Cuando uno comienza a interiorizarse en la arena política boliviana, en un año de elecciones, es muy tentador comenzar a hacer comparaciones con el proceso que en Argentina sepultó a la hegemonía kirchnerista y habilitó la llegada al poder de Javier Milei. En Bolivia el oficialismo del MAS enfrenta, además de una crisis económica, una interna feroz que, muchos aseguran, es la causa principal de dicha crisis. Esa interna se concentra en los cuadros de conducción, ante la azorada mirada de las bases y cuadros medios, que piden a gritos un recambio generacional. No utilizan la expresión “viejos meados”, pero casi que se da por sentado.
Del otro lado del mostrador, los candidatos de centroderecha huelen a naftalina, saben añejos o ya fracasaron (como Cambiemos en las elecciones presidenciales del 2023 en Argentina). La lista incluye a ex presidentes o eternos candidatos, como el Tuto Quiroga, Carlos Mesa, Samuel Doria Medina o Manfred Reyes Villa (actual alcalde de Cochabamba). Todos cuentan con el mismo problema: haber apoyado al gobierno de facto de Jeanine Añez. Dicho gobierno, más allá de su ilegitimidad institucional, es recordado por su falta de gestión durante la pandemia, su desastre económico, numerosos casos de corrupción y las masacres de Sacaba y Senkata.
Solo queda afuera de esta definición el médico y pastor evangélico surcoreano nacionalizado boliviano Chi Hyun Chung. Se lo define como el “Bolsonaro” de la política boliviana, por su ideas radicales anti woke, anti diversidad sexual, anti “comunismo” y haber declarado que las políticas a favor de la Pachamama eran “idolatría”. Solo le falta hablar de “casta”.
Chung quedó tercero en las elecciones de 2019 con casi 9% de votos. Tras el gobierno de facto de Añez y retomada la iniciativa del MAS en 2020, apenas sacó 1,5%. Pero sigue en carrera. Los analistas dicen que su voto es popular y se alimenta del desencanto o voto bronca de la población que usualmente vota al MAS. ¿Será el Milei de la política boliviana? “No creo que eso funcione en Bolivia. Pero es cierto que los candidatos de derecha están tratando de imitarlo”, me aclara un amigo militante y ex funcionario.
Es la economía
En las calles, los mercados, los puestos de comida y esa economía “abigarrada”, diversa y popular que caracteriza a Bolivia, la preocupación hoy es la inflación. Si bien en Argentina se mostraría como un éxito de política económica una inflación mensual del 1,95% (enero), en el vecino país es un escándalo. Fue la más alta en 17 años.
Con un agravante: se da sobre todo en los alimentos básicos. El Instituto Nacional de Estadísticas (INE) anunció que en 2024 la inflación en este rubro fue de 15,4%. Muy por encima de la general (9,97%).
El otro agravante es que el actual presidente, Luis Arce, llegó a la presidencia por ser el artífice del milagro económico boliviano como ministro de economía de Evo Morales. En la celebración del Día del Estado Plurinacional, a dieciséis años de la reforma constitucional impulsada por el MAS), Arce, además de prometer autocrítica y consenso nacional, anunció controles para combatir la especulación y el contrabando. Desde el gobierno dicen que es el principal problema inflacionario, además de la economía internacional y los problemas climáticos.
Algunos analistas aclaran que ante la falta de gas y la demora en implementar la extracción de litio, los subsidios a la gasolina y alimentos como la harina, los aceites o los fideos se están comiendo el presupuesto. Sobre todo porque la mayor parte de estos subsidios financia al agronegocio, que ha crecido monumentalmente en Bolivia durante los gobiernos del MAS. Incluso desplazando pequeños productores. A causa de la expansión de la frontera agrícola y los incendios que afectaron a la amazonía boliviana, el país tuvo en 2024 la mayor deforestación per cápita del mundo.
El problema, me dice un joven dirigente campesino de Cochabamba, es que Arce no tiene la fuerza política para ejercer los controles necesarios sobre la especulación, el contrabando o la exportación de aceite, soja o carne. Del otro lado, dice, Evo Morales fue el primero en denunciar la falta de dólares y generar bloqueos que dejaron sin fruta a la ciudad y provocaron mayor inflación.
