Aunque la mirada del peronismo esté reconcentrada sobre la provincia de Buenos Aires, fértil y belicosa madre de todas las batallas, también el suelo porteño comenzó a despertar el interés de las diversas expresiones del PJ, luego de años de languidez electoral y desencuentros con el votante. A la sombra y, en gran medida, atados a lo que suceda con el armado bonaerense y la decisión de Cristina Fernández, un variopinto grupo de dirigentes de la Ciudad viene pulseando para hallar una estrategia con la que esmerilar al PRO, en el distrito que lo vio nacer y que desde 2007 gobierna sin sobresaltos.
Por el momento, en una imagen para nada estática ni despejada de puntos grises, se puede distinguir un binomio de posturas enfrentadas, que dialogan entre sí pero no acuerdan; que se conocen bien y, tal vez por eso, se desconfían; que aspiran a la unidad pero difieren en su caracterización.
En un extremo están los que plantean dejar de lado los “sectarismos” del pasado inmediato para conformar una alianza antimacrista lo más amplia posible, incluyendo la repatriación de dirigentes que fueron rompiendo con el kirchnerismo y la incorporación de otros que siempre le fueron refractarios. En este grupo abreva la pata más pejotista, con el paraguas institucional del Partido Justicialista y el aporte de jugadores con peso propio en la Capital, afines a la experiencia iniciada en 2003 pero preexistentes a ella.
“La disyuntiva expone la fractura que el kirchnerismo porteño atraviesa hace tiempo, sobre todo después del resultado de 2015”
En el otro polo están quienes afirman que ese tipo de amplitud no sólo no aportará volumen en las urnas, sino que, al contrario, terminará desdibujando el perfil opositor del FPV, al incorporar a figuras que hasta hace poco lo esmerilaban, atacaban a Cristina o votaban en sintonía con el macrismo. En definitiva, consideran que es una suma que resta, tanto identidad como eficacia, más aún si se acuerda con que en estos comicios se va a plebiscitar la gestión de Cambiemos a nivel nacional y no sólo lo hecho por el alcalde Horacio Rodríguez Larreta. La Cámpora y Nuevo Encuentro (NE) aparecen como las referencias más fuertes de esta posición.
Así descripta, la disyuntiva expone la fractura que el kirchnerismo porteño atraviesa hace tiempo, sobre todo después del resultado de 2015. Pero el mapa es mucho más complejo que por aquel entonces, y si bien es posible ordenar a las piezas con trazo grueso, nadie sabe cómo seguirá la película.
Una muestra la acaba de dar Felipe Solá, diputado nacional del Frente Renovador (FR), quien era impulsado como posible candidato porteño por un sector del PJ que coquetea con el massismo y que también sonaba como expresión frentista. El ex gobernador alimentaba esa perspectiva, sonriendo para las fotos y abrazado a referentes del FPV. Sin embargo, tras una reunión con Sergio Massa, anunció que no competirá en la Ciudad sino en la Provincia y dentro de su partido.
Cambio de escenarios
Que la Ciudad inquiete al peronismo y que eso se traduzca en visiones encontradas que se expresan de manera más o en menos pública es resultado de una serie de novedades. Una tiene que ver con el margen para la construcción de referencias a partir del corrimiento de Cristina, en un distrito donde el FPV siempre encadenó su estrategia a la de Balcarce 50. Sin la verticalidad ordenadora de la ex presidenta, las diferencias se volvieron disputas de poder.
En paralelo, también mutó el perfil del PRO. Ya no se trata de un fenómeno vecinalista ni opositor, sino que se exportó, construyó una coalición y dividió fuerzas entre la Casa Rosada y la Provincia, con un primer tramo de gestión cargado de medidas recesivas que impactaron de lleno en la economía porteña, con hitos como los tarifazos, el enfriamiento del mercado y los despidos. Este bumerang no solo complicó el día a día para Rodríguez Larreta, sino que también le restó un argumento que dio buenos frutos mientras Cristina estuvo en el poder: la queja hacia arriba. Desde diciembre de 2015, ahí arriba está Mauricio Macri, y al costado está María Eugenia Vidal. Rodríguez Larreta tampoco puede, como sí lo hacen su líder político y la gobernadora, apelar a la queja hacia atrás, es decir, al comodín de “la pesada herencia”.
Con estas limitaciones, el alcalde se guareció en el bajo perfil: municipalizó su quehacer y se mantuvo al margen de los grandes debates, dejando que Macri y Vidal hicieran el desgaste. Pero esta estrategia defensiva irá quedando obsoleta con los primeros escarceos de la campaña, para la cual, además, el PRO todavía no tiene definido quién será su candidato, en un territorio donde no existe la coalición Cambiemos. Las dudas sobre de qué lado de la General Paz hacer competir a Elisa Carrió y el temor a que el flamante ex embajador Martín Lousteau fuerce una PASO o hasta vaya por la libre, grafican los tensiones del oficialismo en su tierra natal, de cara a unos comicios en los que no será su hegemonía distrital lo que se ponga a prueba, sino la contundencia de su performance.
