El fascismo y las vísperas

Aventuras y pasiones de Margherita Sarfatti, la activista cultural de origen judío que fue amante y puntal de Mussolini. Una biografía como fábula política del presente.

Margherita Sarfatti llegó a Montevideo en 1939, era la última etapa de un exilio que duraría hasta 1947, el fascismo había caído en 1945 pero en su caso el regreso a casa no sería fácil.

 

Siempre había sido una mujer determinada, capaz de llevar adelante proyectos personales como las muestras internacionales del arte italiano del 1900. Había contribuído a promocionar movimientos como el Futurismo o el Novecento, pero su actividad no se limitó al arte, a la crítica, a la escritura y al periodismo, contribuyó además en modo importante a modelar con su amante Benito Mussolini el fascismo naciente y contribuyó a la organización de la Marcha sobre Roma.

 

El pasaje de personaje cultural de la Italia fascistizada a exiliada caída en desgracia maduró lentamente; mientras su relación con Mussolini se enfriaba, el fascismo y su conductor quemaban las etapas que llevarían Italia hacia la catástrofe. El entorno de Mussolini era un nido de víboras y amanuenses, la familia, los consejeros, los jerarcas y la última llegada, una jovencita que se llamaba Claretta Petacci. En este círculo palaciego no había espacio para la Sarfatti.

 

Margherita, rica y culta, en su carrera de agitadora cultural había collecionado amigos y enemigos, pero los enemigos pertenecían a los círculos concéntricos del poder y los amigos poco a poco se distanciaban del fascismo. La caída en desgracia era una cuestión de tiempo y el tiempo se estaba acabando.

 

El corte brutal y definitivo fue en ocasión de la promulgación del Manifesto della Razza el 10 de noviembre de 1938, siguiendo las huellas de la Alemania nazi se inauguraba en Italia la temporada de la caza al hebreo, de los campos de concentración y las deportaciones masivas que partían desde el siniestro andén número 21 de la estación central de Milán.

 

Y Margherita Sarfatti era hebrea.

 

Venecia

Margherita Grassini nació en Venecia el 8 de abril de 1880 en un palacio gótico del 1400 en el Ghetto Vecchio (Gueto viejo) de Cannaregio. Su padre era el abogado Laudadio Amedeo Grassini y la madre Emma Levi que venía de una familia de banqueros, científicos e intelectuales de Trieste. Cincuenta años después renovando el pasaporte se declarará nacida en 1883, el mismo año que Mussolini. Margherita reconocía a la mujer francesa esa voluntad independiente de “amar como una quiere y tener la edad que una quiere” , consigna que siguió en sus dos aspectos.

 

Los Grassini, hebreos ortodoxos, pertenecían a las nuevas elites que se estaban formando en Europa, Venecia en ese momento era política y económicamente marginal pero esta ciudad dará a Margherita una sólida formación intelectual y artística, además la misma naturaleza inmóvil de Venecia permite identificarse con los contemporáneos de Casanova, Goldoni o Vivaldi, básicamente la ciudad es la misma retratada en las vistas de Canaletto y Belloto en el 1700.

 

La joven Grassini comienza desde pequeña a manifestar curiosidad intelectual y rebelión adolescencial y estas pulsiones prefiguran sus búsquedas en el ámbito del arte, la sublimación del ideal clásico y la experimentación moderna.

 

La sublimación del ideal clásico lo encontrará en los artistas del grupo Novecento y Novecento Italiano, la experimentación moderna en las provocaciones explosivas del Futurismo.

 

La adolescencia la trascurre en medio de las innovaciones de la ciencia y la política, la administración municipal de Venecia pasa de conservadora a socialista, nace la Biennale, y Margherita no tardará en afiliarse al partido socialista, su padre no acepta estas posiciones de sesentaochista ante litteram.

 

El padre de Margherita es amigo de Giuseppe Sarto, que de cura de campaña llegará al trono de San Pedro con el nombre de Pio X, es aquél papa de la famosa bula que condenaba el baile del tango.

 

El pasaje de la adolescencia a la edad adulta viene señalado con amistades importantes como corresponde a una inquieta muchacha de una familia poderosa, entre los amigos se cuenta Guglielmo Marconi, que muchos años más tarde le confesará de haberse enamorado de ella, cuando Marconi iba ya por el segundo matrimonio esta vez con Annie Jameson, de la familia irlandesa del whisky ( católicos, así como los de la competencia, Bushmill, son protestantes).

