De la calle a las urnas

Los movimientos sociales fueron los grandes protagonistas de este primer año y medio amarillo. A días del cierre de listas, cómo se posicionan de cara a las próximas elecciones.
Georgina García | Zoom

Dentro de los denominados movimientos sociales conviven, desde su nacimiento, distintas corrientes políticas, modos de analizar la realidad e intervenir en ella, metodologías, formas de organización, tradiciones identitarias, repertorios de protesta. Eso sí, todos coinciden -implícita o explícitamente- en un punto: enfrentar el modelo neoliberal.

 

Los acuerdos entre fracciones del movimiento social suelen ser más fructiferos en las calles que en los programas políticos. Durante años los movimientos sociales en la Argentina se caracterizaron por coincidir también en el hecho de no participar en elecciones, aunque el ascenso de Néstor Kirchner al gobierno y la continuidad por tres mandatos consecutivos de esa experiencia política puso a estas organizaciones populares ante el desafío de complejizar sus modos de caracterizar el Estado y sus vínculos con él. El triunfo de Mauricio Macri en los comicios de octubre de 2015 y la “ofensiva conservadora” desarrollada desde la cima misma del Estado reactivó viejos movimientos sociales que confluyeron con otros nuevos y, por sobre todas las cosas, entabló en las calles niveles de unidad desconocidos durante la década anterior.

 

En vísperas del comienzo de una nueva carrera electoral, primero de cara a las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) en agosto, y luego a las elecciones de medio término en octubre, Zoom conversó con una cantidad de dirigentes y referentes sociales para que compartan sus voces al respecto, en un intento por brindar algunas claves para entender la movida de piezas de este actor político diverso que parece haber llegado a la Argentina contemporánea para quedarse.

 

Por los bordes, ¿se puede?
Foto: Colectivo Manifiesto

La Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) ha sido una de las expresiones que con mayor dinamismo puso de relieve la problemática de este sector a través de masivas movilizaciones. Algunos, incluso, hablan de esta fracción de los movimientos sociales como los descamisados del siglo XXI.

 

Respecto de la posición electoral, la CTEP se ha declarado “prescindente”, según expresó a este medio Juan Grabois, dirigente del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), quien de todos modos aclaró que tanto afiliados como referentes del espacio serán candidatos por alguna de las distintas corrientes políticas que contiene la Confederación, incluso militantes del MTE, organización que por definición no participa de elecciones, por asumirse como “un instrumento diseñado para intervenir en la lucha reivindicativa de un sector social determinado”. Para Grabois, las calles son el terreno de la democracia por excelencia y por eso considera que tanto bajo un gobierno neoliberal como el actual, como ante un eventual gobierno popular, las organizaciones como la CTEP tienen la obligación de mantener su independencia, posición que entiende se expresa en el lema “Sin poder popular no hay justicia social”. El referente social ligado al Papa Francisco aclara que apostar por las luchas en las calles no implica, necesariamente, promover la desestabilización política de un gobierno como el de Macri, que fue elegido por las urnas (a diferencia del de Brasil), e ironiza sobre los sectores de la “partidocracia” o de la “pequeña burguesía ilustrada que acaba de retirarse del gobierno”, que insinúa que “tenemos que generar una crisis, en donde los muertos los pondríamos el pueblo pobre, para que se caliente la pava y después ellos vengan a tomarse el mate”. Por último, Grabois destaca: “nosotros, de todos modos, priorizamos la construcción de poder popular, que es sobre todo por fuera de las instituciones del Estado, en el territorio”.

“Los acuerdos entre fracciones del movimiento social suelen ser más fructiferos en las calles que en los programas políticos”

En el mismo sentido, otro de los movimientos que integra la CTEP en Córdoba, como el Encuentro de Organizaciones (EO), expresó a través de uno de sus referentes (Sergio Job), que no consideran que hoy por hoy “lo electoral sea una vía para resolver los problemas que tiene la gente, y mucho menos los sectores sociales organizados que pretendemos un cambio profundo de las estructuras de este sistema social, económico y político vigente”. En diálogo con Zoom, Job también comentó que desde hace un tiempo “en muchos movimientos sociales hemos madurado la posición de que no participar de elecciones no quiere decir que nos dé lo mismo quien esté en el gobierno, ya que por más que la lucha de clases trasciende a lo que pueda hacer o no una organización concreta, no es lo mismo que ocupe el Estado un gobierno que, al menos en su simbología y sus discursos, esté más cerca nuestro que otro como el de Macri, abiertamente neoliberal, racista, misógino, que gobierna para los ricos. Pero eso no cambia nuestro rol como movimientos sociales, que es organizar el poder popular más allá de quien gobierne”.

