Hospital Bonaparte. “La Libertad Avanza” con la destrucción de la salud pública

Luego de la multitudinaria marcha en defensa de la universidad pública, le tocó el turno al Hospital Laura Bonaparte. La respuesta de la comunidad hospitalaria fue inmediata. De declarar su “cierre” el gobierno moderó a: “reestructuración”. Por Mariano Pacheco.

No es sólo ajuste económico, sino también política de la crueldad que contribuye a generalizar la precariedad psíquica de las grandes mayorías. La ofensiva generalizada contra aquello que no tienen empacho en caracterizar como “aberración” (la Justicia Social), está en el centro del gobierno de La Libertad Avanza.

Por eso, junto con la transferencia indiscriminada de ingresos desde las grandes mayorías trabajadoras hacia el minoritario sector de poder concentrado, el gobierno libertariano arremete con fuerza contra esos dos pilares fundamentales de la memoria nacional de la vida popular argentina: la educación y la salud pública.

Es en ese marco que, durante el pasado fin de semana, el Hospital Nacional Laura Bonaparte captó el centro de atención de las noticias del país, ya que durante la jornada del viernes pasado, el ministro de Salud Mario Lugones anunció el cierre del establecimiento. Lo hizo en la misma semana en que despidió a los miembros del Consejo de Administración del Hospital Garrahan, bajo el “argumento” de “baja productividad” de la institución de salud mental.

Todo esto en medio de una situación en la que la mayoría de las y los trabajadores cobran menos del sueldo básico mínimo, quedando incluidos debajo del índice de pobreza, ya que desde diciembre pasado percibieron un incremento menor del 10%, y los contratos pasaron a ser trimestrales, a lo que se suma la incertidumbre de la continuidad laboral.

Tal como viene sucediendo en otros casos, también en éste las declaraciones oficiales se prestaron a confusión y complementaron su sentido con operaciones realizadas desde las empresas monopólicas de comunicación como Clarín y La Nación. “Los números no cierran”; “en todo 2023 el hospital alojó a 16 internados”; “a la guardia van tres pacientes por día”; “una inversión de $17.000 millones anuales para 600 empleados y 600 pacientes, ¿cómo se sostiene?”, fueron algunas de las declaraciones de “fuentes” difíciles de verificar.

La respuesta de la comunidad hospitalaria –que se encontraba en asamblea en medio de una pelea por reactualización de los salarios para sus trabajadores e incremento de haberes para sus residentes– fue inmediata: declararon “estado de alerta” y una convocatoria a una vigilia para rodear de solidaridad el conflicto, que fue escalando con el correr de las horas, hasta llegar a tomar el Hospital por las y los manifestantes.

“Un ataque a la dignidad humana”, así caracterizó a la maniobra del gobierno nacional, una de las trabajadoras del Hospital, la psicoanalista Soledad Arrieta, coordinadora del dispositivo de orientación y apoyo a la urgencia en salud mental 0800. Arrieta subrayó el carácter “nacional” de su labor, ya que a ese número llaman personas de distintos rincones del país, a veces con situaciones de riesgo crítico, como esa adolescente de catorce años que le tocó atender hace unos días, quien se comunicó con ella mientras se encontraba encerrada en el baño de un colegio, gillette en mano, anunciando que estaba por quitarse la vida. “Quieren derribar este hospital porque somos referentes de la Ley Nacional de Salud Mental”, comenta, entre orgullosa y angustiada, sin dejar de remarcar que circulan muchas malintencionadas interpretaciones de la Ley (sobre todo de sectores de la salud privada), como aquella que sostiene que no es posible internar o que sólo puede hacerse por dos semanas. “Eso no es así, lo que pasa es que se utiliza como último recurso, porque al fin y al cabo, estás privando de la libertad a un paciente”, dice. En efecto, en sus artículos la ley dice que la internación “debe ser lo más breve posible, en función de criterios terapéuticos interdisciplinarios”, y que en caso de que sea involuntaria, “debe concebirse como recurso terapéutico excepcional en caso de que no sean posibles los abordajes ambulatorios”. Estos son abordajes que el Bonaparte también realiza en otros sitios, como los situados en los barrios Fiorito, La Carcova, Zabaleta y Fátima.