 

Margherita quiere ser crítica de arte, sus modelos son John Ruskin, el crítico inglés y sucesivamente el escritor Antonio Fogazzaro, patriota resistente contra el poder del imperio austrohúngaro.

 

La presentación en sociedad de Margherita se realiza en La Fenice, el teatro lírico veneciano, ya su inteligencia le advertía como el poder se presentaba en público y organizaba sus expresiones mundanas, para verse, mostrarse, conocerse y agrandar la agenda “como en los tiempos de Stendhal”.

 

Una pasión secreta con un hombre mayor que ella, “un amigo de Italo Svevo”, la acercará a la lectura de El Capital y los clásicos de Kropotkin. Su primer trabajo periodístico, una colaboración con el recién fundado Avanti, diario del socialismo le crea problemas con el padre, en Venecia comienzan a llamarla ‘La Vergine Rossa’(La Virgen Roja).

 

En tanto llega el momento de conocer a uno de los hombres de su vida, el abogado Cesare Sarfatti, se casa con él cuando todavía no ha cumplido 18 años, el matrimonio como para tantas mujeres de su tiempo es el pasaporte hacia la emancipación y así recuerda estos pasajes decisivos: “A los trece años me enamoré de la pintura, a los quince de una idea, a los dieciseis de un hombre. A los diecisiete me casé al mismo tiempo con las letras, las artes, la idea y este hombre”. Cesare tiene 31 años y también es de familia hebrea, se han conocido en La Fenice en 1895 después de un concierto de Arturo Toscanini y vivirán en relativa armonía hasta la muerte de Cesare.

 

La luna de miel la pasan en Paris, visitan el Louvre, comen en el Grand Véfour, recorren los prodigiosos laberintos de la red de subterraneos y suben a la torre Eiffel. También frecuentan los compañeros anarquistas y socialistas, los cafés donde se reúnen, los pintores que los apoyan como Signac, Valloton o Bonnard, escuchan a Erik Satie y compran cuadros.

 

Todavía no lo sabe pero está preparando una nueva etapa de su vida, Venecia es una ciudad ideal para los críticos de arte pero no para los socialistas. Hay que cambiar de aires.

 

Milán, la ciudad futurista

El matrimonio Sarfatti llega a Milán el 15 de octubre de 1902, es la única ciudad italiana que puede recordar a Paris, es la ciudad donde “cada cosa se pone en marcha con la lánguida y aguda sirena de las fábricas que seducen a los estudiantes hacia una estética de las máquinas multiplicadas por la bencina” como escribe Filippo Tommaso Marinetti; es la Milán de la Isotta Fraschini, de la fábrica Breda con 14.000 obreros, del tranvía eléctrico, de los bancos, la arquitectura liberty y las editoriales.

 

Este vitalismo dinámico queda retratado en el famoso cuadro de Umberto Boccioni ‘Rissa in Galleria’ que enfoca con la técnica del divisionismo una batahola en la Galería Vittorio Emanuelle.

 

Los Sarfatti frecuentan las reuniones políticas y culturales de la pareja socialista formada por Filippo Turati y Anna Kuliscioff, ‘il salotto alla italiana’ es el equivalente de la tertulia en España. Margherita, con 22 años se siente en el centro del mundo, pero la relación con las mujeres de ámbito vanguardista es difícil, algunas no le perdonan la riqueza y dicen que “para ella el socialismo no es una militancia política sino un deporte donde nunca se arriesga nada”.

 

Margherita conoce a Marinetti, frecuentan los mismos círculos, en 1908 Cesare Sarfatti lo defiende en un juicio por ultraje al pudor porque en un libro ha presentado un personaje con un pene de once metros. El juicio es un acontecimiento aún antes de comenzar. Marinetti vence con Sarfatti que de esta manera comienza a crearse una fama de abogado brillante.

 

En 1909 gracias a una herencia los Sarfatti compran el palacio Serbelloni en Corso Venezia 16, es una zona central y prestigiosa, a dos pasos de la casa de Marinetti, del estudio de Cesare, de la Galería, del Café Savini y del Café Cova. La herencia alcanza también para comprar una casa de campo cerca de la frontera suiza, la casa será bautizada Il Soldo (el dinero) como homenaje a la visión y el trabajo del padre. Il Soldo será el refugio intelectual de Margherita, antes y después del exilio.