El Grupo Ampliación
El espacio peronista que trabaja con la máxima apertura como lema está encabezado por el secretario general del SUTERH y presidente del PJ porteño, Víctor Santa María, y un grupo de ex funcionarios del FPV y actuales parlamentarios del Mercosur: el ex ministro Daniel Filmus, varias veces candidato en el distrito; el ex canciller Jorge Taiana, integrante a su vez del Movimiento Evita; y Eduardo Valdés, histórico referente local, ex embajador en el Vaticano y cercano al Papa. Son todos nombres influyentes, con experiencia y talento para la negociación. Su objetivo es llegar al 22 de octubre con un frente lo más basto posible y que esa amplitud se note. Por eso tendieron puentes con “compañeros” que estuvieron en el FPV pero que luego rompieron, como Alberto Fernández y Felipe Sola. También invitaron a otras expresiones del progresismo local que coinciden en la coyuntura de réplica al PRO. En ese lugar aparecen Gustavo Vera, de La Alameda, o el economista de la CTA Claudio Lozano.
Por su misión, que supone modificar la postal actual, este sector es el más activo y viene realizando actos corales que eran insospechados hasta hace poco. El 21 de marzo, en la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET), Santa María logró una foto que sintetizó su idea: reunió a Alberto Fernández, Filmus, Taiana, Valdés, la ex presidenta del Banco Central Mercedes Marcó del Pont, Lozano y Vera, entre muchos otros. También fueron de la partida el legislador Gabriel Fuks, de la Corriente de la Militancia; el sindicalista Rodolfo Daer, los miembros de Proyecto Sur Andrés Poggi y Raúl Lago, además de Sebastián Demiryi, del Evita; Claudio Morresi, presidente del Partido Kolina; el ex ministro Ginés González García y Camilo Vaca Narvaja, de la juventud del PJ.
Días después, la composición se recreó para la inauguración de una nueva sede del Movimiento Evita. Pero además de muchos de los que habían pasado por la UMET, se sumaron Felipe Solá; el secretario general de UPCN, Andrés Rodríguez; y la legisladora María Rosa Muiños, del Nuevo Espacio de Participación (NEP). La presencia de Muiños no es un dato más: no sólo encabeza el Bloque Peronista de la Legislatura, surgido de la ruptura con el FPV, sino que el NEP es una creación de su esposo, Juan Manuel Olmos, otro jugador influyente, que ya había fracturado al PJ -reteniendo a los apoderados- y que hasta ahora permanecía expectante, en una tercera posición. Distanciado del kirchnerismo puro, Olmos apostaba a la candidatura de Solá, pero la opción bonaerense del diputado habilita a pensar en un acercamiento del NEP al proyecto frentista.
“Más diáfano en sus dichos fue Filmus, que caracterizó a La Cámpora y NE como portadores de “una mirada más sectaria y restringida”, si bien confió en que ‘no hay riesgo de que el kirchnerismo vaya dividido’”
“Hay que construir unas PASO entre todos los que reivindicamos el kirchnerismo, más otros que estén dispuestos a dejar de lado los debates subjetivos y mirar para adelante. Eso incluye sumar a la gente que en algún momento se fue del kirchnerismo y quiere volver a un espacio común, y a otros actores nuevos que estén dispuestos y expresen la situación social”, sostuvo Fuks en diálogo con Zoom. Días atrás, entrevistado por este medio, Taiana había dado un enfoque similar: “Tenemos que lograr posicionar al peronismo, al FPV y a los aliados del frente nacional en una situación que nos saque del estancamiento que hemos tenido en los últimos procesos electorales en la Ciudad”. El ex canciller también se refirió a las PASO como “la mejor forma” para “dirimir la cuestión de las listas y qué espacio de representatividad tiene cada uno”.
Más diáfano en sus dichos fue Filmus, que caracterizó a La Cámpora y NE como portadores de “una mirada más sectaria y restringida”, si bien confió en que “no hay riesgo de que el kirchnerismo vaya dividido”, tanto por los canales de diálogo existentes como por la alternativa de las primarias.
En cambio, Alberto Fernández optó por elogiar a la rama juvenil. “No hay que estigmatizar a nadie. La Cámpora es un espacio que tiene una militancia real, que se preocupa por los que menos tienen, y que ideológicamente representa los mejores valores del peronismo”, sostuvo el ex jefe de Gabinete en plena estrategia de seducción. Además, se autodefinió como “un líbero con juego propio” dentro del FR y aclaró que “el problema que tenemos hoy no es Cristina sino Macri”.
