Jimena López: «Se está recuperando el contacto con la sociedad que se perdió en pandemia»

La Diputada Nacional del FdT habló con Revista Zoom; analizó el logro por la Ley de Etiquetado Frontal y el cuidado a la salud que esta garantiza.
etiquetado frontal ya

La ley de etiquetados para la alimentación saludable se aprobó con doscientos votos ¿Qué intereses toca esto? ¿Qué fue lo que hizo que cueste que salga la ley y que se consiga el quórum?

Hubo muchas abstenciones, ahí se clarifican muchas de las críticas a la ley, las cuales no tienen mucha justificación; esta tiene más de doscientas hojas de fundamentación y mucho trabajo científico. En realidad, trastoca al modelo de producción, es la posibilidad que a través de una información clara y fidedigna se ponga en relevancia la presencia de ingredientes críticos en procesados y multiprocesados, lo que hace que sepamos claramente qué estamos comiendo. 

El siguiente paso son las adecuaciones. No creo que la industria alimentaria en la Argentina no tenga la capacidad para hacerlas, justamente siendo una industria globalizada e hiperconcentrada. Entonces, me parece que lo que hay que tener en claro es que la ley ofrece varias posibilidades; por un lado, llegar de mejor manera al consumidor, a la consumidora, a quien vaya a comprar alimentos al almacén, al supermercado y saber qué es lo que se está comprando. Por otro lado, pone en jaque las políticas alimentarias en la Argentina. 

Yo lo dije en mi discurso, el Estado es un gran comprador de alimentos para repartir, para asistir, para contener. Pero el tipo de alimentos que compra tienen baja calidad nutricional y me parece que la posibilidad que abre este etiquetado hace que las grandes licitaciones de compra a granel tengan que contemplar determinados ítems. Es algo a destacar porque vamos a lograr llegar con mejor calidad a los sectores más vulnerables. O sea, ahora el Estado no puede comprar cualquier cosa. En este sentido es una Ley avanzada en todo sentido.

Yo no conocía mucho el tema de los etiquetados alimentarios, pero una de mis compañeras es nutricionista y me ayudó. Estudié todas las diferentes posibilidades, desde cómo se manejan en el resto del mundo, a el derecho comparado. Antes nos decían: “no porque la industria va a ser una máquina de hacer juicios”. No hay en ningún lugar del mundo una iniciativa judicializada por parte de la industria de alimentos hacia el comercio mundial o hacia el Estado. Eso era más que nada una forma de presión, en vez de una realidad.

Respecto a lo que son las compras de comida que va a hacer el Estado, ¿la ley va a servir para que se muevan otros sectores de la industria alimentaria más vinculados a las cooperativas de trabajo?

Si, también servirá para empezar a pensar una nueva forma de vinculación con los diferentes estamentos del estado. Si vos compras a nivel centralizado en nación, lo que significa que la mercadería llega al norte o al sur y tiene un montón de kilometraje que aumenta a su vez el valor del producto final, se paga mucho más caro que el producto de góndola. 

Está bueno empezar a descentralizar el dinero para las compras, me parece que tenemos que generar accesibilidad a productos frescos, como son las frutas y las verduras, con un objetivo marcado: que los chicos puedan ingerir mínimamente una fruta todos los días. Hay que cambiar el modelo de asistencia e inclusive tensionar lo qué pasa con el SAE, el Servicio Alimentario Escolar de la provincia de Buenos Aires, saber qué es lo que dan de comer, cuanta cantidad de sodio, grasa y azúcar, cómo se alimentan, porque no está protocolizado y cada municipio tiene un nivel de discrecionalidad diferente.

Hay que favorecer a los productores locales e iniciativas de kilómetro cero, lo cual implica que el producto no viaje tanto y no se encare. Por otro lado, al favorecer al desarrollo local, ese dinero termina circulando en la comunidad.

¿Qué pasa con eso del SAE? ¿Está habiendo alguna cuestión irregular con eso en la provincia?

No, no tiene que ver con cuestiones irregulares. Hay un determinado porcentaje de dinero que se otorga por plato de chico, que ronda alrededor de los quince pesos. El tema es que el formato es discrecional. 

