“Hoy Cambiemos se permite construir su propia oposición con Martín Lousteau”

Entrevista a Emiliano Bisaro, dirigente de ATE y precandidato a legislador porteño: el aporte del sindicalismo a la política y las viejas dificultades del kirchnerismo en la ciudad.
Foto: Georgina García | Zoom

Emiliano Bisaro es dirigente de ATE Capital, coordinador de la Fundación Germán Abdala y precandidato a legislador porteño por la boleta de Unidad Ciudadana. En una lista local que, a diferencia de su contraparte bonaerense, predominan menos las “víctimas del modelo” y las caras nuevas que algunos nombres con extensa trayectoria en el distrito, Bisaro parece un candidato de ese otro nuevo tipo que la estrategia “ciudadana” para la provincia instaló como novedad dentro del kirchnerismo: un hombre que llega con la credencial de su lucha gremial, placet suficiente para acreditar experiencia ante un gobierno que, tanto a nivel distrital como nacional, su sindicato conoce de primera mano, y cuya hegemonía actual, dice Bisaro, les toca sufrir “doblemente” por su condición de trabajadores y estatales. En esta entrevista habla de lo que el sindicalismo tiene para aportarle a la oposición, de la experiencia de su gremio tras los años de Mauricio Macri como jefe de gobierno, las particularidades de esta campaña de “baja intensidad” donde, sin embargo, afirma, la política parece haber cobrado otra presencia en la ciudadanía –a contrapelo de lo que proyectaba la “politización intensa” del viejo kirchnerismo– y ensaya algunas reflexiones sobre la dificultad para posicionar una propuesta opositora competitiva en el mapa electoral porteño. “Nuestro problema es que estuvimos más del lado de la crítica que de la producción de una propuesta de ciudad distinta”.

 

¿Qué le aporta el sindicalismo a la lista y a la campaña de Unidad Ciudadana en la ciudad?

En primer lugar, nosotros estuvimos en Sarandí, en el acto de Cristina, donde estaban los castigados por el modelo de Cambiemos. Y ATE es uno de los gremios que expresa eso, porque como laburantes y como estatales la sufrimos doblemente. Desde ese punto de vista entendemos que tiene sentido que estemos. Por otro lado, me parece que la contribución que hace ATE a la lista es que se trata de un sindicato que da pelea, que estuvo siempre en la primera línea, que a veces ganó y a veces perdió, pero nunca se resignó a que le pasen por arriba. Creo que esa es una contribución que tiene que ver con la legitimidad. En un momento donde la representación política está tan erosionada, que haya un gremio que puede caminar tranquilo, puede ir a los sectores, puede hacer asambleas y tener debates pero no ser cuestionado, creo que es una contribución fuerte. En particular nosotros lo tenemos al “Tano” Daniel Catalano y vos caminás con él por la calle y la gente lo quiere, lo saluda. Es algo raro en el sindicalismo.

 

El último dirigente de ATE que llegó a alguna lista dentro del peronismo fue Germán Abdala, en el 89. O sea, hace casi 30 años que ATE, y sobre todo ATE Capital, no tiene participación formal en el peronismo. ¿Esto va a ser una política, va a haber una continuidad, o es más bien una cuestión táctica y coyuntural?
Foto: Georgina García | Zoom

Primero una consideración. ATE tuvo participación política fuerte después de Germán. Me refiero a [Claudio] Lozano, a [Víctor] De Gennaro, que en realidad fueron experiencias de mínima chiquitas y de máxima sectarias, que se extraviaron ahí entre las vueltas de la izquierda y que en algunos momentos fueron muy erráticas con la política. El momento clave fue con la 125 donde se pararon en el único lugar que una fuerza popular no se podía parar. Lo nuestro pretendemos que no sea una cuestión de iniciativa y que desaparezca, más bien lo contrario, queremos recuperar la mirada política del gremio y en particular la mirada política del gremio en el distrito. Entre otras cosas porque ATE es un gremio eminentemente político. Vos no lidiás con una patronal clásica, tus empleadores son tipos que pueden ser malísimos, pero tienen la virtud que ganan elecciones y eso te pone en otro lugar.

 

Tienen legitimidad política.