La inflación, como dice el gobierno, tiene un componente especulativo y de expectativas que arrancó hace dos años con la intervención del Banco Fassil de Santa Cruz, acusado de financiar el golpe de Estado. El problema es que tras declarar su quiebra e intervención, el gobierno tuvo que generar un salvataje financiero para los ahorristas. Según algunos militantes de base del MAS, las dudas y rumores sobre la salud del sistema financiero boliviano no solo fueron fomentadas por la derecha, sino también por el sector “evista”.
“Las bases no tenemos diferencias. Las diferencias son de la conducción, que no permite que haya renovación de los jóvenes que llegamos a la política para defendernos del gobierno de facto cuando toda la dirigencia había dejado el país o se refugiaba en embajadas”, me aclara el joven dirigente cochabambino.
Una interna complicada
El análisis político y económico de la interna del MAS es demasiado complejo para las caseritas del mercado o la gente que compra en sus puestos. El problema es que el precio de algunos alimentos “se está yendo a las nubes”. Y la escasez de dólares y gasolina. Y la corrupción. Y las peleas entre las facciones de Arce y Morales. En general no quieren votar al MAS. Dicen que al Evo ya le dijeron que no. Y que el gobierno de Arce es un desastre. Algunos al ver que soy argentino me preguntan por el gobierno de Milei: “Milagro económico ha generando pues”.
Según una reciente encuesta de Gallup, Arce es el presidente con la segunda peor imagen de América Latina. Apenas un 10% de imagen positiva. La encuesta de Latinbarómetro que mide la satisfacción del pueblo boliviano con la democracia tuvo en 2024 su punto más bajo en 30 años. Cayó al 10%, luego de un pico del 50% en 2009 .
Recientemente la consultora Celag denunció el boicot del gobierno boliviano a una encuesta sobre militantes y votantes del MAS. En noviembre, un sondeo de la misma consultora, había arrojado que la imagen negativa sobre la gestión de gobierno (50,8%) había sido superior a la positiva (47,2%). Más grave en el caso de la gestión económica en particular, donde la imagen negativa fue de 62,3%, frente a 36,3% de la positiva. Según la misma encuesta, el mayor conflicto político para la población es la interna entre Arce y Morales. Así lo cree un 42,8% de los encuestados. Frente a un 21,5% que cree que el problema es la corrupción y el narcotráfico.
Sobre este panorama, los candidatos de derecha dicen que la crisis es profunda, las consultoras internacionales bajan la calificación financiera y los diferentes sectores gremiales tensan la cuerda para aumentar los precios en el transporte o flexibilizar los controles de exportación. No se habla de golpe de Estado ni de revuelta popular. Pero en Bolivia, un país de maximalismo de masas, según definió el filósofo René Zabaleta Mercado, cualquiera de las dos siempre es posible.
En las últimas semanas, entre las vacaciones y el Carnaval, también apareció en escena el empresario Marcelo Claure, fundador del Inter de Miami y presidente del club Bolívar. Mandó a hacer una encuesta que mide la intención de votos de una serie de candidatos. Excluyó a Evo Morales por estar inhabilitado. Lo curioso es que el candidato con más intención de votos dice que no es candidato. Se trata de Andrónico Rodríguez, un joven dirigente cocalero del MAS, actualmente presidente del Senado. Detrás de su intención de voto del 16%, vienen Reyes Villa (15%), Chung (13%) y Tuto Quiroga (9%). Arce apenas mide 2%. En la primera encuesta hecha por el empresario, a mitad del año pasado, Evo Morales medía 18%.
Claure tiene un discurso parecido al de Mauricio Macri: el problema es que Bolivia está aislado de la economía mundial y necesita inversiones. De todas maneras: el pueblo boliviano sabe que va a tener que hacer sacrificios porque el socialismo ha hecho un desastre, se ha gastado la plata que el país no tenía. Promete un plan diseñado por importantes economistas de Estados Unidos, una recompensa para quien capture al Evo Morales (prófugo de la Justicia por un caso de trata de menores), una interna electrónica para unificar a la oposición y un salvataje para BOA, la aerolínea nacional. El problema es que no vive en el país. Dice que no va a ser candidato, pero que si vuelve a ganar el MAS retira todas sus inversiones de Bolivia.
Yo no soy Alberto Fernández
Cuando le pregunto a un politólogo amigo si Arce no sería el Alberto Fernández de la política boliviana, me mira extrañado y por fin contesta: no. Hay un rumor muy extendido que dice que Evo Morales eligió a Arce por fuera de la voluntad de las bases. Porque creía que iba a ser obediente y, precisamente, por no tener una base electoral propia. Además era el hombre indicado para negociar con la derecha y los organismos internacionales.