 

Los artistas

Los artistas que Margherita frecuenta, apoya y promociona forman un elenco del impulso de ruptura de las artes en la Italia de inicios de siglo comenzando con Umberto Boccioni, que fue su amante y además pintó el famoso retrato de Margherita en 1911. Y Leonardo Dudreville, Ubaldo Oppi, Mario Sironi, Medardo Rosso, Anselmo Bucci, Achille Funi, Gian Emilio Malerba, Piero Marussig y el arquitecto Antonio Sant’Elia.

 

Margherita había decidido su destino antes de llegar a Milán, quería ser crítica de arte y puso en movimiento toda su energía, su fortuna personal y sobre todo creó su propia tertulia, un ámbito donde deberían cruzarse y ligarse las tensiones intelectuales y creativas de su tiempo.

 

Pero al mismo tiempo mantenía vivos sus contactos y relaciones parisinas: Colette, Valentine de Saint-Paul, Charles Peguy, Amedeo Modigliani.

 

Mussolini

Según la misma Margherita:“Escuché hablar por primera vez de Benito Mussolini, un joven compañero socialista en octubre de 1911”. Esta frase pertenece al libro autobiográfico My Fault, que comenzó a escribir en el exilio en Francia y sucesivamente en Montevideo. Mussolini llega a Milán precedido de su fama de orador y pronto gana posiciones respecto a Turati. Un paso decisivo lo cumple cuando obtiene la dirección del Avanti, Margherita acepta continuar la colaboración con el diario y firma su primer servicio con la nueva dirección en la edición de fin de año de 1914.

 

Paulatinamente Margherita descubre dos cosas: que “la cultura de Mussolini no es profunda como parece” y que del joven socialista mal vestido “emana una energía animal”.

 

Margherita se ha distanciado paulatinamente de las ideas de Turati, siente necesidad que algo cambie, el recién llegado es tumultuoso, usa palabras nuevas, es magnético, comparten ideas. La represión del gobierno contra los campesinos de Roccagorga en enero de 1913 acerca Mussolini a los Sarfatti.

 

Los historiadores no coinciden en la fecha exacta del comienzo de la relación entre Margherita y Mussolini, pero sin duda nació en el período que va del 1913 a 1916, siempre bajo el signo del amor/odio que Mussolini sentía por la burguesía rica.

 

La guerra y la muerte

Sarajevo, 28 de junio 1914: todo se conjura para empujar las naciones hacia el abismo, los socialistas sostienen la causa de la neutralidad, Margherita intuye el peligro: “La solidaridad ortodoxa de la Internacional será arrollada por la voz herética y profunda de la solidaridad de sangre y estirpe”.

 

Mussolini escribe un ardiente editorial “¡Abajo la guerra! Italia debe permanecer neutral”. Pero poco a poco ganan adeptos en la población los sentimientos pro franceses y anti alemanes.

 

La Sarfatti nos cuenta las conclusiones de Mussolini:“La utopía internacionalista ha fracasado, el sueño socialista de la unidad del proletariado se ha revelado una locura idealista, los trabajadores no dirigirán nunca sus armas contra el propio gobierno, el futuro está todavía ligado al estado-nación”.

 

Es éste el pasaje crucial de la neutralidad a la beligerancia y que sucesivamente arrastra una parte del socialismo hacia otra cosa que en poco tiempo se llamará fascismo.

 

El ejército alemán arrasa la ciudad belga de Lovaina y quema la biblioteca, el hecho enciende de indignación el inmaginario de los socialistas y Margherita escribe que Bélgica “es la llaga viva de una Europa sangrante”.

 

Mussolini renuncia a la dirección del Avanti, el partido lo expulsa, sucesivamente el futuro Duce regresa con un nuevo diario: Il Popolo d’Italia (15.11.14) y arranca con consignas sulfúreas de gran efectividad tomadas prestadas de Blanqui y de Napoleón: “Quién tiene hierro tiene pan” y “La revolución es una idea que ha encontrado las bayonetas”.

 

El 24 de mayo de 1915 Italia declara la guerra a Austria. El matrimonio Sarfatti acepta el nuevo status de nación beligerante con declaraciones públicas.

 

La entrada en guerra comporta riesgos reales para las familias italianas, los Sarfatti no son una excepción. Roberto, el primogénito de 15 años escribe al padre pidiendo la autorización para enrolarse…”sólo ahora he aprendido a amar, si no la Italia, los italianos, he visto viejos llorar de emoción y jóvenes abrazarse con alegría. Un grito solamente entre todos ¡Viva Italia! Pero ya antes tenía un sólo deber: enrolarme”.

