¿Qué sabemos sobre Macacha Güemes?

Un breve paneo en busca de los rastros de la mujer que, montada a caballo, recorría las filas arengando a las tropas. Por Sara Mata y Bárbara Aramendi

¿Quién era Macacha? ¿Cuánto sabemos sobre ella? Mucho se ha escrito y se escribe pero las fuentes son escasas y las referencias sobre ella nos las brindan las Memorias de José María Paz y el relato de Bernardo Frías en su conocida obra Tradiciones históricas (República Argentina). Su nombre era María Magdalena Dámasa Güemes Goyechea. Junto a Francisca fueron las únicas dos mujeres de los nueve hijos del matrimonio conformado a fines del siglo XVIII por Gabriel Güemes Montero, peninsular, oficial de la corona española, tesorero de las cajas principales del Tucumán y Magdalena de Goyechea, miembro de una de las familias beneméritas de la elite jujeña. 

Su matrimonio a la temprana edad de 16 años con Román Tejada, revela las estrategias matrimoniales de los españoles peninsulares que escogían como maridos para sus hijas a compatriotas o a sus descendientes. En tanto los hijos varones contraían matrimonio con las hijas de familias de largo arraigo en la región, accediendo de esta manera a la elite local.

La dote de Magdalena fue de 1000 pesos, suma nada despreciable en Salta por esos años y muy propicia para el hijo de un comerciante peninsular, que de esta manera accedía a un capital que le permitiría incursionar en el comercio con cierta independencia de su padre, Don Manuel Antonio Tejada. La relación de Román Tejada con Don Gabriel de Güemes Montero fue evidentemente muy estrecha ya que fue uno de sus albaceas testamentarios. La casa donde funcionaba la Tesorería Real y donde habitaba la familia del tesorero Güemes era propiedad del padre de Román. 

En 1810, cuando se estableció la Junta de Gobierno en Buenos Aires, Don Gabriel Güemes Montero había fallecido y su hijo Martín Miguel se sumó decididamente a la causa revolucionaria. Militar de carrera Martín había revistado como Teniente de caballería en los Húsares de Pueyrredón en ocasión de las invasiones inglesas en Buenos Aires y mantenía con Pueyrredón una amistad estrecha. 

Magdalena conocida sobre todo por su sobrenombre, Macacha, se encontraba en cambio esposada con un integrante de una familia realista. Efectivamente, la familia Tejada sufrió a comienzos de la revolución la persecución del grupo patriota de Salta y si bien parte de ella logró permanecer en Salta siempre pendió sobre ella la sospecha de ser fieles a la monarquía española. No caben dudas de que la familia Tejada simpatizaba con los realistas y la prueba fue que una de las hermanas de Román Tejada se casó con un oficial realista, D. Francisco Martínez de Hoz, cuando la ciudad estuvo ocupada por el ejército de Pezuela en 1814.

En 1811 Román Tejada, acusado de conspirar contra la Patría, había sido expatriado. Y en esas circunstancias será su esposa, Macacha, hermana de un oficial del Ejército Auxiliar del Perú, quien presentará una queja por esta decisión a la Junta de Buenos Aires aduciendo que el juicio por el cual fue condenado había sido fraudulento. Solicitó también a la Junta de Gobierno de Salta que certificase la denuncia hecha por ella a la Junta de Buenos Aires asumiendo activamente la defensa de su familia política.

El resultado de estos trámites resultó favorable. Los mismos fueron derivados para su resolución a Juan Martín de Pueyrredón, jefe del Ejército Auxiliar en ese momento, quien tenía buenas relaciones con Martín Miguel de Güemes. Román Tejada retornó a Salta, y gozó incluso del favor de su cuñado a quien no ahorró sin embargo algunos disgustos. Refiere Frías en sus Tradiciones Históricas que Don Román, producida la revolución “no tomó participación por unos ni por otros” y aunque colaboró con 50 pesos en 1810 para auxiliar al ejército de Buenos Aires “se las avenía con los españoles triunfantes cual si fueran sus hermanos. Tenía, para este equilibrio, dos palancas en qué apoyarse: una que era casado con Doña Macacha Güemes, la famosa hermana del General; y otra, el tinte marcado de realista de su propia familia de Tejada”.

En dos ocasiones Román Tejada favoreció a los realistas. La primera, cuando estando ocupada Salta por el General La Serna en 1817, él se presentó como intermediario de éste junto con otros oficiales realistas para convencer a Güemes de desistir de la guerra. Oferta que, desde luego, fue rechazada enérgicamente por Güemes quien se manifestó en esa ocasión muy enojado con su cuñado. Nuevamente es de suponer que el perdón a esa actitud le fue otorgada a Román merced a la intermediación de Macacha. En 1818 nuevamente Román traicionaría a Güemes cuando éste le otorgó permiso para pasar al Alto Perú para realizar trámites familiares, autorización que utilizó para transportar mercaderías que comerció con el ejército enemigo, y que le valió a Güemes ser acusado de traidor por sus enemigos políticos de Salta ante Manuel Belgrano, jefe del Ejército Auxiliar establecido en Tucumán. A pesar de todo ello, Güemes lo nombraría subdelegado del Partido de Atacama en abril de 1820, en un intento quizás por alejarlo de Salta.

Durante el gobierno de Martín Miguel de Güemes, Salta se hallaba amenazada por la guerra y convulsionada por una movilización rural, que desafiaba el orden social y atemorizaba a los propietarios rurales, entre ellos a don Manuel Tejada, suegro de Macacha, quien poseía una propiedad en Rosario de los Cerrillos. Sus arrenderos pasaron en su mayoría a revistar en los Escuadrones gauchos, y en sus tierras también se asentaron integrantes de las milicias gauchas, anteriormente ajenos a la propiedad. En 1822, ya muerto Güemes, don Manuel Tejada reclamaba al gobierno de Salta la potestad de expulsar a los intrusos y la obligación del pago de los arriendos por parte de los gauchos a los que reconocía como sus arrenderos.

