¿8 razones para el Paro de mujeres, travestis y trans* del 8M?
1. Desempleadas, precarizadas y subvaloradas
En primer lugar, las mujeres sufrimos en mayor medida la desocupación. Según el INDEC, la tasa de desocupación fue del 10,2 por ciento para las mujeres y del 8,5 por ciento para los varones en el primer trimestre de 2017. Además, somos mayoría ocupando puestos de trabajo de menor calidad: empleo en negro, precarizadas, trabajo informal, trabajo temporario, sueldos fuera de convenio.
Mayoría en la base de la pirámide laboral y cada vez menos a medida que ascendemos en la escala de poder empresarial: el 6 por ciento de las gerentes generales son mujeres, un 15 por ciento llegan a directoras, un 27 por ciento a gerentes, un 28 a jefas y un 40 por ciento a analistas. Este fenómeno es conocido como “techo de cristal”: algo que no se ve, pero que está presente e impide que las mujeres podamos ascender al mismo ritmo que los varones.
Para terminar, todavía hay trabajos en los que las mujeres tenemos el acceso negado por el solo hecho de ser mujeres. Por ejemplo, como maquinistas de ferrocarril.
2. Hacemos la mayor parte del trabajo doméstico
A pesar de que los varones de a poco se van sumando a las tareas domésticas, históricamente somos las mujeres quienes, además de trabajar afuera de nuestras casas, tenemos que hacernos cargo de todo eso que permite que las vidas de las familias sigan adelante: cocinar, limpiar, ordenar, lavar la ropa, hacer las compras, ayudar con las tareas escolares, llevar y traer de la escuela, del o la pediatra, de actividades varias, y un enorme etcétera de cosas más que por lo general nadie registra hasta que no tiene que realizarlas. Todo esto, por supuesto, sin ningún tipo de retribución salarial.
“Eso que llaman amor, es trabajo doméstico no pago”, afirmó la italiana Silvia Federici, corriendo el velo de ese gran cúmulo de actividades que mayoritariamente realizamos las mujeres en los hogares porque es “lo natural”. Pues no. Los roles de género que indican que las mujeres deben encargarse de las tareas domésticas y los varones del sostén económico son construcciones culturales que pueden (y deben) modificarse.
3. Porque NiUnaMenos
La cantidad de mujeres asesinadas en manos de varones en el país es alarmante: una cada 30 horas. Una por día. Se suceden uno tras otros los nombres de las víctimas y no hay desde el Estado una política eficiente para prevenir estos femicidios. Sin embargo, estas muertes son solo la punta que sobresale de un gran iceberg de violencias que van desde pequeñas acciones cotidianas (revisar el celular, la ropa que usamos o nuestras amistades) hasta golpes, pasando por maltrato psicológico, la violencia económica o el acoso callejero.
La cultura machista en la que crecemos nos coloca a las mujeres en una posición subordinada a la de los varones, una relación de poder y desigualdad simbólica que se cristaliza dentro del sistema patriarcal. No somos sujetos, sino que somos objetos que pueden ser descartados en bolsas de residuo. Las violencias nos oprimen e impiden que desarrollemos nuestras vidas con plena libertad.
4. Por aborto legal, seguro y gratuito
Desde tiempos inmemoriales, las mujeres abortamos. Siempre. Porque ningún método anticonceptivo es del todo seguro. Porque puede fallar. Pero las mujeres no queremos ser condenadas a una maternidad no deseada. No queremos maternidades como castigo.
El problema con el aborto ilegal es que genera un problema de salud pública y una gran desigualdad: las que tienen los recursos para pagar un aborto seguro lo hacen y las que no, abortan con posibilidad de perder su vida en el intento. El aborto es una de las principales causas de muerte materna y esto solo se soluciona con el acceso al aborto seguro y legal. No se trata de obligar a nadie a que haga lo que no quiere hacer, se trata de evitar que cientos de mujeres sigan muriendo por abortar en la clandestinidad.
5. Implementación de la ESI
La Ley de Educación Sexual Integral (ESI) (N 26.150 de 2006) crea un Programa Nacional para que la educación sexual sea trabajada de manera integral y transversal en todos los niveles educativos. Esto significa que los niños y las niñas tendrán acceso a contenidos relacionados con la temática adaptados a cada etapa escolar, desde el jardín de infantes hasta la universidad. El objetivo es desarrollar infancias sin estereotipos de género, aceptación de las diferencias y, fundamental para evitar abortos, educación sexual en la adolescencia para poder decidir con libertad. Sin embargo, esta ley prácticamente no se implementa en ninguna institución en ningún distrito del país, principalmente por el gran rechazo que genera en la Iglesia Católica. Sin embargo, se convirtió en uno de los principales reclamos que las chicas jóvenes levantan como consigna. En cada marcha, en cada toma, la implementación de la ESI es una demanda que ya no puede dejarse de escuchar. Porque es necesaria la educación sexual para decidir, el acceso a los anticonceptivos para no abortar y el acceso al aborto legal, seguro y gratuito para no morir.