Absolutamente. Por eso nosotros tenemos que decir que hablar de patrón en el Estado es, de mínima, un error teórico. Son tus empleadores. Los que están en el Estado, dirigiéndolo, administrándolo, gestionándolo, están de forma circunstancial, no son dueños del Estado, no lo heredaron, no lo compraron más allá de que muchos se comportan con esa cultura. Además ese lugar fue ganado en elecciones. Entonces el debate político para nosotros no es menor. Por eso entendemos que en la ciudad hay un aporte para hacer desde el lugar de los trabajadores y desde el lugar de ATE en particular.

“La crisis social y económica hace que haya más predisposición para hablar de política. Tipos que antes no querían escuchar te empiezan a escuchar”

Hay un tema que se viene hablando mucho en el sindicalismo y es la cuestión de la renovación. Renovación de nombres pero también generacional. Ustedes ganaron la conducción de ATE Capital hace relativamente poco tiempo. ¿Cómo ven el proceso de renovación dentro del gremio, no solo local sino también nacional?

La conducción nuestra, en la seccional, tiene de promedio 40 años. Primero, es un dato raro que haya una seccional, y más en Capital Federal, que gana siendo opositora. No es común en el sindicalismo. En líneas generales cuando pasa eso son experiencias más periféricas ¿viste? Por otro lado hay una renovación nuestra generacional. Son, en líneas generales, todos compañeros jóvenes. Aunque también nos pasa que todos nos tratan de jóvenes y nosotros ya no nos percibimos como jóvenes. Todos tenemos más de 15 años en estatales, 10 años de gremio, tenemos pibes, un montón de cosas que ya no te hacen sentirte joven. El tema es que hay muchas conducciones que están tan envejecidas que nos miran a nosotros y piensan que somos pibes. Y es algo que a nosotros nos incomoda porque a nosotros ya se nos empieza a presentar el problema de cómo alimentar nuevas generaciones en el gremio y hay otros que ni la ven. Con respecto a ATE Nacional, estamos con muchas expectativas. Estamos convencidos de que si seguimos por esta senda vamos a dar una disputa seria en las elecciones. Entendemos que estamos dando pelea, estamos legitimados como conducción, e incluso estamos tratando de hacer algunas cuestiones que son bastante raras en la gestión del gremio. Las compañeras tienen mucho protagonismo, estamos tratando de reformular un área de deporte, un área de cultura, estamos empezando a pensar la cuestión de las prestaciones sociales. En ATE había una discusión donde, si vos te ocupabas de eso, peyorativamente te etiquetaban como que eras mutualista. Como si hacerte cargo de los problemas extra-laborales de tus compañeros, extra-laborales entre comillas, fuera una debilidad ideológica, cuando en realidad para nosotros es una fortaleza. A un tipo que vos le resolviste la casa, los medicamentos, el deporte de los pibes, se identifica con el gremio. Es una cuestión de cultura de clase, que debería ser algo medianamente básico. Es mejor que tus pibes se formen culturalmente con los compañeros del sindicato a que se formen viendo Discovery Channel.

 

ATE es un gremio que viene discutiendo con el macrismo como fuerza gobernante desde hace ya diez años. ¿Eso es un plus que les da un lugar distinto dentro de la disputa política o quizás el macrismo a nivel nacional es distinto al que ustedes enfrentaron en la ciudad?
Foto: Georgina García | Zoom

No, yo creo que es un plus que tenemos. Entre otras cosas porque hay un montón de cuestiones que los tipos te las presentan como déficit de gestión, como un problema de resolver a futuro, por ejemplo, la desigualdad entre norte y sur, algo que, dicen, va a ser reparado en el futuro, y en realidad nosotros consideramos que hay una matriz de pensamiento. Piensan la realidad de forma dual. Cosas de primera y cosas de segunda. Después, quizás tengan que compensar, matizar. Pero, por ejemplo, yo vengo del campo de la niñez, mi sector de origen es la Secretaría Nacional de Niñez, entonces tengo como una debilidad para ver esos temas, me entusiasman, me gustan. Y vos lo escuchás a [Esteban] Bullrich cuando da la conferencia esa, creo que en un círculo de empresarios, y él plantea: “Nosotros tenemos que seguir formando dos sujetos. Unos, los que están en condiciones de crear trabajo. Y dos, aquellos que tienen que poder vivir con la incertidumbre de no saber de qué van a trabajar el día de mañana”. Esa no es una falla de gestión, el tipo se preparó para dar ese discurso. Y esa matriz de pensamiento la podés aplicar en un montón de cosas. Una es la carrera de los empleados públicos de la ciudad, donde hay laburantes de primera y laburantes de segunda. Armaron una gran bolsa de trabajadores donde están en planta, pero los procesos de re-categorización o no se realizan o están achicados. Entonces tenés la mayoría de los trabajadores empobrecidos y después una línea gerencial arriba de sueldos muy altos, todos afines a ellos. Yo no discuto que vos tenés que tener una línea de conducción en el Estado, la administración pública reclama una línea de conducción que tiene que estar asociada políticamente al gobierno. Pero eso no implica que los que estamos abajo tienen que estar sin carrera, mal pagos. Las paritarias para los estatales este año fue de alrededor de 20%, en una de las ciudades que tiene mayor presupuesto.