 

El joven Sarfatti llega a su destinación en Grappa el 21 de noviembre de 1915 y durante su experiencia en el frente mantiene una intensa correspondencia con la madre.

 

Roberto Sarfatti consigue sobrevivir hasta la mañana del 28 de enero de 1918 cuando encabeza un asalto contra una trinchera austríaca, un proyectil le estalla en el rostro y muere instantáneamente.

 

La guerra se lleva también algunos artistas que habían acudido voluntarios: Boccione y Sant’Elia. En el frente han combatido Gottfried Benn, Marinetti, Louis-Ferdinand Celine, Martin Heidegger ha servido en el Centro Meteorológico de Verdún, Julius Evola en Assiago, el pintor Wyndham Lewis en Flandes. Han combatido en bandos opuestos en 1914, serán los perdedores de 1945.

 

La marcha sobre Roma

De la guerra la Sarfatti hereda un hijo héroe y un odio inextinguible contra los alemanes. La Gran Guerra termina llevándose los últimos ecos de la Belle Epoque pero no los resentimientos de la victoria.

 

En Milán Mussolini funda en marzo de 1919 los ‘Fasci di combattimento’, el embrión del partido fascista, en las jornadas de marzo se mezclan fascistas y futuristas, la dinámica post bélica prosigue, se difunde la expresión “la victoria mutilada” ya que se considera que Italia no obstante su contribución a la guerra no ha sido compensada en sus aspiraciones territoriales. Siguiendo esta onda de patriotismo belicoso el poeta Gabrielle d’Annunzio encabeza una expedición de irregulares y ocupa militarmente la ciudad de Fiume para “recuperarla a la italianidad”. D’Annunzio, el poeta del espectáculo pone en sombras momentáneamente a Mussolini, pero éste no es un vate disfrazado de condottiero sino un ambicioso político dispuesto a todo y está organizando el partido para la toma del poder.

 

Un paso importante en su escalada lo obtiene en 1921 cuando es elegido diputado por el partido fascista. En el verano de 1922 realiza con la Sarfatti un peregrinaje por los lugares emblemáticos de la Gran Guerra, visitan el lugar donde cayó Roberto Sarfatti y el 23 de setiembre llega como huésped de su amante a Il Soldo, el refugio campestre de familia. En el aislamiento de la campaña comienzan a poner a punto los detalles del golpe, es Margherita la que insiste que Mussolini debe llegar a Roma y tomar el gobierno. Los milicianos de camisa negra se mueven en toda Italia, ansiosos, fanfarrones y beligerantes, pero Mussolini sabe que la jugada debe ser política y no militar, la milicia fascista no resistiría el choque con las tropas regulares.

 

Los Sarfatti han contribuido para financiar la marcha y son el sostén principal de Mussolini, que se hace ver con tranquilidad ostentada en algunas veladas de teatro en Milán, y está en el teatro cuando le llega el aviso el fatídico 27 de octubre: las milicias de Cremona se anticipan a la orden del comando general y ocupan los centros de poder de la ciudad. El golpe está ‘en marcha’, literalmente.

 

Esta jugada se transforma en práctica general, los camisas negras ocupan las pequeñas ciudades antes de converger sobre la capital. Finalmente el 29 de octubre Mussolini recibe un llamado telefónico: el rey le otorga el mandato de formar gobierno. Dos días después el nuevo gobierno presta juramento, Mussolini tiene 39 años.

 

La Sarfatti justifica el nuevo rumbo: “Teníamos solamente dos posibilidades: anarquía inmediata y sangrienta con todos los horrores de la guerra civil o el nacimiento de un gobierno fuerte en condiciones de aprovechar todas las ocasiones para transformarse en dictadura. Todavía hoy no creo que la mayoría de las personas se hayan equivocado cuando instintivamente eligieron la segunda posibilidad”.