Yo vengo de Necochea y, por ejemplo, ahí lo que se va a consumir en cada escuela o jardín lo determina la directora. Hace el pedido al consejo escolar y se compra eso. Pero no todos compran lo mismo, no es que está protocolizado y establecido que los alumnos tienen que comer variado, colorido y sano, lo que implicaría tener un menú para todas la escuelas y jardines. Hay escuelas que consumen altos índices de azúcar. 

Tuvimos una situación en una escuela donde no se habían dado cuenta que el elemento que estaban usando no era Nesquik y le pusieron gelatina rosa a la leche,  los chicos terminaron tomando eso como merienda. Si estamos hablando de condiciones de salud, me parece que el Estado es el gran impulsor de ellas a través de sus instituciones. La escuela es una institución central, tienen que tener bebederos de agua, entornos saludables y los postres del almuerzo deben ser una fruta, nada en almíbar o un yogurt, una fruta.

¿Cómo está el vínculo y la relación en la Cámara con la principal oposición, Juntos por el Cambio, después de todas las negociaciones que hicieron falta y los tironeos que hubo para poder tener esta última sesión especial de esta semana? ¿Hasta después de las elecciones del 14 de noviembre no va a haber nuevamente sesión?

La relación con la oposición es compleja. Tenemos nuestras idas y vueltas. Hay puntos de encuentro, como cuando logramos sacar la ley de oncopediatría por unanimidad. También hay muchos puntos de tensión que, por ejemplo, tienen que ver con que nosotros discutimos fuertemente el modelo de país que promueven ellos y viceversa.

Ellos entienden una república a medida. Pero, por ejemplo, no les llamó la atención que Macri no se haya presentado a la indagatoria. Para ellos la república es elástica y hay cuestiones que lo delatan. Por ejemplo, hoy miraba un cuadro que mostraba la cantidad de países que han pedido dinero al Fondo Monetario Internacional por años y en el gobierno macrista, desde el 2015 al 2019, hay una barra que hace una gran extensión en Argentina. Es un dibujo sumamente clarificador, porque están todos los países de América Latina y los de África, ahí se observa cómo se ha ido acortando y como hemos logrado estar con muy poco préstamo adquirido. No sé hacen cargo de la situación en la que dejaron al país.

Vos los escuchas hablar y parecería que los cuatro años de gobierno que tuvimos con ellos no los cuestionan. Tienen muy buenas estrategias de comunicación, entonces logran hacer que el período de ellos no parezca tan terrible. Si bien no dicen que fue el mejor, al no hablarlo y al no criticarlo, tampoco hacen que la memoria inmediata que nosotros tenemos como sujetos sea mucho más notoria.

Estamos hablando con una oposición que le sacó la medicación gratuita a los jubilados, que hizo el tarifazo, que los dejó en la calle, que los amedrentó en la puerta del congreso. Es una oposición muy compleja. Aparte, tienen todos los mecanismos, por ejemplo espías, escuchas, algunas cosas de blindaje mediático también, tienen de todo a su servicio. Si nosotros hiciéramos lo mismo saldríamos en primera plana.

El primer contagio de funcionarios fue con María Eugenia en una reunión, en CABA, en la oficina de Horacio Rodríguez Larreta, haciendo rosca política. Se contagiaron todos y la reacción fue: “ay pobres tienen covid”, pero cuando nos pasó a nosotros, que teníamos los protocolos, que estábamos al aire libre y que estábamos con barbijos en muchas fotos; salieron a decirnos absolutamente de todo. Entonces, la barra es siempre diferencial.

¿Qué análisis haces después de todos los movimientos que se dieron hace un mes dentro del Frente de Todos, el cual terminó repercutiendo en cambios de gabinete tanto en la provincia de Buenos Aires como también en términos nacionales? 

Yo creo que los cambios de gabinete son positivos. Los funcionarios y las funcionarias somos flexibles. Yo cumplí un cargo de gestión a un nivel municipal pero hay que saber que nosotros tenemos fecha de vencimiento. Cuando las cosas no funcionan, hay que poder encauzar, lo que implica que ciertos funcionarios dejen su cargo.

Hay cambios que me gustan más dentro del gabinete y otros que me gustan menos, obviamente; pero me parece que había que modificar en términos de dinamismo. Hay que tener en cuenta que cuando sos funcionario o funcionaria vos no compras un ticket por cuatro años, compras un ticket tanto en cuanto le sirva a los objetivos del proyecto. 

