Videla, un hombre de este pueblo

Hace muchos años, allá por 1982, pos Malvinas, cuando la dictadura ya no tenía de dónde agarrarse –sin mundiales de fútbol ni guerras fabricadas- una radio, muy porteña y muy privada ella, me pidió una investigación sobre el Mundial 78. Había conducido otra sobre los gastos económicos del Mundial en la agencia DyN, la nota repercutió en los grandes medios y la radio quería que hiciera eso mismo para ellos, con la promesa de que esa nota sería la primera, porque luego vendrían varias más.

Con ese gran profesional que es Alberto Ferrari y con Luis Majul –por entonces un joven y aguerrido cronista de deportes- decidimos entonces que la investigación ya no sería sobre los gastos económicos. Me resultaba aburrido repetir un trabajo. Además, por radio, los números de los balances se hacían indigeribles. Decidimos, entonces, enfocarlo por el lado político y social. Intentar describir, a través de entrevistas, cómo fue que en 1978 pudieron convivir la fiesta del mundial con el horror de la represión, el Monumental con la ESMA, Kempes con Videla.

Entrevistamos a Madres de Plaza de Mayo, Abuelas, Pérez Esquivel, políticos exiliados o encarcelados en aquel 78. Criticaron obviamente a la dictadura, cuestionaron a la jerarquía eclesiástica, al poder económico y a otros sectores que callaron o directamente fueron cómplices de la represión. Eran tiempos en los que comenzaba a cantarse “se va a acabar, se va a acabar, la dictadura militar”. Ya no se le decía “Proceso” a la dictadura. Se le decía dictadura. Los organismos de derechos humanos comenzaban a ser escuchados. La novedad de nuestro trabajo, si la hubo, fue que los protagonistas contaran cómo fue el horror en medio del mundial. La radio, entonces, no puso objeciones. Hubo piedra libre.

El problema, eso sí, surgió después de que entrevistamos a José María Muñoz, “el relator de América”. El “Gordo” Muñoz, para los más pibes que no lo conocieron, era la voz del fútbol en la Argentina, un fenómeno de comunicación popular en tiempos en los que no había tele de cable ni Internet. Era también una persona que entendía al periodismo como un acto de servicio, sin ironías. El servicio, casi siempre, era hacia el poder. Muñoz había sido “el relator del proceso”. El que en pleno relato de un partido decía “gooooooool de Kempes y ahí está el general Videla saludando en la tribuna como un hombre más de este pueblo”. Fuimos a entrevistarlo, a preguntarle qué quería decir cuando detrás de su gol lo metía al dictador. Al rato llegaron las presiones: que los dueños de las radios privadas –la entidad que los agrupa– estaban preocupados y que no debíamos cuestionar a Muñoz.

Sí a los militares, a la curia, a las empresas, etc, pero no a Muñoz. La hago corta. El programa, después de sangre, sudor y lágrimas, salió tal como nosotros queríamos. Eso sí, fue el primero y el último.

Los amigos de Zoom me pidieron si podía escribirles una opinión sobre todo este largo debate acerca de los contratos del fútbol y la ley de radiodifusión. Preferí recordarles este episodio. Tal vez les resulte más interesante que mi opinión.

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