Para mi amigo politólogo, la diferencia de Arce con Fernández (Alberto) es que, una vez en la presidencia, utilizó las herramientas del Estado para armar su propio espacio político y, sobre todo, cooptar al poder judicial, que finalmente le dio la razón para inhabilitar a Morales y quedarse con la legalidad del partido, el MAS. Recientemente, el llamado “Pacto de Unidad”, que nuclea diversas organizaciones sociales, se desafilió masivamente al MAS, al igual que mucho militantes afines a Morales.
El problema, me cuenta el joven dirigente sindical cochabambino, es que las organizaciones sociales están fragmentadas por “pegas” y “cargos”. Lo que en Bolivia se llama el “coteo” y, según varios históricos militantes desencantados, ya lleva muchos años. Dice que el gobierno y el MAS ya no es un “instrumento político para la soberanía de los pueblos”. La segunda parte de la sigla del MAS-IPSP. Por eso muchas organizaciones se han ido corriendo del MAS.
En medio de la interna con Arce, Morales, aún como presidente del MAS, reformó el estatuto del partido para prácticamente impedir cualquier candidato que no surgiera de su conducción. En las elecciones departamentales del 2021 usó la “lapicera” para desplazar candidatos que habían sido elegidos por las bases. El caso más rutilante fue el de Eva Copa, una joven militante de El Alto que con 32 años, ante la renuncia de todos sus dirigentes, asumió la presidencia del Senado en pleno gobierno de facto. ¿El problema? Dijo que no iba a recibir órdenes de Evo Morales desde otro país. ¿La solución? Copa se presentó para la alcaldía de El Alto a través de un nuevo partido, Jallalla. Ganó con el 67% de los votos. Hoy no es parte del MAS.
Frente a esta interna feroz, que no solo debilita las bases sino también abriendo la grieta para el regreso de la derecha, muchos ven como solución la candidatura de Andrónico Rodríguez. Es un candidato joven, que puede revincular a los militantes y organizaciones sociales desencantadas, incluso a cierto sector de la clase media. Tiene buena relación con el sector empresario, incluyendo a Claure, que en entrevistas ha dicho que Andrónico “es diferente”. Con apenas 30 años, como vicepresidente de las seis federaciones cocaleras, a Rodríguez le tocó reconducir al MAS en El Chapare luego del golpe de Estado. “Ante eso nadie puede decir que no tiene experiencia”, me aclara mi amigo politólogo.
El candidato de unidad
Para la candidatura de Andrónico parece aplicarle la frase “con Morales no alcanza, sin Morales no se puede”. Por el momento, Rodríguez dice que es fiel a la conducción de Evo Morales, que fue ungido como candidato en un ampliado que hubo recientemente en El Chapare. Morales dijo que reuniría 100 mil personas para marchar a La Paz a liberarlo de la persecución judicial que sufre. Que lo proscriben porque va a ganar. Ya encontró un partido nuevo para presentarse a elecciones: El Frente para la Victoria, que fue el partido con el que Chung se presentó en 2020.
Morales está refugiado en El Chapare frente al pedido de captura por un caso de trata de menores. Según el Ministerio Público, Morales inició una relación con una menor de 15 años en 2015, cuando era presidente. A cambio de favores políticos. Morales rechaza los cargos y argumenta que una investigación por los mismos hechos fue desestimada en 2020.
Si Morales desiste de presentarse o es inhabilitado, la opción sería Andrónico Rodríguez. Según muchos de los consultados para esta nota, el joven presidente del Senado, no solo unificaría al MAS, sino que podría ampliar su base a sectores desencantados tanto a nivel popular como en la clase media. Entusiasmar a las juventudes militantes que bancaron la parada durante el gobierno de facto.
“¿Y si no?”, pregunto. Quizás funcione lo que el investigador Huascar Salazar Lohman llama “el chantaje progresista”. Pero sería solo alargar la agonía de un “proceso de cambio” que tiene que cambiar. También, quizás, con un oficialismo dividido, la oposición logre encontrar un candidato de unidad. Tal vez la gente opte por una tercera vía “antipolítica” y acorde a figuras como Milei, Bolsonaro, Trump o Chung. Pero como dicen las casera en Bolivia moviendo la manito: todavía.