 

Los enemigos

Europa contempla con curiosidad e inquietud esta nueva encarnación del poder en Italia y nacen los analisis, dentro de los opositores prevalentemente. El socialista exiliado Carlo Roselli considera el fascismo “la autobiografia de una nación que rechaza la lucha política, que sostiene el culto de la unanimidad, que sueña el triunfo de la facilidad, de la fe y el entusiasmo. Los grupos de choque (squadre) no nacen solamente de la cólera ciega de los grupos reaccionarios subversivos (hay que incluir) el espíritu de facción, el espíritu de aventura, el gusto romántico, el idealismo pequeño burgués, la retórica nacionalista, el interés de una clase”, Paris 1930. Dentro del comunismo italiano Antonio Gramsci es el más incisivo, caracteriza el fascismo inicial a través de dos estamentos fundamentales y diferentes, la pequeña burguesía urbana y la agraria, que fue decisiva. Dentro del movimiento comunista internacional los analisis del fascismo sufrieron poco a poco la influencia de la acción política de la Internacional mientras se acentuaba mecánicamente el nexo ‘orgánico’ entre crisis del capitalismo y fascismo, se llega a la famosa definición de G. Dimitrov que la Internacional mantendrá a través del tiempo: “El fascismo al poder es la dictadura abierta y terrorística de los elementos más reaccionarios, más chovinistas e imperialistas del capital financiero”.

 

“El secreto del éxito del fascismo es que ha sabido atraer elementos desilusionados, que habían abandonado tanto los partidos burgueses como el socialismo. Desde el comienzo se presentó como representante de estos grupos de desorientados de todas las clases y el radio de influencia del fascismo comenzó a crecer” Mátyás Rákosi, Leningrado 1925.

 

Palmiro Togliatti en el boletín oficial de la Internacional de 1928 analiza también la evolución del fascismo, que se desarrollaba en base a necesidades y no de una planificación premeditada: “los elementos de la pequeña burguesía productora se separan poco a poco, permanece la pequeña burguesía no productora. En lugar de los fascistas de la ‘primera hora’ llegan los representantes de la gran burguesía que ocupan puestos de dirección en el partido, y el partido pierde su autonomía cuando se integra con su estructura a la estructura de las clases dirigentes”.

 

Agitadora cultural

La guerra ha dejado bajas entre los artistas y ha abierto nuevos caminos para explorar, la tragedia europea parece haber sacudido los ánimos de los artistas tanto en Paris como en Milán, la Sarfatti piensa no sólo en la política, considera que el arte debe expresarse libremente y sin condicionamientos externos. Mientras tanto la Europa cambia, los rencores dejados por la Gran Guerra propician la llegada de gobiernos dictatoriales y en arte se afirma el realismo, Picasso abandona el cubismo y André Breton recoge la herencia de Guillaume Apollinaire.

 

El 7 de diciembre de 1922 en la exposición de la Galería Lino Pesaro de Milán se comienza a introducir la idea del grupo Novecento, al comienzo son seis: Anselmo Bucci, Leonardo Dudreville, Achille Funi, Gian Emilio Malerba, Piero Marussig y Mario Sironi. Los artistas se consideran un grupo unido por disciplinas comunes y destinos comunes. Margherita los llama “Vanguardia moderada”, y los apoya incondicionalmente tanto en sus críticas escritas como en la vida social, y como mecenas. La obra de estos artistas restituye figuras, paisajes, arquitecturas, la presentación oficial del grupo será en la Biennale de Venecia de 1924, y a guiarlos es Margherita.

 

Desde el momento que Mussolini vive prácticamente en Roma Margherita extiende hasta allí su área de influencia. Es un consejero especial del nuevo jefe de gobierno, trabaja en la redacción de Il Popolo d’Italia y muy pronto se transforma en el director oculto de Gerarchia, la revista cultural del régimen, y además se ocupa de la gestión del servicio prensa exterior del Duce. A veces estas funciones por razones familiares las realiza telefónicamente desde Milán.

 

Mientras tanto nuevas vías para el arte italiano aparecen en el horizonte: el 14 de febrero de 1926 en el salón de la Permanente de Milán se presenta el grupo Novecento Italiano.

 

Se trata de una movida políticamente peligrosa para Margherita, en la inauguración está presente Mussolini, es un hito del tipo de organización nacional que pretende el fascismo, Margherita pierde el rol central respecto a esta nueva ola de artistas, confirmación que llega con un discurso de Mussolini en Perugia:“Tenemos que aprovechar el patrimonio del pasado. Tenemos que crear un arte nuevo, de nuestro tiempo, un arte fascista”.

 

Comienzan a ceder sus apoyos dentro del sistema/partido, los chacales intuyen que la relación de fuerzas entre el Duce y la amante está cambiando.

