como canta Raphael. Una situación de privilegio contada casi con naturalidad en un momento en que las vacunas llegan a cuenta gotas y los muertos superaron los cincuenta mil. El Presidente reaccionó rápido pidiéndole la renuncia al Ministro Ginés González García. Lo echó de primera y sin mirar el VAR a causa de la afrenta alevosa, descalificadora. «Con la vacuna no se jode», cuentan que lo oyeron repetir los allegados.

Tema sensible el de la vacunación en una pandemia. El episodio dejó en evidencia la ajenidad y la burbuja en que viven personas privilegiadas por sus contactos políticos, y su falta de empatía para con la situación de la gente del común, que intentó sacar un turno en la página colapsada el mismo día en la Ciudad de Buenos Aires. Ese distanciamiento que hace decir a la gente frases a modo de latiguillos como “estos tipos no cargaron en su vida la SUBE” o “no saben lo que es vivir con la mínima”. El amiguismo trajo una impugnación ética grave hacia el encargado de administrar las pocas dosis de vacunas que llegaron al país y, por extensión, a la clase política toda, sobre todo la gobernante. Es una falla grosera en un tema muy delicado, tratándose de un bien escaso que debe distribuirse en forma justa, considerando objetivamente prioridades de acuerdo a la vulnerabilidad de grupos poblacionales ante el virus ya sea por edad, comorbilidades, las características de su trabajo y nivel de exposición a un eventual contagio.

El hecho dejó en evidencia nuevamente que la militancia ideológica de un gobierno, de un periodista o un ministro no presuponen de ninguna forma la superioridad moral de una persona. Uno puede ser progresista, afín a un Estado interventor, peronista incluso, pero los actos a evaluarse moralmente corresponden a las personas -agravado en este caso por ejercer una responsabilidad de gestión públicas y mediática de importancia-. En este sentido, hay progresistas, peronistas, radicales, liberales que llevan adelante actos reñidos con la moralidad (o no), independientemente de sus ideologías.

Por eso tal vez, el Che Guevara hablaba de la importancia de construir un hombre nuevo en la individualidad de cada persona, esencialmente solidario. Igual a cualquier otro cubano, quedó retratada en fotos la imagen del Ministro de Industria cortando caña bajo el sol abrasador. El gobierno, el sistema general y la propia sociedad favorecen valores que no se imprimen a fuego en la subjetividad de las personas y queda siempre la autodeterminación, fundante de la libertad del individuo. El hombre nuevo vendría a concretar por abajo lo que un gobierno revolucionario pretendía favorecer por arriba. No importa la ideología del Che, aquí se quiere tomar el pensamiento general que también puede ser válido incluso para una economía capitalista, en el sentido de que un sistema esencialmente desigual fomenta la existencia de privilegios y actitudes ensimismadas en las personas concretas, arriba o abajo de la escala de poder. El neoliberalismo favorece una subjetividad, el peronismo, el Estado benefactor en su momento también, pero las que resuelven cada día en la arena de la calle son las personas.

Otro elemento que cabe señalar es que el gobierno está perdiendo iniciativa política a causa de su devenir -a veces opacado por una coyuntura tremenda, y en otras por un deambular taciturno-. En este caso, le dejó servido el golpe a los sectores opositores (e incluso con rencillas al interior del propio espacio del FdT), quienes con simpleza quedaron en el lugar de referentes morales que reprochan privilegios a los funcionarios y se hacen portavoces de la justa indignación social. En la moralidad de lo instantáneo, los receptores del mensaje no siempre se ponen a buscar los antecedentes de quienes formulan la impugnación, algunos de los cuales hasta hace poco desconfiaban de las vacunas de acuerdo con su lugar de procedencia. Si es occidental, es bueno. Si es oriental, es veneno. Pero ese argumento no constituye una defensa legítima ni inteligente de la transgresión. Si la inmoralidad fue tan grande, se termina logrando que prácticamente cualquiera pueda tirar la primera piedra sintiéndose libre de culpa. Una piedra, miles de piedras, millones de piedras amplificadas por los medios de comunicación. Estamos hablando de vacunas en una pandemia, no de las vencidas en la gestión anterior que algunos pretendieron parangonar. El escándalo tapó al consejo económico social y fue un involuntario aliado para el ocultamiento del colapso de la inscripción de la vacunación de los mayores de 80 años en la Ciudad de Buenos Aires. Un error no forzado. Si algunos imaginaban que cada vacuna se traduciría en un voto, cada nombre que se devela del vacunatorio VIP es un voto menos. Y la iniciativa pasa a la oposición, que puede sacar provecho.

