Radicales en pugna

El radicalismo y las internas, un romance que se trasladó a Cambiemos. Bandos enfrentados, viejas querellas y la UCR como termómetro de la convulsionada vida oficialista.

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Para la UCR, la batalla de Gualeguaychú aún no acabó. Pasaron ya casi dos años de aquella turbulenta madrugada del 15 de marzo de 2015, cuando el debate encendió el “pico” radical y el calor misionero hizo sudar las camisas de los correligionarios. Ese día, con insultos cruzados y acusaciones de traición, los seguidores de Ernesto Sanz se abrazaron al partido de Mauricio Macri para impulsarlo -con lo justo y suficiente- hasta la Casa Rosada. Los coalicionistas habían ganado con 186 votos a favor contra 130 negativos, una abstención y 13 ausentes. Sin embargo, los números que le dieron vida al frente Cambiemos no alcanzaron para resolver la cuestión de fondo, tanto que hoy ganadores y perdedores están dispuestos a recrear los bandos y las razones del conflicto. Es cierto que la tradición del partido habla de un gusto enraizado por practicar la interna, pero en este caso no se trata de una cuestión deportiva, sino de poder y oportunidad para obtenerlo.

 

La tregua duró poco, tanto como los días de gracia concedidos a Cambiemos después de su victoria en las urnas. Más temprano que tarde las diferencias comenzaron a masticarse, actualizando la vieja disputa al pulso de la política desplegada por el Ejecutivo. Las peculiaridades de la gestión PRO no ayudaron en nada a pacificar. Por el contrario, fueron un eficaz combustible para agitar las contradicciones.

“Los números que le dieron vida al frente Cambiemos no alcanzaron para resolver la cuestión de fondo, tanto que hoy ganadores y perdedores están dispuestos a recrear los bandos y las razones del conflicto”

En un clima general de recesión, alza del desempleo y caída de la capacidad de compra del salario, la UCR pronto se volvió lo que podría graficarse como una espada de dos caras. Uno de sus filos asume la defensa institucional y mediática de las políticas del gobierno, ya sea desde los puestos en el funcionariado -que no abundan- o los bloques legislativos -que sí tienen peso específico-. Mientras que el otro filo funge prácticamente como primera oposición, marcando cada vez más diferencias con una alianza en la que nunca se sintieron del todo cómodos ni bien pagos en términos de cargos o influencia real.

 

Así planteado, el contraste recrudeció junto a las exigencias que el macrismo le fue imponiendo a sus principales aliados, en un combo de medidas económicas sin anestesia y de impacto en el bolsillo del ciudadano promedio, la reiteración de lo que el equipo de gobierno llama “errores” y la aparición, cada vez más frecuente, de escándalos de tipo político-judicial que en poco tiempo salpicaron al jefe de Estado y a sus laderos. En cada uno de estos episodios todos miraron al radicalismo como termómetro de las relaciones hacia el interior de la coalición gobernante. Más aún cuando se acerca el tiempo de definir la estrategia electoral para 2017.

 

Los bandos

interna-ucrSi antes la puja era entre los que querían con pragmatismo y los que rechazaban con escándalo formar tándem con Macri, ahora las posiciones pueden resumirse entre los que apuestan a permanecer en Cambiemos bajo el comando de la Rosada y los que buscan ganar independencia, sin que ninguna de las dos cosas signifique solo eso.

 

En el primer grupo, con el liderazgo informal pero bien concreto del ex senador Sanz, está la conducción de la Convención Nacional que hoy preside el santafesino José Corral, además de los correligionarios que encabezan los interbloques del oficialismo en ambas cámaras del Congreso: el cordobés Marino Negri en Diputados y el chaqueño Angel Rozas en el Senado. Otra voz influyente es la del vicegobernador bonaerense, Daniel Salvador.

 

La postura de este sector es la que se hizo escuchar en la reunión de la Mesa Ejecutiva del 13 de febrero en Santa Fe, la que buscará pisar fuerte en unos días, cuando radicales de todo el país se encuentren en Córdoba -24 y 25 en Villa Giardino-, y la que pretende transformarse en mandato el 3 de abril, en La Plata. Ese día, la Convención Nacional renovará a sus autoridades y terminará de delinear su plan de acción para los comicios de octubre, en lo que todo hace suponer será una ratificación de sus alianzas.