6. Paridad de representación
Si bien en la Argentina tenemos una ley de cupo que exige que el 30 por ciento de nuestros representantes en el Congreso y las legislaturas sean mujeres, el reclamo hoy es la paridad: 50 y 50. La paridad, entendida como una participación equilibrada de mujeres y varones en las posiciones de poder y de toma de decisiones en todas las esferas de la vida (políticas, económicas y sociales), constituye una condición destacada para la igualdad entre los sexos.
Pero todavía estamos lejos y somos menos en muchísimos ámbitos de decisión: los puestos públicos de poder, los sindicatos, las gerencias empresariales, los espacios científicos (no hay ni una sola mujer en los puestos más altos de Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación). Incluso en el gobierno de la Universidad de Buenos Aires. Allí, a pesar de que hay mayoría de estudiantes mujeres, mayoría de graduadas mujeres y mayoría de docentes mujeres (los tres claustros universitarios), solo hay una mujer representando al claustro de profesores en el Consejo Superior.
En este sentido, se vuelven necesarias medidas de discriminación positiva para que las mujeres puedan acceder a estos espacios en igualdad de oportunidad que los varones.
7. Licencias de crianza / espacios de cuidado
Así como las mujeres estamos más precarizadas, somos mayoría entre las personas desempleadas y tenemos acceso a los trabajos peor remunerados, también sucede que nos vemos obligadas a salir del mercado laboral cada vez que quedamos embarazadas. Esto se suma a que la mayor parte de la carga de la crianza recae sobre nosotras, lo que genera grandes baches en nuestras carreras y nos obliga a encontrar maneras de compatibilizar la vida laboral y la vida familiar.
Para evitar esta desigualdad es necesario que las licencias por paternidad sean más largas (en la actualidad duran solo dos días), que se puedan complementar con las de maternidad, que los lugares de trabajo cuenten con espacios de cuidado para que tanto las trabajadoras mujeres como los trabajadores varones puedan dejar a sus hijos en la primera infancia y que se implementen políticas que faciliten esta etapa de la vida.
8. Más libertad para todas
Las mujeres crecemos sabiendo que para nosotras caminar por la calle no es lo mismo que para los varones. Apenas comienzan a delinearse las curvas de nuestro cuerpo (a veces incluso antes), la realidad nos escupe en la cara la diferencia: silbidos, guarradas, manotazos y la siempre presente posibilidad de una violación. Cuando volvemos a casa de noche no nos da miedo que nos roben, nos da miedo que nos violen. Cuando nos vestimos no pensamos solamente en nuestro gusto y nuestra comodidad, pensamos en las reacciones que podemos provocar por la calle (y que encima varios justifican en nuestra manera de vestir). ¿Llegará alguna vez el momento en el que esto no suceda más? ¿Podrán nuestras hijas o nietas transitar el espacio público con mayor libertad?
Por esto y bastante más, hoy, 8M, Paro Internacional de Mujeres, Travestis y Trans.
«Testimonios»
«En la Argentina, cada año, medio millón de embarazos son interrumpidos en el marco de la ilegalidad» dice el texto que acompaña la muestra «Testimonios», de la reportera gráfica Georgina García. Con la contundencia de la imagen, su trabajo recoge las impresiones de mujeres que debieron pasar a la clandestinidad para ejercer su derecho -negado- a elegir.
«En el delito al aborto se condensan todas las violaciones de los derechos de la mujer como tales, la libertad a decidir por nuestros cuerpos, la libertad de expresión sin ser juzgadas, el derecho a una salud igualitaria, entre otros. Este proyecto documental nace con la idea de visibilizar el problema» indica la presentación de la muestra, compuesta por retratos acompañados por dibujos sobre «aquel momento» realizados por mujeres que, de ese modo, brindan un doble testimonio visual.
*Si bien en el texto me refiero en general a las mujeres, las travestis y las mujeres trans padecen estas problemáticas y, en la mayoría de los casos, de manera agravada: mayor desigualdad, mayor violencia, menor acceso a derechos y escasa o nula representación en todos los ámbitos. Por eso, levantar su voz también es fundamental.