¿Periodistas profesionales o asalariados del poder económico?

Un comentario sobre el artículo La nueva prensa militante, escrito por Pablo Sirvén, aparecido en el diario La Nación el martes 30 de noviembre. Los medios oficialistas y su ataque al periodismo independiente.

En realidad Pablo Sirvén tiene razón al quejarse sobre los dichos de Martín García cuando afirma que “Los periodistas profesionales son como prostitutas, van con quienes les pagan”, sería más adecuado comparar a los periodistas profesionales como “Esposas por conveniencia”, dado que no cobran por cada servicio, como las prostitutas, sino que buscan una vida confortable por compartir, con mayor o menor disgusto, todas las noches la misma cama.

El “periodista profesional” se vincula con su medio mediante un “contrato”, esta vinculación contractual representa la quintaesencia de la ideología liberal: la organización social basada en el “Contrato Social”, idea tan acendrada que parece una verdad revelada, y por ende la única manera de organización social posible: la organización a través del trabajo a cambio de contraprestaciones monetarias.

O sea, que esta designación de profesional consiste en una relación entre patrón y empleado, donde el patrón paga y el empleado obedece. Y el precio que debe pagar por no obedecer consiste en perder el trabajo, y el premio por utilizar su talento para defender más eficazmente estos intereses, es obtener un ascenso. Y a veces, cuando estos empleados se convierten en “periodistas estrellas”, ganan enormes sueldos, en muchos casos cincuenta veces más grandes que lo que cobran los periodistas del montón.

Pero la verdad es que sus verdaderos patrones son las grandes empresas, y en la Argentina de hoy, casi todas las grandes empresas son extranjeras. Esto es así porque los patrones de las empresas periodísticas obtienen sus ingresos de los avisos que colocan las empresas comerciales, no viven de los pequeños clasificados, sino de los ricos que pueden pagar medio millón de pesos por una página entera en La Nación o Clarín.

Resumiendo: los intereses de los dueños de los medios son los mismos que los de las empresas que los financian. Y el éxito de los “periodistas profesionales” tiene, como condición, no afectar a estos intereses.

Así que su independencia requiere una definición más larga: Son “periodistas independientes en la medida que no digan nada que afecte los intereses de las grandes empresas ni de los países de donde estas proceden”. La verdad es que se trata de una independencia muy rara. Tan extraña como que el más conocido periodista realmente independiente de la Argentina, es un uruguayo.

Estos muchachos de la “independencia dependiente”, para disimular que son los escribas de empresas extranjeras, atacan con o sin razón al Gobierno, sobre todo si éste tiene la pésima idea de defender intereses nacionales y populares. Y en esto reciben instrucciones precisas: atacar o ignorar, dependiendo de lo que quieran obtener del Gobierno las empresas periodísticas.

La boutade de Héctor Horacio Magnetto, de clasificar la presidencia de la República como “un cargo menor”, puesto que según él, su trabajo como director de un multimedio, consiste en “Poner y sacar Presidentes”, no ayuda a los periodistas en su pretensión de independencia.
Por otra parte, ningún gobierno puede destinar a pagar publicidad los gigantescos recursos que destinan las grandes empresas, que en la Argentina de 2011 sumarán la astronómica suma de 12.000 millones de pesos, suma con la cual, se puede, por ejemplo, pagar las jubilaciones de cuatro millones de jubilados durante dos meses. Y esa sí es una prioridad del Gobierno.

El “Periodismo Militante” al que se refiere Martín García, pertenece al hacer de aquellos cuya primera prioridad es la defensa de la felicidad del Pueblo y la grandeza de la Nación. Y de nada de esto pueden vanagloriarse los descendientes de Bartolomé Mitre, impulsor entre otras cosas, de la Guerra de la Triple Alianza, que sacrificó miles de vidas paraguayas, argentinas y brasileñas para servir a los intereses comerciales de las potencias que habían sido detenidas en La Vuelta de Obligado y el Punta Quebracho por las armas argentinas.

No es casual que los descendientes de aquel José Alfredo Martínez de Hoz al que los invasores ingleses le confiaran el control de nuestra Aduana, cuando la invasión todavía estaba en el poder, sea una de las voces escuchadas con delectación por estos “medios independientes”. Independientes de la Argentina, pero muy dependientes de la plutocracia internacional.

Estos creen que todos somos boludos.

Y eso se está acabando, no sólo aquí, sino en el mundo entero. Muchachos, lean lo que está sucediendo en Estados Unidos y en Europa, hasta sus propios diarios lo publican. No hagan más papelones por un sueldo.

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