A mí me parece que faltaba gente que viniera de la gestión de cualquier índole. Un intendente puede manejar cualquier cosa porque ha estado durante cuatro años al pie del cañón, puede resolver mucho más que alguien que no ha ocupado la gestión nunca, por más que venga de la academia o de ciertos niveles de análisis. El intendente sabe que tiene que resolver todo porque es el primer frontón,  los vecinos lo suelen ir a buscar a su casa. Hay cambios que son estratégicos y que estuvieron muy bien.

¿Dónde crees que están los ejes de la campaña en este momento y cómo los ves?

La campaña es netamente propositiva y tiene que ver con cómo y con qué cosas construimos esta nueva realidad pos pandemia. Salimos de una pandemia que nos deja en un estado de pos guerra básicamente, un tipo de guerra diferente obviamente, porque tenía que ver con nuestra salud. Fue de una complejidad distinta a lo que podemos concebir comúnmente como el concepto de guerra. Ahora todo eso hay que reconstruirlo. 

 Me parece que hay que poner como norte el “si”: el “si” a la reactivación, el “si” a poder salir, el “si” a poder trabajar, el “si” a poder producir; nos da como un aire de esperanza, sumado a que esto no es solamente discursivo, sino que hay una generación de políticas puestas al servicio de la reactivación económica que hace que empiece a calentar nuevamente el motor, tanto del consumo como de la inversión.

Hay que “calentar” la economía para que todos y todas podamos vivir mejor. Este es nuestro norte como gobierno y me parece que es lo que no pudimos hacer durante los dos primeros años. Si bien también hicimos una campaña de vacunación excelente, la mejor de la historia porque llegamos a todos, estamos pensando en una tercera dosis.

 La Argentina siempre fue un modelo en cuanto a cuestiones de vacunación, de llevarla a los chicos y que esta estuviera disponible, además de ser gratuita. En el único momento en que fue así y entró el sarampión a la Argentina, sucedió durante el macrismo. 

Hay que tener en claro que la gente necesitaba tener algo más, necesitaba tener esperanza, necesitaba poder tener plata en el bolsillo, poder pensar a  futuro, y saber el qué va a pasar el día de mañana. La pandemia en dieciocho meses nos quitó previsibilidad porque estuvimos encerrados y fragilizados. Hubo mucha gente que perdió su trabajo. Para mí la pandemia fue terrible en la forma que impactó en la vida cotidiana.

¿Crees que se llega con el tiempo para mejorar el resultado? Principalmente en la provincia de Buenos Aires, ¿qué impresión hay puertas adentro?

Yo creo que mucha de la gente que no nos fue a votar son compañeros, son nuestros, ese el porque no llegamos. También es cierto que en las Paso vota menos gente. No sé si vamos a ser una elección holgada. Si creo que nos vamos a acercar mucho y me parece que fundamentalmente vamos a recuperar bastante la provincia de Buenos Aires, que la lectura del mapa dio miedo. También es cierto que son elecciones de medio término, siempre juegan diferente que las ejecutivas para nosotros y nosotras, los peronistas. Siempre nos han costado más las elecciones de medio término. 

La democracia está entrando en una juventud más adulta, los votantes tienen en claro qué y cómo votar, además de cómo hacernos sentir algunas cosas.

Yo milito desde hace muchos años y he trabajado en muchas campañas. Gané muchas veces, pero cuando perdí fue cuando más aprendí y más maduré. Cada tanto un sopapo nos viene bien. Me parece que, obviamente, nunca hay que enojarse con la gente ya que siempre tienen el derecho a expresarse y a decirnos “esto no está bien, no es por acá”. Eso hay que tomarlo, capitalizarlo y ver cómo lo mejoramos. La gestión y el Estado tienen que estar al servicio del pueblo.

Yo creo que en diciembre nos va a ir mucho mejor. No sé si vamos a ganar porque la maquinaria del Pro y de Juntos por el Cambio es muy grande, pero sí creo que vamos a mejorar. Hay que laburar el día a día y creer poco en las encuestas que uno pague, porque nunca son muy certeras; la que te avisa que perdes capaz que tiene un poco más de razón, porque el diario de Yrigoyen te lo quieren vender todos.

Me parece que nosotros en algún punto perdimos nuestro norte como peronistas, que es estar al servicio de nuestro pueblo. Nuestras compañeras no pueden tardar seis meses para llegar a un plan. Tenemos que laburar mucho la esperanza.

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