 

Algo similar plantearon desde la Coordinadora Resistir y Luchar, uno de los exponentes más claros de este fenómeno en donde algunos movimientos sociales con una vasta trayectoria confluyen con otros más nuevos. Integrada por grupos como la Organización Política y Social Los Pibes y la OLP Simón Bolívar, este espacio impulsa dentro de la CTEP la Mesa Gremial 19 y 20 de diciembre. Integrada por históricos militantes montoneros, como Carlos Aznárez (director del periódico Resumen Latinoamericano), Jorge Falcone (documentalista y poeta, hermano de María Claudia, “detenida-desaparecida” durante la denominada “Noche de los lápices” de septiembre de 1976) y Roberto Perdía (uno de los tres miembros de la histórica Conducción Nacional), allí también confluyen nuevas camadas de activistas surgidas durante los últimos años, aunque también dirigentes sociales de trayectoria de los años noventa, como Lito Borello, coordinador Nacional de Los Pibes, actual secretario de derechos humanos de la CTEP, quien por estos días está siendo juzgado junto a Luis D´Elia y Luis Bordón por la ocupación de la comisaría Nº 24 del barrio porteño de La Boca, en junio de 2004, horas después de que narcos de la zona asesinaran a uno de sus militantes, Martín “Osos” Cisneros. Este espacio, que no presentará ni apoyará candidatos en estas elecciones, expresa a través de la palabra de Borello que los movimientos sociales “están llamados a jugar un papel preponderante en la construcción de una nueva sociedad, en tanto que jugaron un papel destacado en los años 90 en la resistencia contra las políticas neoliberales, cuando aparecieron como emergentes que imprimieron mayor dinamismo al movimiento popular”. Para Borello, lo que pasó con la Ley de Emergencia Social es un claro ejemplo del rol que juegan o pueden llegar a jugar los movimientos sociales: intervenir en el diseño de la política pública, aun cuando se encuentran por fuera del Estado (“a veces se interviene así, no formando parte de los gabinetes de la gestión de las instituciones del poder constituido, sino desde la lucha en las calles, que muchas veces determinan esas políticas públicas”).

 

Contra, por fuera y adentro del Estado

Otras expresiones surgidas del movimiento social y que hoy expresan una construcción que surfea “entre” lo político y social puede verse expresada en organizaciones como el Movimiento Popular La Dignidad (MPLD) o el Frente Popular Darío Santillán (FPDS), que vienen del movimiento piquetero pero se han abierto a otras construcciones sectoriales y que en los últimos años han definido posicionarse en el terreno electoral. En el caso del FPDS impulsando la conformación de Pueblo en Marcha como partido político cuyo slogan es “Un pie en las instituciones, miles en las calles”, que hizo su debut electoral en 2015 participando con candidatos dentro de las listas del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT), aunque ahora dudan que vuelvan a repetir dicha experiencia. Tras realizar un proceso de incorporación de nuevos grupos de la denominada “Izquierda independiente”, Pueblo en Marcha aún se debate de cara al mes de agosto. En diálogo con Zoom, Federico Orchani (referente del espacio), caracterizó como tarea central del movimiento social “seguir apostando por la construcción de organización popular y frenar en las calles la ofensiva conservadora y neoliberal que se propone barrer los derechos conquistados hasta el momento por nuestro pueblo y construir una alternativa política de este espacio capaz de dialogar con otros sectores de la izquierda y más allá también, del campo popular en general”. El pasado jueves, candidatos de Pueblo en Marcha participaron de una actividad conjunta con integrantes de La Dignidad, que pretende participar por primera vez en elecciones este año, tras la reciente conformación del partido Izquierda Popular, que ha esgrimido la consigna de “Por una nueva mayoría popular para hacer otra ciudad”. Desde este espacio sostienen que la intervención electoral es una “trinchera más” de sus luchas. Se proponen, según declaró uno de sus dirigentes, acortar la distancia “entre el Estado y los sectores populares”. En los últimos tiempos el MPDL se nutrió de espacios provenientes del kirchnerismo y, en diálogo con Patria Grande, podrían integrar un mismo espacio electoral de la “izquierda popular”, aunque hasta el cierre de esta nota la posición respecto de si apoyar o no a Cristina Fernández de Kirchner (como sí ya lo hizo explícito Patria Grande) es un elemento que puede dividir aguas, sobre todo teniendo en cuenta que no está clara la posición del kirchnerismo respecto de la interna justicialista.

