Mara Brawer: “Hay una cultura, vínculos y prácticas que hacen que el poder sea masculino”

Charlamos con la diputada nacional por el Frente de Todos sobre la participación de las mujeres en el ejercicio del poder. Nos dio un panorama del camino recorrido y cuáles son los desafíos.
Mara

Por Agustina Paola Veronelli, Lucía Rébora y Daniela Rodríguez

Hace unos días publicabas en tus redes sociales “Las mujeres hoy tenemos los mismos derechos pero no las mismas oportunidades que los varones. El desafío es trabajar sobre las dificultades que enfrentamos en el ejercicio del poder” ¿Qué obstáculos consideras que seguimos teniendo?

Argentina y el mundo occidental en general ha igualado en términos de derechos a las mujeres y a los varones, en términos de derechos políticos, sociales, económicos. Ya no hay ninguna restricción legal en relación a los géneros, específicamente en relación a las mujeres. No es como a principios del siglo pasado que las mujeres no podían disponer de sus bienes, o que la patria potestad no era compartida y un montón de derechos que luego las mujeres fuimos obteniendo. El problema no son ahora los derechos sino el acceso a ellos. Para que el acceso a los derechos sea igualitario, hay que desarrollar políticas públicas que lo posibiliten.

Por ejemplo, en la carrera de investigación del CONICET, donde vos tenés que presentar en un tiempo determinado una serie de papers para poder ser investigador de primera. O para ser fiscal general, que tenés que tener diez años de antigüedad. Entonces si vos no tenés en cuenta que muchas veces esos plazos que ponés no funcionan igual para varones que para mujeres, porque si coincide con la edad reproductiva de la mujer, que generalmente coincide, y que las políticas de cuidado son distintas y que las oportunidades de cuidado son distintas, y que por más que sean iguales, hay un tiempo que son los nueve meses que nadie te puede sustituir, porque el embarazo lo portamos nosotras, entonces hay obstáculos para acceder a los derechos que tiene que ver con esto. Entonces vos no podés tener la misma exigencia de plazos iguales para varones y mujeres cuando sabemos que las mujeres tienen un período de reproductibilidad que las lleva a ralentizar algunos procesos.

Y después están todos los obstáculos que también tienen que ver con acceder al poder. No hay ninguna ley que prohíba a las mujeres acceder al poder, pero hay una cultura, vínculos y prácticas que hacen que el poder sea masculino. De la misma forma que una dice “a participar se aprende, a debatir se aprende”, el ejercicio de poder también es un aprendizaje. Los hombres tienen siglos de aprendizaje del ejercicio del poder, y nosotras tenemos siglos de aprendizaje de la subordinación. Tenemos que romper los obstáculos culturales, los obstáculos personales, los fácticos como por ejemplo que hay plazos diferentes, que no pueden correr igual para varones y mujeres.

¿Cuáles fueron las transformaciones en materia de género en el ámbito político?

El Parlamento tiene muchísimas mujeres, las mujeres presiden comisiones importantísimas, la agenda del parlamento es una agenda absolutamente con perspectiva de género, el rol de las mujeres es importantísimo, el Parlamento es otro. Pero no dejo de analizar los inconvenientes de lo vigente.

Antes no se hablaba de violencia de género, y ahora estamos hablando de justicia menstrual ¡imaginate si no cambió el Parlamento! Cada vez se va profundizando más, yo creo que esta no es una etapa tanto de pensar nuevas leyes, sino como hacer que las leyes sean efectivas. Porque vos tenés el derecho al aborto pero tenés que hacer que este derecho llegue a todas las mujeres, tenés el derecho a que las mujeres vivan una vida libre de violencia pero tenés que hacer que las mujeres tengan los elementos para protegerse de esa violencia y prevenirla.

Ahora se está empezando a hablar más fuerte de las políticas de cuidado, quién hablaba de política de cuidado hace 15 años ¿Quién hablaba del valor de las tareas de cuidado, del valor de las tareas del hogar? Nosotras ahora lo tenemos incorporado hasta en el Código Civil, el tema del valor del cuidado de la familia y del hogar.

La ley de Paridad nos pone un techo

En 1991 se sancionó la ley de cupo, fue un hito para los derechos políticos de las mujeres. Estableció que un mínimo del 30% en todas las listas electorales debían componerse de mujeres, con posibilidad de resultar electas. Un techo que tocó el cristal muy rápido.

A fines de noviembre de 2017 el Congreso sancionó la Ley Nacional número 27.412 de Paridad de Género en Ámbitos de Representación Política. Es una medida que modifica el Código Electoral, en pos de garantizar la equidad entre varones y mujeres a la hora de acceder a los cargos. La Junta Electoral debe respetar para las listas el 50 % del sexo femenino y el 50 % del sexo masculino junto con el mecanismo de alternancia y secuencialidad (mujer-hombre u hombre-mujer). Además, en caso de nóminas u órganos que resultasen impares, la diferencia entre el total de hombres y mujeres no podría ser superior a uno; y no se oficializarían listas que no cumplieran con los requisitos mencionados.

¿Qué repercusiones crees que trajo la ley de paridad desde que se aplicó la medida? ¿Cuáles son los inconvenientes?