Francisco Cafiero, referenciado en Santa María y vicepresidente de la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe (COPPAL), afirmó que “existe la gran oportunidad de mostrarse con ideas y caras nuevas, en una propuesta distinta a la que se venía ofreciendo en el orden local”. En ese sentido, postuló que, “convocando a muchas fuerzas del campo nacional, el peronismo tiene que hacer lo que fue UNEN en 2013, que armó una interna atractiva e hizo una gran elección, desplazando incluso al FPV”.
En el sector aperturista evalúan que, por fuera del voto macrista, hay un 50% del electorado local que está en disputa y que puede ser interpelado por un eje peronista y de centro izquierda, en disputa ventajosa con el FIT de Myriam Bregman y el candidato que tenga Massa.
El Grupo Consolidación
En el “camporismo” -etiqueta que reúne en una misma bolsa a organizaciones diversas- comprenden el sentido de un frente dilatado, pero lo consideran contraproducente. En pocas palabras, aseguran que acabará por licuar la identidad anti-macrista del kirchnerismo clásico, principal atributo que plantean poner sobre la mesa para cosechar el voto opositor porteño, ya sea el propio como el desencantado con otras expresiones. Dentro de esta tendencia más “purista”, además de La Cámpora y NE, aparecen Unidos y Organizados, y Peronismo Militante, dos “orgas” cruzadas por el perfil generacional y con copyright de “la década ganada”.
Con matices, todos señalan como un error ampliar sin tener en cuenta la trayectoria reciente de los que se unen por “el espanto” a Cambiemos. Aseguran que eso quitará potencia a una propuesta que debe ser clara, para abordar a un electorado que volverá a expresarse entre kirchnerismo y macrismo, sin grises ni dispersión. En esa lógica binaria no habría lugar para ir a una PASO con dirigentes renovadores ni para sentarse junto a partidos que hasta hace poco le tiraban dardos a Cristina.
Claro que ninguno de estos dirigentes va a manifestarse en contra de seguir ampliando el espacio, pero lo condicionan a “no descuidar la coherencia” en su rol opositor a las políticas de Macri. Para graficar el punto, recalcan que la presencia del massismo sin dudas confunde, porque el ex intendente de Tigre fue “garante” de la política de ajuste del PRO, incluido el acuerdo con los fondos buitres.
En diálogo con Zoom, José Campagnoli, legislador de Nuevo Encuentro, aseguró que “se debe armar un frente lo más amplio posible, para ampliar a su vez la base electoral del FPV, y para eso tiene que ser claramente opositor”. Campagnoli subrayó que “una eventual alianza con los dirigentes del FR debilita el perfil opositor de esa fuerza y puede resultar perjudicial en términos electorales”. El riesgo, advirtió, “es que buscando sacar más de 20 puntos, en lugar de acercarse a los 30, se terminen haciendo 15”. De todos modos, se mostró optimista: “A Filmus, Santa María, La Cámpora, Carlos Tomada, Nuevo Encuentro y todas las organizaciones sociales y sindicales, por sus profundas coincidencias en la mirada del país, me las imagino juntas en una propuesta electoral competitiva en al Ciudad”.
“Campagnoli subrayó que ‘una eventual alianza con los dirigentes del FR debilita el perfil opositor de esa fuerza y puede resultar perjudicial en términos electorales’”
En el camporismo ampliado también dan la discusión en términos más pragmáticos. Con las encuestas en la mano, afirman que “los votos siguen siendo de Cristina”, y que con su sello se pueden garantizar tres diputados nacionales y seis legisladores. Ante esa performance, como explicó una referente del espacio, “ningún armado o figura de retorno en la puerta giratoria le suma votos como para ‘pagarse’ su propio cupo”. Por otra parte, tampoco hay garantías de que los invitados, una vez conseguida las bancas, confluyan en un espacio común ni actúen en sintonía. Como evidencia, aportan el rompecabezas de la antigua bancada porteña del FPV y recuerdan el apoyo de ex diputados propios a iniciativas macristas en el Congreso.
En cuanto a ir a las PASO, vaticinan que puede devenir en una disputa pírrica como la del PJ bonaerense en 2015, sobre todo por la confusión que para el kirchnerismo silvestre supondría ver combatir a figuras clásicas del FPV sin entender la contradicción ni la opción acertada.
Más allá de esto, el objetivo de fondo por el que pujan desde la vereda de enfrente es impedir doblar las candidaturas de un mismo espacio. Es decir, si La Campora pone un candidato en diputados, entonces no va a renovar una banca en la Ciudad. De esa manera, la rama más dura del kirchnerismo estaría “adentro” pero sin la hegemonía de tener mayor representación que otro sector.
Dilemas y tic tac
El tablero no solo es complejo y pantanoso, sino que además depende de elementos externos, como la aún indescifrable decisión de Cristina y los acuerdos que eso gatille en la superestructura.
Pero el peronismo tampoco tiene tiempo para enamorarse de sus dilemas: a mediados de junio vence el plazo para cerrar la política de alianzas y definir a los precandidatos.