En este contexto familiar y político, es preciso entonces recuperar el protagonismo de Macacha Güemes a quien José María Paz describiría en sus Memorias como una “…mujer ambiciosa, intrigrante y animosa, al paso que dotada de garbo y hermosura…”. Si bien carecemos de documentación que permita reconstruir las actividades que a favor de la independencia y en apoyo de su hermano llevara a cabo Macacha Güemes la tradición oral recogida tanto por José María Paz como por Bernardo Frías se convierten en aportes inestimables para tal fin. En diferentes tramos de su Historia de Martín Miguel de Güemes y de la provincia de Salta, Frías nos brinda interesante información. Por él sabemos de la confianza y compañerismo que ambos se dispensaban. De acuerdo con Frías, Macacha era para el general Güemes “la más querida de las mujeres”, en la cual buscaba consuelo y consejos. La que lograba atemperar sus enojos (entre ellos probablemente los que le provocaba don Román Tejada) y llenar de clemencia su corazón. Ella misma según el relato de Frías “salvaría de su golpe a más de un adversario político que iría a buscar refugio a la casa de la Macacha en momentos de ver peligrar su vida”. Evidentemente se involucró activamente en la política tal como lo demuestra la cerrada defensa de su marido por lo cual no debe extrañar que siendo tan cercana a su hermano lo acompañara “montando a caballo, recorriendo las filas y arengando las tropas”. También por supuesto lo acompañaba, en momentos de tregua, en los paseos que a caballo solía dar Güemes por los alrededores de la ciudad.

Es de suponer asimismo que participara activamente de la red de espionaje que las mujeres – incluyendo a aquellas que formaban parte de la de la servidumbre o pertenecían a la plebe— habían organizado para brindar información sobre las fuerzas realistas cuando estas ocupaban la ciudad.

La participación política de Macacha no se limitó tan solo a aconsejar a su hermano o colaborar reuniendo información a favor de la revolución. También se le atribuye haber mediado en los conflictos que enfrentaron a Güemes con Rondeau en 1816. Si bien, estos se iniciaron antes de acceder al gobierno de Salta, se intensificaron luego de la derrota de Rondeau en Sipe-Sipe en noviembre de 1815. A comienzos de 1816, Rondeau desde Jujuy y alentado por la oposición política de la elite de Salta ocupó la ciudad destituyendo a Güemes del gobierno, lo cual fue resistido por las milicias gauchas con evidente éxito. En virtud de este enfrentamiento que preocupaba seriamente a los diputados reunidos en Tucumán, comenzaron los intentos de llegar a un acuerdo por parte de algunos integrantes de la elite no comprometidos con Rondeau quien, obligado por el asedio que sobre la ciudad ejercían las milicias, se había a instalado en la propiedad de don Manuel Tejada, en Rosario de los Cerrillos. Es allí donde el 22 de marzo de 1816 Güemes y Rondeau firman el Pacto de los Cerrillos que pone fin al enfrentamiento. En sus Memorias José María Paz afirma que “se dijo públicamente que doña Macacha Güemes hermana del gobernador había intervenido en el convenio de pacificación”. De igual modo Bernardo Frías en su obra ya citada, al referirse a las tratativas que finalmente sellaron el acuerdo al mencionar los buenos oficios “…sirviendo de mediadores del Provisor Figueroa y su hermano el coronel Apolinario, ambos de gran volumen de opinión…” atribuye también la reconciliación a “…doña Magdalena Güemes hermana del gobernador y mujer de peregrino talento político y habilidad diplomática”.

No caben dudas de la colaboración de Macacha con su hermano. A tal punto que según relata Frías “…se la conocía como su segundo en el gobierno y hablar con ella valía casi tanto como con el General”. Por su seguridad Güemes, luego del intento del Cabildo por destituirlo el 2 de mayo de 1821 se encontraba en el Campamento de Velarde, muy próximo a la ciudad cuando fue llamado por Macacha el 7 de junio de 1821, alertada por un paisano de haber observado el resplandor de armas enemigas en los cerros del norte de la ciudad. Advertido por su hermana Güemes desestimó esa posibilidad por cuanto consideraba imposible que partidas enemigas atravesaran un territorio controlado por sus milicias y desoyó, según nos relata Frías sus consejos de no permanecer en la ciudad, aprovechando su estancia allí para atender asuntos de gobierno. Fue así que estando en casa de Macacha y ya de noche al escuchar unas descargas de fusiles salió a ver qué sucedía y fue herido logrando escapar junto a su guardia hasta la cañada de la horqueta donde falleció 10 después.

Luego de la muerte de Martín Miguel de Güemes Macacha participó activamente en diversos movimientos políticos. Para restablecer el predominio del “partido güemista”, en 1821 contra del primo hermano de su madre, el General Antonino Fernández Cornejo, en 1824 contra el General Antonio Álvarez de Arenales y en 1835 nuevamente contra Cornejo, momento en que fue obligado a delegar el mando en el General Felipe Heredia.

Asegura Bernardo Frías que “Todas las revoluciones, conjuraciones y seducciones ocurridas en Salta desde el comienzo de la guerra hasta la caída del gobernador Latorre en 1835, fueron hechas por las mujeres, que habían tomado la política como oficio propio de su sexo

Los últimos años de su vida la encontraron retirada de la vida pública, dedicada al cuidado de su nieto. La vida de esta recordada salteña terminó el 7 de junio de 1866, en Salta, la ciudad que fue escenario de todas sus luchas.

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