La Ley de Paridad garantiza que la competencia electoral sea con listas con igual cantidad de mujeres y varones. Cuando Evita sancionó la ley de voto femenino, y se votó en el año 51, asumieron por el Partido Peronista (que es el único que presentó mujeres, porque los otros que reivindicaban los derechos de la mujer, que también habían luchado porque las mujeres voten y sean elegidas, no pusieron ni una mujer en las listas). Si vos te fijás cuántas mujeres entraron en el 51 y luego 40 años después en el 91, cuando se vota la ley de cupo, era la misma cantidad. O sea que si no hay leyes y afirmación positiva como la Ley de Cupo, nosotras seguíamos con el veinte o veinticinco por ciento que veníamos desde el año 51. ¿Qué pasó? Vino la Ley de Cupo, que era un piso, pero funcionaba como techo. Entonces se pensó en la Ley de Paridad para que sea igualitario. Y eso hizo que entren algunas mujeres más al congreso, no tantas, no 50 y 50.

¿Por qué no? Porque tanto en las elecciones del 2019 como éstas, que son elecciones bajo ley de paridad, el 80 % de las listas las encabezan varones, entonces si los varones siguen encabezando las listas van a seguir entrando varones, porque el resultado de una elección te puede dar número par como número impar. Si el número que entra es un número impar entran más varones, si es un número par es igual. Por lo tanto en general lo que da es que entran 60% varones y 40% mujeres. Son listas paritarias pero como los varones siguen teniendo el poder, siguen encabezando listas, siguen entrando más varones. Eso es un problema que tiene la Ley de Paridad.

Entran más varones que mujeres porque estos encabezan las listas, pero después se dan desplazamientos. Hay gente que asume como diputado y se le ofrece un cargo de mayor relevancia, como puede ser ministro, gobernador, secretario de estado. Esos cargos de mayor poder se los ofrecen mayoritariamente a varones, entonces ¿qué pasa con esta ley de paridad? No solamente entran más varones, sino que después los que se van son ellos. ¿Cuál es la paradoja? Por ejemplo, entraron tres personas, dos varones y una mujer, el varón se va ¿Quién asume? Asume el varón 5 de la lista, y la mujer 4 sigue sin asumir. Después ponele que se va el otro varón, el número 3. Ahí asume el varón 7 y la mujer 4 sigue sin asumir. Es más en las listas que entra uno sólo, que en las provincias es muy común que se designen tres cargos, el partido mayoritario recibe dos bancas y el partido minoritario una. Si el primero es varón, la segunda es mujer. Ese varón se va, no asume la segunda mujer, asume el tercer varón, ese varón se va, no asume la segunda mujer, asume el quinto varón, ese varón se va, asume el primer suplente. La segunda mujer no asume nunca. Si pasan todos los suplentes se llama a elecciones de nuevo pero la mujer 2 no asume nunca.

O sea que es una ley con un grave error, es pensar que a través de consignas iguales para ambos géneros iban a consolidar la igualdad y en realidad lo que se consolida es la desigualdad. De nuevo por tratar como iguales, en este caso de oportunidades, a personas que tienen oportunidades distintas de acceso al poder.

Por estos inconvenientes que tiene la ley, es que la diputada presentó un proyecto de modificación de la Ley de Paridad. Lo que propone es que cuando deba reemplazarse a un legislador varón, quien ocupe su banca sea la persona que lo siga en el orden de la lista, con independencia de su género. Y cuando deba reemplazarse a una legisladora mujer, el reemplazo se rija por el criterio de igual género, tal como es ahora.

En las elecciones legislativas de este año Diputados renovará 127 bancas y el Senado 24. Pero la realidad no es muy alentadora. Actualmente las Primarias, en la mayoría de distritos están lideradas por varones. Ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, solo tiene 4 listas de todas las contendientes en las PASO, encabezadas por mujeres. En la Provincia, no se llega a diez.

¿Cómo ves el contenido de las campañas respecto a los derechos de las mujeres y las disidencias?

Excepto los grupos antiderechos, los partidos políticos hablan de la igualdad de género, lo hacen todos, después dicen más las prácticas. Hay un director de una escuela en la CABA que dice que hay que volver a abrir la ESMA y la Ciudad de Buenos Aires no hace nada. Entonces hablan de derechos, de respeto, de perspectiva de género, una autoridad que no interviene ante una propuesta de genocidio. No es un tema de plataforma electoral, es un tema de lo que se hace.

¿Cómo ves el escenario en otros terrenos?

El Poder Judicial es el único poder en la democracia que no tuvo ni una autocrítica ni una revisión ni una transformación. Es decir vos no vas a encontrar un diputado que tenga antecedentes en la dictadura, jueces un montón. Entonces la justicia es un poder vitalicio, por lo tanto, tiene todos los defectos: machismo, autoritarismo, misoginia, racismo, homofobia, un poder que justamente no se revisó, no se transformó.

En el sindicalismo, también otro tanto, en el sentido que son poderes fuertemente masculinos que tiene que ver también con que hay oficios que la sociedad decidió que sean netamente masculinos y que hay que ir transformándolos. (Porque la UOM siempre fue un antro, porque también la industria metalúrgica fue un lugar de machos). ¡Tenemos que ir conquistando el poder en los distintos ámbitos y transformándolos!

La participación de las mujeres en los espacios políticos en los últimos años ha crecido cuantitativamente y cualitativamente. Pero para que haya una participación igualitaria tenemos la tarea de revisar los entramados del poder patriarcal y machista. Tenemos un largo camino recorrido, pero todavía queda mucho por recorrer. Un país realmente democrático es un país feminista.

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