 

Te preguntaba por la experiencia de lidiar con el macrismo, porque en algunos sectores siempre hubo una fuerte subestimación hacia el PRO. ¿Creés que el kirchnerismo, el campo nacional y popular, como quieras llamarlo, en la ciudad, debería repensar la forma en que interpretó al macrismo durante todos estos años?

Sí, en la ciudad y en general. ¿Tuvimos subestimación? Claro. Pero eso lo agarra y lo dice todo el mundo. Creo que el reverso de la subestimación al macrismo es nuestra debilidad para pensar algunas cuestiones. ¿Qué quiero decir con esto? De alguna forma nosotros incorporamos una idea de que la ciudad siempre va a ser un terreno ajeno, que siempre vamos a ser visitantes, que mayoritariamente esta ciudad es de derecha, hostil a lo popular, al progresismo, como quieras denominarlo. Y a partir de ahí empezamos a posicionarnos de una forma que tiene que ver más con administrar el ser oposición que con construir un proyecto de ciudad distinta.

 

Estar a la defensiva.

Ni más ni menos. Pero además eso lo que hace es que te posiciona de una forma distinta, estás más del lado de la crítica y la queja que de la producción de una propuesta de ciudad distinta. Creo esa posición nos debilitó también para caracterizar correctamente al macrismo. El macrismo tiene un poder tan profundo que no solo tiene a los empresarios, a las líneas gerenciales de las empresas, los medios de comunicación, los tres estados más importantes, con los tres presupuestos más importantes, sino que, de a ratos, se permite pensar que va a construir su propia oposición que es Lousteau. Entonces, en esa dificultad para posicionarnos nos perdemos la posibilidad de pensar que los tipos efectivamente tienen un proyecto de ciudad y un proyecto de país. Y que no es improvisado. Que a nosotros nos parezca bárbaro, terrible, insostenible, desde el punto de vista político, puede ser. Pero ellos saben hacia dónde van y hay que leerlo. Estos tipos priorizan al sector agro-financiero y esa es su línea de flotación. Después todo lo demás está más asociado a la gobernabilidad. Y de la misma forma que te digo esto, me parece que nosotros no podemos reducir su proyecto político a la cuestión económica. Culturalmente son algo distinto.

“De alguna forma nosotros incorporamos una idea de que la ciudad siempre va a ser un terreno ajeno. Y a partir de ahí empezamos a posicionarnos de una forma que tiene que ver más con administrar el ser oposición que con construir un proyecto de ciudad distinta”

¿El macrismo es una novedad cultural?

Fíjate el 1º de mayo, los tipos hacen un acto en el estadio de Ferro con el Momo Venegas. ¿Qué necesidad tenían de hacer ese acto? Es cierto que venían de un mes con muchas movilizaciones, Ni Una Menos, Marcha de la CGT, Marcha por la educación pública. Fue el peor mes de ellos. Pero con el Momo Venegas el 1º de mayo… Si hubo fechas patrias que con un tuit te las resolvieron. En cambio el 1º de mayo deciden eso, lo mismo hicieron el 24 de marzo con el curro de los derechos humanos, o el Día del Estatal diciendo: “Saludamos a nuestros queridos estatales que…”. ¿Por qué tan abierta la provocación? Y yo creo que, políticamente, el cinismo se volvió una parte de la estructura de su forma de hacer política. No es algo aleatorio. Los tipos lograron disociar palabras y hechos con una capacidad que asombra. Siempre en la política hay una cuestión de pragmatismo, pero el pragmático, de mínima, tiene una carga de presión sobre sus hombros de que está haciendo algo que no corresponde con lo que efectivamente él cree, hay un poco de trauma, de culpa. Estos para nada. Van, vuelven. Yo creo que el cinismo no es algo aleatorio, no es algo que se equivocan, no es que son brutos. Lo tienen incorporado. Y esas son las cosas sobre las que, para mí, todavía no tenemos toda la dimensión. A mí a veces me preocupa cuando tratamos de incorporar algunas cosas de su práctica política y nosotros no la mediatizamos con nuestra cultura política. Yo veo algunas cosas y digo, ¿hasta qué punto nos queremos emparentar aun cuando nos rinda electoralmente?