“Si antes la puja era entre los que querían con pragmatismo y los que rechazaban con escándalo formar tándem con Macri, ahora las posiciones pueden resumirse entre los que apuestan a permanecer en Cambiemos bajo el liderazgo de la Rosada y los que buscan ganar independencia, sin que ninguna de las dos cosas signifique solo eso”

Asumiendo el pedido expreso que les hizo Macri durante una reunión en la quinta de Olivos, a fines de enero, el objetivo es lograr listas de unidad y evitar el desgaste de las PASO. Y en caso de que no haya forma de alcanzar la síntesis, vendrá la excepción de las primarias, limitadas a una única lista radical y con boleta corta. Así lo explicaron desde el entorno de Salvador para el ámbito bonaerense, pero el criterio es expandible al resto de los grandes distritos. Este “permitido” es solo para casos locales, porque en las listas nacionales y provinciales regirá el mandato del consenso.

 

En la vereda de enfrente está el sector “díscolo”, con un rejuvenecido “Ricardito” Alfonsín -a pesar del cuádruple bypass al que fue sometido recientemente-, que viene juntando voluntades entre quienes se quedaron afuera de los acuerdos post Gualeguaychú y los que ven en lo hecho hasta ahora por la Rosada una confirmación de sus mayores temores. Son la media docena de dirigentes que semanas atrás se citaron en la Fundación Ricardo Rojas, para hacer escuchar -entre ellos pero sobre todo puertas afuera- su malestar por las decisiones que fue tomando la conducción partidaria y los riesgos que implica seguir atados a un gobierno macrista que, en su entendimiento, equivoca más de lo que acierta y que tampoco garantiza con claridad el éxito electoral.

 

Junto a Ricardito, otro de los convocantes a la cumbre fue Juan Manuel “Cachi” Casella, ex ministro de Trabajo de Raúl Alfonsín y en la actualidad uno de los secretarios del Comité Nacional boina blanca. También fueron de la partida otros dirigentes históricos, como Miguel Baze, Mabel Bianco, Alejandro Armendáriz, Jorge Cobos y Miguel Ponce.

 

A contramano de lo que quiere la cúpula radical, en el bando rebelde consideran que la manera de resolver las diferencias con el PRO y garantizar la supervivencia es pulseando en las primarias.

 

Los de afuera

4e2863ea2fa0f__1000!“Lo mejor que le podría pasar a Cambiemos es radicalizarlo, hoy es asimétrico. Nos falta autoestima a los radicales, nos harían bien unas PASO, para que los que siguen confiando en Cambiemos puedan elegir en una interna qué sector hay que fortalecer”. Así resumió Alfonsín el leitmotiv de la disidencia y hasta arrimó un posible slogan de campaña, con eso de “radicalizar” el espacio.

 

Durante la reunión en la Fundación Rojas hubo advertencias sobre “el riesgo de extinción” de la UCR ante la “oligarquización” de la cúpula que encabeza Corral y la mimetización con el PRO. Por eso exigieron una postura que deje en claro las discrepancias con el partido amarillo y “reafirme su condición progresista”, para “la preservación de su identidad histórica”.

 

Casella aseguró que “el rol del radicalismo en Cambiemos sería aportar la política y la sensibilidad social” pero que “ambas cosas son las que hoy están faltando”. Y Ponce lamentó “la falta de opinión” de su partido, “que tiene funcionarios en el Gobierno provenientes de sus filas” y “no puede estar callado en cuestiones límites”, como “cuando se toca el tema del 24 de marzo y luego se vuelve para atrás o cuando tenemos que bancarnos a algunos carapintadas en el Gobierno…”.

 

En concreto, la queja tiene dos ejes: marcar diferencias con el PRO y reclamar peso en la mesa de decisiones, cuidándose de aclarar que el objetivo no es romper Cambiemos sino, como dijo Alfonsín, “radicalizarlo”. Otro punto que molesta es el rol de auditoría política interna que el presidente Macri le reservó a Lilita: “Carrió se ha convertido en la fiscal de la República y nosotros no estamos haciendo oír nuestra voz”, sostuvo Ponce.

 

De todos modos, este pliego de exigencias no pasaría de ser el pataleo de los caídos si no fuera por un dato clave: muchos de sus motivos también están presentes en las conversaciones de los radicales coalicionistas, que deben lidiar de otra manera con el fastidio.

