Los caminos de Sergio Massa

El Intendente de Tigre, que privilegió en 2009 su lista local antes que la nacional que encabezaron Kirchner-Scioli, viene remontando la cuesta de aquella traición y, en la interna del peronismo bonaerense, puede ser un enemigo íntimo para alguien que detesta tanto como algunos dirigentes nacionales del kirchnerismo: el gobernador Scioli.

A pesar de muchos de los defectos que se le achacan (muchas veces, sin razón) Sergio Massa parece haber sido uno de los dirigentes políticos del conurbano que mejor ha interpretado al kirchnerismo, en especial por lo que contiene.

En Massa conviven todos los elementos que en estos últimos años le han dado vida a este fenómeno político que cambió la historia de nuestro país: el kirchnerismo.

Desde las Madres de Plaza de Mayo hasta Santiago Montoya, desde Emilio Pérsico hasta Martín Redrado, Massa habla con todo el mundo.

Tan kirchnerista es Massa, que siente con el gobernador Daniel Scioli hasta casi el mismo nivel de distanciamiento que tienen algunos funcionarios del Gobierno Nacional. Por supuesto que las razones de Massa son diferentes de las que tienen ministros y dirigentes de la primera línea del kirchnerismo, pero en política, y sobre todo en una interna del peronismo, hay ocasiones en las que los adversarios comunes pueden lograr amalgamas políticas inesperadas.

De hecho, todavía suenan los ecos en muchos despachos oficiales por la estrategia electoral adoptada por Massa en Tigre, cuando las elecciones legislativas de 2009. En aquella oportunidad, vale recordar, Massa decidió preservar la elección local por sobre la provincial y nacional (que incluso lo tenía como candidato), llamando a votar por la lista vecinal que llevaba a los Concejales de su Partido, en desmedro de las listas a senadores provinciales y diputados nacionales. El resultado de esa arriesgada movida terminó con una diferencia de 14 puntos porcentuales entre la lista municipal y la de diputados nacionales que encabezaban Néstor Kirchner y Daniel Scioli.

En aquel entonces, Massa fue tildado lisa y llanamente de “traidor”, y condenado -merecidamente- al ostracismo político durante algunos meses. En el medio se ganó el odio de casi todo el arco sindical del kirchnerismo (la CGT por política, la CTA de puro prejuiciosa nomás), y de algunos de los Barones del Conurbano (sobre todo en la Tercera Sección Electoral).

Al parecer, aprendió la lección, porque después de abandonar el Gobierno Nacional se dedicó a gobernar el Partido de Tigre, mientras tendía puentes para recomponer su vínculo con Néstor Kirchner.

Dicen quienes trabajan cerca suyo, que poco antes de la muerte del ex Presidente la relación había mejorado muchísimo, volviendo a casi a los niveles de confianza (con las reservas del caso) anteriores a junio de 2009.

La gestión de Massa en Tigre es, en líneas generales, buena. A la abundancia de recursos económicos hay que sumarle cierto dinamismo en la obra de gobierno y una excelente comunicación. Para tener una medida completa sobre la eficacia de la gestión, hay que recordar de dónde venía Tigre: el ubietismo, un vecinalismo conservador y con formas políticas anquilosadas en la década del ‘40. El piso de gestión era bastante bajo, y Massa lo supo aprovechar muy bien.

Por supuesto que la gestión tiene las falencias que se le pueden encontrar a cualquier otro municipio del conurbano. En el caso particular de Tigre, se destacan las promesas incumplidas respecto de la protección del Delta (antes de asumir, Massa prometió un dragado que jamás llegó), y la distribución desigual respecto de los recursos que se da en las diferentes localidades del distrito: mientras que Rincón de Milberg pretende parecerse a Miami, hay zonas de Don Torcuato o de Pacheco que no tienen nada que envidiarle a Formosa.

Así y todo, en perspectiva y en términos generales, la gestión de Massa es mejor que la de Scioli. Allí reside una parte del desprecio que siente el Intendente de Tigre por el Gobernador. Son lapidarias las opiniones que tiene Massa en privado, sobre la manera de gobernar que tiene Scioli. Si bien nunca se han manifestado públicamente, más allá de algún que otro tiro por elevación, el ninguneo de Massa hacia el Gobernador se manifiesta en la vía pública: haciendo una recorrida por todo el Partido de Tigre, es imposible encontrarse con el apellido “Scioli” en algún afiche político o cartel de anuncio de ejecución de obra pública.

Y ni que hablar de las pintadas, que solo mencionan a Cristina, Massa y Zamora (el hipotético reemplazante del actual Intendente en el Municipio). Scioli no existe.

Incluso, en los casos donde hace falta aclararlo, cuando una obra es financiada con fondos municipales, hay una correspondiente leyenda que lo explicita.

En los últimos días se dio a conocer una encuesta de la Consultora Equis, que dirige Artemio López (ver imagen), sobre la intención de voto que tienen los diferentes candidatos a disputar la Gobernación en la Provincia de Buenos Aires. La novedad del sondeo fue que incluía a Massa entre los posibles candidatos, sin excluir la posibilidad de la candidatura de Scioli. Es decir: a los probables votantes de Cristina Fernández de Kirchner no se les presentó un escenario con alguno de los candidatos afuera de las opciones, sino que se incluyó a los dos. El resultado fue sorprendente, no tanto por la intención de voto de Scioli (33,7%) como por la medición que está registrando Massa (23,7%). En tercero y cuarto lugar, muy pero muy atrás, vienen Francisco De Narváez (13,1%) y Martín Sabbatella (9%).

En este contexto de crecimiento, donde todavía ni siquiera se ha salido a instalar una candidatura de Massa, no sería extraño que desde algunos sectores del kirchnerismo se agite la idea de impulsar una participación de Massa en las internas abiertas obligatorias de agosto.

Con Cristina en 50% de intención de voto en el conurbano, la idea ya no sería solamente condicionar el poder de Scioli pensando en 2013-2015, sino conformar una segunda minoría que pueda apostar a quedarse con la banca de senador nacional que también se pone en juego este año.

Este es el motivo que puede llegar a modificar políticamente el mapa del peronismo en la Provincia de Buenos Aires, porque a partir de una candidatura formal de Massa se producirían una serie de reacomodamientos internos, siempre detrás de la candidatura presidencial del Frente para La Victoria.

Cualquier otra suposición, como por ejemplo pensar que Massa puede acercarse al Peronismo Federal, solamente corre por cuenta de la aguda imaginación de algún periodista mal informado.

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