 

Margherita decide trabajar en un área donde se pueda sentir más tranquila alejada de las intrigas de palacio, en 1927 consigue organizar dos exposiciones de arte italiano en Holanda y Berlín. Sucesivamente en Suiza y Francia, pero algunos artistas comienzan a desertar.

 

En una carta de julio de 1929 Mussolini prácticamente le advierte que considera una intromisión la idea de presentar el grupo Novecento como la proyección artística del fascismo. Y será inútil la defensa de Margherita, Mussolini además se desinteresa de las intrigas y los ataques contra ella.

 

Con la ayuda de Ardengo Soffici y Mario Sironi organiza en Buenos Aires en 1930 una exposición de arte italiano que será un éxito, se considera la más importante efectuada en el exterior.

 

DUX

El 1924 había comenzado trágicamente con la muerte de Cesare por una apendecitis mientras viaja en tren. Mussolini envía inmediatamente un telegrama al viejo amigo internado: “No me olvido de los tiempos lejanos cuando se necesitaba coraje para defenderme”. El golpe para ella es fuerte, Cesare tenía 58 años. Cuando llega el verano Margherita se aísla en Il Soldo y comienza la redacción de una biografía de Mussolini. Si bien parece estar construída como un diario no respeta la unidad de tiempo, ella lo llama “apología del zigzag”, y utiliza una concepción moderna del escribir y contar. El libro presenta también una descripción sicológica del Duce y consigue arrastrar el lector y hacerlo cómplice de la construcción del mito como años antes había contribuído a la afirmación del hombre y el caudillo.

 

El libro sale editado por Mondadori en 1926.

 

Ruptura

En octubre de 1932 se festejan los diez años de la marcha sobre Roma, el jerarca Farinacci y el pintor Oppo convencen al Duce de excluir a la Sarfatti de las comisiones para las exposiciones en el exterior y no sólo. La relación sentimental ha terminado en 1931 pero igualmente es un golpe duro para la Sarfatti. Después se presenta una ocasión para conservar un rol dentro del régimen, escribe los artículos que firmará Mussolini para la prensa extranjera y que distribuye la United Press, para ella serán una inesperada fuente de réditos porque la UP paga bien, mil dólares por artículo.

 

Multiplica sus contactos y organiza su viaje a Estados Unidos donde la consideran la embajadora del fascismo, sigue con la idea fantasiosa de impedir a toda costa una alianza de Italia con la Alemania de Hitler.

 

El 21 de marzo de 1934 se embarca en el Rex para Estados Unidos. El país la llena de admiración, los grandes espacios, la técnica, las ciudades. Sus comentarios sobre la mezcla de razas suenan hoy racistas pero en realidad están en consonancia con un país que es racista. Pasa la Pascua en la casa de campo de la familia Roosevelt. Va de un recibimiento a otro, conoce a gente importante que quiere escuchar de ella su versión del fascismo, se encuentra con Diego Rivera enredado en la polémica comisión de un mural en el Rockefeller Center de New York. Regresa a Italia el 17 de junio. Se encuentra con Mussolini, que a sus comentarios entusiasmados sobre el viaje responde despreciativo que “Estados Unidos no cuenta, su ejército y su marina no valen nada”. Pero no obstante estos desplantes y desencuentros ella no llega al corte definitivo con el Capo.

 

El imperio

El 2 de octubre de 1935 el Duce anuncia desde el balcón de plaza Venecia que Italia ha declarado la guerra a Etiopía. El sueño de Mussolini es la reconstrucción del imperio, Margherita asiste al acto con su hija y un amigo y comenta “lamentablemente él ganará la guerra y perderá la cabeza”.

 

La Sarfatti comienza a pensar seriamente en abandonar Italia mientras las tropas italianas afirman su presencia en Etiopía con sucesivas victorias. Probablemente estos éxitos empujan a Mussolini a proclamar el imperio fascista el 9 de mayo de 1936 y a la Sarfatti a madurar la decisión del exilio.

 

El 11 de junio Italia firma un acuerdo con Alemania, se trata del compromiso común de respetar la independencia de Austria, en julio comienza la Guerra Civil española.

 

En el otoño del mismo año comienzan a difundirse en Italia ideas antisemitas. En 1937 muere su amigo Marconi, Mussolini viaja a Munich para encontrar a Hitler, quién devuelve la visita el 3 de mayo de 1938. Poco a poco Margherita comienza a organizar su partida, debe poner a punto muchas cosas, es atentamente vigilada por la policía política, Mussolini sospecha que intentará dejar el país, y tiene miedo de las cosas que la Sarfatti podría relatar en el exterior.