 

Los de adentro

ernesto-sanz-101En el radicalismo “institucional” no solo ven el vaso medio lleno, sino también una oportunidad: consolidar posiciones y apuntar al objetivo de, algún día, quedarse con la cima de Cambiemos. En definitiva, en un punto la discrepancia con el otro bando es táctica: diferenciarse ahora para ganar posiciones o consolidar lo ya ganado y esperar el turno de una eventual renovación en la coalición gobernante. Mientras tanto, tienen que administrar sus roces con la Rosada, en una larga lista que se actualiza semana a semana, y que va desde la designación por decreto de jueces de la Corte y el desfile de Aldo Rico, al no llamado de audiencias públicas previas al tarifazo y los dichos negacionistas de Juan José Gómez Centurión. El capítulo más reciente fue el sonado acuerdo por el correo y el “error” con las jubilaciones en una resolución de la Anses. Los radicales “de adentro” destacan las rectificaciones del gobierno, pero no por eso dejan de pagar parte del costo político, como varias veces lo expresó el propio Negri.

 

En contrapeso, en la conducción de la UCR recuerdan tres variables: primero, que el partido forma parte de una coalición donde no tiene el manejo del Ejecutivo; segundo, que sí lidera los dos bloques parlamentarios, tanto porque los encabeza -en las figuras de Negri y Rozas- como porque les da su verdadero número; y tercero, que de las cinco gobernaciones que tiene Cambiemos, tres son radicales, y que lo mismo pasa con 450 de las 620 intendencias municipales del oficialismo en todo el país.

“En concreto, la queja tiene dos ejes: marcar diferencias con el PRO y reclamar peso en la mesa de decisiones, cuidándose de aclarar que el objetivo no es romper Cambiemos sino, como dijo Alfonsín, ‘radicalizarlo’”

“El primer desafío de los radicales es aportarle a Cambiemos la mayor representatividad legislativa, fundamentalmente en las cámaras nacionales”, explicó el puntano Walter Ceballos, funcionario del ministerio de Defensa y secretario de la Convención Nacional. “Otro punto es lograr que Cambiemos sea una coalición estable, equilibrada, abierta, competitiva, porque apostamos a seguir gobernando la Argentina y nosotros aspiramos a que, por Cambiemos, exista un presidente radical”, sostuvo Ceballos, en diálogo con Revista Zoom. “Estamos hablando de poder, no de bordar al crochet. Todos los partidos que integramos cualquier coalición lo que queremos tener es, dentro del proyecto político, el mayor poder posible”, señaló el dirigente. Y acerca de la eventual extinción boina blanca, retrucó: “No tengo esa preocupación. A mí no me asusta que haya miembros del PRO que quieran absorber al radicalismo, lo que me asusta es que haya radicales que quieran ser absorbidos por los del PRO”.

 

¿Se van a congeniar las posiciones, incluidas las críticas hechas por quienes acompañan a Alfonsín?

A Ricardo le tengo afecto por varias razones. Soy muy respetuoso y no me cabe duda que, acertado o no, Ricardo lo hace desde una contribución, más allá de que no comparto el método. Creo que el radicalismo tiene que garantizar hacia adentro del partido y de Cambiemos instancias de debates y de aportes, pero que tienen que ser adentro. Estoy planteado una cuestión de estilo, no de fondo.

 

En cuanto al rumbo del Ejecutivo, consideró que “hay que diferenciar el tema del ser escuchado a la metodología con que esa posición se presenta”. Para Ceballos, “cuando uno es parte de un gobierno la manera de hacer el aporte es llevarle un fundamento al presidente, dejarle un punto de vista y, por supuesto, la máxima responsabilidad de la decisión la tiene él”. Además, aseguró que esa instancia existe: es la llamada “mesa de los martes”, donde el radicalismo sienta a Corral, Negri y Rozas a charlar con miembros del gabinete.

 

Sobre las PASO, las evaluó como herramienta de gran utilidad, pero a ser empleada con reparos. “El primer objetivo es el consenso, pero es algo que no se consigue en el Easy en bolsas de 5 kilos. La construcción del consenso es ciertamente mucho más difícil que la habilitación de las PASO”, graficó Ceballos, quien de todos modos matizó la línea bajada por Macri, interpretándola como un pedido de no multiplicar el internismo y así evitar riesgos. “A veces, las primarias terminan dejando un saldo agridulce en algunos sectores y eso resta potencia en la elección general”.

 

Justamente, ese “saldo agridulce” es lo que muchos correligionarios arrastran desde la tórrida convención de Gualeguaychú, y volverá a hacerse sentir el 3 de abril en La Plata, cuando los de adentro y los de afuera negocien, una vez más, el futuro de la UCR.

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