“Más allá de las divergencias respecto de las apuestas electorales los movimientos sociales (surgidos en la Argentina contemporánea en momentos de crisis) parecen haber llegado al escenario político para quedarse”

Algo similar ocurre con el Movimiento Evita, el sector numéricamente más grande y con mayor peso dentro de la CTEP, que tras el alejamiento de sus diputados del Frente para la Victoria vienen sosteniendo una política de distanciamiento respecto del kirchnerismo, con el fin de promover acuerdos más amplios dentro del peronismo. El viernes pasado, de hecho, pudo verse a dos de sus principales dirigentes (Fernando “Chino” Navarro” y Emilio Pérsico) en la primera fila del acto para promover la candidatura de Florencio Randazzo. Pero la circulación, un día antes, de un comunicado firmado por dirigentes de 17 distritos de la provincia de Buenos Aires bajo el nombre de Mesa Promotora del Frente Evita, reconociéndose en la conducción de Cristina Fernández de Kirchner y promoviendo su candidatura, no hace más que evidenciar una serie de tensiones en el espacio; diferencias que seguramente aparecerán con mayor cristalización esta semana.

 

Respecto de la política de los movimientos sociales, el Movimiento Evita también marcó postura el pasado 27 de mayo, cuando realizó un acto en La Matanza junto a Libres del Sur, Barrios de Pie, la Corriente Clasista y Combativa (CCC), el Partido del Trabajo y del Pueblo (PTP) y el movimiento Seamos Libres, en el que se propusieron dar muestras de unidad en un acto convocado con la idea de expresar un correlato en la representación institucional de aquellas demandas sostenidas en las calles durante el último año y medio, según expresó entonces Gildo Onorato, dirigente del Movimiento Evita y uno de los principales referentes de la CTEP, quien de todos modos no cerró el acuerdo de los movimientos a un solo candidato, sino que aclaró que quieren “que la agenda que hemos tenido los movimientos populares a través de la Ley de Emergencia, unidos por el eje reivindicativo y político de Tierra, Techo y Trabajo, esté presente en el debate parlamentario, independientemente de que todos apoyemos o no a la misma propuesta electoral en las próximos comicios”. Postura que se completó días más tarde cuando el movimiento Barrios de Pie y la organización Libres del Sur (cuyos máximos referentes son Humberto Tumini, Jorge Ceballos y Victoria Donda) confirmaron su participación electoral junto al GEN de Margarita Stolbizer y el Frente Renovador de Sergio Mazza

 

Más allá de estas divergencias respecto de las apuestas electorales los movimientos sociales (surgidos en la Argentina contemporánea en momentos de crisis) parecen haber llegado al escenario político para quedarse. Con mayor dinamismo de acuerdo a las temáticas que abordan en las distintas geografías del país, y con momentos de avance o de reflujo de acuerdo a los niveles de respuestas que obtienen o los modos en que el Estado se posiciona frente a ellos, lo cierto que es que nunca antes en la historia nacional la política popular pasó también por espacios como estos. Pasadas más de dos décadas de su emergencia, los movimientos sociales se presentan como un nuevo actor político a tener en cuenta, sea porque están por fuera del Estado interpelándolo, en su contra hostigándolo o en su interior tensionándolo. Incomprensibles muchas veces desde los parámetros tradicionales para pensar la política, los movimientos sociales se han transformado en expresiones que ni partidos ni sindicatos han podido absorber, pero que están ahí dando cuenta de los cambios estructurales de este suelo que llamamos patria.

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