Dato mata relato

Además de los servicios subcontratados de limpieza, seguridad y cocina, el Bonaparte cuenta con atención a la demanda espontánea, consultorios externos, hospital de día, cuidados en la urgencia, servicios de internación de salud integral (medicina general, clínica médica, obstetricia, laboratorio, farmacia, kinesiología, odontología, diagnóstico por imágenes y nutrición), guardia interdisciplinaria, servicios de niñeces y adolescencias, una nutrida administración (sistemas, gestión de pacientes, mantenimiento, personal, suministros, estadística, auditoría, contabilidad, choferes, gestión ambiental, recupero de costos, tesorería, entre otros), un taller socioproductivo, abordaje territorial (Zavaleta, La Cárcova, Fátima, Floreal, Villa Fiorito, entre otros barrios de CABA y Provincia de Buenos Aires), redes (telesalud y Programa de Fortalecimiento Asistencial), Residencias Interdisciplinarias de Salud Mental (RISaM) con especialización en salud comunitaria, un proyecto de fortalecimiento de RISaM, investigación, docencia y capacitación, comunicación, un centro cultural, una editorial y el servicio de 0800 (Dispositivo de Orientación y Apoyo en la Urgencia de la Salud Mental) donde trabaja entre otros– Soledad Arrieta, quien destaca el reconocimiento no sólo nacional sino también internacional que tiene el Bonaparte en materia de salud mental y consumos problemáticos, debido a su abordaje integral, interdisciplinario e intersectorial. Arrieta repasa los números del comunicado elaborado por sus trabajadores, en el que se detalla que, en lo que va del año, se atendieron a más de 25.000 personas y se realizaron 98.000 consultas (únicamente en los servicios asistenciales), 80 niños de 45 días a 5 años (hijos e hijas de trabajadores de la administración pública nacional) asisten al Jardín de Los Abrazos. Otras tantas decenas de personas de la comunidad concurren a los talleres abiertos de escritura, danza, cerámica, percusión, arte, radio (entre otras actividades culturales), por no contar los 50 talleres terapéuticos que se realizan para los usuarios del hospital, o las 40.000 personas de todas las provincias del país que en lo que va de este año ya se formaron en temáticas de salud.

Salud (pública) y comunidad (organizada)

En los momentos de crisis los tiempos se aceleran. Quizás por eso, y porque en la era de la posverdad la palabra tiene poco peso, es que el gobierno nacional actual se la pasa diciendo cosas que luego quedan desdichas por otras declaraciones. Como en este caso, que se comenzó afirmando que se cerraban las posibilidades de nuevas internaciones, para luego avanzar en sostener que era probable que se cerrara todo el hospital, para finalmente (negociación mediante, tras renuncia y reincorporación de su director), hablar de una “reestructuración” con permanencia de guardias. En medio se realizaron las jornadas culturales del fin de semana, en las que cientos de personas permanecieron en la puerta del lugar, durante todo el sábado y todo el domingo, copando la calle Combate de los pozos, desde Caseros hasta Rondeau.

Es que, como sostiene el investigador Rocco Carbone en un libro reciente, el “fascismo psicotizante” de Javier Milei (y su programa de gobierno, podríamos agregar), tiene por método “afirmar lo que un instante después puede ser negado”. En esa lógica se produce el desamparo, ese que típicamente es combatido desde la hospitalidad de quienes sostienen la igualdad como bandera, principio y fundamento ético-político. No en vano la familiaridad existente en el propio lenguaje, entre las palabras hospitalidad (darse amparo) y hospital (casa de huéspedes).

Es que en la lucha por defender, conquistar y ampliar derechos se halla una de las claves de la vida saludable de un pueblo, que nunca es una sumatoria de individuos que compiten entre sí por sobrevivir, sino una común-unión entre experiencias diversas que anhelan estar juntas, al amparo de la desdicha que genera el aislamiento social.

Algo de eso pudo verse también ayer al mediodía, cuando finalizaba la conferencia de prensa convocada en la puerta del Hospital Laura Bonaparte, y entre declaraciones de estado de alerta y festejos por la contundente y amplia respuesta que tuvo la convocatoria de las y los trabajadores del lugar a defender la continuidad del trabajo que allí desarrollan, las columnas se retiraban cantando, entre saltos y abrazos y, como supo decir el poeta uruguayo Mario Benedetti, otros le daban al bombo con su más generoso rencor.

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