Mancha venenosa

El ministro de defensa Oscar Aguad está a un paso de encabezar el vía crucis judicial que acecha al macrismo. Correo, telecomunicaciones y el hundimiento del Ara San Juan: la foja de servicios que pronostica un futuro no excarcelable.

A fines de julio, mientras dialogaba con Jorge Asís en su programa televisivo Nada Personal, la animadora Viviana Canosa incurrió en una infidencia: “La última vez que hablé con Macri me dijo que si pierde tiene miedo de ir preso”.

 

Días después fue derrotado en las PASO de manera abrumadora.

 

El Presidente acumula 92 causas judiciales. Y entre las más delicadas se destaca la cesión irregular de parques eólicos, la red de espionaje y extorsión encabezada por Marcelo D’Alessio, la vidriosa concesión de las autopistas y la deuda nunca saldada del Correo Argentino.

 

Justamente en ese último caso hubo novedades: la Cámara Federal dio su respaldo para seguir investigando los presuntos delitos de “administración fraudulenta y negocios incompatibles con la función pública”, al rechazar los planteos de nulidad y de inexistencia de delito.

 

El expediente en cuestión (llevado a Comodoro Py por Gabriela Cerruti y Martín Sabbatella por una denuncia de la fiscal Gabriela Boquin) revela que el Estado –representado por el Ministerio de Comunicaciones– había aceptado un acuerdo con el Correo Argentino para licuar el 98,87 por ciento de la deuda que la familia Macri mantiene con las arcas públicas.

 

Quienes firmaron ese pacto “ruinoso y abusivo” –según los adjetivos de la fiscal Boquín– en representación de la cartera involucrada fue el asesor Juan Mocoroa y su entonces titular (y actual ministro de Defensa) Oscar Aguad.

 

Ambos quedaron ahora a centímetros de sus procesamientos.

 

De modo que Aguad podría ser el primer integrante del Gabinete macrista encausado por una trapisonda no excarcelable.

 

Tamaño logro torna interesante poner foco en su calaña.

 

El visionario

Desde el 10 de diciembre de 2015 esta alhaja septuagenaria del radicalismo cordobés engalana el “mejor equipo de los últimos 50 años”. Primero al frente del Ministerio de Comunicaciones (con la misión cardinal de pulverizar la Ley de Servicios Audiovisuales, además de deshacer su autoridad de aplicación) y, luego, en su cargo actual. En ambas funciones supo resaltar por su exquisito intelecto.

 

Basta recordar que el debut ministerial del doctor Aguad estuvo signado por su gran entusiasmo ante las perspectivas de Internet. “Es la tecnología que se viene”, fueron sus palabras. Y anticipó: “Usted se va a sacar una radiografía en La Rioja y se la va a poder analizar un médico en Boston”. Aquella fue su percepción del asunto ya en plena era de las interconexiones globalizadas del espacio cibernético. Y como titular de Defensa será siempre recordado por el tweet que difundió al cumplirse seis meses de la desaparición del submarino ARA San Juan: “Seguiremos haciendo todos los esfuerzos por encontrarlo y traer a sus 44 tripulantes de vuelta”. Un genio.

 

Lo cierto es que en la jungla de la política él siempre se impuso por el fuerte peso de su personalidad. Y desde sus inicios.

 

Siendo un abogado de poca monta en su Córdoba natal, su bautismo de fuego en la función pública se remonta a 1984, cuando el entonces intendente Ramón Mestre lo puso en la Secretaría de Gobierno. En 1995, con su mentor ya en la Gobernación provincial, él fue nada menos que ministro de Desarrollo Social y Asuntos Institucionales. Desde tal puesto ordenó una feroz represión a las protestas por los ajustes de esa época, que incluían un recorte del 30 por ciento del salario de los estatales. Ya durante la presidencia de Fernando de la Rúa, acompañó a Mestre en la intervención de Corrientes como intendente de la capital y, después, lo reemplazó al pasar éste al Ministerio del Interior de la Nación. Su cosecha: el despido de 10 mil trabajadores estatales y el recorte del 33 por ciento de los haberes jubilatorios. También se llevó de esa provincia un procesamiento por “administración infiel”, además de ser investigado por un crédito de 60 millones de dólares que no se sabe adónde fue a parar. En los dos expedientes salió indemne por el milagro de la prescripción.

 

A continuación atravesó la era kirchnerista con candidaturas fallidas y algunos mandatos legislativos sin trascendencia.