 

¿Cómo ves esta campaña? ¿Qué diferencia ves entre esta etapa “ciudadana”, si querés, y lo que fue ese mismo espacio en 2015 o 2013?
Foto: Georgina García | Zoom

Para mí hay distintos factores que confluyen. El primero es que perdimos, entonces eso, a la larga o a la corta, hay una cuota de, pongamosle, vanidad que te baja. Entonces los niveles de escucha suben para todos lados. Después me parece que el desastre económico que están haciendo estos tipos es muy fuerte y, si bien acá todavía no llega con la crudeza que podés experimentar en la provincia de Buenos Aires, está. Para mí fue muy fuerte en esta campaña empezar a hablar con comerciantes y ves que la están pasando mal de verdad. No es que solo hablé con aquellos que la estén pasando mal. Hablás al voleo y los tipos tienen el dilema de, o trasladar la estructura de costos al precio y que no le entre nadie, o mantener los precios y no tener casi ganancia. Y la gran mayoría está con un problema y es que lo están pateando todo para adelante. Entonces, por un lado, está el hecho de haber perdido. Y por el otro la cuestión de la crisis social y económica que hace que haya más predisposición para hablar de política. Tipos que antes no querían escuchar te empiezan a escuchar. En relación con el 2015, en la ciudad, creo que hay menos agresividad para con la propuesta del peronismo. También, producto de la situación económica, la política comenzó a tener una ligazón más fuerte con el cotidiano. Antes cuando vos tenías el Estado nacional que proveía un montón de recursos y la economía más o menos andaba, la política hasta en algún punto se volvía accesoria para alguna gente. Si bien seguimos en una sociedad donde la política no es el principal valor, y no es que la mayoría hace política o le interese, de hecho una de las dificultades que tenemos es que si vos querés hablar de mayoría en parte tenés que hacer política para aquellos a los que no les interesa la política, entonces en ese sentido creo que tiene razón esta campaña que en algunas cosas es más amigable. Pero más allá de eso me parece que empieza a haber como una ligazón respecto de que la política es lo que aplica o te opera en la vida cotidiana, que no es lo mismo Macri, Cristina o el que sea, y que eso tiene impacto. Ahí hay una cosa también interesante de lo que está sucediendo ahora con esta campaña. Más allá de que muchos dicen que es una campaña de baja intensidad.

 

De ser electo, ¿qué leyes propondrías para la ciudad?

Hay temas directamente vinculados a los estatales, por ejemplo, la cuestión de los trabajadores de la salud pública. Hay lugares donde los hospitales hacen agua por cosas mínimas. Por ejemplo el otro día nos decían que el quirófano del Tornú está paralizado desde hace tres meses porque no hay aire acondicionado. Un hospital de referencia en la cuestión de la tuberculosis no tiene sala para tuberculosis. ¿Sabés lo que hacen? Le dan la plata para el colectivo y lo mandan a tomarse el 133 para que vayan al Muñiz. Hoy la gente en los hospitales públicos va a hacer cola a las cuatro de la mañana por el tema de los turnos, porque las ventanillas cierran a las doce del mediodía. ¿Por qué cierran a las doce del mediodía? Porque los administrativos entran temprano y entonces terminan a las doce del mediodía. Si les pagaran móviles, horas extras, los pacientes no tendrían que hacer cola a las cuatro de la mañana porque el horario de atención sería más largo. También está la falta de enfermeros en el área de salud o el tema de la carrera. Nosotros tenemos un montón de trabajadores del gobierno de la ciudad que trabajan en la calle que no tienen prácticamente escalafón o convenio que regule ese tipo de actividad. Y después está la problemática de la gente que alquila. Eso es algo que queremos discutir.

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