 

Las leyes raciales y el exilio

Italia promulga Il Manifesto della Razza el 10 de noviembre de 1938 y los efectos son inmediatos, su nombre entra en la lista de escritores hostiles al régimen, el libro Dux es retirado de circulación, en la lista entra también el joven novelista Alberto Moravia.

 

A su hijo Amedeo Sarfatti lo cesan en su trabajo de la Banca Commerciale de Turín, Margherita se reúne con él en Il Soldo para darle instrucciones, transformar el dinero en diamantes, cerrar los asuntos de familia en Roma y abandonar Italia. Raffaele Mattioli, presidente de la Banca Commerciale le consigue un puesto en Montevideo, en el Banco Francés e Italiano de América Latina donde más tarde la madre lo seguirá.

 

El primer paso es atravesar la frontera suiza desde su casa de campo, y desde allí en tren a Francia. Cuando llega a Paris el clima social ha cambiado, consigue una habitación en el Hotel Lotti de rue Castiglione, un hotel de lujo asediado por una tropa de ricos europeos en fuga de la amenaza fascista. Mientras tanto sigue bajo la vigilancia de la Ovra, policía secreta italiana que opera en el exterior. En Paris sigue frecuentando el mundo de la cultura y los negocios: André Gide, Francois Mauriac, Pierre Benoît, el industrial del perfume Coty, Alma Mahler, Erwin Piscator.

 

En Roma siguen las intrigas para bloquear su partida, su hija Fiammetta con su esposo, miembro de la nobleza romana conectada desde siglos con el poder vaticano, viaja a Paris para encontrarla y se ven por última vez antes del exilio. Después de un accidentado viaje entre España y Portugal consigue embarcarse para Montevideo en el puerto de Barcelona gracias al cónsul italiano, amigo de familia, mientras tanto el 1º de setiembre de 1939 Hitler ha invadido Polonia.

 

En tierras sudamericanas comienza el verdadero exilio de Margherita Sarfatti. Convive entre la “cordialidad benévola de Uruguay” y “la vitalidad tonificante de Buenos Aires”.

 

Pero es un exilio condicionado, su hija Fiammetta ha quedado en Italia, y para escapar a las redadas de las tropas alemanas y las bandas fascistas deberá pasar a la clandestinidad y la familia se separa. Pasarán los meses sin ninguna noticia hasta que en julio de 1944 Livio, el yerno, le escribe desde Nápoles para contarle que finalmente la familia se ha reunido y describe “el terror científico, horrendo y sistemático como saben practicarlo los alemanes” y culpando al “satánico orgullo de un hombre que ligó su suerte con los enemigos de la Humanidad”.

 

En julio de 1947 Margherita decide regresar a Italia, pasa el verano en familia y sucesivamente se instala en Roma, sus permanentes obsesiones son el dinero, la fama y la reputación porque no está interesada en pasar a la posteridad como la amante del dictador fascista.

 

Fallece el 30 de octubre de 1961 a los 81 años de edad. Sus restos duermen en el cementerio de Cavallasca, cerca de Il Soldo, su casa de campo.

 

Sus libros

“Dux”. Biografía de Benito Mussolini, 1926.

“L’America. Ricerca della felicità”, 1937.

“My Fault. Mussolini as I Knew Him” Enigma Books, New York 2014. Escrito en el exilio el libro fue publicado inicialmente por entregas en el diario Crítica de Buenos Aires en 1945.

“Acqua passata”, 1955.

Raffaelle Mattioli: brillante economista y banquero, que Mussolini respetaba pese a no estar en línea con el régimen. Conservó escondidos en su caja fuerte personal los Cuadernos de la Cárcel de Antonio Gramsci hasta la caída del régimen. Cuando murió el 27.07.73 Le Monde anunció su desaparición con el titular “Ha muerto el banquero italiano más famoso desde Cosme de Medicis”.

 

Fuentes

“Margherita Sarfatti” . Rachele Ferrario, Mondadori 2015

“Milano, l’avventura di una città”. Marta Boneschi, Mondadori 2017

“I Maledetti. Dalla parte sbagliata della storia”. Andrea Colombo, Lindau 2017

“Il Fascismo. Le interpretazioni dei contemporanei e degli storici”. Renzo De Felice, Laterza 1998

 

 

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