En la disputa por la iniciativa política, el gobierno viene cediendo ventajas. El 17 de febrero arrancaron las clases en la Ciudad de Buenos Aires, quedando como pionero el Jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta, quien firmó resoluciones que adelantaron las vacaciones de los maestros, haciéndolos retomar sus tareas el 8 de febrero. Larreta, que largó el comienzo impulsando un protocolo de 24 hojas, esconde un lado paradójico, ya que el presupuesto del área será el menor en varios años. Con todas esas aclaraciones, se puso el objetivo de comenzar y se empezó, sin tener las mejores condiciones de infraestructura en los establecimientos -pero otros distritos se enfrentarán a un dilema similar-. Nicolás Trotta había quedado demasiado encorsetado al esperar las vacunas y apareció siguiendo al gobierno porteño que casi se apropió políticamente del logro (relativo, por verse) de la vuelta a la presencialidad. La sensación fue que uno se quedó demasiado quieto y el otro se movió palpando el ánimo social, el deseo de los padres y la sociedad en general respecto al retorno a las aulas. En la disputa simbólica, uno apareció sacando con ventaja y el otro sólo devolviendo exigido la pelota.

En esta semana, la oposición tuvo la posibilidad de vestirse de impugnadora, guardianes de la honorabilidad republicana y adalides de la educación pública, cuando no hicieran otra cosa que despreciarla y ningunearla destratando a los docentes -actitud que alcanzó su mayor punto en el video protagonizado por la Ministra del área Soledad Acuña- y haciendo menguar el presupuesto educativo concreto de la Ciudad de Buenos Aires. Pero la disputa es simbólica y las victorias y desplantes transitorios son políticos. Y el año que trancurre, electoral.

Unos días atrás, algunas voces -entre las que se encontraba la del renunciante Ministro de Salud- advertían que no estaban dadas las condiciones sanitarias para votar en agosto, fecha programada para las PASO. Seis meses antes de las primarias, las declaraciones no despertaron sino rechazos en varios representantes del arco político opositor. Si se continúa en esa tesitura, no es difícil anticipar que lograran aparecer como encarnando una defensa de la democracia y la transparencia electoral. En varios países, los comicios tuvieron lugar sin haberse gestado (en principio) colapsos sanitarios, como ocurriera recientemente en Ecuador y más atrás, en Bolivia.

Esta semana fue un juego de suma cero, y las reuniones del Consejo Económico Social con empresarios no logran aminorar la subida de precios. Se quiso apostar al mediano plazo pero la coyuntura aplastó cualquier intento. Se alimentó la posibilidad de la oposición de salir fortalecida con los errores no forzados del gobierno. En estas arenas movedizas, la realidad muta minuto a minuto, semana a semana. Todo puede cambiar. El tema es adoptar un posicionamiento para provocar un cambio y no permanecer en una actitud estática, defensiva, dejando el saque a los sectores políticos opositores y recibiendo inerme el justo cachetazo de la impugnación social. Retomar la capacidad de crear agenda, encarando la política como posibilidad de iniciativa y no de decantación. Lograr el punto de quiebre para recuperar el saque. No será sencillo, pero pequeños grandes logros se muestran alentadores. Se informó que en unos días llegarán más de un millón de nuevas dosis. Mostrando gestión, tal vez es por ahí.

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