 

Nada hizo suponer entonces que ese sujeto ocuparía, a partir del de julio de 2017, la titularidad del Ministerio de Defensa para abocarse desde ese lugar a su epopeya más gloriosa: la (aún inacabada) militarización de la seguridad interna. Pasta para eso no le faltaba.

 

Al respecto, no está de más volver a su etapa cordobesa.

 

“Escuchame bien; si vos seguís hablando sin bajar el perfil yo no voy a poder garantizar tu seguridad”, le soltó por teléfono en 1996 al ex policía Luis Urquiza.

 

Éste, tras ser detenido y torturado durante un mes en plena dictadura por negarse a realizar actos represivos en el Departamento de Informaciones (D2), liderado por el temible Carlos Yanicelli, se refugió en Dinamarca. Al regresar a Córdoba ya bajo el imperio de la democracia, descubrió que aquel tipo era el jefe de inteligencia de la policía provincial. Y que había sido nombrado por Aguad. Urquiza no demoró en denunciar ambas circunstancias.

 

Al actual funcionario macrista ya entonces le decían “El Milico” debido a su amistad con el general Luciano Benjamín Menéndez y otros genocidas, además de ser notoria su simpatía por el extinto régimen militar.

 

A partir de aquella comunicación, Urquiza comenzó a sufrir un sinfín de amenazas. Y decidió regresar a Dinamarca.

 

En su última conversación telefónica con Aguad, éste le imploró que no viajara porque ellos pagarían “un costo político muy alto”. Y le ofreció seguridad, dinero y una vivienda.

 

Aún así Urquiza se convirtió en el primer exiliado de la democracia.

 

Yanicelli está ahora condenado a prisión perpetua por cuantiosos delitos de lesa humanidad.

 

Y su mentor es una estrella del firmamento macrista.

 

El hundimiento

Aguad siempre valoró el sentido de la amistad. Por eso tal vez haya creído que a Macri no le alcanzaría la vida para agradecerle el haber puesto la rúbrica a la condonación de su deuda al Estado por el Correo Argentino. Pero al hacerlo incurrió en la leve desprolijidad de encabezar el escrito en cuestión con estas palabras: “Siguiendo expresas instrucciones del señor Presidente”. Cosas que pasan en medio del vértigo de la gestión.

 

Todo indica que aquello derivará en el procesamiento del Presidente.

 

Aguad había sido indagado en marzo por esta causa, junto con Mocoroa y dos directivos de la compañía deudora, Jaime Kleidermacher y Jaime Cibils Robirosa. Pero –con los vientos políticos a favor– apostaron todas sus fichas a que la Sala II de la Cámara Federal frenaría la investigación. Al fin y al cabo sus integrantes eran Leopoldo Bruglia y Martín Irurzun.

 

El primero fue instalado allí por el macrismo en reemplazo de Eduardo Freiler (oportunamente raleado por inconductas que incluyen el procesamiento de Macri por las escuchas telefónicas cuando era jefe de Gobierno porteño, su postura para archivar la denuncia de Alberto Nisman contra CFK y su impulso a la indagatoria de los propietarios de Clarín y La Nación por la apropiación de Papel Prensa durante la última dictadura). El doctor Bruglia, desde la Sala I de la Cámara de Apelaciones, había votado la confirmación del procesamiento de CFK y sus hijos, Máximo y Florencia, junto con los empresarios Cristóbal López, Lázaro Báez y Fabian de Souza, entre otros, en la causa por asociación ilícita y lavado de activos. Poco después también votó a favor de confirmar el procesamiento y prisión preventiva de Julio De Vido en el expediente por las presuntas irregularidades en Río Turbio.

 

El segundo, además de ser el autor de la doctrina que establece prisiones preventivas de manera automática para ex funcionarios kirchneristas, supo ser una de las espadas judiciales más refulgentes del macrismo.

 

Pero pasaron cosas. En este caso, el reposicionamiento de ciertos popes del edificio de Comodoro Py tras el resultado de las PASO.

 

Eso explica que los doctores Bruglia e Irurzun rechazaran el planteo de nulidad de las indagatorias, señalando que aquellas satisfacían “los recaudos establecidos” por el Código Procesal. También tumbaron el otro planteo sobre “la inexistencia de delito”, ya que –según la resolución suscripta por ellos– “se han colectado suficientes elementos probatorios”.

 

Mientras tanto, la familia presidencial batalla en el fuero comercial para cerrar, antes de diciembre, un acuerdo conveniente. Una batalla contra el reloj algo ímproba en los tiempos que han comenzado a correr.

 

Tal vez Macri ya mastique la certeza de haber quedado a merced de sus propias criaturas.

 

 

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